Condiciones para el empleo de la Legión Cóndor

30 mayo, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

Este es un documento muy notorio. En general se le glosa. Aquí se reproduce con exactitud. Toda serie de posts que quiera abordar el tema de las responsabilidades implicadas en el bombardeo y destrucción de la villa foral ha de incluir el, por así decir, acta de bautismo de la Legión Cóndor. Adelanto ya, porque quien avisa no es traidor, que la cadena de mando inscrita en el presente documento siguió teniendo validez el 26 de abril de 1937. Es una tesis que ha sido “contestada” desde que los historiadores pro-franquistas no pudieron evitar tener que reconocer que había habido un bombardeo nazi. No lo hicieron por gusto, pero incluso ellos tuvieron que rendirse a la evidencia que dio a conocer un historiador militar alemán, el entonces comandante de la Luftwaffe Klaus A. Maier, precisamente en el año en que murió Franco.

 

No. 113

El ministro de Asuntos Exteriores von Neurath al embajador von Hassell

Berlín, 30 de octubre de 1936

Querido Hassell,

Te adjunto copia de las instrucciones que ha firmado hoy mismo el ministro de la Guerra tras consultar conmigo y con el almirante Canaris, ya regresado a España, y con el general de división Sperrle, que mañana viaja también a España vía Roma.

En respuesta a tu telegrama nº 229 quisiera observar  que seguimos en lo posible con la idea de proceder al reconocimiento del Gobierno de Burgos tan pronto tenga lugar la toma de Madrid. No nos parece conveniente enviar antes a Burgos “delegados” o  “agentes”. Entre otros motivos porque lo hiciéramos el general Franco podría verse alentado a proseguir sus tácticas dilatorias. Así pues comunicaremos a Attolico [embajador italiano en Berlín] cuando venga a vernos que mantenemos el acuerdo de proceder al reconocimiento conjunto de Franco una vez caiga Madrid y que, inmediatamente después, también enviaremos un encargado de negocios ante el gobierno de Burgos. Al mismo tiempo romperemos las relaciones con el hasta ahora Gobierno de España, retiraremos nuestra embajada de Alicante y comunicaremos a la española en Berlín que su actividad ha terminado. Esta forma proceder es más que obvia y nunca hemos pretendido otra cosa.

Con mis más cordiales saludos

Tuyo

Neurath

Anexo

Berlín, 30 de octubre de 1936

Instrucciones

Para almirante Canaris

general de división Sperrle

Asuntos Exteriores (para Roma)

Con el ruego de proceder a ejecución conforme

Es absolutamente preciso defender el siguiente punto de vista ante el general Franco:

1 El Gobierno alemán considera, en atención al previsible reforzamiento de la ayuda rusa a los rojos, que el tipo de combate seguido hasta ahora por los blancos tanto en tierra como en el aire no garantiza el éxito. De continuar tal comportamiento dilatorio por muy metódico que sea  (el no aprovechamiento de la por el momento favorable situación en tierra y aire y la dispersión en la utilización del arma aérea) se pondría en riesgo lo hasta ahora conseguido.

La rápida toma de Madrid es de la mayor importancia desde el punto de vista político porque, en tal caso, tendrá lugar el reconocimiento por parte de Alemania e Italia del gobierno blanco. Con ello se sentarán las bases para adoptar medidas de apoyo mucho más amplias.

2 La premisa para un mayor apoyo de la fuerza aérea es la siguiente:

  1. El mando de las unidades alemanas en España debe corresponder al comandante en jefe alemán. El será el único asesor del general Franco en relación con el cuerpo aéreo alemán y solo responderá ante él personalmente por todas las medidas que adopte. Hacia el exterior se mantendrá la dirección española.
  2. Incorporación de todas las unidades alemanas que hoy se encuentran en España (aviación, antiaéreas, comunicaciones y servicios correspondientes) a la fuerza aérea por formar según el apartado a).
  3. Protección de las bases aéreas alemanas por medio de fuerzas de tierra suficientes y que serán reforzadas en caso necesario.
  4. Conducción más activa y mejor planificada de la guerra en las operaciones de tierra y aire. Todas ellas al servicio de la rápida captura de los puertos más significativos para los refuerzos rusos.

3 En el supuesto de que el general Franco acepte sin reserva las condiciones anteriores, se considerará continuar movilizando más ayuda alemana.

Véase anexo

Anexo a las instrucciones

Por parte alemana se piensa enviar las siguientes unidades militares:

Un grupo de bombarderos

Un grupo de cazas

Una escuadrón de aviones de reconocimiento lejano

Una escuadrilla de aviones de reconocimiento próximo

Dos compañías de comunicaciones

Dos compañías de servicios

Tres baterías antiaéreas pesadas

Dos pelotones con proyectores

Fuente: Akten zur Deutschen Auswärtigen Politik, tomo III, Deutschland und der Spanische Bürgerkrieg, Imprimerie Nationale, Baden-Baden, 1951, pp. 106s.

El comentario correspondiente se efectuará en el próximo post.

Sobre la destrucción de Gernika: desmintiendo algunas falsedades

23 mayo, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

Es axiomático que cuatro ojos ven más que dos. Por la misma razón, ocho ven, probablemente, más que cuatro. Es un axioma que estoy siguiendo con el texto de un futuro libro sobre Franco en el que he ido trabajando a lo largo de los últimos dos años con tres colegas. Ya terminado provisionalmente, están examinándolo en varios temas respetados expertos. Cuando se publique, en febrero/marzo del año próximo, confío en que no dé demasiadas alegrías a la FNFF ni a la galaxia de protectores y protegidos suyos que gira en torno a ella. Nos reiremos mucho.

Viene esto a cuento para dar a conocer mi alegría por haber circulado la semana pasada el documento de von Richthofen. Esto ha permitido a un historiador alemán, el doctor Ingo Nebel, asentado algún tiempo en Gernika y con quien coincidí en la villa foral hace un mes, llamarme la atención sobre la autoría del documento reproducido literalmente en el post precedente. Su autor no fue el jefe del Estado Mayor de la Cóndor sino alguien, si se me apura, más relevante para nuestros propósitos. Se trató de otro militar del mismo apellido, aunque no pariente, Joachim. Trabajaba en el Ministerio de Aviación, desde el cual se dirigía, supervisaba y analizaba la actuación de la Cóndor. Es decir, desde el centro del poder aéreo nazi. Por desgracia, y como es sabido, los archivos de la Cóndor los destruyó uno de los frecuentes bombardeos aliados de la capital del “Reich de los mil años” que tanto admiraron nuestros fascistas autóctonos. Lo que queda son documentos que figuraban en los archivos de otros departamentos.

El documento lo halló la profesora Stephanie Schüler-Springorum en un archivo intermedio militar alemán próximo a Berlín y lo mencionó específicamente en su libro sobre la Legión Cóndor (Krieg und Fliegen). Volvió a hacerlo en la traducción parcial de su libro en castellano, publicada por Alianza Editorial. A pesar del tiempo transcurrido no conozco a ningún historiador académico (salvo el profesor Xabier Irujo) que se haya servido de él. No hablemos de los periodistas pro-franquistas y aficionados que han disertado largo y tendido sobre el bombardeo en este año del ochenta aniversario.

Tras leer Krieg und Fliegen me puse inmediatamente en contacto con Stefanie quien, amablemente, me envió una copia. Siempre que he aludido a Gernika he aludido a la ella y a Xabier. Ahora aludo, con sumo agrado al doctor Nebel. Nunca hay que vestirse con galas ajenas.

Confieso que no me percaté en absoluto de que la autoría pudiera ser otro von Richthofen. El último renglón (“En la próxima oportunidad se enviarán a los servicios centrales proyectiles italianos de diferentes potencias”) me hizo parecer obvio que la procedencia era del jefe de EM, aunque ahora puede entenderse de otra forma. La firma, en efecto, era la de Joachim, a mayor abundamiento también teniente coronel. Avisaba, simplemente, que pronto se recibirían en Berlín muestras de las bombas italianas De todas las formas, lo traduje el documento tal cual y no se me ocurrió quitar el 2 tras el nombre del autor, que firmaba con este guarismo para diferenciarse el otro. Hoy, a la luz de esta circunstancia, me parece mucho más importante que antes el primer elemento que, en mi opinión es preciso subrayar. La fecha del documento: 28 de mayo.

Para entonces hacía más de un mes que se había producido el bombardeo y el escándalo internacional que generó estaba en plena efervescencia. Es comprensible que el autor, bien consciente de las repercusiones que había tenido en países un tanto sospechosos de lo que tramaba el Tercer Reich en general y en España en particular, tuviera cierto cuidado a la hora de redactarlo. Dicho esto, quisiera resaltar unos cuantos aspectos que llaman la atención.

  1. En la acción, como sabemos, participaron aviones italianos. Pero de esto von Richthofen 2 no hizo la menor mención. También señaló una estimación de daños que, aunque elevada, redujo sustancialmente. Cabría pensar que no era esencial para su argumentación.

En esta perspectiva dos temitas llaman la atención. El primero es que, según él, los alemanes no vieron a ningún habitante cuando visitaron la ciudad. ¿Por qué lo omitiría, cuando sabemos que, efectivamente, se habían presentado en ella poco después de su conquista? ¿Acaso se habrían escondido los gernikeses entre los escombros de sus destruidas viviendas mientras extranjeros rubios y de rutilante uniforme pudiera extasiarse ante su desolación? ¿Habrían sido evacuados para que no pudiera haber el menor contacto entre ellos?  Son preguntas retóricas. El segundo temita, más sobresaliente en mi humilde opinión, es que tampoco mencionó en ningún momento algún porcentaje o número aproximado de víctimas. Lo hizo en los casos de Durango y Eibar (disminuyéndolos) pero no en Gernika. ¿Por qué? La cuestión es para mosquear a cualquier lector.

  1. No mencionó von Richthofen 2 la participación, esencial, de cazas, alemanes e italianos, que ametrallaron a la población con gran entusiasmo. Como el cazador a la hora de pegar tiros a los conejos. [Inciso: recuerde el lector La caza, de Saura, y al enriquecido franquista que interpretó Alfredo Mayo].También cabría argumentar que la descripción de la acción no era objeto de su informe. Pero esto significa que, obviamente, no puede entenderse como un documento que refleje, siquiera a grandes rasgos, lo sucedido sino solo una parte. ¿Cuál? La que en mayo de 1937 más podría interesar en las instancias superiores de la Luftwaffe. ¿Y cuál era esta? Los resultados de lo que, entre otras finalidades, los alemanes perseguían en la campaña del Norte, que desde Berlín se monitoreaba con suma atención. Es decir, el examen comparativo de las técnicas de lanzamiento de bombas y la composición de su carga que MEJOR pudiera destruir las villas, pueblos y ciudades del Norte de España.
  2. Así llegamos al núcleo del documento. Con vistas a una guerra aérea del futuro, que previsiblemente se desencadenaría sobre países tales como Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y Polonia, todos ellos limítrofes del Tercer Reich y obstáculos a la política expansionista de Hitler, los alemanes quisieron hacer experimentos. No es una casualidad que von Richthofen 2 iniciase su informe señalando las semejanzas entre el tipo de casas del País Vasco con el que predominaba en las futuras víctimas de la agresión hitleriana. Centrándose en este aspecto, caminaba sobre seguro y podría tener la certidumbre de que su informe se acogería con interés porque de él podrían extraerse conclusiones operativas. De aquí que la carga de bombas que afirma se utilizó sobre Gernika recayera, esencialmente, en la combinación de las de mayor tamaño (250 kilos) con las incendiarias.
  3. En este sentido, von Richthofen 2 siguió un razonamiento lógico al colocar a Gernika como el punto culminante de una escalada de bombardeos sobre ciudades relativamente pequeñas y que habían acometido los italianos. Se encontró con que tanto las técnicas de lanzamiento de estos últimos como sus espoletas de acción retardada producían “excelentes” resultados. Había, pues, que abandonar las bombas de 50 kilos. Para abarcar todo el posible horizonte de destrucción convendría, además, cubrir los huecos existentes entre las de 100 y de 250 kilogramos. Estas últimas eran las de efecto más destructivo pero con pesos intermedios podría alcanzarse, tal vez, una mayor flexibilidad.
  4. En consecuencia, el informe debe entenderse como limitado a lo que su título indica. Efectos en el sentido más material y concreto posible: es decir, físicos. De lo que se trataba, insisto, era de destruir edificios de la forma más eficaz y rotunda imaginable. Sin, por supuesto, verse limitados por molestos constreñimientos relacionados con la suerte de los habitantes. Sin exagerar lo más mínimo, cabría afirmar que en el mando de la Luftwaffe se anticipaba ya, en Berlín, lo que iban a ser algunos de los bombardeos que puso en práctica en la campaña de Polonia dos años después. Pero no se anticiparon los que el Tercer Reich iba a recibir en sus ciudades en cuanto se puso de relieve la superioridad estratégica de la RAF, potenciada por la de la USAF.
  5. Es de notar la secuencia seguida por los alemanes. Lo primero que había que hacer era abrir las casas. Después una lluvia de incendiarias se abatiría sobre la ciudad. Cuando los servicios de bomberos se pusieran en marcha llegaría la hora de lo que cabría calificar de bombardeo en profundidad o bombardeo pesado. Estaba destinado a aniquilar todos los esfuerzos por extinguir los incendios y romper los conductos por los que discurría el agua. ¡Aleluya, aleluya!.
  6. Naturalmente, el informe no mencionó para nada la supuesta actuación de dinamiteros “rojos”, o de gudaris dispuestos a sacrificar su ciudad para poder echar después la culpa a los “nacionales”, o el supuesto objetivo del ataque que habría sido la destrucción de un puente de piedra sobre la ría (que no resultó dañado) y demás pamplinas que esmaltaron, y todavía esmaltan, la propaganda y las distorsiones pro-franquistas. Da, en particular, un mentís rotundo a las afirmaciones de algún que otro bondadoso testigo clerical que se prestó al jueguecito malabar que constituyó el “informe Herrán”. Una mentira piadosa siempre viene bien porque, ya sabemos, la jerarquía la perdonará tras la debida confesión. Incidentalmente, dicho informe ha sido presentado y se presenta en la historiografía afin a los “nacionales” como el documento más fidedigno de lo que ocurrió en la villa foral (aunque no lo mencionara el historiador de la corte de Franco hasta que no tuvo más remedio, ya que en inglés se conocía desde los años de la guerra civil).
  7. Obsérvese que tampoco mencionó von Richthofen 2 en ningún momento el tipo de colaboración que había existido entre los mandos alemanes, italianos y españoles. Tampoco era el propósito del informe pero, como veremos en un post ulterior, no lo necesitaba. En Berlín se conocía perfectamente.

Hubiera sido pedir mucho a los periodistas y sedicentes expertos pro-franquistas que hubiesen hecho algo parecido. A lo más que muchos de ellos llegan es a trasponer, cual palabras de evangelio, las curiosas tesis del general de división, ya fallecido, en el Ejército del Aire Jesús Salas Larrazábal. Como siguen vivitas y coleando tendré que volver sobre ellas. Pero antes es necesario profundizar en algunas otras dimensiones que, aunque conocidas, o se tratan someramente o se desfiguran. ¡Hay que salvar a Franco!. Lo veremos en los próximos posts. Y, como afirma el dicho, ¡que salga el sol por Antequera!

Gernika: un experimento, coronado con éxito, en la destrucción de ciudades en la guerra civil española

16 mayo, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

El pasado mes de abril se conmemoró el LXXX aniversario del bombardeo y destrucción de Gernika. Los medios, en papel y digitales, se hicieron eco. Con posiciones muy varias. Las hubo factuales. No faltaron en los últimos, sobre todo de extrema derecha, opiniones pintorescas. Algunos autores me distinguieron con sus improperios. Un honor. Me horrorizaría que me hubiesen alabado, incluso mínimamente. Tampoco conozco a ninguno que se haya destacado por sus aportaciones en investigación de base.

Inmediatamente anuncié en Facebook que daría a conocer varios documentos seleccionados, pero que la extrema derecha prefiere ignorar y que, por supuesto, no se ha molestado en buscar. Tras su publicación haré en el post siguiente varios pequeños comentarios.

Interrumpo, pues, la serie dedicada al hambre en la postguerra. Volveré a ella, no quedan ya muchos posts, tras este intervalo dedicado al inagotable tema de Gernika.

Me permitiré, eso sí, no nombrar ni a los escribidores a sueldo ni a quienes se auto-presentan como “historiadores” o “periodistas”. Les dejo que se cuezan en sus certidumbres a prueba de bombas

La traducción del original alemán es de mi propia cosecha. Ha sido revisada por un amigo mío, antiguo coronel y hoy profesor de Universidad.

 

 

INFORME DEL TENIENTE CORONEL DE LA LUFTWAFFE (ACTUANDO EN ESPAÑA CON EL EMPLEO DE CORONEL) WOLFRAM VON RICHTHOFEN SOBRE BOMBARDEOS DE CIUDADES EN LA PRIMERA FASE DE LA CAMPAÑA DEL NORTE

 

Legión Cóndor                                                                          SECRETO

S/88, Sección Ia                                                                  28 de mayo de 1937

Distribución: Wilde, LA, LCh, LC II Ch, LC II 5, 2 L, S/88 Ia, S/88 Ic, borrador al archivo

 

EFECTO DE LOS BOMBARDEOS SOBRE CIUDADES ESPAÑOLAS

(FRENTE DE VIZCAYA)

(Informa v. Richthofen)

En el transcurso de las últimas cuatro semanas los españoles blancos han bombardeado varias ciudades en el frente de Vizcaya. Los ataques se repitieron varias veces al día y se lanzaron proyectiles de diversos tipos y potencia. Una corta visita al teatro de operaciones tras la captura de dichas ciudades ha dado los siguientes resultados:

 

  1. Tipo de construcción de las ciudades del norte de España

A diferencia de las edificaciones del sur, con una altura máxima de tres pisos, tejados planos y paredes de ladrillo relativamente blandas, lo que se encuentra en el norte son casas de tres y cuatro pisos y que en general cuentan con sótano. Sus muros exteriores tienen un espesor de entre un ladrillo y medio y dos ladrillos macizos o son de piedra natural (basalto o piedras de cantera) y del mismo espesor. La estructura de los tejados es de madera cubierta. La construcción es similar a la que predomina en las pequeñas ciudades de los países occidentales que nos son vecinos.

Su situación geográfica en los valles implica que las ciudades examinadas, y cuya población oscila entre 2.000 y 3.000 habitantes, tengan una alta densidad de edificación. Por lo general dos o tres calles en paralelo discurren por el fondo del valle y las casas están muy pegadas entre sí. En las laderas de los montes hay caseríos aislados algo más pequeños. No existen calles que se entrecrucen ni edificios en las partes traseras.

La riqueza mineral de la zona ha favorecido la aparición de una industria del metal bastante activa, lo que se traduce en la presencia de numerosas fábricas de armamento y que por lo general cuentan con plantillas de entre 50 y 200 hombres. Los talleres están ubicados en edificios de tres a cuatro pisos, como ocurría en la Alemania del norte entre 1910 y 1914.

 

  1. Efecto de los bombardeos

Los objetivos principales de los ataques aéreos en dicha zona fueron Durango, Eibar y Guernica. Dado que los ataques se repitieron hasta cuatro veces al día y que se lanzaron proyectiles rompedores alemanes, de 50 y 250 kilos, e italianos, de 50, 100 y 250 kilos asi como bombas incendiarias el análisis de los efectos de cada uno de estos tipos ha sido bastante difícil de evaluar. Los resultados que han podido comprobarse son los siguientes:

 

a) Durango

Bombardeado predominantemente con proyectiles rompedores italianos de 50 kilos. Cada avión lanzó tres proyectiles por procedimientos mecánicos en cada ataque. Los dispositivos pertinentes los llevan todos los aviones italianos aquí presentes. Desde una cota de 1000 metros aproximadamente los impactos de cada lanzamiento se distribuyeron en un área de entre 100 y 150 metros cuadrados.

Los daños comprobados se tradujeron en la destrucción de la estructura del tejado y del piso superior de las edificaciones. Una vez que se ha determinado y se ataca el objetivo, la técnica italiana de lanzamiento logra relativamente muchos blancos, sobre todo en el caso de impactar sobre bloques de casas. El porcentaje de daños oscila en torno al 55 por ciento de todas las edificaciones.

El número de personas muertas ronda, según las declaraciones de los habitantes, en torno a las 50 (sic) y corresponde en su mayor parte a la población civil. En cuanto se produjo el primer ataque esta no huyó hacia los bosques vecinos, como ocurrió con las tropas que había en la ciudad y otros habitantes que permanecieron en ellos en espera de que terminase el bombardeo. No había refugios. Cuando se visitó la ciudad no es de extrañar que los habitantes dieran la impresión de estar deprimidos pero no tardaron en ponerse a trabajar con vehemencia a fin de reparar en lo posible sus casas, destruídas por el bombardeo y por las sevicias de los dos bandos.

El efecto de los proyectiles rompedores alemanes de 50 kilos, que se lanzaron tanto aquí como sobre otras ciudades en pequeñas cantidades, fue similar al de los italianos.

 

b) Eibar

Se utilizaron principalmente proyectiles rompedores italianos de 100 kilos. En caso de hacer blanco dichos proyectiles atraviesan los cuatro pisos y alcanzan el sótano. No pudieron examinarse los embudos al quedar rellenados por los cascotes. Los muros no se desplomaron. Por lo demás la destrucción fue total. El efecto de la explosión se proyecta en particular hacia arriba. Las casas contiguas no resultaron demasiado afectadas.

Los repetidos ataques desde una cota de solo 600 a 800 metros, que facilitó la ausencia de cualquier tipo de defensa antiaérea o terrestre, también dieron buenos resultados aquí. Se vieron favorecidos por el procedimiento de lanzamiento italiano y el grado de destrucción alcanzado ascendió al 60 por ciento.

Cuando finalizaron todos los ataques y la presión de la infantería blanca se hizo cada vez mayor, los rojos abandonaron Eibar. Al retirarse arrojaron bidones de gasolina sobre las casas que bordeaban la calle mayor y los prendieron fuego.

Las bombas incendiarias italianas lanzadas poco antes del último ataque tuvieron como efecto más notable el incendio de unos talleres en los que se fabricaba armamento. La estructura de madera del tejado y del piso superior se quemó totalmente al igual que ocurrió con el mobiliario.

Los restantes edificios no se prestaron a la utilización de bombas incendiarias dado el elevado grado de destrucción a que ya habían sido sometidos.

La cifra de muertos se sitúa en torno a los 200 paisanos. La forma y el número de tropas rojas que perecieron no han podido determinarse. La población utilizó en gran medida los refugios construidos por los rojos – unos siete espacios en los sótanos de casas de cuatro pisos, con las ventanas y puertas protegidas con sacos de arena. Los proyectiles rompedores hicieron blanco en dos de esos refugios.

Los rojos evacuaron a la mayor parte de la población. Fue fácil observar la impresión causada por los acontecimientos precedentes en los pocos habitantes que permanecieron en la ciudad. Declararon que también tenían la intención de abandonarla para asentarse en otra comarca.

 

c) Guernica

Se utilizaron proyectiles rompedores alemanes de 250 kilos en la modalidad de lanzamiento individual y sucesivo (Reihenwurf). Tras atravesar toda la casa la detonación tiene lugar a ras del suelo produciendo embudos de unos 0,75 metros de profundidad. La casa se desploma por completo, incluídos sus muros exteriores. Los edificios vecinos muestran grietas considerables en ellos. También se utilizaron bombas incendiarias.

La destrucción de la ciudad se produjo de la manera siguiente: en el primer ataque se utilizaron ante todo bombas incendiarias que provocaron numerosos incendios en las cubiertas de los edificios. Esto resquebrajó su estructura. En los siguientes ataques se emplearon proyectiles rompedores de 250 kilos que destruyeron las conduccioness de agua, lo que impidió las labores de extinción.

Cuando estos proyectiles impactaron sobre un edificio el objetivo se desplomó totalmente. El número de blancos no fue tan elevado como en Eibar o en Durango. Aisladamente cayeron proyectiles en lugares no edificados y produjeron el embudo típico de los de 250 kilos.

Los cuatro factores ya mencionados

  • resquebrajamiento de las casas provocado por las bombas incendiarias
  • interrupción del suministro de agua y del tránsito
  • completa destrucción del edificio en el caso de un blanco perfecto (con proyectiles rompedores de 250 kilos)
  • quebranto sufrido por los muros cuando el proyectil impacta en sus inmediaciones (id.)

provocaron un grado de destrucción de la villa próximo al 75 por ciento, con un volumen de lanzamiento de 31.000 kilos de bombas desde una cota comprendida entre 600 y 800 metros.

Al visitar la ciudad no se vio a ningún habitante de los que no huyeron.

 

3) Conclusiones

En los repetidos ataques a Durango, Eibar y Guernica en abril de 1937 se lanzaron proyectiles rompedores de 50 kilos alemanes e italianos, del mismo tipo italianos de 100 kilos y alemanes de 250 kilos además de bombas incendiarias. El efecto constatado sobre las edificacioness que tanto se parecen a las de las pequeñas ciudades de Europa occidental de similar grado de edificación fue el siguiente:

  1. El proyectil rompedor de 50 kilos (alemán e italiano) destruye los tejados y el piso superior, sin que peligren los pisos inferiores o los edificios colindantes.
  2. El proyectil de 100 kilos (italiano) destruye completamente las edificaciones de cuatro alturas.
  3. El proyectil de 250 kilos (alemán) provoca el desplome total del inmueble, incluidos sus muros, y daña los colindantes.
  4. La técnica de lanzamiento italiana de tres proyectiles simultáneamente (Koppelwurf) permite alcanzar un número de blancos más elevado y un efecto superior sobre los bloques de casas que su lanzamiento individual y sucesivo. Ahora bien, solo es pertinente cuando la cobertura aérea del objetivo está garantizada, ya que si no se incrementa el número de blancos fallados.
  5. Las bombas incendiarias alemanas provocan el incendio de los tejados y debilitan por consiguiente la estructura de todo el edificio.
  6. El efecto moral de los ataques con proyectiles rompedores de 100 y 250 kilos es muy elevado. No existen posibilidades de protección en los refugios a no ser que éstos sean de construcción especialmente resistente.

Trasladado lo que antecede a las circunstancias existentes en Europa central y occidental cabe afirmar que el empleo de proyectiles rompedores de 50 kilos no provoca la total destrucción de las edificaciones. Parece oportuno utilizar espoletas de retardo como las que disponen, según hemos observado aquí, los italianos de 100 kilos.

El efecto del proyectil rompedor de 100 kilos es suficiente para destruir en amplia medida edificios muy consistentes (entre ellos, los de carácter industrial). En lo que se refiere a los bloques de viviendas, es mucho más efectiva la técnica de lanzamiento italiana.

El   alto grado de destrucción que provoca el proyectil rompedor de 250 kilos no lo hace idóneo para atacar objetivos relevantes.

Se sugiere desarrollar un proyectil rompedor de entre 100 y 150 kilos. También sería deseable probar las posibilidades de lanzamiento con diversos tipos de proyectiles.

En la próxima oportunidad se enviarán a los servicios centrales proyectiles italianos de diferentes potencias.

 

Borrador redactado por

von Richthofen

Teniente coronel

 

[Los comentarios mínimos pertinentes aparecerán en el próximo post]

 

80º aniversario del bombardeo de Gernika

15 mayo, 2017 at 1:47 pm

Ángel Viñas en Gernika con el hijo de George Steer, Paul Preston, Xabier Irujo y Nicolas Rankin, biógrafo de Steer. (Fotografías de Vincent West)

El lado negro del «Imperio» franco-falangista

9 mayo, 2017 at 8:35 am

Ángel Viñas

Mientras en Madrid Franco y Serrano se entregaban a los sueños de la lechera para ver si de la milagrosa botella de tan digna campesina salían las arenas y riquezas de los territorios norteafricanos que los malvados franceses se obstinaban en conservar, los británicos empezaron a pasar a la segunda fase de su identificación de las condiciones alimenticias reales que existían en la España franquista. No les bastaron los informes consulares o de personas relacionadas con el circuito diplomático. Una segunda oportunidad se la deparó el control de correspondencia que llegaba al Reino Unido. Esta durísima medida se había introducido tan pronto como estalló la guerra en 1939. Las cartas de los ciudadanos británicos y de otros países que, desde la Europa no ocupada por los nazis, escribieran a sus familiares y amigos podían dar pistas muy importantes sobre las condiciones reales que en ella existían. De pronto, la España de Franco subió rápidamente los peldaños en la escalera de atractividad. Las cartas, naturalmente, se abrían. Se copiaba lo que interesaba y luego se cerraban y enviaban a sus destinatarios. Se hacían informes periódicos. Por desgracia, no se conservan -o no he localizado- todos, pero algunos de los que fotocopié sirven para dar una idea.  

Los redactores de un informe fechado el 29 de octubre de 1940, fecha que he escogido como la más próxima a la reunión de Hendaya, se disculparon por reiterar hechos y comentarios en torno a las horribles condiciones económicas que prevalecían en España y que se acumulaban de forma monótona. No olvidaron destacar que, después de unas cosechas bastante pobres, en particular de trigo, el racionamiento del pan se había intensificado y que las penurias alimenticias no podían sino empeorar. El coste de la vida había aumentado en términos alarmantes; el mercado negro crecía exponencialmente; si bien la gente rica podía obtener todo lo que necesitaba las clases medias y trabajadoras se las veían y deseaban para sobrevivir. Añadiré que esta era la España social que uniría a todos los españoles, en los desvaríos falangistas, en la búsqueda del Imperio.

Una persona que había visitado España escribió desde Lisboa:

No es exagerado afirmar que la mitad de la población pasa hambre, que casi una tercera parte no come lo necesario y que el resto vive como reyes sin preocuparse un comino de los demás.

En dichas circunstancias muchos miembros de la colonia británica tenían que desplazarse a Portugal para adquirir productos de cara al invierno. Temían que, de no hacerlo, sus hijos también pasaran hambre.

En las zonas de Cádiz y Algeciras la situación era particularmente desastrosa. Un marinero que llegó a finales de septiembre escribió que cuando puso su ropa a secar se la robaron durante la noche. Añadió:

este viaje a España me ha abierto los ojos (…) En Cádiz tuvimos que regalar la mitad de nuestras provisiones. En Algeciras se nos da media cesta de pescado por una cucharada de azúcar o de té o un cigarrillo. La gente hace cualquier cosa con tal de que les demos un par de rebanadas de pan blanco (…) En lo que se refiere a vestimenta, todos van en harapos[1].

Esto era, sin duda, cierto. Entonces y después. Así, por ejemplo, el 27 de octubre de 1941 el gobernador civil y jefe provincial de Abastos escribió a la CAT y al ministro de Gobernación indicando que Cádiz era una de las provincias más desabastecidas de España. El número de defunciones se había elevado a límites insospechados. Se necesitaban víveres urgente y desesperadamente. El lector incrédulo podría desconfiar de la carta del marinero, pero ¿de una comunicación tan oficial?

Incluso en Canarias, las islas afortunadas, había carencias enormes de alimentos y otros productos. Apenas si se podía obtener azúcar. El pan era escaso y de muy mala calidad. La situación no había. De nuevo los lectores que no se fíen de la carta que contenía estos datos pueden acudir a las investigaciones del historiador canario Juan José Díaz Benítez y verán muchos más.

Otro informe de los censores, fechado el 26 de diciembre, constató sobriamente que no se había producido la menor mejora en las condiciones económicas, sobre todo en lo que se refería a la situación alimenticia. Continuaba causando enormes sufrimientos a los pobres y generaba preocupación en la Administración. Según un observador norteamericano las condiciones variaban:

Las mayores necesidades se ubican en la zona que se sitúa al sur de la línea que va desde Badajoz (…) y pasa por Madrid y el noroeste, entre Barcelona y Lérida (…) En Almería hay mucha mayor evidencia de hambre que en ningún otro lugar.

La siguiente referencia a los estragos del hambre provino de Bilbao y confirmaba las observaciones de Starkie en el post anterior:

Se ha estado reacondicionando la calle principal y la semana pasada dos hombres se desplomaron muertos mientras trabajaban por falta de alimentación.

De algo similar, pero referido a la capital, informó el embajador alemán en Madrid en un despacho del 11 de diciembre.

Un inglés escribió desde Huelva:

Pagamos a una asistenta para que nos limpie el gallinero todos los días pero la pobre apenas si puede andar, mucho menos trabajar, por falta de comida. Algunos hombres casi no pueden tenerse en pie pero deben ir al tajo porque de lo contrario no ganarán nada. No hay seguridad social ni ayuda de ningún tipo.

Este es uno de los ejemplos que también ha mencionado Miguel Ángel del Arco en un artículo en el que ha recopilado una selección de florilegios extraídos igualmente de los archivos británicos.

Desde Málaga se afirmó:

Es horrible ver una larga procesión de gente hambrienta que viene a mi casa todos los días para mendigar unos mendrugos de pan. Con mucha frecuencia acuden hasta treinta.

De una multitud de cartas interceptadas se dedujo en Londres, correctamente, que lo que más se necesitaba era pan. Cuando aparecía seguía siendo negruzco y estaba muy adulterado. Las autoridades acentuaban el racionamiento y dividían a la población en tres categorías. Los de la primera, que tenían ingresos por encima de cierto nivel, no recibían nada. El trabajo, si lo había, estaba muy mal organizado y los suministros de alimentos no se distribuían bien. No se practicaba ningún tipo de control para que los pobres recibieran vitaminas. Obvio: menos bocas que alimentar. Los sistemas eran extremadamente primitivos y carentes de higiene. Sin embargo, en Madrid la gente con dinero comía bien y muchos preferían irse habitualmente al restaurante.

Abundaban los rumores de que los alimentos se exportaban a Alemania en pago de la deuda de guerra. Era cierto. La gente reaccionaba mal. Algunos suministros procedían de Portugal, a pesar de la vigilancia de las autoridades del país vecino. El contrabando era generalizado. En el sur podía obtenerse algo de Gibraltar y también de Tánger.

Puede verse a montones de españoles pobres que cruzan la frontera todos los días a trabajar en Gibraltar y que regresan a sus casas por la noche. Todos llevan paquetes o cestas con comida. No es exagerado decir que son millares.

Desde Barcelona se insistió:

Todo está encareciéndose por días. Faltan muchas cosas. Otras se estropean. Apenas se puede ir en tranvía sin que se pare. Pasan semanas antes de que lo arreglen y como no hay piezas de repuesto no tarda en escacharrarse totalmente.

Son estas unas meras pinceladas de carácter impresionista. Si los observadores extranjeros veían los estragos del hambre en la población en libertad, ¿qué pasaría con las masas de reclusos? Aquí la obra de Moreno Gómez ha ensamblado datos escalofriantes. Los informes sobre la dieta hipocalórica que se practicó, por ejemplo, en la cárcel de Córdoba son literalmente espeluznantes. Los reclusos debían «subsistir» con una dieta oficial de 800 calorías diarias pero que con frecuencia se reducía a 400. Los directores de la prisión y muchos de los carceleros, los médicos y los guardias (a veces identificados, para su eterna infamia, con nombres y apellidos)  hacían su agosto con el estraperlo y las sisas a costa de los detenidos. Las condiciones sanitarias eran con frecuencia infrahumanas, comparables a las de los campos de concentración más duros del Tercer Reich y, en algunos casos, se acercaban peligrosamente a las de los campos de exterminio. La gente moría como moscas.

Los condenados a muerte que fallecían en la prisión rendían un último servicio a la PATRIA pues así se evitaba tener que malgastar balas para liquidarlos. Algo parecido a lo que hacían los Einsatzgruppen en la URSS matando de un solo tiro a la madre y al niño. En una docena de cárceles se han contabilizado, calculando hacia lo bajo, más de 6.000 muertes por enfermedad, básicamente derivadas del hambre. Como hacían los nazis en los campos de concentración más duros y, por supuesto, en los de exterminio.

¿Por qué iban a preocuparse los cancerberos y sus jefes franquistas, militares o civiles? De lo que se trataba era de romper la moral, la espina dorsal y la voluntad de resistencia de la anti-España antes de proceder, cuando fuese necesario, a su aniquilación física.  Habrá que suponer que “alguien” (¿de la ACNP tal vez? y desde luego de la CAT) tendría una migaja de responsabilidad por lo que acontecía. Que yo sepa, pocos son los autores que se la han exigido. Ya se sabe: “por el Imperio, hacia Dios”.

Dilemas internos y externos con el hambre como fondo

2 mayo, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

Se comprenderá fácilmente que la situación descrita por el ministro consejero británico en Madrid en el post precedente era negrísima sin exageración alguna. Tenía dos posibles consecuencias de la máxima importancia. La primera es que, a pesar de la potencia disuasiva del aparato represivo de la dictadura, se produjeran algaradas que pudieran incitar a los militares a intervenir. Naturalmente, no es algo que preocupara en las alturas del régimen, pero a ello se añadía que la situación internacional era lábil. Franco tenía que proyectar una imagen de fortaleza hacia el exterior. Hacia el interior era menos necesaria.  La represión -y el combate contra la resistencia armada, los maquis- podían tergiversarse convenientemente. Actuar con violencia contra una población hambrienta era algo más difícil. La alternativa era recortar prerrogativas a Falange. El resultado, señaló Yencken, podría ser una situación de caos interno en la cual los nazis nadarían a su gusto.

Para hacer ver en Londres lo potencialmente grave de la coyuntura el ministro consejero citó un episodio. En la guarnición de Madrid cuando un oficial dio la orden de formar después de la cena, los soldados permanecieron sentados y dijeron que no habían comido lo suficiente. Evidentemente el oficial no era aquel Franco juvenil que, se dice, pegó un tiro a un legionario porque le echó a la cara la bazofia que le habían servido. Imagino, por lo demás, que el episodio no trascendió a la superaherrojada prensa de la época, con los periodistas convertidos en títeres o actores de un teatro de guiñol. Con todo, había otra consecuencia potencial. El impacto sobre la política exterior del régimen a tenor de la línea, muy subrayada por la propaganda nazi, de que el Reino Unido, con su política de bloqueo, llevaba a los españoles a la hambruna. En el bien entendido que los alemanes les esperaban, con los brazos abiertos, para acogerlos en el territorio de leche y miel que había creado el “Nuevo Orden” en Europa. No en vano en España abundaba la equiparación entre los hermanos siameses, como parecían ser Hitler y Franco.

Lo cierto, sin embargo, es que había mucha gente que se aprovechaba a su gusto de la situación y que, en general, se situaban entre los vencedores. Historiadores y economistas españoles han calculado que más de la mitad de trigo se vendía en el mercado negro. ¡Tres hurras por la eficacia de la Administración! A veces se llegaba incluso a casi el 65 por ciento. En el caso del aceite las cantidades comercializadas “de extranjis” tenían un volumen muy próximo a las que llegaban al mercado oficial. Es obvio que, en comparación con los precios de tasa, en ese mercado inmortalizado en la peli de Pedro Olea Pim, pam, fuego, se obtenían plusvalías muy sabrosas (utilizado este adjetivo con la máxima propiedad). Como consecuencia, y en esto la historiografía pro o metafranquista se ha cuidado mucho de entrar, ¡faltaría más!, nació una «nueva» burguesía, vinculada al régimen y con las necesarias conexiones políticas con la CAT, con Falange y con el Ejército.

¿De quién se extrajo la plusvalía? Como quiera que los precios de las subsistencias fueron los que experimentaron mayores subidas en los dos mercados, el oficial y el negro, quienes fueron estrujadas hasta la médula fueron las clases populares o sea los vencidos. Si no hubiera habido complicidad desde los escalones de la dictadura «hubiese sido imposible movilizar y vender en torno a la mitad de la producción agrícola española y buena parte de la industrial de forma ilegal en el mercado». Es lo que afirman dos estudiosos del tema como González Portilla y Garmendia Urdangarín, en un estudio que no ha tenido la difusión que merece.  Por supuesto que la depauperación, la subnutrición y las carencias de los «rojos» importaban un comino a los vencedores. ¿O acaso no era así?

La solución, en la medida en que estaba al alcance de los británicos, fue obvia: modular las medidas de guerra económica e intensificar la propaganda con el fin de responsabilizar de las carencias a los alemanes o, en ocasiones, a la mala gestión de las autoridades franquistas, según conviniera en función de la coyuntura. Al tiempo necesitaban hacer comprender a las huestes agrupadas férreamente en torno al Caudillo que no había mucho futuro en el estrechamiento de la alianza con el Tercer Reich. Era mejor, más conveniente y sobre todo más seguro para su porvenir mantener la no beligerancia. Se trataba de una tarea difícil pero no imposible en la medida en que Franco y Serrano actuasen con un mínimo de racionalidad y que los alemanes siguieran, erre que erre, por el camino del estrujamiento de la economía española. Nunca agradeció Franco, imaginamos, al tan admirado Führer lo mucho que contribuyó a salvarle.

En la información sobre las condiciones que reinaban en España terció una persona muy respetada, el profesor Walter Starkie, que asumía la función de director del Instituto Británico en Madrid y que había apoyado la autodenominada “causa nacional” durante la guerra civil. Starkie destacó la atmósfera de sufrimiento que dominaba en la capital, en gran medida ocasionada por el hambre. Una escena muy habitual era la de ver desplomarse en la calle a hombres, mujeres y niños, afirmó.  Era duro entrar en ciertos sitios donde abundaban pequeñines famélicos. Lo que había de “auxilio social” no se daba a quienes no habían sido depurados o exonerados de cualquier tipo de relación con los vencidos. Esto, no se le ocultará a los lectores, era venganza trapera en estado químicamente puro.

Las cartillas de racionamiento y sus cupones, aunque no suministraban lo suficiente para un adulto, tampoco eran garantía de conseguir algo. La picaresca entró en acción. Como señala Maluquer, a finales de 1950 (¡) el INE registró 29.480.935 cartillas individuales para una población censada de 28.086.052. ¡Había que sobrevivir! Y, naturalmente, los muertos ayudaban a los vivos.

Según Starkie las carencias se hacían sentir por doquier. Un día no se encontraba pan. En otro el aceite de oliva desaparecía. No se había visto cerveza desde julio (Starkie escribió esto en noviembre). Los garbanzos, parte integrante de la dieta española desde los fenicios, aparecían solo en pequeñísimas cantidades. La vida se movía en torno a la noria del estraperlo, como en los días del lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache o la pícara Justina. Recordemos que también fue en tiempos de Imperio. Franco podía pensar que los genes de la población no lo habían olvidado.

En las alturas del poder se conocía la situación. Había gente como, por ejemplo, Carrero Blanco que, en plan de economista genial, se descolgó en junio de 1941 con un largo estudio:  Consideraciones sobre el problema de los abastecimientos. Su tesis era que la intervención administrativa debía hacerse lo más absoluta posible, tasándose todos los productos. Aspiraba, nada menos, que a introducir un elemento de planificación tipo nazi (ya que no soviético) en un país cuya Administración era un auténtico desastre.

El amistoso tono de las relaciones políticas con el Tercer Reich coloreó las económicas y comerciales, si bien el estallido de la guerra europea perfiló el fin del estado de excepción que había reinado en las relaciones comerciales desde los primeros momentos de la sublevación. Varios acuerdos en diciembre de 1939 así lo preludiaron. En sus cartas a Serrano Suñer, Franco había llamado la atención sobre la necesidad de evitar que “España tenga que sufrir ninguna hipoteca en sus territorios ni en su economía” ni “enclaves dentro de nuestro territorio”. Es más, “si a un país se le despoja de la mayoría de sus centros de producción y de sus productos se convierte de hecho en una colonia del que los posee”.

¡Mi admiración más rendida ante tal muestra de sagacidad!  Los planes alemanes, transmitidos a Serrano, parecían a Franco “obra de administradores fríos y egoístas desprovistos de todo sentido político”. Sin duda, a él no le gustaría que “sus” funcionarios fuesen así pero, desgraciadamente, para los vencidos lo eran. ¡Qué importaba! El hambre purificaba los espíritus.

[He hecho todo lo posible para que precisamente este post aparezca en la presente fecha del 2 de mayo. Por ello de la heroicidad del pueblo. Se levantó contra los franceses. Sobrevivió al hambre, aunque muchos perecieron en uno y otro caso].