Condiciones para el empleo de la Legión Cóndor. Comentario.

6 junio, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

Dado que el documento reproducido en el post anterior se conoce desde, por lo menos, 1950 cuando fue publicado en inglés, a los lectores no les extrañará que haya sido objeto de numerosas interpretaciones. Hay algunas, debidas a historiadores pro-nazis o pro-franquistas, realmente pintorescas. Aquí solo haré una exégesis interna, combinada con la adecuada contextualización del documento 113. Los lectores se darán pronto cuenta de que no se trata de un ejercicio vano y de que constituye la base para abordar uno de los aspectos más discutidos en relación con la destrucción de Gernika, seis meses y medio más tarde.

  1. Como pone de relieve la comunicación al embajador alemán en Roma, la decisión de enviar refuerzos aéreos a España se adoptó formalmente el 30 de octubre, pero esto no significa que fuese como reacción a la incipiente ayuda soviética a la República.

Ciertamente, que los soviéticos habían ya enviado hombres y armamento al Gobierno español lo sabían los alemanes. Pero no solo los alemanes. En los Archivos Nacionales de Londres se encuentran numerosos telegramas que dan cuenta de los rumores sobre la eventual ayuda soviética, que Moscú por cierto había espejeado claramente ante el Comité de No Intervención, caso de no detenerse el apoyo nazi-fascista a Franco. El anuncio, sabemos hoy, lo redactó el propio Stalin. Nazis y no nazis pronto tuvieron una prueba contundente. El torpedero Luchs fotografió en Cartagena el desembarco de la carga del Komsomol el 15 de octubre. El representante en España del Alto Mando alemán, teniente coronel Walter Warlimont, ordenó inmediatamente que aviones de los ya enviados a Franco bombardeasen el puerto. Es obvio que no lo haría sin concertación con los sublevados. En Cartagena había otros barcos, de distintas nacionalidades, y en la ciudad actuaban agentes consulares (honorarios o no). No hay que ser un lince para pensar que transmitieron informaciones a las capitales.

También sabemos que Franco (¡oh, Franco!) afirmó ante el cónsul general italiano en Tánger, cuando se entrevistó con él secretamente en Sevilla el 20 de septiembre, que existía una gran posibilidad de que los rusos intervinieran en España. Afirmó que planificaría su avance hacia Madrid para evitar que le cayese encima el mal tiempo antes de ocupar la capital y de que la ayuda soviética se materializara. Los británicos interceptaron el telegrama italiano. Sería muy interesante examinar sus prisas porque no da la impresión de que acelerara los preparativos. ¿Por qué?

  1. La fecha en que los alemanes empezaron a planear la formación del futuro “cuerpo de aviación” que menciona el documento 113 está muy discutida en la literatura. Numerosos historiadores proclives a Franco la retrasan todo lo posible para presentarla como reacción a la ayuda soviética. Otros, entre los que me cuento, la interpretan como medida preventiva. La inmensa mayoría que yo sepa no se entrevistaron con Warlimont. Aparte de servidor lo hizo, y dejó constancia de ello, el expiloto norteamericano Raymond L. Proctor. Según Warlimont, Canaris se entrevistó con Franco el 30 de octubre, es decir, en la misma fecha en que se envió el documento 113. Proctor afirma, citando a Warlimont, que Franco se sorprendió mucho porque no había pedido nada y, en realidad, “no lo quería”.

Podemos dudar de esta afirmación. A mi no me dijo Warlimont que estuviera presente en la entrevista entre Canaris y Franco. Lo que es más que probable que  sorprendiera al ya Generalísimo fuesen las condiciones pero no se dice no a una perita en dulce. Si había pedido en julio aviones a diestro y siniestro (léase a Hitler y Mussolini) y los había recibido en mucha mayor cuantía sin que nadie haya documentado protesta alguna por su parte, ¿iba a hacerlo a finales de octubre?  Digamos, de paso, que las afirmaciones y leyendas (como las asumidas acríticamente por R. Hidalgo Salazar y que tantos autores pro-franquistas han propagado a la mayor gloria del futuro Caudillo) son en parte una invención. Al menos no se ha encontrado ninguna evidencia que las respalde en el sentido de que no se mostrara encantado. Supondremos que Canaris, perro viejo en lides españolas, presentaría las condiciones con toda la suavidad posible. Algo que, por otra parte, también haría cualquier diplomático avisado.

Proctor tuvo, además, la oportunidad de poder entrevistarse con el comandante Hermann Plocher y el relato que de ello hace es muy plausible. Plocher fue destinado al grupo de planificación del futuro “cuerpo aéreo” a mitad de octubre. Los historiadores pro-franquistas se olvidan del episodio. ¿ Por qué? Porque significa que, por lo menos, antes de la llegada de la ayuda soviética a la República ya se había autorizado el comienzo del ejercicio de planificación.

  1. La fijación anti-soviética y pro-franquista de tantos y tan reputados expertos ha llevado a muchos a menospreciar una de las apreciaciones del posterior general Erwin Jaenecke, que estuvo en el ajo de la creación de la Cóndor. Según este militar, Hitler no estaba demasiado interesado en aquellos momentos en que la Italia fascista se hiciera con una posición demasiado fuerte en el Mediterráneo. A pesar de todas las simpatías entre los dos dictadores el amor no generaba retornos. Que Jaenecke luego aludiera a la ayuda soviética no debe hacer olvidar ese vectorcillo italiano.
  2. Pocos son los historiadores pro-franquistas, si hay alguno, que hayan hecho hincapié en que las decisiones de apoyo a Franco (político, diplomático, militar) se tomaron siempre en las capitales del futuro Eje. No hubo negociaciones con el general rebelde. Roma y Berlín decidieron siempre en función de sus propios intereses y apreciaciones. A veces tuvieron en cuenta a sus representantes sobre el terreno. En otras, no. Franco, con frecuencia a través de sus subordinados, terminó implorando más y más ayuda y a veces se le concedió en todo o en parte. O se la negaron. O le sometieron a chantaje, que de todo hubo en la Viña del Señor.
  3. La condición más importante de las expuestas a Franco fue, sin duda, la primera. El comandante en jefe alemán era quien sería responsable del manejo de la Cóndor y respondería únicamente ante Franco. Los autores pro-franquistas, en general, no han ilustrado demasiado bién cómo se instrumentó la coordinación con las fuerzas españolas e italianas. La llegada a la España de Franco de un contingente aéreo alemán con sus estructuras verticales de mando planteaba un problema estratégico, operativo y táctico. Sperrle no podría hacer lo que quisiera. Tampoco podía imponer sus concepciones como si estuviera actuando en una colonia imperial de antes de la Gran Guerra. Los italianos y los españoles no carecían de Aviación. ¿Cómo coordinar el empleo? Es obvio que esto no podía hacerse al nivel de Franco. ¿Había otros escalones con los que interactuar? Plantear la pregunta equivale a responderla: claro que la había. Era la Jefatura del Aire, al mando de la cual se encontraba nada menos que el general Kindelán.
  4. Este caballero tenía varias cualidades sobresalientes. Era monárquico a machamartillo. Solía visitar en Roma a Alfonso XIII. Estuvo metido hasta los ojos en la conspiración del 18 de julio. Sus contactos previos con los fascistas italianos están todavía por descubrir. Personalmente, me parece imposible que las negociaciones entre los monárquicos (calvosotelistas, de Renovación Española) y los fascistas para la adquisición masiva de material aéreo italiano antes de la sublevación se hicieran sin que él las conociera. ¿Quién podía dar el visto bueno a la firma de los contratos con la SIAI el 1º de julio de 1936? Algo en que los historiadores pro-franquistas, siempre prudentes, siguen sin querer inmiscuirse. ¡Quelle horreur! Calvo Sotelo a pachas con el Duce.

Kindelán fue, además, uno de los generales que con mayor vigor defendió la candidatura de Franco a la jefatura suprema de los sublevados por mor de su supuesto monarquismo. Parece raro que el Generalísimo no consultara con él en temas de aviación.

  1. Es más, suponemos que Kindelán incluso tendría algo que ver con Warlimont. Antes de que finalizara octubre de 1936 el Tercer Reich había enviado a España, según unos entusiastas de la Cóndor (Karl Ries y Hans Ring), 20 aviones Heinkel 46; uno He 50; 24 Heinkel 51; 2 He 60; 2 He 70; 2 Henschel 123; 28 Junkers 50; 3 Me Bf 109 y 5 correos. A lo mejor hubo más. No es importante para nuestros propósitos. ¿Con quién hablaba Warlimont acerca de su empleo? Algunas veces, suponemos, con Franco, pero lo más verosímil es que hablara con Kindelán. Con la llegada de los nuevos refuerzos, que respondían ya a otros planteamientos, los interlocutores inmediatos habrían de ser Franco y Kindelán. ¿O no?

Por eso en el próximo post no reproduciré verbatim ningún documento sino que exploraré cómo empezó a hacerse la coordinación entre tres fuerzas aéreas. Algo, todo hay que decirlo, que no me parece que ningún historiador pro-franquista lo haya documentado. No es una casualidad. Como tampoco lo es que el gran manitú de las “espirituales” leyendas sobre Gernika, el general Jesús Salas Larrazábal, haya pasado como un relámpago por el tema abordado en este post y el precedente. Si alguien no me cree que consulte su opus publicado en la meritoria editorial Galland Books, página 41. [Supongo que el nombre es un homenaje a tan heroico as de la Luftwaffe] y confirmará lo que escribo. Son cosas que pasan…