La Legión Cóndor y los mandos franquistas: el comienzo

13 junio, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

En este post voy a desarrollar una reflexión sobre los comienzos de lo que terminaría siendo uno de los núcleos centrales de la discusión, al parecer cerrada definitivamente para los historiadores neo-franquistas, en torno a la destrucción de Gernika: la atribución de responsabilidades. Ni que decir tiene que los franquistas, puros y duros, se la echan exclusivamente a los alemanes. ¡Hay que salvar el honor militar de Franco!. Por ello una de las cosas que menos sorprende es la escasa atención que los historiadores españoles y extranjeros han prestado (salvo alguna que otra pequeña excepción) a las relaciones operativas entre los mandos franquistas y alemanes tal y como se configuraron tras la llegada de la Cóndor.

Que a ello no se haya dedicado con intensidad quien pasa por ser el gran manitú de las interpretaciones neo-franquistas sobre la destrucción de Gernika, el ya fallecido general de división Jesús Salas Larrazábal, no es sorprendente. Que ninguno de sus numerosos seguidores hayan osado adentrarse por terreno tan poco explorado tampoco. Así que cuando el año pasado el Ministerio de Defensa y la Comisión Española de Historia Militar de la Real Academia de la Historia publicaron un grueso volumen titulado Historia Militar de España en la edad contemporánea, de 1898 a 1975, me abalancé sobre él para ver si había alguna nueva revelación. Una decisión muy sabia, habida cuenta de la discusión que se ha reencendido con ocasión de este LXXX aniversario.
Tal volumen contiene un capítulo (“Guerra aérea sobre España”) escrito por el coronel de Aviación Don Jaime de Montoto y de Simón, diplomado de Estado Mayor y licenciado en Geografía e Historia. Lo recomiendo calurosamente como ejemplo de la tergiversación que subsiste en torno a las responsabilidades por la destrucción de Gernika. Además, contiene algunos errores fácticos que dicho autor hubiera podido subsanar fácilmente de haber leído alguna obra reciente sobre la Legión Cóndor (por ejemplo, la de Stephanie Schüler-Springorum). Así quizá no hubiese escrito que fue “un cuerpo de aviadores voluntarios” o que su primer jefe fue el coronel (sic) Alexander von Scheele. Desinformación y mezcla de churras con merinas. Von Scheele fue el comandante del primer grupo de aviadores alemanes que llegó a España a principios de agosto de 1936 y los componentes de la Cóndor fueron voluntarios en solo el aspecto formal. ¿Quién iba a negarse a seguir las “invitaciones” del mando a participar en una aventura en un país exótico?

El gran conocedor de la guerra aérea que sin duda es el coronel de Montoto no ha roto la menor lanza a la hora de ubicar la responsabilidad por el desastre de Gernika en el mando alemán y el  franquista.  Su argumentación, que continuaré en un próximo post, peca de inconsistente y de carencia de profundidad analítica. Por un lado, reconoce que “inicialmente Kindelán tuvo dificultades para ejercer el mando supremo de las tres aviaciones (nacional, Legión Cóndor y Aviación Legionaria), ya que al principio era el jefe de la fuerza más débil. Derrochó prudencia y diplomacia hasta que las circunstancias cambiaron y su autoridad fue plenamente aceptada por italianos y alemanes…” (p. 254).

Pero (esta preposición da mucho juego) por otro lado no dice en qué momento del tiempo ocurrió ni hace la menor referencia a la manifestación de las limitaciones impuestas por el doc. 113. ¿Cuándo, en efecto, cambiaron las circunstancias?). ¿Desdeñó Sperrle sus instrucciones? ¿O lo hizo, acaso, su sucesor? ¿O descubrió el mando alemán en Berlín que era mejor seguir las consignas de Franco? El lector del ilustre coronel se queda a la luna de Valencia.

Es necesario, pues, profundizar un poco en el tema. Me parece notable que, salvo error u omisión (de los que nadie está totalmente a salvo), sean escasos los historiadores, militares o no, españoles o extranjeros, que se hayan dado cuenta de la significación de algunas cuestiones, conocidas sí, pero poco analizadas.

1ª La Cóndor se envió para estimular una conducción más rápida de la guerra por parte de Franco y en la esperanza de que tomara pronto Madrid. ¿O no fue así? Dado que Madrid continuó resistiendo, el 18 de noviembre de 1936 el Tercer Reich y la Italia fascista reconocieron como Gobierno de España al aparatito ad hoc montado por Franco tras su “exaltación” a la Jefatura del Estado. El establecimiento de relaciones diplomáticas tuvo impacto en la representación alemana en la ya autodenominada “España nacional”. La asumió el general Wilhelm Faupel, nazi convencido, quien presentó credenciales a finales de mes, precisamente cuando terminaban de llegar la Cóndor y su impedimenta. Warlimont y von Scheele se marcharon, pero antes el primero tuvo que volver inmediatamente a Salmanca a petición de Faupel para que le echara una mano como asesor militar. Los dos pronto chocaron y Warlimont se trasladó poco después al Tercer Reich, donde recibió el mando de un regimiento de artillería. El 21 lo recibió el propio Hitler. El contexto, en el que se examinaba la posibilidad de acrecentar fuertemente la ayuda nazi-fascista, no es relevante para nuestros propósitos.

2ª Un historiador militar normalito se habría preguntado cómo se organizó de entrada la cooperación entre las tres aviaciones. El general Salas no lo hizo. El coronel de Montoto tampoco se lo ha planteado. Sin embargo, se trata de una cuestión importante. Se sabe desde tiempo inmemorial que los aviones de la Cóndor no tardaron demasiado en entrar en combate. Suponemos que bajo mando alemán pero en estrecha relación con el franquista. ¿Cómo se llevó a cabo esta cooperación en el plano operativo? No hay que olvidar que el doc. 113, tan mencionado por numerosos autores, fue silente al respecto.

3ª Hay que tener en cuenta otra circunstancia. El Ejército español, sublevado o no, no tenía la menor experiencia de colaboración con fuerzas extranjeras. Siempre había sido un ejército para el interior. A lo sumo podría mencionarse los cortos, y muy circunscritos, contactos con los franceses tras el desembarco en Alhucemas. No conozco a nadie (sin duda por remediable ignorancia) que haya profundizado en las enseñanzas que se extrajeron de aquella breve cooperación. Los alemanes e italianos, por el contrario, tenían  más, aunque tampoco demasiadas. Los primeros habían efectuado experiencias en la Europa central y oriental con los aliados austro-húngaros y turcos. También en el Oriente Medio. Los segundos, con la Entente en el frente italiano del norte, al menos a nivel de Estados Mayores. Es decir, en su apertura a otras culturas militares superaban netamente a los españoles. Con todo, es inevitable que hubiera contactos inmediatos sobre cómo organizar las operaciones futuras. ¿Alguien ha encontrado los papeles que las ilustren? ¿Dónde están las minutas que se redactaran por parte española? Misterio. ¿O no se redactaron? ¿Deberíamos concluir que los sublevados se comportaban como un ejército tribal?

4ª Creo que la respuesta a esta última pregunta, que ya se planteó Herbert R. Southworth, es negativa. Por ahora podemos suponer que las consideraciones tácticas predominarían sobre las estratégicas. Los nuevos aviones alemanes participarían en operaciones del primer tipo, contribuyendo a solventar todo tipo de urgencias. Es decir, salvo que se demuestre lo contrario Sperrle no podría aplicar todas las amplias prerrogativas de que disfrutaba para el empleo de la Cóndor. Su misión fundamental estribaba en ayudar a Franco y, mientras no se demuestre lo contrario, hemos de pensar que a ello se dedicó desde el primer momento. Hubiera sido muy interesante que el general Salas o el coronel de Montoto hubieran aplicado su inigualable conocimiento de los recovecos de la guerra en el aire a explorar esta primera fase de las operaciones de la Cóndor y la relación entre los mandos respectivos.

5ª Afortunadamente, un historiador norteamericano, el ex teniente coronel y aviador Raymond  L. Proctor suministra algunos detalles que, hasta cierto punto, permiten rellenar varias lagunas. Por él conocemos que Sperrle empezó a dictar órdenes el 5 de noviembre, antes de que llegaran los primeros contingentes de la Cóndor. Que Varela, en su ataque a Madrid, solicitó en varias ocasiones apoyo aéreo a la aviación alemana e italiana. También sabemos que el 15 de noviembre se registró la primera participación en combate de los aviones de la Cóndor cuando empezaron a bombardear -tal y como prescribía el doc. 113- los puntos de desembarco del material soviético. Que tres días más tarde se emplearon a fondo en el bombardeo de Madrid en acciones que duraron hasta el 22. Que el 27 sus aviones respondieron a peticiones urgentes de Queipo de Llano y descargaron repetidamente bombas sobre las tropas republicanas que cercaban el Santuario de Santa María de la Cabeza a la vez que dejaron caer cuantiosos suministros a sus defensores, etc.

Así, pues, como conclusión para este post cabe pensar que, mientras no se demuestre lo contrario, los nuevos apoyos aéreos nazis se concentraron en realizar operaciones de carácter esencialmente táctico. No se olvidaron otras de mayor calado potencial, como los intentos de interrumpir el suministro de armas soviéticas a la República. Señalemos, no obstante, que desde el primer momento hubo algunas fricciones entre los mandos franquistas y el alemán. En diciembre, una vez completado el envío de la totalidad de la Legión en su primera encarnación, Sperrle adoptó una decisión que disgustó a los españoles. Los aviones alemanes apoyarían la batalla por Madrid solo por la noche para limitar las pérdidas que pudieran ocasionar los cazas soviéticos. A tal efecto se concentrarían en el bombardeo de la carretera y el ferrocarril que comunicaban Madrid con Valencia.

No nos consta que de ello se derivasen consecuencias duraderas para la cooperación futura entre nazis y franquistas. Tampoco es exagerado afirmar que no tardarían en perfeccionarse las líneas esenciales de la misma en el plano operativo. Algo que, de nuevo, los historiadores pro-franquistas (no digamos nada de los gacetilleros de turno) se han abstenido cuidadosamente de abordar. A tal aspecto dedicaré el próximo post. Como los lectores observarán, conviene aproximarnos metódicamente al tema central de esta serie.