Lo que ya se ha averiguado en Canarias: más sobre el (presunto) asesino del general Balmes

21 febrero, 2014 at 11:27 am

Hace poco fui a Las Palmas para asistir a la inauguración de la nueva sede de la Fundación Juan Negrin. Como ha revelado la prensa en ella se custodiarán desde ahora los papeles de quien fue presidente del Consejo de Ministros de la segunda República así como ministro de Hacienda y Economía y de Defensa Nacional. En algún otro momento escribiré sobre lo que,  en mi opinión, tal acto significa.

En este breve post quisiera informar a mis lectores que en Canarias hay gente que se han tomado muy en serio el desafío que lancé a los historiadores franquistas o parafranquistas acerca del “accidente” que costó la vida al general Amado Balmes el 16 de julio de 1936.

En la inauguración dos personas se acercaron a mi para preguntarme si no estaba pensando en un nombre determinado. Las dos habían acertado. Siempre he dicho que en mi libro sobre la conspiración de Franco había datos suficientes para identificarlo. Para mi fue un alivio. En el supuesto de que no llegue a redactar el artículo que desde hace tiempo tengo in mente la idea no se habrá perdido y, tarde o temprano, alguien escribirá algo del mismo tenor porque el margen de argumentación es, en verdad, reducido. Los papeles que me llevaron a dicho personaje están en el dominio público y es de esperar que otros aparezcan. O, por lo menos, que salga a la luz algún que otro testimonio.

Cuando daba clases en la Complutense desde Canarias me escribió un amable lector para decirme que él conocía a una persona que podría arrojar luz sobre el “accidente”. Inmediatamente pensé que podría ser algún descendiente del chófer del general que, evidentemente, presenció lo ocurrido y que se ha perdido en las brumas oscuras del pasado.

Me ofrecí a ir a Tenerife a hablar con él pero la persona en cuestión se echó atrás. Quizá se sintiera atemorizado. Una pena. Ahora bien, ello apunta a la posibilidad de que en las islas se encuentren más indicios. Cuando se recojan, el historiador o periodista canarios que lo consiga podrá salir al público y pregonar si me equivocado o no. El tema, en cualquier caso, no es baladí.

En mi opinión, el general Franco incurrió, como inductor, en un delito de asesinato, entendiendo por tal una muerte planeada cuidadosamente y que fue ejecutada con toda alevosía. Si a Al Capone se le metió en la cárcel no por los asesinatos y tropelías que ordenó, un solo asesinato bastaría para condenar a Franco ante cualquier tribunal que se atuviera a los procedimientos y a las penalidades previstas en el entonces vigente Código Penal. Sin remisión o justificación algunas. De ahí el valor simbólico del asesinato, planeado como el primer escalón que permitiría a Franco dar el salto a Marruecos para ponerse al frente del Ejército de África, dejando bien asegurada la retaguardia isleña. Al menos uno de los hagiógrafos más despreciables de Franco, historiográficamente hablando, se arrepentirá de haber sembrado falsas pistas, quizá para evitar que la atención se concentre en el nombre que él trató de ocultar.