Hay que machacar a Largo Caballero (y II)

16 octubre, 2018 at 9:26 am

Ángel Viñas

En el post anterior me he quejado de que el último periodista, por ahora, que se ha lanzado a la tarea de dar a conocer los “desmanes” socialistas en la Segunda República basara absurdamente en una fuente que no había consultado. En este pondré en evidencia que también distorsiona fuentes que dice haber leído y que es muy inventivo a la hora de aporrear a Largo Caballero. Con este post, advierto, dejo de ocuparme del Sr. Platón. Si como espero lee mi próximo libro se dará cuenta de que sus supuestas reflexiones, sin pizca de originalidad, pueden echarse abajo simplemente mirando desde otra perspectiva. A diferencia de lo que él hace, con EPRE.

 

En la página 165 de su libro SEGUNDA REPÚBLICA DE LA ESPERANZA AL FRACASO, el Sr. Platón se refiere a un famoso episodio que describe así: “el líder monárquico Antonio Goicoechea visitaba al embajador de Italia, Orazio Pedrazzi, y le informaba de los planes de sublevación”.  En poco más de una línea, cuatro errores: primero, Goicoechea no visitó al embajador; segundo, por consiguiente, tampoco pudo informarle de nada; tercero, lee mal su fuente, que indica correctamente en las notas (es un superconocido libro de mi buen amigo el profesor Ismael Saz); cuarto, lo que Goicoechea hizo fue enviar una carta a Mussolini a través de un mensajero italiano.

Todo ello puede leerse en la obra de este autor y cuyo sentido general el Sr. Platón se lo pasa por el arco de triunfo. Añade después: “Pedrazzi reaccionó ante esta confidencia con la misma incredulidad que el Gobierno de Casares Quiroga”. Bueno, es una explicación un tanto capciosa. Malamente pudo reaccionar si Goicoechea no lo visitó. Sí es cierto, ya lo escribió Saz y lo repite Platón, que Pedrazzi no se creyó los rumores y que el 30 de junio los desmintió en uno de sus despachos.  ¿Qué cabe extraer de ello? Pues que el nuevo historiador presenta de manera torticera el sentido de la carta, a pesar de que Saz lo explicara por activa y por pasiva. El porqué lo dejo al buen sentido de los lectores. Yo tengo una interpretación que no gustará al Sr. Platón.

Mi interpretación no coincide con las tesis del Sr. Platón que, quizá por casualidad, deja fuera de foco muchos datos de interés (“chicha”, en el viejo argot madrileño). Goicoechea no escribió solo en su nombre. Lo hizo también en nombre de Don José Calvo Sotelo y de José Antonio Primo de Rivera, personajes todavía un tanto intocables para la derecha. También, y esto es mi modesta opinión lo más importante, silenció el objetivo de la carta y que Saz detalló cuidadosamente. Estribaba en mendigar a Mussolini una limosna nada despreciable para financiar a los generales comprometidos en el golpe, por si este fallaba y tenían que huir al extranjero. Los dineros que Goicoechea, Calvo Sotelo y Primo de Rivera habían acumulado los habían gastado en financiar “grupos de acción”. Es decir, a sus pistoleros. Claro que podrían pensar que lo hacían por la “buena causa”.  Es decir, además de presentar erróneamente el episodio, el Sr. Platón se abstiene con sumo cuidado de contextualizarlo como cualquier “profe” exigiría a un estudiante de 4º del Grado de Historia.

Dejo aquí el tema, sin detenerme en más interioridades, porque lo que me interesa en este post es la curiosa referencia que hace el Sr. Platón al líder socialista. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valencia, donde fui catedrático un par de años, tan distinguido periodista, que da correctamente la fecha en que se produjo la supuesta visita, el 14 de junio de 1936, afirma que en ese mismo día “Largo Caballero propugnaba la formación de un Ejército Rojo -denominación oficial del Ejército de la URSS hasta 1947”. Lo reproduzco en negritas y lo que voy a argumentar es que, en otro renglón, otra barbaridad. Prudentemente el Sr. Platón no ofrece fuente. ¡Qué cosas! ¿De dónde habrá sacado tan importantísima información que, naturalmente, puede cambiar la interpretación de aquel período de la historia de España?

¿Qué haría un estudiante de 4º de Grado de Historia?  Imagino que, aprovechando -si es de una Universidad pública madrileña, aunque no necesariamente de la URJC, iría a la hemeroteca a husmear lo que dirían los periódicos de la época. Si fuera por nota sabría ya que los periódicos solían presentar, y todavía lo hacen hoy, un mismo episodio con diferentes colores y distintas perspectivas. Si las analizara convenientemente le daría para escribir un trabajo de curso (no de fin de curso, simplemente intermedio). Lanzo la idea por si las moscas.

En lo que a mí respecta no me molesté en ir a la hemeroteca municipal madrileña porque lo único que me interesaba era saber lo que había dicho Largo Caballero y compararlo con la versión del Sr. Platón. Así que en esta ocasión me he limitado a consultar las Obras Completas del político socialista en una primorosa y cuidada edición publicada por la fundación del mismo nombre y que tengo en casa. El volumen 6 contiene los escritos y discursos desde febrero de 1934 hasta el estallido de la sublevación.

A primera vista un recorrido muy superficial llevaría a subrayar que el mismo día 14 de junio de 1936 Largo Caballero habló ante el público. Lo hizo pronunciando no uno sino dos discursos en Oviedo. Ahora bien, para desgracia del Sr. Platón, en ninguno de ellos aparece mención alguna al Ejército rojo. ¡Una pena! para tan exigente pero no demasiado preciso autor.

Ilustrémosle. Fueron discursos con fines distintos. En el primero habló a un público general, en el sentido de que no estaba restringido. En el segundo lo hizo a militantes socialistas (unos trescientos). Por consiguiente, sus palabras se adaptaron a las circunstancias. Con un contenido más amplio en el primer caso. Más concretas y más dirigidas a la militancia en el segundo.

En este segundo discurso hay, sí, un párrafo referido al “ejército proletario del mañana”. Que yo sepa eso no es aludir al “Ejército rojo” soviético.  También hay que ver el contexto.  Una característica de la “historiografía” de derechas escrita por periodistas es que sacan, y a veces mal, una expresión fuera de su contexto y levantan el pollo correspondiente. Aquella mañana del 14 de junio había tenido lugar una manifestación de trabajadores. Largo Caballero los caracterizó como un ejército pacífico. Sí señaló que en un futuro ese ejército podría no ser tan pacífico. Al Ejército realmente existente lo caracterizó de burgués, pero añadió que sus componentes no tenían que temer que los socialistas fuesen contra el ejército. Iban contra un ejército que no estaba “al servicio de las clases trabajadoras y de sus ideas emancipadoras”. Esto era una fórmula estándar en la época. No hay que olvidar jamás que las clases dominantes españolas habían llevado a la sangría de Marruecos a trabajadores y campesinos durante casi veinte años, pero que hasta 1912 se habían servido de un sistema que permitía la sustitución de un llamado a filas por medio de la redención en metálico. Es decir, que cualquier hijo de papá tenía la posibilidad de escabullirse de la “mili” (http://www.belt.es/expertos/HOME2_experto.asp?id=2615).

El PSOE, la CNT y los sectores más disconformes de las clases medias continuaron pronunciándose en contra de una guerra colonial que, aparte de atender a las ambiciones carreristas de los “africanistas”, fue un pozo de corrupción insondable. Únase a ello que, por debajo de las encendidas proclamas de la gloria, de la dignidad, del papel en el mundo de España, a pocos se les ocultaban que la guerra encubría las ambiciones mucho más materiales de una oligarquía que olfateaba buenos negocios en el pedazo de tierra menos económicamente importante del Marruecos español, una vez que de la parte más rica se había apropiado el colonialismo francés. Es decir, que pedir a Largo Caballero que entonara una loa a un Ejército que entonces solo tenía, en la práctica, una misión cual era la de mantener el orden social interno, era como pedir una pera al clásico olmo.

En realidad, Largo Caballero -que conocía los rumores que mencionaban las tendencias sediciosas en el Ejército- lo que indicó es que “en el mundo no todos los países se harán solidarios de las revoluciones socialistas, y nosotros tenemos la obligación no por patriotería, como la clase burguesa, sino para defender nuestros principios con la fuerza material suficiente para defender nuestras ideas dentro y fuera, si es necesario”. La revolución socialista, tan cantada por unos y por otros, se dejaba para el futuro. También, incidentalmente, en el caso soviético. En este, en función de necesidades más apremiantes como era poner un valladar a la amenaza que suponía la expansión del fascismo.

Desde luego, si el Sr. Platón consulta el tomo VI de las Obras completas de Largo Caballero leerá que, desde el público, alguien vociferó algo así como “¡Viva el Ejército Rojo!”. Entusiastas del mismo siempre los hubo, en España y fuera de España, pero esa reacción no puede encasquetársele al conferenciante

Nada de lo que antecede significa que Largo Caballero pretendiese copiar el modelo militar de la Unión Soviética. Hay que deformar sustancialmente sus intenciones y en ninguno de los discursos que sostuvo en el mes y medio que precedió al estallido de la sublevación (en preparación) hizo  referencia al Ejército.

Otra cosa es, naturalmente, lo que pasó después del golpe. Como no triunfó, pero tampoco fracasó, la estructura del Estado se colapsó. Lo habían previsto los conspiradores golpistas. Lo que no previeron es que no se colapsaría del todo y que las masas, armadas e indignadas por la traición de una parte del Ejército, desataron entonces la temida revolución.

¿Y qué hicieron los socialistas, los republicanos burgueses y los comunistas? Pues tratar de crear un nuevo ejército, el Ejército Popular, que pudiera resistir a la fuerza bruta del fascismo, y eso porque en la segunda mitad de julio de 1936 intervinieron en el conflicto español las potencias fascistas. Una, la Alemania nazi, de forma sorpresiva. A pesar de lo que se dice y se escribe y se sigue repitiendo, los nazis no habían participado en los preparativos del golpe. Otra cosa fueron los italianos, pero el Sr. Platón no está demasiado interesado en decir algo acerca del contexto internacional en el que se movió la República y en el que terminó pereciendo.

En fin, al final de estos posts no puedo por menos de preguntar: ¿quién diablos es el Sr. Platón? En años pretéritos la respuesta hubiese exigido largas horas de búsqueda en las hemerotecas, las bibliotecas y las bibliografías al uso. Hoy, con internet y el nunca suficientemente agradecido Mr Google, es mucho más fácil. No cuesta nada encontrar muchas citas. Por ejemplo:

http://www.elmundo.es/elmundo/2004/03/15/comunicacion/1079377834.html

http://cadenaser.com/emisora/2015/12/07/radio_madrid/1449491035_453705.html

https://www.elplural.com/comunicacion/prensa/el-periodista-que-desde-efe-vinculo-eta-con-el-11-m-en-la-jornada-de-reflexion-saca-pecho_41358102

http://memoriahistorica.org.es/tag/miguel-platon/

Pues que bien.

(FIN)