Operación impensable (también impensable en España)

21 marzo, 2014 at 12:30 pm

Recientemente se ha puesto a la venta en el Reino Unido el libro de un historiador militar, Jonathan Walker, con el título que abre este post (OPERATION UNTHINKABLE). Es una revelación en toda regla.

Winston Churchill y Iósif StalinEn los meses de abril y mayo de 1945, cuando la segunda guerra mundial en Europa estaba acercándose a sus últimos coletazos, un grupo reducidísimo de oficiales de Estado Mayor, cuidadosamente seleccionados, empezó a estudiar planes para lanzar una ofensiva contra la Unión Soviética. Lo que hubiera podido ser el comienzo de la tercera guerra mundial. ¿Por qué?

La razón principal estaba relacionada con la creciente inquietud de Churchill ante la escasa probabilidad de que Stalin renunciara a engullirse Polonia. El primer ministro, entonces en la cumbre de su gloria, no podía olvidar que la invasión alemana había sido el chispazo que había detonado la guerra que en aquellos momentos de 1945 estaba a punto de acabar en Europa. Además, los aliados occidentales habían apoyado al Gobierno polaco en el exilio, radicado en Londres, y las tropas polacas les habían prestado servicios muy relevantes en todos los frentes de lucha, abiertos y no abiertos.

En aquella primavera, sin embargo, parecían evidentes los signos de que Stalin proseguía una línea destinada a promover un gobierno polaco alternativo bajo influencia comunista y a no retirarse de los territorios polacos que iba liberando del yugo alemán el Ejército Rojo.

El detalle de las maniobras políticas, militares y diplomáticas entre los soviéticos y los aliados occidentales constituyen el terreno en el cual floreció la idea de IMPENSABLE.

Los militares pusieron rápidamente manos a la obra y en unos pocos meses tenían sobre la mesa un primer borrador, si bien con grandes lagunas, de las actuaciones bélicas que el Reino Unido podría desencadenar a partir de julio de 1945. Gran parte del libro de Walker se dedica a describir en minucioso detalle los supuestos militares de la planificación, sus incógnitas, sus suposiciones, sus temores. Menor atención se prestaron a los presupuestos ambientales.

Entiendo por ellos la escasa posibilidad de la imprescindible  contribución norteamericana sobre todo cuando, aun contando con ella, la planificación no cubrió sino los primeros meses de eventuales hostilidades. ¿Y después?. El Reino Unido no hubiera podido lanzarse por si solo a una verosímil tercera guerra mundial. O la dificultad de abrir un conflicto contra un aliado al que la propaganda aliada occidental había puesto por las nubes en el combate común contra el fascismo. O el agotamiento de los combatientes y el deseo norteamericano de proceder a la desmovilización lo más pronto posible. O las exigencias que para Washington se derivaban de la continuada guerra en el Pacífico y el temor que despertaba la invasión del Japón. O la ignorancia en que Churchill se encontraba respecto al progreso del proyecto MANHATTAN, es decir, el desarrollo de una bomba atómica que emplear contra los japoneses. Walker, evidentemente, los analiza con detalle.

También ocurrieron incidentes de suma importancia como el imprevisto fallecimiento de Roosevelt, buen amigo de Churchill, y su sustitución por Truman, a quien el primer ministro no había tratado.  O la conveniencia de convocar elecciones para adelantarse al partido laborista que había anunciado que rescindiría su colaboración a partir del mes de octubre de 1945 con el gobierno de guerra que había dirigido el esfuerzo bélico británico. Tras la inesperada y rotunda derrota de los conservadores en julio, IMPENSABLE terminó quedando sepultada bajo el más espeso de los secretos.

Curiosamente, fueron los norteamericanos quienes, con un retraso de  seis u ocho meses, enarbolaron abiertamente la bandera del anticomunismo. Stalin había engullido Polonia y empezado la construcción de un glacis imperial en torno a la Unión Soviética.

En su famoso discurso de Fulton (Missouri) en marzo de 1946 Churchill habló entonces del “telón de acero” que se abatía sobre Europa. Esta expresión, que hizo fortuna rápidamente, la había ya utilizado en una comunicación con Truman el 12 de mayo de 1945, al mes de que este tomara posesión, cuando trató de sensibilizarle, vanamente, del peligro soviético.

El conocimiento de esta planificación militar, aunque poco desarrollada, hubiera sido explosivo en los años de la guerra fría e incluso en los de la inmediata post-guerra fría. Hoy el secreto se ha levantado y las discusiones que este episodio suscite tendrán, esencialmente, interés para los historiadores.

Caso de echar mi cuarto a espadas en el debate, lo que me sorprende es que una planificación militar tan preñada de consecuencias inconcebibles no se viera acompañada del correspondiente marco político e internacional. No se explica ni siquiera por las prisas. Los británicos pusieron en marcha tres años antes una planificación respecto a España, que estoy estudiando ahora, y desde el primer momento le adicionaron grandes dosis de supuestos políticos y ambientales.

Lo que me importa, sin embargo, destacar es que afrontar el pasado, oscuro o brillante, en el caso español es, a lo que parece, impensable (con minúsculas, porque no nos referimos a la operación del mismo nombre). El Gobierno del PP está agarrotado por el miedo y ni siquiera se atreve a permitir a los historiadores que estudien la construcción de fortificaciones pirenaicas durante los años de la segunda guerra mundial. Sin duda, por temor a que los malvados franceses puedan aprender cosas que pongan en peligro la seguridad del Estado.

Es bastante improbable que en los archivos hoy cerrados puedan encontrarse “secretos” de tal importancia histórica como los que van saliendo a la luz en el caso británico. A cada cual, pues, el honor que le corresponde.