Un congreso en Zamora en torno a la guerra civil

2 abril, 2019 at 8:40 am

Ángel Viñas

Tal y como estaba previsto, el congreso anunciado repetidamente en este blog sobre la guerra civil se ha celebrado la semana pasada a, creo, plena satisfacción de todos. Ciertamente de los organizadores y, por lo que sé, de los historiadores que en él hemos expuesto nuestras respectivas ponencias. El resumen de estas se había publicado en la red, gracias al concurso de varios colegas a quienes, arrogándome una representación que no me corresponde, deseo expresar aquí mi reconocimiento interpretando el colectivo de los organizadores. Se trata de los profesores Juan Andrés Blanco, director del Centro de la UNED en donde se celebró, y del profesor Jesús M. Martínez, de la UCM amén de servidor. La idea se le ocurrió al primero tras el trágico e imprevisto  fallecimiento del profesor Julio Aróstegui hace algo más de seis año. Ha llevado en torno a los dos últimos desde su concepción a su realización.

Este congreso no es el primero que tiene lugar este año que coincide con el octogésimo aniversario del final de la guerra civil. Le ha precedido otro, que yo sepa, organizado por la UCLM. Pero sí ha tenido lugar coincidiendo con el recuerdo de los últimos días de marzo de hace ahora ochenta años. La fecha no se escogió al azar. La preparación ha sido, en lo posible, concienzuda. Se quiso que los oradores representaran, por lo menos, cuatro generaciones de historiadores, todos españoles salvo Sir Paul Preston, en reconocimiento a sus aportaciones a la historiografía de la guerra civil desde años antes al cumplimiento de las previsiones sucesorias, como se decía alambicadamente para referirse al paso a mejor vida (o peor, según se mire) del otrora tan ensalzado Caudillo.

Por Zamora hemos desfilado historiadores académicos ya jubilados, otros que están en la plenitud de sus tareas docentes e investigadoras, varios que ya van haciéndose un nombre en las mismas e incluso alguno que está preparando su tesis doctoral (que despertó una atención inusitada al versar sobre la actuación de la quinta columna en el conflicto). En resumen, representantes de cuatro generaciones y de ambos sexos. ¿Por qué? Para demostrar que la llama de la investigación en la maltrecha Universidad española no se está apagando y que, previsiblemente, no se apagará.

¿Qué decir de los oyentes? Fueron más de un centenar. Las ponencias se emitieron también por streaming fuera del salón de actos que, en general, siempre estuvo lleno. Los presentes abarcaron todo el arco de edades posibles. Algunos, me consta, acudieron desde Madrid. Muchos de otras partes de Castilla-León.

La organización no falló en ningún momento y las tres jornadas fueron, me atrevo a decir, agotadoras. Ciertamente para los ponentes que estuvimos hablando de la guerra civil y sus secuelas desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche cuando menos. Pasamos en revista no solo la contienda, sino sus antecedentes y sus consecuencias e incluso su impacto memorial en la España de nuestros días.

¿Hubo sorpresas? La respuesta es afirmativa. Las ponencias estaban diseñadas para reflejar tanto el estado de la cuestión como la aparición de nuevas investigaciones. Quedó claro que si bien los contornos del fenómeno histórico que fueron la guerra, sus antecedentes y sus consecuencias, son ya conocidos y suficientemente contrastados, todavía quedan grandes huecos a la hora de aplicar nuevas preguntas, utilizar nuevos conceptos y suscitar nuevas cuestiones. Todo ello a medida que, como fue un deseo unánime, sigan abriéndose más archivos, en especial los militares y de Gobernación pero también los eclesiásticos. Las calas que en unos y en otros se han efectuado (en los últimos por el rodeo de los vaticanos) hacen prever que todavía queda mucho por descubrir y por analizar.

Quizá haya sido, imagino, la noción de que esto puede ser así lo que ha llevado en el tiempo estéril de los últimos gobiernos del PP a paralizar la apertura de archivos, a infradotar aun más los planteles de personal y, en general, a hacer más difícil la labor de los investigadores.

El capítulo mejor representado en las ponencias fue, naturalmente, el que ha sido el más vibrante de la historiografía española desde principios de siglo. El que ha puesto más nerviosos a las instituciones y a ciertos grupos sociales: la represión. Se abordó desde diversos ángulos: su historia, por sexos, por regiones (Andalucía, Extremadura, Castilla la Vieja, Galicia), por modalidades, en su dialéctica y, no en último término, en su cobertura conceptual y terminológica tanto en la dictadura como en la democracia. Se prestó particular atención a ciertos campos específicos: la violencia fundacional congénita en la concepción del golpe de Estado, la reacción de la SMICAR española, la modalidad económica que llevó a la desesperación y a la miseria a incontables familias en la guerra y tras la VICTORIA.

¿Descubrimientos? Para mi lo más impactante fueron los resultados que arroja la investigación en la provincia en que tuvo lugar el congreso: Zamora. En la época, una de las más subdesarrolladas pero en el que la mortalidad por clases, sexo y edades fue extraordinariamente elevada. (Escribo este apresurado post donde no tengo el texto de Camín al que he hecho referencia en otro anterior. Creo recordar que en él se describen horrendas escenas de la represión en Zamora. Si es así, no dejaré de dar cuenta de ellos en alguno próximo).

No menos impactante fue, para servidor, la ponencia del profesor Ángel Bahamonde sobre, básicamente, el 18 de julio en Madrid. Se ha pasado años investigando en los archivos militares del Paseo de Moret madrileño y analizado críticamente los expedientes de los consejos de guerra tras la VICTORIA. Sus resultados apuntan a que la versión tradicional (vehiculada por los historiadores militares franquistas desde los primeros tiempos de la dictadura) debe someterse a una profunda revisión.

Lo que antecede es solo una breve referencia a algunos puntos destacados. Ahora bien, como ya me imaginaba el año pasado, cuando se aceleró la preparación del congreso, que los resultados no podían por menos de ser abrumadores para muchos oyentes, al coincidir en Roma con la presentación de uno de los libros de la profesora Daniela Aronica sobre la intervención fascista en la guerra civil se me ocurrió invitarla. En los archivos de Berlín había hallado un magnífico documental italiano inédito sobre la campaña de Cataluña. Aceptó cordialmente y dicho documental, que ya había sido exhibido en Barcelona y algunas otras ciudades, se proyectó también en el congreso, precedido de un extenso comentario crítico sobre su gestación, sentido y significado.

Desgraciadamente, en las actas del congreso -que se ha pedido sean entregadas en versión revisada antes del 1º de septiembre del corriente año- no podrá incluirse un vínculo a dicho documental por razones de copyright pero sí se incluirá algún otro que sea libre. Lo más impactante desde el punto de vista no fílmico o técnico sino histórico es que en él el Duce, periodista al fin y al cabo y buen conocedor de los impactos generables por los medios de comunicación de la época, se autoproyectó como el único artífice, por así decir, de la “liberación” de Cataluña del yugo rojo y blabá. Me quedarán en el recuerdo las imágenes de los bersaglieri motorizados y perfectamente alineados en su desfile por las avenidas de la Ciudad Condal.

Termino este breve recuerdo agradeciendo a todos los oyentes que acudieron a Zamora el honor que hicieron a los organizadores al asistir con tanta atención -lo que demostraron con sus preguntas a diestro y siniestro- y con la esperanza de que hayan regresado a sus hogares con un grato recuerdo de su asistencia. No olviden: en contra de lo que dicen algunos historiadores de significación que no identificaré la historia nunca es definitiva. Es un proyecto siempre inconcluso. Nuevas fuentes, nuevos cuestionamientos, el imparable paso del tiempo y el relevo generacional hacen de ella un combate permanente. Quizá allá en el siglo XXII historiadores aun por nacer lleguen a una mejor comprensión de lo que significaron guerra civil y dictadura. Lo que las generaciones que hoy laboran pueden hacer es suministrarles materiales y reflexiones. Como hizo el conde de Toreno al abordar su historia del levantamiento, guerra y revolución en España en los albores del siglo XIX.