¡Aleluya!: La «historietografía” franquista vuelve
La RHA ha publicado una entrada que se refiere al general Juan Yagüe. En un post no inmediato la comentaré mínimamente. Para prepararme he empezado por leer algo de lo que sobre tan prestigioso militar se ha escrito en los últimos años. Afortunadamente existe una voluminosa biografía aparecida en 2010. No mencionaré al autor. Es una de esas voces que se rebela contra una presunta escuela oficial de pensamiento (¿comanditada, quizá, por los Gobiernos socialistas?). Por fortuna, contra ella se yergue, enérgica, una “pequeña legión”, “poco más de cien” historiadores, que en torno a la Universidad San Pablo CEU están volcados en escribir “sin pudores de lo políticamente correcto sobre nuestro pasado”.
Al escribir, sin esos pretendidos pudores que nos atenazan a quienes no formamos parte de tan escogida legión, sobre los antecedentes de la guerra civil nuestro autor reconoce implícitamente que los republicanos no querían emprenderla. Se trata de una afirmación rigurosamente exacta. Puntualizaré que quienes querían emprenderla fueron los conspiradores derechistas y, en particular, los monárquicos alfonsinos. Ahora bien, la argumentación en que tan distinguido autor basa su afirmación es de antología, nos retrotrae a 1936 y merece pasar si no a la historia mundial de la infamia si a una equivalente del disparate que probablemente exista. ¿Quién dijo que la historiografía franquista ya había periclitado?
El Komintern, escribe literalmente aquella lumbrera del pensamiento políticamente no correcto, “no quería iniciar una guerra civil que podía perder, pues ya tenía el poder en España y no lo quería arriesgar”. Esto implicaría prudencia, taimada prudencia. No en vano se ha dicho que los cominternianos eran astutos, sigilosos, sinuosos y que se refugiaban tras el coco fascista.
La victoria en las elecciones del 16 de febrero de 1936 confirmó, para nuestro autor, el triunfo de Stalin y de sus cohortes. Que numerosas obras hayan examinado la cuestión y no apunten en esa dirección no constituye el menor óbice. Lo escriben aguafiestas políticamente correctos, ya sean extranjeros o, vade retro, españoles enfeudados a las disolventes doctrinas marxistas.
El Politburó, afirma el maestro de historiadores, ya había acordado el 28 de febrero de 1936 un programa político para España. Obsérvese la implicación: desde las nieves moscovitas las finas antenas de la Komintern seguían no al minuto sino al segundo lo que pasaba en España. Hay que contar con un lapso de algunos días desde que en Moscú se dirigiese el resultado electoral y con el necesitasen unos cuantos engendros del averno para pergeñar un ambicioso programa. Luego debía aprobarlo el mandamás de la Komintern, Georgi Dimitrov. A lo mejor perdió algunas horas antes de enviarlo a Stalin. Aun cuando este sin duda fue rápido cual centella había que ponerlo en el orden del día de la primera reunión del Politburó. Es decir, que la Komintern debió proceder, como muy rápido, unos cuantos días después de las elecciones. El escenario, impuesto por los constrenimientos de comunicación y de burocracia interna, es grotesco pero a nuestro eminente autor no se ocurre detenerse en la reacción, infinitamente más inmediata, del general jefe del EM, un tal Francisco Franco, solicitando la declaración del estado de guerra para anular el resultado electoral. Hubo de contentarse con la posibilidad de que el presidente del Gobierno saliente se declarara dispuesto a decretar el de alarma aunque no llegó a hacerlo.
El distinguido historiador no se arredra. El Politburó acordó el penúltimo día de febrero (1936 fue bisiesto), entre otras lindezas, la introducción en España “de medidas especiales, en coacción y opresión, contra los jefes y oficiales del Ejército actual”; “la expropiación y nacionalización de toda clase de propiedad particular, tanto en fincas rústicas como en consejos industriales y económicos” (¡lloremos por los pobres terratenientes!); “la nacionalización de la banca”; (¡lágrimas aun mas ardientes!); el “cierre de iglesias y casas religiosas” (ya lo habíen hecho los malvados bolcheviques en su revolución); la “independencia de Marruecos y transformación del mismo en Estado soviético independiente” (pasmo general); el terror dirigido al exterminio de la burguesía (pero ¡qué salvajes!); la creación del Ejército Rojo (¡antes morir!); el asalto del proletariado al poder (¡la revolución francesa modernizada!); “la creación de la República Soviética Ibérica y una declaración de guerra a Portugal”. ¿Quién da más?
Tales estupideces (en el sentido de la primera acepción de este término en el DRAE) las ha publicado en España una editorial prestigiosa hace tan solo unos cuantos años. El autor, por si únicamente los audaces o los convencidos leen su mamotreto, las ha repetido algo después en otro libro más ligero, y más cortito, dirigido al gran público. Publicado también por la misma editorial.
Nada de ello es suficiente para explicar la catástrofe. ¿Por qué? Porque el Komintern se quedó atrás. “El radicalismo de los mandos medios y bajos de los partidos frentepopulistas buscaba el cambio social al más puro estilo revolucionario”. ¿Resultado? Con gran falta de disciplina, casi todo el mundo en España dejó atrás el programa cominterniano.
El ABC de la época solía calentar motores y mentes aludiendo a fuentes tan poco sospechosas como el Tercer Reich. Nuestro autor las ha encontrado en el diario de B. Felix Maiz, secretario del general Mola, versión 1952. En setenta años de debate historiográfico sobre la primavera de 1936 quien proclama orgullosamente no someterse a los dictados de la “historia oficial” no ha encontrado mejor asidero.
Encerradito en la Universidad San Pablo CEU, nuestro autor demuestra esa cualidad tan admirable como es la de poder otear las estrellas joseantonianas a plena luz del día. A veces, da resultados en política. No se consiguen tan fácilmente en historia. En futuros posts demostraré que el mismo enfoque se aplica desde las atalayas de la Real Academia de la Historia. Vuelve la “historietografía” que denunció Herbert R. Southworth en El mito de la Cruzada de Franco.
Lo raro es que el historietografiador no haya caido en que todo se debia a la diabolica conspiracion de los masones, instrumento de los judios al servicio de los bolcheviques. Qué pais!
Sí, lo siento. Es algo que ya se decía en 1936. Ingenuamente pense que despues de casi ochenta años esas paparruchas ya estaban en la papelera. No es verdad. He ojeado uno de los últimos comentarios sobre la gc en la inefable Fundación Nacional Francisco Franco y es para echarse a llorar. Claro que por sus obras les conocereís.
Cordiales saludos
Angel
Es curioso que se recurra tan poquito a las hemerotecas. Una lectura groso modo o detenida de El Socialista -por ejemplo, entre otros muchos panfletos del marxismo radical de la época- en los años de la República, cambia la visión sobre aquellos que presumen de haber luchado por la libertad en este país. ¿Por qué historiadores tan reputados como Usted no los analizan? La República fue laépoca de Plata de la Cultura Española, es in negable, lo reconozaco yo también que me educaron republicanos y me siento republicano, pero sólo en la cultura, pues en lo que respecta a bienestar social se fue de mal en peor. Lo reconozco a pesar de que quienes me educaron siempre obviaron la represión marxista ejercida sobre también la cultura con el cruento atentado al patrimonio cultural histórico y artístico, la quema de archivoos históricos y las masacres cruuetas de los períodos revolucionarios antes de la guerra. Y después de la guerra, enalteciendo a un grupo de guerrilleros que ocasionaron más muertes en doce años en España que los terroristas vascos en cincuenta. Esto no lo ven los reputados historiadores y por el contrario seguimos empeñados en este país en hacer verdugos sólo a un bando. ¿Es esto serio, señor Viñas? El auténtico historiador ha de entrar a saco en la historia en todo, ya se trate de Franco, Mola, Carrilllo o Ibárruri, que menudos cromos fueron todos.
Estimado amigo, yo no diría que los historiadores no recurrimos a las hemerotecas. Sobre la radicalización de la izquierda obrera y sus causas puede Vd. hoy leer la biografía de Largo Caballero, de Julio Aróstegui, que es también un repaso a la historia del PSOE. Sobre el anarquismo, Antonio Elorza y Julián Casanueva han escrito libros brillantes. Rafael Cruz y Fernando Hernández Sánchez han abordado el PCE durante los años de la República.
¿La guerra? Esta es un asunto de otro cantar. Fue preparada conscientemente, si a ello se llegaba, por la cúpula militar con el apoyo de los monárquicos calvo-sotelistas. El fracaso relativo del 18 de Julio abrió las puertas a la revolución. Otra historia.
Dicho esto, los historiadores solemos especializarnos. Es la única forma de abrir brechas, desmontar mitos y corregir falacias. En un próximo blog comentaré algo relacionado con la última parte de su comentario, que mucho le agradezco.
Realmente agradezco sus palabras, pero estoy convencido de que se acerca cada vez más -y es necesaria- una revisión absoluta de la Historia de la República y el franquismo. Sinceramente, no se sostiene la línea historiográfica mantenida hasta hoy por aquellos que inexplicablemente no han cortado el cordón umbilical con el anarco-marxismo más cruento que padecimos en este país y lo defienden como herederos del mismo: se le obvia o disculpa. Pero, sin duda, tal postura tiene sus años contados.
Y aunque los historiadores se especialicen, no es admisible la línea historiográfica actual que obvia descaradamente qué sucedía en España antes del 18 de julio (no nos tenemos que remontar a la tradición terrorista del anarquismo durante el siglo XIX-XX, es suficiente analizar los años de la República desde su misma proclamación. Y créame, Sr. Viñas, esto es muy grave. Ello da lugar a que asistamos en este país al desmonte de la nomenclatura callejera del franquismo (normal por otra parte) y simultáneamente se recuerde también en el plano callejero de cualquier ciudad a otros que tanta sangre vertieron la guerra como los citados Santiago Carrillo o Ibárrui (y eso no es normal, es anormal). Pero esa es, Sr. Viañas, la idiosincrasia española. Y así nos va… Aún perdura en la puerta de la muralla de Gibraltar el escudo de los RR. CC. y le diré también que he tenido ocasión de contemplar en el Parlamento Británico el retrato de Felipe II (el espíritu inglés, tal vez, me dirá). Por ello, ellos son ingleses y nosotros no sabemos qué somos.
Ochenta años después de la guerra civil, cuando el país tiene seis millones de parados, cuando la corrupción campea a sus anchas desde la familia real, el PSOE, PP, CC.OO. UGT y hasta el clero, según el actual Papa ha reconocido, cuando la Junta de Andalucía, tras haber gobernado casi tantos años como Franco y alcanzar el mayor record de parados de Europa, no tiene otra cosa en qué pensar que en la simbología franquista de las ciudades (olvidando descaradamente la marxista (a la que ya me referí).
El posicionamiento historiográfico actual explica que el pueblo se avergüence de llevar una camisa azul, del cara al sol o la mano alzada; pero no siente rubor de cantar la internacional, mostrar la hoz y el martillo, o el puño en alto. Ni en el franquismo se vertió el veneno que se está destilando en esta sociedad por unos demagogos políticos e intelectuales, tan inconscientes como los que dirigieron la República (Salvando a Alcalá Zamora, cuyo Diario, recomiendo a los lectores para que no se dejen manipular por nadie), que nada tienen ni de políticos ni de intelectuales y que en no muchos años la historia los habrá olvidado.
Yo admiro siempre la labor de aquellos que únicamente se deben a la verdad, como uno de los valores más preciados para transmitir a la sociedad y próximas generaciones; pero hay que reconocer que es harto difícil en estas circunstancias.
Ello hace que sólo los anarco-marxistas se apropien de la bandera de la República, de su República, dado que la Primera República mantuvo la bandera histórica, la actual, la de repúblicas, borbones, dictaduras y democracias y nos traten de engañar igualmente (quien dice esto es pasota acérrimo de cualquier bandera).
Quiero terminar recordando cómo esta línea demagógica ciega tanto a algunos que incluso hace un año, con motivo de la exaltación de los hermanos Quero de Granada (guerrilleros, héroes o bandoleros, según quien hable) la Junta de Andalucía con la colaboración -tal vez- del Director General de la Memoria Histórica patrocinó un cartel publicitario de un libro en el que estos hermanos -felices y contentos- mostraban asesinado a uno de sus secuestrados: esto señor Viñas, es apología del terrorismo; pero estamos tan ensimismados que no nos enteramos (hay que aclarar que últimamente se ha tratado de corregir tras haber sido denunciado, que el muerto era fingido, es igual. La foto repulsiva se puede ver en cualquier punto de Internet (http://granadaimedia.com/el-albaicin-de-los-hermanos-Quero/).
Agradezco su valentía, prueba de su honestidad, al permitir los comentarios sin ningún tipo de censura alguna.
Le respondí privadamente por error y Vd. ha vuelto a escribirme, pero esta vez también de la misma forma. Me permito sugerirle que lo ponga en el blog y así otras personas podrán leerle así como mi respuesta. Será memor para todos.
Cordiales saludos
AV
Estimado Roberto,me permito incorporarme al diálogo que mantenía usted con el profesor Ángel Viñas porque me gustaría indicarle que no veo donde está esa supuesta ausencia de variedad en las interpretaciones de la guerra civil. Creo yo que a poco que uno navegue en la bibliografía desde los años setenta hasta ahora, se puede comprobar el nutrido debate historiográfico y polémico que se ha suscitado sobre este asunto. E incluso mucho antes, en los sesenta con Southworth, Hugh Thomas o Staney Payne y Robinson, ya hubo debates al respecto del «clima» en la II República española.
Lo que sí le digo es que ya está bien de realizar una historia teleológica. Es pertinaz e insistente querer seguir tratando el periodo de la II República como un «antecedente» de la Guerra Civil española, como si la periodización no pudiera ser bien distinta, por ejemplo, comenzando el ciclo en 1923 con Primo de Rivera. Lo cierto es que la historiografía es muy amplia, y hay puntos de vista muy variados. Ahí tiene, por poner un ejemplo, la interpretación bien respetable sobre la guerra civil de Enrique Moradiellos.
Historiadores serios, profesionales, que trabajan bien, hay muchos y de variadas tendencias. Creo que no valoramos el trabajo que estos hombres han hecho por la historia de este país desde los años de la transición española.
Saludos.
Muchas gracias. Si me permite añadir un punto diría que una diferencia sustancial que existe entre la historiografía de hoy y la de los años sesenta es que, en general, hoy los historiadores han entrado a saco en archivos que nuestros predecesores no podían ni imaginar que pudieran existir. Es cierto que las opiniones son múltiples pero, entre los historiadores serios, el margen de diferencias se ha achicado. Es más, me atrevo a asegurar que se achicará más en el futuro. No tardarán en abrirse, por ejemplo, los archivos de uno de los personajes de la conspiración.
En cuanto a la periodización no insistiré nunca lo suficiente en que República y guerra civil no forman un binomio histórico indisoluble. Al contrario, la República forma parte del proceso histórico de debelación del sistema de la Restauración, que ya no satisfacía las necesidades y exigencias del país. Guerra civil y dictadura sí forman un binomio inextricable. Es en esta percepción en donde chocamos los historiadores. En parte por razones ideológicas y políticas pero también por otras menos confesables. No olvide que para sustentar la «legitimidad» del régimen del 18 de julio es necesario demonizar al régimen precedente.
Cordiales saludos
AV
Lo paradójico es que todas las «estupideces» que escribe ese anónimo historiador son absolutamente ciertas, por lo que me entran ganas locas de saber quién osa desafiar de esa manera al pensamiento único de la izquierda. Se le ve el plumero, Sr. VIñas. Para usted sólo vale la consigna «todo lo que huela a Franco malo, todo lo que huela a Frente popular ejemplar». Acabará como Azaña, quedándose sin lectores.
Lamento discrepar profunda y radicalmente de Vd. Sr. Lfutrera. Los archivos de la Komintern no estan cerrados hoy como hace cincuenta años. En realidad, están más abiertos que muchos españoles. Hacia el año 2000 Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo empezaron a explorarlos para el tema que nos ocupa. Siguió Frank Schauff, alemán. Después intervino Daniel Kowalksy, norteamericano. Un historiador de extrema derecha, también norteamericano, Ronald Radosh, comentó una microselección de documentos soviéticos. No encontró nada al respecto. Por no hablar de autores rusos, comunistas y no comunistas. Yo reconstruí, mal que a Vd. le pese, documentalmente el deslizamiento de Stalin hacia la ayuda a la República. Pero es que, además, Vd. probablemente ignora que en los años treinta las comunicaciones de la Komintern con distintos partidos comunistas europeos eran descifradas por los servicios secretos británicos. Puede Vd. encontrar, para el caso español, las transcripciones en los archivos nacionales de Kew. Así que menos ínfulas, estimado lector, a la hora de atacar eso que Vd. llama el «pensamiento único de la izquierda».
Cordiales saludos
AV
Estimado profesor. He visto su Blog y me gustaría hacerle un comentario sobre esta última entrada. Veo que elpaís entero se encuentra en la misma línea. Y ello, en sí mismo, es sospechoso. El franquismo es una etapa más de la historia de este país que debe ser analizada con la misma ogjetividad que las anteriores. De nada serviría seguir enjuiciando a Carlos I, en realción a Padilla, Bravo y Maldonado, pues de ser así, el Emperador sería un auténtico terrorista. ¿Cuál podía ser la respuesta política a una España en la que en 1936, según Santiago Carrillo, nadie luchaba por la libertad? Ni que decir tiene qué habría sucedido si la guerra la ganan los asesores militares soviéticos que aconsejaban a al Gobierno de la Segunda República. Pero eso es otra historia.
Es inconcebible que sigamos hablando del franquismo unívocamente. Como si al PSOE, al PC,a los anarquistas, CNT, FAI…, con sus correspondientes líderes no se les tuviera que reprochar, «crímenes, matanzas y muertes» en este país. Pues bien. La represión marxista ejercida durante la Segunda República y conocida de todos apenas goza de estudios que la pongan en el candelero. Es suficiente con poner el el buscador de Internet las palabras «represión marxista». Y qué encontrará, nada. En cambio, ponga «represión franquista»; encontrará páginas y páginas… Ello es una prueba más de que la corrupción no sólo se encuentra -como dice uno de sus seguidores en su blog- desde la Casa Real al último sindicato, sino también en la intelectualidad de este país, que vive como los sindicatos de las subvenciones del poder político y que no puede ser más parcial.
Pero, en relación a Franco,como decía Quevedo, «pues si todos del Conde se quejan, razón deben de tener». Y estoy de acuerdo con ello. Pero también es sospechoso que sólo se busque en este país una sola represión política por los mismos que ignoran la que realizaron sus ancestros correligionarios.
El franquismo pasó. En el franquismo no todo fue lo que se dice. Usted mismo es prueba de ello, pues según tiene en Internet gran parte de su carrera político administrativa, docente o diplomática la ejerció en aquella dictadura tan corrupta según muchos, pero que no alcanza a materilizarse pruebas de corrupción contra ella. Porque si la corrupción hubiese tenido la manga ancha que la actual, cuántos arremeterían contra ello.
Yo, que soy algo más joven que usted recuerdo algunos casos de corrupción inmobiliaria como SOFICO y otros y sé que el régimen entró a saco.
Los sectarios mal intencionados dirán que defiendo al franquismo. Ello sería tan ridículo cómo pensar en defender a Felpe II, a Castelar o a Miguel Primo de Rivera. No es eso. Lo que no estoy dispuesto a aceptar es que se me engañe arbitraria y doctrinariamente -como se hace- en base a unos postulados políticos sectarios que cada día se mantienen con más dificultad.
Por qué no se analiza la Historia objetivamente. Se habla de la represión y no del crecimiento urbano en aquella época o de las conquistas de la Seguridad Social, red nacional hospitalaria, arquitectura popular y menos popular… No hay más que echar un vistazo en nuestras ciudades y ver hasta donde llegó el franquismo en todos estos aspectos y cuánto se ha hecho desde entonces. Especialmente flagrante es comprobarlo en Andalucía a la cabeza del paro europeo y de jóvenes emigrantes. Un ejemplo: la reded hosiptalaira granadina es la misma que la del franquismo, a falta de que cuarenta años después de Franco se pueda abrir algún hospiital del Campus de la Salud. No cabe mayor cinismo.
Lo que la sociedad demanda son políticos honestos que generen empleo y no paro, prosperidad, que salvaguarden las políticas sociales conseguidas por todas las generaciones y también la paz, que nunca se reclama. Y la Historia que quede en manos de los historiadores -a los que también se les exige honestidad- para evitar la demagogia.
Estimado amigo,
le agradezco mucho su correo. Estoy de acuerdo en algunas cosas y en desacuerdo las más. Primero, estoy de acuerdo en que el franquismo es una etapa más en la historia de este país. Una etapa relativamente larga. Debe ser estudiada e historiada. Esto es función, esencialmente, de dos variables: de la explotación de la evidencia primaria relevante de época que, entre otros sitios, se encuentra en archivos hoy de nuevo bastante cerrados, y de los enfoques analíticos desde las cuales se la examine. En este aspecto, aunque se ha escrito mucho, estamos todavía muy lejos de haber llegado a una comprensión del fenómeno como la que existe para otros regímenes no precisamente gratos: el Tercer Reich o la URSS estalinista.
Segundo, la corrupción de la etapa democrática sale a la luz. Es evidente. La de la etapa franquista se ocultó cuidadosamente, empezando por la del number one. El punto al que pueda llegarse en su desentrañamiento es cuestión de análisis de la evidencia que queda. Focos importantes de corrupción fueron las Fuerzas Armadas, los sindicatos verticales. Amén de la Administración en general. Recuerde la frase de Dionisio Ridruejo: «la corrupción era una forma de vivir».
Tercero, me permito recordarle que han sido, en general, historiadores nada franquistas quienes más y mejor han estudiado la represión, la franquista y la republicana. En este blog daré cuenta de algunas obras recientes.
Cuarto, no hay que confundir churras con merinas. Mi labor como investigador se centra en la guerra civil, en la República y en el franquismo. Apenas si he escrito algo sobre la Transición aunque es posible que lo haga en un futuro. Yo suelo hablar de lo que conozco algo y callarme sobre lo que desconozco.
Por último, una observación personal. Como habrá visto en mi cv profesional (que es del dominio público porque no tengo nada que ocultar) yo ingresé por oposición en el Cuerpo de Técnicos Comerciales del Estado en 1968. Estuve en el Ministerio de Comercio un año. Me fui al FMI en Washington, donde estuve año y medio. No me gustó y me marché, vía concurso interno por méritos, de agregado comercial a la embajada en Bonn de 1971 a 1973 (entonces el tiempo mínimo de permanencia en un puesto). A mi regreso, Fuentes Quintana me llevó consigo al Instituto de Estudios Fiscales para que estudiara el «oro de Moscú» y preparase la oposición a Cátedras, que gané en junio de 1975. Es decir, que no es cierto en absoluto gran parte de mi carrera administrativa la hiciera bajo el franquismo. Apenas siete años y todos ellos dedicado a tareas técnicas o a la investigación.
Sobre la represión: no es mi tema, pero puedo asegurarle que al menos en un aspecto Franco dejó detrás a Hitler. Espero alumbrarlo, con evidencia primaria relevante de época, en mi próximo libro, previsto para el año que viene y titulado, en principio, LA HÁBIL PRUDENCIA DE FRANCO.
Cordiales saludos
Angel
Me alegra saber de su nuevo libro. Pero espero que marque dferencia en un sentido aséptico con la generalidad de historiadores actuales. Para evitar la confrmaciíin de aquella máxima que dice que quien no cuenta toda la verdad miente.
Pienso que es obligación del historiador -indpendientemente de su ideología tratarlos acontecimientos históricos con objetividad e imparcialidad,y en el caso de su materia no omitir como la generalidad de la historiografía actual la represión marxista frente a la insistencia sobre la franquista.
Denunciamos igualmente la notable inexistencia de estudios históricos, económicos y artísticos que se centren en la destrucción sufrida por el patrimonio nacional a lo largo de los años 31-34-36…, como en el trabajo de reconstrucción, que se realizó en la poost guerra a la par que el país era sometido a un aislamiento económico sin igual por la política internacional, condenando al país al hambre. La misma política internacional que no le importó comerciar con otros dictadores de todos conocidos. La misma oposición española apoyó el aislamiento económico y paradógicamente nunca apoyó el de Castro: la perversión de la política.
Y en una línea aséptica debe ser abordada esta etapa, la guerrilla o bandolerismo, para huir de una simplificación conductista de la Historia que obedece sin duda a un rumiar melancólico de ideologías trasnochadas apóstatas de la democracia. En algunos libros de texto hemos encontrado los antecedentes de la guerra civil circunscritos a lo siguiente: unos pistoleros falangistas asesinan al teniente Castillo, que días antes había disparado contra un joven tradicionalista, y al día siguiente como represalia, unos guardias de asalto asesinan al diputado Calvo Sotelo. Estos asesinatos serían el detonante del levantamiento de los rebeldes.
Ante un reduccionismo semejante que olvida la situación de injusticia social, de paro obrero y la incapacidad de los gobernantes para solventar la situación, el espoleo del anticlericalismo, los incendios desde 1931, los asesinatos y la revolución del 34, los magnicidios políticos de los anarquistas del primer tercio del siglo XX…, es obligación moral y ética contar lo que se cuenta habitualmente y lo que no se cuenta.
No se puede ser monotemático y negar y ocultaar la evidencia, puesto que las generaciones siguientes no tardarán en denunciarlo. Explicar lo evidente siempre nos pareció ridículo y fuera de lugar.
Se han mitificado en exceso los logros de la 2ª República y se han disculpado y minimizado en exceso sus graves errores, porque todo lo que es mito no es historia. A veces, incluso, las mismas loas a la República hace que se confunda el sistema político de una República liberal, democrática y occidental, con las marxistas y soviéticas y llega la confusión hasta nuestros días, considerando luchadores de la libertad y democracia a quienes no luchaban precisamente por esos valores, aunque cammuflados en el halo de una república occidental.
Todo ello hace, incluso, que se obvie absolutamente la represión marxista y sólo se le dé carta de naturaleza a la franquista. Nosotros mismos hemos comprobado el extremo de que niños de la ESO nos han llegado a preguntar si era cierto que Franco quemaba a la gente en la hoguera.
A todo ello, no se puede más que contestar con la desmitificación del mito que se viene realizando hasta ahora. Exponencial en este aspecto es el libro «el Ejército guerrillero de Andalucía» de Rodríguez Padilla, donde se recogen más de mil sentencias de los enlaces de los de la sierra, no localizamos una sola pena capital. Pero lo más sorprendente es que ni el mismo autor hace comentario alguno al respecto, por lo que se sigue haciendo pasar como hechos reales los fusilamientos generalizados. Está en nuestras manos conocer realmente lo sucedido o seguir viviendo el mito.
Y es que Cada vez más, se hace necesaria la ponderación objetivade los logros políticos o sociales de la República del 31.
Se ha dicho y es así que el constitucionalismo español no tiene su origen sólo en este momento. Desde 1812, un amplio elenco de constituciones lo certifica.
Una de las principales causas del desastre fue sin duda el anticlericalismo. La clase dirigente dio claras muestras de cómo este sentimiento que traspasa lo racional se hizo centro de sus más hondas preocupaciones, soslayando los males endémicos que asfixiaban al país. Se persiguieron las raíces de la tradición, las costumbres y las creencias de la nación, mientras crecía el paro obrero y la desigualdad social; y se alentaban las revueltas callejeras de manera inconsciente, sin articular medidas eficaces para combatir el desempleo. El porqué de todo ello apenas ha sido abordado por los historiadores.
El ambiente cultural es cierto que floreció; pero al tiempo se mantuvo a amplios sectores de la clase obrera al límite de la subsistencia, en la misma indigencia, sin atisbarse durante el período republicano medidas eficaces que potenciaran mejora social alguna. Efectivamente, los intelectuales, dieron la talla; pero los políticos, no. La Edad de Plata de la cultura española es irrefutable a la vez que los responsables directos del mantenimiento y defensa de la justicia y del orden social vivían una quimera que nada tenía que ver con la frustrada realidad social, donde el hambre era frecuente y el país se desangraba.
El esfuerzo de Federico y su Barraca es encomiable, pero desde luego, el teatro clásico de todos los tiempos sólo llegará a todos los rincones de España con el dictador y Estudio 1. Y es paradógico que para que la sociedad españolapueda gozar actualmente en la TV ública del Teatró clñasico y contmporáneo de todos los tiempoos, se tenga que recurrir en You tube al de la dictadura.
La causa de la mitificación la encontramos en el hecho mismo de la ausencia de crítica alguna a tantos errores del sistema republicano -salvo alguna excepción- por parte incluso de la intelectualidad del país en el momento, lo que nos parece inexplicable desde todos los puntos de vista, mostrando una ceguera absoluta, si no temor a la represión.
Lamentablemente la intelectualidad calló de manera incomprensible en la generalidad de los casos de represión y represión cruenta. Algunas excepciones como Unamuno o Jacinto Benavente son bastante significativas. Éste último, en un Discurso en Málaga, en mayo de 1935, decía:
«Los más vulgares delitos comunes han ascendido a la categoría de delitos políticos. Se roba y se asesina en nombre de una idea. Con mostrarse afectos los criminales al régimen, han gozado de la condición de delincuentes políticos. En cambio, los delincuentes políticos no han sido tratados como criminales, con el beneplácito de los gobernantes… Es una farsa trágica la dictadura del proletariado. En el fondo esa dictadura es una dictadura burocrática de una pequeña parte del proletariado. Los directivos sólo procuran apoderarse del bombo de esta lotería de la revolución, y mejor aún, para no esperar los azares de la fortuna, antes del sorteo se alzan con el dinero de los premios».
Prevaleció el ideal sobre la realidad social y humana. El porqué de tal obstinación sólo se puede encontrar en el pensamiento revolucionario -al que tan poquito se referen los preciados historiadores actuales-, en la obsesión con el proceso y el miedo a la disidencia y represión existente desde 1931.
Se atentó contra la misma estructura del edificio social, político y religioso de manera iluminada y, en contrapartida, nada. La labor desarrollada por las misiones pedagógicas, encomiable, pero, en lo que respecta a trabajo para las masas obreras, nada.
La Edad de Plata de la cultura española enmascara, en el aspecto económico, la Edad de Piedra.La suma de ambas edades ofrece el oropel que caracteriza el período republicano. Los esfuerzos políticos por paliar la situación económica sólo se dirigieron a enervar la conflictividad social; ninguno, a la creación de puestos de trabajo que generasen bienestar a los desfavorecidos. Una conciencia revolucionaria más clara, imposible.
¿Por que se obvia esta realidad y se sigue obsesivamente con la que todos concoemos de memoria? ¿es esto tendencioso?
Saludos. Profesor Ángel Viñas, esperando se edite prontamente su libro
Muchas gracias por su comentario. Toca Vd. temas perennes en el oficio de historiador. Objetividad: atenerse, en todo lo posible, a la evidencia; no distorsionarla; no pedir de ella lo que no puede dar; Imparcialidad: deseable siempre. Frecuentemente alcanzable en la historia ya consolidada, menos en la que no lo está. La de la gce y el franquismo, la del tiempo presente, no suele estarlo. Para mí: no dejarse arrastrar por ideología (inevitable) sino disciplinar la ideología por la evidencia.
La represión que Vd. denomina «marxista» (adjetivo que introduce un cierto sesgo): no le sorprenderá a Vd. que después de darnos la tabarra la dictadura durante 40 años con sus víctimas y la Causa General y el discurso guerracivilista la atención de los historiadores se concentrara en la de los sublevados. Así se han dado a conocer resultados que destrozan completamente el canon franquista. Desde hace unos años la atención de los historiadores se ha centrado en la republicana. Así que sus apreciaciones deben ser severamente matizadas.
Patrimonio: existe una abundante bibliografía. Le recuerdo que lo más salvable, se salvó.
Aislamiento económico: incorrecto totalmente. Lo que hubo, que no fue demasiado, obedeció a razones político-estratégicas (evitar que Franco se alineara con el Eje, lo que no se consiguió totalmente). Siempre alentó en Franco, en Carrero Blanco, en Suanzes, en el mando militar, la añoranza de la autarquía.
Castro: perdone Vd. quien no apoyó el embargo norteamericano fue el general Franco, sensible a aspectos económicos y políticos. Lea Vd. las recientes memorias de Marcelino Oreja.
Guerrilla: ha empezado a estudiarse seriamente con base empírica. Modélicos son los trabajos de Jorge Marco.
II República: le remito a autores como Eduardo González Calleja, Francisco Sánchez Pérez, Sergio Riesco. Hay la tira. El año que viene Pasado&Presente publicará una puesta al día de la historia republicana.
Cordiales saludos
Angel Viñas
Gracias por su respuesta. Pero le diré, que la visión que pienso que los histoiradores ofrecen de este período está tan sesgada que hablar de represión marxista provoca sorpresa. efectivamente, usted mismo me dice que “marxista» es un «adjetivo que introduce un cierto sesgo». Personalmente pienso que no tiene más sego que hablar de represión franquista o fascista. Las hubo en estas tres denominaciones o apelativos, por tanto, lo que sorprende es -valga la redundancia- la sorpresa al hablar de represión marxista. Todos los partidos políticos de esta inspiración que gobernaron desde 1931 en los ámbitos nacional, regional o local(no digamos los del Frente Popular) fueron responsables de la represión cruenta(a veces anarco-marxista) padecida por este país en los años de la Segunda República. Sobre lo cual no cabe hablar menos de lo que se habla, ni pedir menos explicaciones de las que se piden. La sangre y el dolor que estas ideologías vertieron en este país debe ser igualmente honrada por los historiadores como la que vertió el franquismo. Que ninguna es ni más ni mejor que otra. Huelga recordar los crímenes y magnicidos del Anarquismo en el Mundo y en España. Por tanto, un auténtico demócrata tiene que reclamar a nuestra intelectualidad lo que ha demostrado hasta nuestros días que salvo algnos casos es incapaz de dar.
Conozco gran parte de la bibliografía que me ofrece y yo le agradezco, pero, no me convence. No me convence nada. Es voz común la tendenciosidad de la misma. Cuando un alumno me preguntaba si era verdad que Franco quemaba a la gente en la hoguera, y en cambio se acepta con absoluta normalidad la matanza de sacerdotes y laicos en la Segunda República, algo no deben estar haciendo bien nuestros historiadores.
No menospreciando, desde luego, los modélicos trabajos que me indica de Jorge Marco Carretero sobre la guerrilla y, considerándolos de extraordinario valor, me parecen -sinceramente- incompletos. Porque no dedica una sola palabra a las víctimas de los de la sierra. Y creame usted hubo muchas víctimas inocentes. No sólo secuestrados que fueron vilmente asesinados en el momento del rescate (o porque no llegaba, o porque llegó o por confusión) sino también propias víctimas dentro de los mismos guerrilleros, que asesinaban a sus compañeros de la forma más vil que se pueda imaginar, escpecialmente si sospechaban que podíian dejar el monte o los consideraban pusilánimoas… (sólo en Granada, una treintena. Los de la sierra, guerrilleros o bandoleros asesinaron en este país en 12 años a más que los terroristas del norte en 50 años. Esto no es una broma, señor Ángel Viñas. Es muy grave y los historiadores están obligados a sacarlo a la palestra sin el elenco de disculpas que ruborizan a cualquie mente aséptica. No entiendo por qué se omite de una manera tan flagrante.
Que yo sepa, el PCE, todavía no ha dicho una sola palabra al respecto sobre su responsabilidad política en aquelllos años negros de nuestra historia, pero significativamente algunos historiadores no dejan de aludir al mismo y atribuirle un papel, que el mismo Partido no se adjudica. Y todo esto es harto significativo.
Quedando agradecido por su tiempo y sus palabras. Salvador raya.
Francamente creo que no llegaremos a un acuerdo. Me limito simplemente a plantear unas cuantas cuestiones. ¿Fueron los «marxistas» quienes expurgaron, quemaron, destruyeron los archivos de la Guardia Civil, de la BPS, del «Movimiento», de la «Justicia» militar para borrar las huellas de la represión anti-republicana? Los historiadores nos movemos a tenor de la documentación. ¿Quien mantiene cerrados los expedientes de Defensa que sugirió desclasificar una comisión de expertos bajo el mandato de Carme Chacón? Si la represión «marxista» fue tan infame y la franquista no fue tal, ¿quién tiene algo que temer?
Cordiales saludos
AV
No esperaba semejante respuesta de Usted. Me ha respondido como cualquier político de los que tienen algo que ocultar o como cualquier persona sin preparación. Me está respondiendo con un «y tú más». Lo único es que yo no pretendo defender a nadie. Y no quiero que nadie me engañe ni se falsee la Historia a las próximas generaciones. Con sus palabras sigue dejando sin respuesta las cuestiones que le planteaba y esperaba me arrojase alguna luz por tratarse de Usted.
Cuando me dice: «Francamente creo que no llegaremos a un acuerdo», me decepciona, porque yo no trataba de llegar a ningún acuerdo, sino aclarar lo que está muy turbio aun hoy en este país. No trato de defender a nadie, sino de desenmascarar la cantidad de mentiras y verdades a medias que se insuflan en la sociedad actual dirigidas en su mayoría a la manipulación política y ocultación de la verdad.
Su respuesta Sr. Ángel Viñas se circunscribe a esos parámetros, cosa que no esperaba. Si no se tiene una respuesta, se busca, pero no se respoonde con un «y tú más».
Con su respuesta, claramente, evita contestar a mis planteamientos y reconocer en lo más elemental las barbaridades y tropelías que cometieron los gobiernos de la Segunda República y sus dirigentes. Y eso no es de recibo en estos días. Me responde con lo que hicieron los franquistas, archiconocido por todos. Está claro que no interesa denunciar el genocido cultural de esos gobiernos no sólo en la destrucción del patrimonio monumental e histórico español sino también en el intelectual, pues -además de Lorca por lo que toca a los franquistas- hay que contar también con Ramiro de Maeztu, Muñoz Seca y un largo etc bien conocido pr usted, entre los intelectuales que siguen sin interesar su denuncia, como la cruenta represión ejercida por por los comités socialistas, comunistas y anarquistas de la época y las matanzas de ciudadanos de las que tienen que responder esas ideologías y la Segunda República ante la Histoira (y no la Primera República o la posible 3ª República, no, la Segunda República, la que acabó en el regazo del Ejército Rojo, el Socorro Rojo Internacioanal y demás instituciones de la antigua URSS que tan desinteresademente lucharon por la libertad en este país. Como el franquismo tiene que responder de las suyas. Los historiadores tienen que desentrañar toda la historia, porque una historia a medias es una falsa historia. Ya está bien señor Viñas de jugar con la memoria histórica de los españoles.Saludos cordiales. Salvador Raya.
Perdóneme. Creo que equivoca Vd. el diapasón. De entrada yo no soy político. Soy, simplemente, historiador. Sobre la vida turbulenta de la segunda República hay mucha literatura disponible, ciertamente con visiones muy contradictorias. En los últimos años, sin embargo, creo que varios historiadores han hecho un esfuerzo importante por calar bajo la superficie. Vd. sin duda habrá leído a Sanchez Asiaín y su tesis de que la conspiración contra la República se inició el mismo 14 de abril de 1931. Eduardo González Calleja escribió un libro, CONTRARREVOLUCIONARIOS, que sitúa bien el juego político con sus concomitantes de violencia. Julio Aróstegui ha aclarado, en su LARGO CABALLERO, lo que había detrás de la radicalización del PSOE. Fernando Hernandez Sánchez ha abordado el PCE. Yo mismo he mostrado, con documentos en la mano, que los intentos de adquirir armas italianas, para una guerra, se iniciaron probablemente en marzo de 1936, cuando March suministró desde Londres los fondos necesarios. Así que, como comprenderá, lo único que tenían que hacer los conspiradores era crear la sensación de un «estado de necesidad». Algo nada difícil. Lo que Vd. llama tropelías no fue nada más ni nada menos que un intento de sacar a la sociedad rural y proletaria española de una situación indigna de un país medianamente civilizado. Yo no confundo churras con merinas.
Los asesinatos de Maeztu, Muñoz Seca y tanto otros son, naturalmente, deplorables. Me permito simplemente hacerle notar que en junio de 1936 no había una revolución pendiente. En agosto, estalló. La sublevación militar desencadenó todas las furias. Y, por las catas sistemáticas llevadas a cabo en las regiones en donde triunfó el golpe, hay que pensar que los sublevados no solo no se quedaron mancos sino que fueron a por todas, con un sajo sangriento en las masas republicanas, para amedrantarlas, a la vez que cortaban de cuajo la capacidad de respuesta de las autoridades. Hay que explorar Galicia, Castilla la Vieja, La Rioja, Navarra, León, es decir, los lugares en los que no hubo operaciones militares de prácticamente ningún tipo. Y comparar lo que ocurrió en Andalucía y Extremadura, donde las hubo, y ver cómo los patrones de comportamiento de los «salvadores de la Patria» se asemejaban.
No me da la impresión de que Vd. haya buceado demasiado en los archivos del PCE, del PSOE, de la URSS, porque es en ellos donde se encuentran las claves del comportamiento de esas fuerzas políticas. Yo no he sido nunca comunista, ni por asomo, pero no tengo ningún sonrojo en confesar que, abandonada por las democracias, ¿dónde iba a encontrar la República un asidero mínimo? Y no soy tan imbécil como para afirmar que la URSS obró desinteresadamente. (Tampoco lo hicieron los nazis, los fascistas y las democracias). He dedicado varios miles de paginas (docs incluídos) para demostrar lo que digo, documentalmente. Yo no trabajo a lo Payne. Tampoco como la inmensa mayoría de los autores franquistas o neofranquistas. ¿Le importaría a Vd. echar un vistazo a mi interpretación de uno de los hechos más significativos, simbolicamente, de la gc? Vea Vd. lo que dice un experto como el general de división de la escala de Tierra del Ejército del Aire, Jesús Salas, y lo que escribe un servidor sobre Guernica.
Cordiales saludos
Angel Viñas
Temiendo cansar a quienes sigan su página, quiero contestar por última vez a nuestra correspondencia, sin ánimo de cansar a nadie, no siendo mi objetivo réplica más alguna.
Tiene razón en parte de lo que me dice, pero no entiendo por qué no se contesta al fondo de la cuestión en el que yo quiero entrar, el porqué se omite descaradamente:
1º) Los historiadores que me cita tratan de forma bastante seria sólo una parte de la Historia. A mí me interesa -precisamente- la que omiten. La represión marxista y anarco marxista llevada a cabo antes y durante la República, especialmente clamorosa en la revolución de 1934. ¿Cuándo se va a hacer justicia a las víctimas del socialismo, del comunismo y del anarquismo? Hay que hacer justicia a las del franquismo -inexcusablemente-; pero también a las otras de manera igualmente inexcusable.
2º) Ya está bien la actitud de historiador-disculpador. Reconoce la vida turbulenta de la segunda República y me habla de «visiones muy contradictorias». Mire usted, la misión del historiador es dar fe, como la del notario; tal vez la del político o la opinión pública sea la de ponderar en función a la ética ideológica de cada cual; pero la del historiador ha de ser aséptica totalmente, porque si no se convierte en político o periodista…, a lo que los últimos cuarenta años nos han tenido a acostumbrados, sin darse cuenta que el franquismo afortunadamente se acabó hace «cuarenta años». No me venga ahora a asustar con una mano negra que impide que se desclasifiquen los archivos españoles, después de la plétora de gobiernos que ha habido en este país de todos los colores. Si no se desclasifican es porque no les interesa a quienes han pasado por el Gobierno. Esa mano negra que impide la consulta de los archivos -según usted- debe ser denunciada con la misma insistencia y megafonía que se persigue la simbología franquista. Si no es así, resulta extraño y su acusación carece de fundamento.
3º) Me dice Usted: Yo mismo he mostrado, con documentos en la mano, que los intentos de adquirir armas italianas, para una guerra, se iniciaron probablemente en marzo de 1936, cuando March suministró desde Londres los fondos necesarios. Así que, como comprenderá, lo único que tenían que hacer los conspiradores era crear la sensación de un “estado de necesidad. Es sorprendente que se atreva a afirmar esto. No ya por el hecho en sí mismo sino porque no repara un momento en el motivo de esa adquisición de armas en marzo de 1936. No tiene más que acudir al diario El Socialista, por ejemplo. Sobran las palabras. Pero la prensa nacional está plagada de los discursos de la plétora dispar de políticos ineptos y es buen testimonio de cómo se encontraba el país desde 1931. Nunca un gobierno de una democracia europea cerró tanto los ojos ante las masacres vividas en el país desde ese año, que sólo la Revolución Francesa las traspasó. Mientras tanto, es obligado un reproche también a nuestros intelectuales mudos, pues en su mayoría no dijeron esta boca es mía, hasta que comenzaron a rumiar su melancolía en el exilio, en palabras del profesor Rodríguez Adrados.
4º. Cómo se atreve a decir que «en junio de 1936 no había una revolución pendiente», si los acontecimientos revolucionarios se suceden en el país desde el mismo instante de la proclamación de la República, cuando arde el patrimonio nacional, con su momento álgido en el 34, cuando se asesina además ondeando en España la bandera moscovita. ¿Cómo puede hacer semejante afirmación, señor Viñas? Claro que en agosto la sublevación militar era un hecho, no faltaba más. No existe un sólo ejemplo en la Historia en el que después de los incendios y crímenes perpetrados durante años, no se haya respondido con violencia. Es la misma ley natural la que lo dicta -salvando a Gandhi-. En este punto para mí fue admirable la sensatez de Santiago Carrillo cuando manifestaba que «en 1936, en España nadie luchaba por la libertad». No nos quieran hacer creer que unos sí y otros no. Ya está bien.
5º. Es hora que los políticos y algunos intelectuales se den cuenta que España, afortunadamente, el franquismo, el marxismo, el comunismo y sus colaterales pasaron a la historia y que la historia ya no se escribe desde esa perspectiva, que es hora de cortar el cordón umbilical con esas ideologías trasnochadas, todas vergonzosamente manchadas en sangre y realmente deplorables. como deplorables deben ser quienes traten de ensalzar ni por asomo a auténticos sanguinarios, o gente inepta que nos gobernó, nos llevó a la ruina y la guerra, sin haber sido capaces de haber mejorado el bienestar social, creado empleo y acercado a la cultura en los años de la República. El diario de Niceto Alcalá Zamora es efectivamente claro al respecto y desenmascara muchos mentiras y estereotipos que siguen circulando con total impunidad.
5º. Nada me gustaría más que todos los archivos nacionales y de partidos estuviesen no sólo abiertos al público, sino en la Red, como El Socialista o Mundo Obrero, por ejemplo. Es una necesidad su digitalización y difusión en la Red. Sin que podamos entender por qué todavía no está.
6º. Reprocha usted a algunos historiadores. Lo que quiere decir que efectivamente existen visiones muy parciales del hecho histórico. Por tanto, no pueden ser consideradas auténticamente Historia. Yo no reprocho a ningún historiador su labor, puesto que la investigación desarrollada suele ser admirable en todos. Ahora si, les reprocho a todos la parcialidad, el no llegar , el omitir las causas primeras, pues eso lo invalida todo. Y créame, no pasarán muchas generaciones para que tenga que ser revisada la visión de la historia ofrecida en el posfranquismo. Y esa sí perdurará.
7º. Finalmente, se interesa por Guernica. Cuanto más se ayude a su esclarecimiento, mejor. Pero también debiera interesarse por Paracuellos, también para su esclarecimiento. No se puede seguir sembrando división en este país.
Vd. se repite y yo me repito. La sedicente revolución de Octubre tiene detrás de sí una larga literatura. Si mis recuerdos no son inciertos fueron historiadores de izquierdas como Marta Bizcarrondo quienes empezaron a escudriñar en los años setenta lo que fue, esencialmente, una revuelta obrera. David Ruiz también contribuyó a esclarecer lo sucedido. En los años últimos han salido nuevos estudios sobre las víctimas. Yo mismo he citado algunos en LA CONSPIRACIÓN DEL GENERAL FRANCO. Casanova ha explicado por activa y por pasiva el «ciclo anarquista» en la segunda República, que naturalmente no sirvió para nada. Es decir, ningún historiador digno de ese nombre ha escamoteado lo que Vd. afirma. Permítame que discrepe de su caracterización del historiador como notario. No. El historiador no lo es. Es, por el contrario, un forense. Analiza, escudriña, explica, establece hipótesis con los medios a su disposición y emite veredicto. Yo diría que a esas víctimas a que Vd. se refiere se les ha dado toda la publicidad del mundo en los cuarenta años de dictadura, sin contar con la inefable Causa General que, por cierto, no se atrevieron a llevar a su última conclusión. Durante varios decenios ha habido que contentarse con el Avance de Aunós. Hoy tiene Vd. la totalidad de la documentación en PARES.
Vd. tiene más suerte que yo. No conozco literalmente a ningún historiador aséptico. Es más, es sorprendente que ello se diga todavía en España. A ninguno en un país civilizado occidental se le acusa de ser antifascista, antinazi o antisoviético y, sin embargo, historiadores eminentes que lo son han escrito, y muy bien, y explicado, y muy bien, el funcionamiento interno de esos regímenes totalitarios.
Sobre archivos: Vd. parece ignorar que la apertura se inició en 1976 y que ha continuado desde entonces a un ritmo mayor o menor, pero que nunca se ha detenido. Ni siquiera durante los Gobiernos del Señor Aznar. Se ha detenido, precisamente, ahora. Vd. sin duda podrá explicarlo mejor. Yo no.
Masacres en 1936? Bueno, Rafael Cruz y Eduardo González Calleja han estudiado y cuantificado las víctimas de la violencia, las circunstancias y su filiación ideológica dentro de lo posible. Por sus datos, predominaron las víctimas de ….. la izquierda.
Vd. es muy libre de tomar por realidad el discurso político. En 1936 y en 2013-14. Que tenga mucho que ver con lo que sucede es otra cosa. Sin contar con el hecho de que los años republicanos fueron de gran confrontacion ideológica, no solo en España por supuesto, el limitarse al discurso político tiene serias limitaciones. le invito, no obstante, a que eche Vd. un vistazo a las páginas de ABC desde diciembre de 1935 a junio de 1936. Se llevará alguna sorpresa. Están, además, en línea. Verá Vd. en ellas la sombra de la hidra moscovita planeando sobre los indefensos españoles y la artera mano de Moscú agazapada tras todas las esquinas. ¿Relación con la realidad? Cero. La comparación con las víctimas de la Revolución francesa se tiene en pié cuando estalló, tras la sublevación, la cólera popular. Por cierto, no es Vd. el primero en notarla. Ya lo hicieron varios diplomáticos británicos en la época y en uno de mis libros incluso me he atrevido, basándome en estudios norteamericanos, a establecer un cierto paralelo con las víctimas de la «guerra revolucionaria» americana.
En España no se ha hecho la catarsis de la historia reciente. Tampoco, si me apura, en Rusia. Sí se ha hecho ya, en buena medida, en Francia con Vichy, en Alemania con el nacionalsocialismo, en los Países Bajos con los colaboradores y en Bélgica con el rexismo y el nacionalsocialismo flamenco. Italia es, como siempre, un caso aparte pero el mito fundacional de la República sigue siendo el antifascismo. En España todavía queda tela marinera. No se trata de sembrar división en el país. Se trata de entender de donde venimos porque si no no sabremos a dónde vamos. Son procesos sociales y, en un régimen de libertades como el que afortunadamente tenemos, son procesos imparables. Objetivos. Sobre sus opiniones en torno a los años republicanos no puedo estar en más desacuerdo con Vd.
Cordiales saludos
AV
Me parece una visión de nuestra historia interesantísima, yo no soy historiadora pero me interesa mucho la historia. Ademas estoy haciendo un curso de especialista en archivistica por al UBED y me gustaría saber en que archivos extranjero puedo encontrar documentación sobre la Guerra Civil.
Un saludo y gracias