El académico de la historia Luis Suárez Fernández: algunos errores fácticos de principiante (1)

15 abril, 2014 at 10:25 am

Desde siempre, la reunión entre Franco y Hitler en Hendaya, con presencia de Serrano Suñer, se ha prestado a la mitologización y a la desfiguración. El profesor Suárez es uno de quienes más se ha distinguido en esta interesante y, suponemos, lucrativa labor. No es, ciertamente, el único ya que ambas características forman parte integrante del ADN de la dictadura franquista y reflejan el deseo de presentar una imagen sobrehumana de aquel salvador de la PATRIA que dijo virilmente NO, casi cara a cara, al entonces “amo de Europa”.

Sin detenernos en esa labor que nuestro ilustre académico tanto repudia como es la de interpretar, nos limitamos a destacar nuevos errores fácticos. A saber: “El 23 de octubre (…) [Serrano] discutió con von Ribbentrop (…) y se negó a firmar el protocolo que comprometería a España a iniciar las hostilidades. A las dos de la madrugada del día 24, Serrano y Franco redactaron, en el palacio de Ayete, un nuevo protocolo que los alemanes no podían aceptar”. Difícilmente.

Por supuesto a muchos lectores esto les sonará quizá a chino.  Según la mitología franquista, Hitler habría empezado la entrevista afirmando que “soy el dueño de Europa y como tengo doscientas divisiones a mi disposición no hay más que obedecer”. Esta fabulación se debe al intérprete Luis Álvarez de Estrada, barón de las Torres. Puede tirarse tranquilamente a la basura. El autor no fue buen sicólogo sino también un mal note taker. Basta con comparar la “minuta” española y la alemana que se conserva en su primera parte. En cuanto al nuevo protocolo se trató, simplemente, de una alteración solo muy relativa del proyecto enviado previamente por los alemanes. Como es lógico. El abogado del Estado que era Serrano Suñer sugirió algunas modificaciones en el texto de los artículos 2 y 3. Se referían a la adhesión a los Pactos Tripartito y de Acero. Inmediatamente las aceptaron los alemanes. El profesor Suárez cree en las poco fiables memorias de Serrano según las cuales él y el CAUDILLO estudiaron el proyecto “en el que en términos claros, se establecía el compromiso, para España, de entrar en la guerra en el momento en que Alemania así lo considerase necesario”. Llenos de santa furia (¡estos tíos nos toman como el pito del sereno!) le dieron la vuelta como a un calcetín. Muy patriótico pero, desgraciadamente, no es verdad. Lo que cambiaron fue el artículo 5º, que aludía a la compatibilidad entre los deseos africanos de las dos potencias del Eje y los españoles que, con la adhesión al Pacto de Acero, se incorporaban al proyecto nazi-fascista. En contra de lo que presumió Serrano, era el artículo 4º el que se refería a la fecha de entrada en guerra y en él no se produjo absolutamente ninguna modificación. ¿Por qué? Pues porque italianos y alemanes estaban de acuerdo en dejar a Franco que estableciera dicha fecha de común acuerdo entre los tres países.

Puesto ya a engañar a sus lectores, Suárez oculta cuidadosamente que lo que sí se firmó fue la adhesión española al Pacto de Acero por lo que, en términos estrictos de derecho internacional, España rompió su neutralidad. ¿Acaso ignora las explicaciones, ya muy antiguas, que al respecto ofreció Antonio Marquina? ¿Es que dicha ruptura no se merece ni una línea?  Algo similar no había ocurrido durante la Monarquía, la República o la guerra civil y no volvió a repetirse hasta 1953.

Tras estos pelillos a la mar hay que ver también con lupa otro errorcillo fáctico. Suárez afirma que, en su visita a Berchtesgaden en noviembre de 1940, a Serrano le exigió von Ribbentrop “establecer una base en Canarias”. A lo cual, el ministro español, probablemente impulsado por la defensa de la sagrada independencia nacional, se negó. ¡Tres hurras a tan esforzado prócer! Se trata sin embargo de una afirmación que no corresponde a la realidad.  La petición de una base en Canarias se le había hecho en su viaje a Berlín en septiembre. Serrano no estaba autorizado para aceptarla. Franco obviamente le apoyó y…. los alemanes no tardaron en renunciar a ella. ¿Acaso no ha leído Suárez los documentos publicados de política exterior alemana?. Pues son bastante corrientitos.

Existen más errores fácticos e insinuaciones benevolentes sobre la actuación de Serrano, presentado desde el lado más amable posible. Entrar en matices requeriría disponer de un espacio superior al de un post o dos. Pero no se preocupe el amable lector. Ya detallaré –desgraciadamente con interpretación- algunos otras equivocaciones todavía más burdas y contrastaré la metodología de nuestro ensalzado académico para abordar lo que presenta como “hechos”.

La historia política, militar o de relaciones exteriores es algo que hoy parece “vetusta” a ciertos autores. Sin embargo, las decisiones que en esos campos se toman tienen implicaciones sobre la sociedad y sobre un pasado que no termina de pasar. Soy de quienes creen que no conviene dejarlas de lado. Suárez está en su buen derecho de entonar innumerables loas a Serrano y a Franco. También, por supuesto, al “régimen autoritario” pero no me parece correcto hacerlo manipulando o ignorando la evidencia. “Alguien” en la Real Academia de la Historia hubiera debido percatarse de ello.