Archivos abiertos, archivos cerrados

29 abril, 2014 at 8:49 am

Como he indicado en posts anteriores, el actual ministro de Asuntos Exteriores tomó hace algún tiempo una decisión drástica: trasladar los fondos documentales de su Departamento ministerial al Archivo Histórico Nacional (AHN) y al General de la Administración (AGA). Al primero fueron a parar los fondos hasta 1931, una fecha señera en la historia española. Al segundo los posteriores hasta 1981 o 1982. Supongo, pero no lo sé, que el Ministerio se habrá quedado con algunos de este segundo período porque, verosímilmente, no le vendría mal acudir a ellos para eventuales negociaciones en ciertos ámbitos sensibles.

Este traslado levantó la protesta de innumerables investigadores españoles y extranjeros. De un golpe, el Señor García-Margallo pareció remedar la conducta archivística de los antiguos líderes soviéticos. Hoy esta afirmación debo matizarla.

Entre los historiadores ya ha corrido la información de que el AHN, con una diligencia que le honra, ha reabierto los fondos recepcionados. Al menos los investigadores interesados podrán seguir escudriñando las relaciones exteriores de España desde el año de Maricastaña hasta 1931. Es muy de agradecer que el Señor García-Margallo no se haya opuesto a tal medida, aunque evidentemente también en los fondos del XVIII o del XIX pueden encontrarse algunas que otras culebras.

Ahora bien, los fondos desde 1931 siguen cerrados a piel y canto en el AGA. Estos, evidentemente, son más sensibles. Empezando por los de la siempre maldecida República (una catástrofe para España según algunos de los esclarecidos líderes del PP), pasando por los de la guerra civil (que desmontan muchos de los mitos caros al franquismo y a la derecha española y, por supuesto, a los historiadores que han hecho y hacen su agosto con ellos) y, sobre todo, los del franquismo.

Las razones del cierre no son fáciles de discernir en cuanto a su importancia relativa pero apostaría a que entre ellas se encuentran algunas como las siguientes: i) la enorme masa de documentación, no fácil de examinar y de recatalogar, caso de que se considerara necesario; ii)  la no dotación de personal y medios adicionales al AGA para que pueda llevar a cabo esa tarea con la premura necesaria y no machaque durante mucho tiempo las investigaciones, las tesis doctorales, los libros o los artículos de centenares de historiadores españoles y extranjeros (un buen ejemplo de la MARCA ESPAÑA de la que el Sr. García-Margallo se ha hecho adalid); iii) la falta de apoyo intelectual y logístico de los funcionarios del MAEC a los sufridos archiveros del AGA, sin duda porque la diplomacia española tiene temas más urgentes de que ocuparse; iv)  el poco interés en que el AGA avance rápidamente en la tarea y v) la noción, cara a muchos diplomáticos, sobre todo de entre los escorados hacia la derecha o la extrema derecha, de que no conviene despertar a las serpientes venenosas que duerman entre los legajos desde 1936.

Por si este fuese el caso (que, desgraciada o afortunadamente conozco por experiencia propia desde hace muchos años) me apresuro a señalar una contradicción y dos notas esenciales.

La contradicción: si la política exterior española, bajo la luminosa guía del anterior Jefe del Estado, fue una sucesión ininterrumpida de éxitos (esta, al fin y al cabo, es la tonadilla que ha inspirado los gruesos mamotretos del simpar académico profesor Luis Suárez Fernández), ¿por qué no poner al descubierto la presciencia, la “hábil prudencia”, la capacidad de trabajo sobrehumana de Francisco Franco? O, al contrario, ¿es que el Señor García-Margallo tiene dudas al respecto y prefiere que no se mire muy de cerca?

La primera nota: los archivos de Exteriores han sido bastante trabajados para la guerra civil y el franquismo. Son incontables los historiadores españoles y extranjeros que los han destripado. No se trata, pues, de fondos ignotos. Quedan, eso sí, aspectos poco conocidos.

La segunda nota: las más importantes serpientes, aquéllas que se enlazan en los dos grandes éxitos de Franco, la no-beligerancia en la segunda guerra mundial y su sagacidad galaica a la hora de negociar con Estados Unidos, tienen dos características. Una, que no colean del todo en los archivos de Exteriores sino en los de otros Ministerios o en archivos privados. Otra, que por lo que ya se sabe, o se pondrá de manifiesto en el futuro, la prudencia, la sagacidad, la superinteligente estrategia de Franco pueden arrumbarse tranquilamente y consignarlas allí donde deben ir a parar: a la basura.

No pido al Señor Ministro que sepa mucho de la historia de la política exterior española de lo que él, en alguna ocasión, en las Cortes caracterizó como “dictadura” (tal vez un mero lapsus linguae). Pero sí puede pedírsele que invite, por ejemplo, a su Subsecretario o a su Secretaria General Técnica a que coopere urgentemente con el AGA para ver si no hay que esperar diez o doce años más hasta que se reabran los fondos a los que trata con una displicencia similar a la que mostraron los soviéticos.