EU-USA. Especulaciones para el futuro

24 febrero, 2015 at 8:30 am

Todo negociador que se precie es consciente de dos proverbios: el primero dice que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones; el segundo es no menos conocido: el diablo se esconde en los detalles. La habilidad del negociador estriba en resguardarse en todo lo posible de los efectos de ambos y en proteger el más amplio núcleo de sus pretensiones o intereses. La consulta hecha por la Comisión reveló múltiples temores de los ciudadanos europeos. También los objetivos instrumentales que concurren en la posición negociadora.

 

Comisión Juncker

Esta es una situación ideal para los norteamericanos que imagino estarán examinando con 103.400 lupas o más todas y cada una de sus líneas. No extrañará que diversos Estados miembros (entre ellos alguno de los que despreciaba el comisario de Gucht) se hayan esforzado por robustecer la espina dorsal de los negociadores.

Según noticias de prensa (no tengo otras fuentes de información) varios políticos responsables de Francia y Alemania han criticado la inclusión del ISDS en el proyecto de acuerdo. El secretario de Estado francés para el Comercio Exterior Matthias Fekl ha declarado que el ISDS permitiría que tribunales privados a sueldo de empresas multinacionales determinasen la política de Estados soberanos, sobre todo en ámbitos tales como la salud y el medio ambiente. La ministra federal de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, también ha afirmado que el ISDS no hace falta. El presidente del SPD y vice-canciller y ministro de Economía Sigmar Gabriel ha exigido a la Comisión que extraiga las oportunas consecuencias de la consulta. Si Francia y Alemania mantuvieran unidas sus fuerzas en este tema (el Senado francés ya se ha opuesto) la influencia conjunta con la del Parlamento Europeo se hará sentir indiscutiblemente. Que sea duradera es otro tema.

Un repaso, incluso somero, de la prensa europea de opinión permite entrever un alto grado de escepticismo, en particular en este mes en que ha tenido lugar otra ronda negociadora. La noción de que el TTIP pueda concluirse en el corriente año es improbable. El Parlamento Europeo (PE) ya ha dado a conocer sus propias reservas. En la última reunión de su Comisión de Comercio Internacional se advirtió una brecha clara entre la derecha y la izquierda, incluida la fracción socialdemócrata. Para mayo próximo se esperan las recomendaciones del PE. Si la brecha entre derecha e izquierda continúa abierta, la Comisión Juncker, que ha hecho del TTIP una de sus prioridades políticas, puede pasar un mal rato. Muchos sospechan, o temen, que podría demostrarse demasiado blanda con los intereses de las grandes empresas multinacionales. Su intención de crear un Regulatory Cooperation Body (RCB), es decir un grupo de expertos que examine las propuestas de regulación relevantes para el buen funcionamiento del TTIP, no ha despertado un entusiasmo delirante pero habrá que esperar a saber más detalles, previstos para abril.

En los próximos meses podremos esperar un gran número de noticias más o menos contradictorias en los medios de comunicación y en las redes sociales, una intensificación de la campaña de las grandes empresas a favor del TTIP, una nueva valoración que atienda a las preocupaciones sociales por parte de la Comisión y tal vez una cierta reordenación de las tendencias de la sociedad civil a medida que las opiniones en liza continúen organizándose.

Todo ello me parece muy correcto. De la misma forma que los ciudadanos critican a sus gobiernos, también deben darse cuenta de que la Unión Europea no está por encima de ellos. Son los gobiernos nacionales quienes se sirven de la Unión para gestionar políticas que no pueden abordar en solitario por sí mismos. La política comercial fue una de las primeras políticas comunitarizadas. No podía ser de otra manera entonces, hace más de cincuenta años. No puede ser de otra forma hoy.

De cara a una potencia económica como Estados Unidos, los países europeos aislados son meros peones, incluso los más grandes. Sus mercados individuales cuentan, pero no demasiado. En su conjunto, sin embargo, tienen un atractivo formidable que ha ido robusteciéndose a medida que la integración se ha reforzado y ampliado. Un pastel muy goloso para los norteamericanos.

Personalmente tengo la sospecha de que a la Comisión Barroso le faltaron cintura y mano izquierda. Por consiguiente es de esperar que la actual Comisión trate de evitar que el diablillo se esconda en los detalles, oscurecidos adecuadamente por formulaciones hipertécnicas, y que degluta para la opinión público los análisis finos que llevaron al venerable, y conservador, Times de Londres a afirmar que el TTIP (ATCI) promete ofrecer la mejor oportunidad de recuperación de las sufrientes economías europeas. Quizá pudiera ser una condición necesaria pero ¿también suficiente?. En el Parlamento Europeo no se es tan optimista a juzgar por el reciente informe Lange que también confirma muchas de las dudas expuestas en posts anteriores.

Diversos comentaristas han argumentado que entre los rasgos de un futuro más o menos verosímil se encuentran la posibilidad de introducir cambios que den mucho más juego a los tribunales nacionales, que se prevean mecanismos de apelación, que se incremente la transparencia de los procedimientos, que se respeten rígidamente las exclusiones en materia cultural y de servicios de interés público. O que se abandone la idea de una cláusula ISDS. Podríamos tener negociaciones externas (con USA) e internas (con los Estados miembros y el PE) para rato. Con resultado incierto. El nuevo Gobierno griego ya ha amenazado con no ratificar el TTIP. ¿Otro farol?

En el interín, y para terminar: probablemente el hecho de estar en Bruselas me ha impedido darme cuenta de la postura del Gobierno español ante los problemas que suscitan las negociaciones. Al menos, he de confesar que ignoro (mea culpa) si ha dicho algo serio y profundo, meditado, sobre cuál es su posición, por ejemplo, en cuanto el equilibrio desregulación/regulación y/o sobre el ISDS. Sin duda se me ha pasado.

Sí recuerdo haber leído en EL PAIS en diciembre un artículo bajo la firma conjunta de los comisarios Malmström y Arias Cañete en el que, desde el punto de vista de la Comisión, se apresuraron a presentar, al mes y medio de tomar posesión de sus nuevos cargos, una imagen mirífica de los beneficios que aportaría la ATCI.

Soy consciente de no haber abordado todas las cuestiones importantes que suscita la ATCI pero este es, al fin y al cabo, un blog de historia y no de cuestiones actuales. Más información, esencialmente factual, puede encontrarse en el link

http://ec.europa.eu/trade/policy/in-focus/ttip/about-ttip/process/#_state-of-play