EN TORNO A UNA BIOGRAFÍA DE FRANCO

12 mayo, 2015 at 8:30 am

Parece mentira, pero es verdad, que a los casi cuarenta años de la desaparición de la censura (perdón, gracias al venerable Don Manuel Fraga Iribarne y su Ley de Prensa, «consulta previa») y de otro tanto tiempo de ausencia de impedimentos político-institucionales a la libertad de expresión sigan apareciendo, como si tal cosa, publicaciones que se reclaman de la cualidad de «objetividad». Un ejemplo es la biografía de Franco que he mencionado en los últimos posts.

moneda Franco

Un amable lector me pregunta cómo es posible que siga dándose crédito en España a un historiador como Stanley G. Payne. La respuesta, simple, es que en la Universidad española (que no es ciertamente una maravilla pero tampoco la que conocimos bajo la dictadura) ya no se le otorga mayoritariamente. Existen, por supuesto, excepciones bien por simpatía ideológica, porque se desea devolver favores o en aplicación de lo que Erich Fromm llamó, en la traducción castellana de uno de sus libros, miedo a la libertad: la sensación de orfandad, de aislamiento, de asedio, que produce el sentirse sin una figura patriarcal a la cual agarrarse.

Otra cosa es el mercado. Payne lleva años vendiendo un tipo de «historia» que cae bien a una derecha que no ha roto sicológicamente con la dictadura. Alimenta sus mitos y lo hace al amparo de una pretendidad autoridad científica que, en mi modesta opinión, ya ha perdido hace tiempo. Su «capacidad de penetración» se ha acrecentado gracias a un uso inteligente de los modernos medios de comunicación en el mundo digital. Son baratos y tienen gran alcance.

He escrito los seis posts anteriores, centrándome en Gernika, para mostrar la indigencia conceptual y la ignorancia de fuentes, primarias y secundarias, de los autores de esa biografía de Franco a la que de vez en cuando he aludido. Gernika es un tema bien estudiado. Cada vez mejor. Cualquier historiador, ya sea veterano o principiante, puede acudir al Centro Documental del Bombardeo de Gernika donde encontrará masas de documentación primaria, obtenidas de una gran variedad de archivos extranjeros. NO HAY QUE IR A LONDRES, PARÍS, BERLÍN, ROMA, ÁVILA O SALAMANCA. Al ladito de Bilbao, en el lugar del «suceso», se encuentra la posibilidad de dar respuestas. Payne, por supuesto, no se molestó en acercarse. Tampoco, que yo sepa, Palacios, periodista español. Como si Gernika, en el País Vasco, estuviera en otro planeta.

Ahora bien, «Gernika» es un símbolo. Fue una gran derrota propagandística de los «nacionales» y ni SEJE y Generalísimo de los Ejércitos admitió nunca una derrota ni sus partidarios la toleraron o toleran. Esta circunstancia figura de forma prominente en el ADN de unos y otros.

Con todo no quisiera dejar la sensación en el ánimo de los lectores de que la mencionada biografía de Franco contiene solo los errores groseros que he apuntado en este blog (empezando por el episodio de Franco-Larraz que algunos recordarán). Son, literalmente, centenares los errores, manipulaciones, tergiversaciones y omisiones que dan «sabor» a la obra. No exagero. La he leído varias veces y siempre he encontrado algo nuevo de qué maravillarme.

Nada al respecto se ha escrito en España. Al contrario, las reseñas han sido en general respetuosas. Algunos incluso han alabado la obra. La disidencia que se ha manifestado en algún periódico se ha expuesto de forma comedida. Ante esta situación, ¿qué hacer?

La respuesta es que pueden hacerse varias cosas. La más inmediata es callarse. «Son así». ¿Que puede esperarse de «ellos»? En realidad, quien calla otorga. Servidor está preparando una triple respuesta. Pueden idearse más pero yo me contento con tres. La primera estriba en hacer reir a los amables lectores que se asoman a este blog. Para ello incluiré de vez en cuando algunos posts en los que comentaré varios de los episodios más cómicos que he detectado en la biografía. Advierto que no escribiré con munición gruesa.

La segunda se reflejará en mi próximo libro, previsto para finales de septiembre. Aparte de señalar, al corrido del análisis, los errores de bulto de nuestros estimados autores, dedicaré todo un capítulo a tumbarles una de sus afirmaciones más pretenciosas y, con ello, espero demostrar la calidad de su quehacer historiográfico. La munición será de calibre medio.

La tercera será algo más potente. Uno de los principios de la historiografía empírica es la especialización. Si se quiere abrir brecha y avanzar en el conocimiento del pasado (que en su totalidad es incognoscible) no hay más remedio que especializarse. Pues bien: he apelado a varios especialistas que diseccionarán individualmente las tesis más relevantes que han defendido tan ilustres biógrafos del Caudillo. Pondremos de relieve la calidad de su obra. Figurarán, entre otros, capítulos tales como la trayectoria intelectual de Payne, su tratamiento de la República y de la represión (desde los comienzos de la guerra civil hasta el fallecimiento de SEJE), Franco y la economía, la política exterior del Caudillo, sus finanzas personales, su forma de gobernar, sus apologetas, etc.

Creo que no se ha hecho nada similar en España, ciertamente con esta obra, pero probablemente también en general. Será un segundo ejercicio en el contraste de una reputación, como ya hice con el general Jesús Salas Larrazábal en la puesta al día del libro de Southworth sobre Guernica, y una readaptación del enfoque seguido en la obra que tuve el honor de dirigir EN EL COMBATE POR LA HISTORIA.

Este trabajo colectivo que, en principio, debería aparecer hacia el XL aniversario del fallecimiento del tan glorificado Caudillo no se publicará en papel. Se hará en soporte electrónico. Tiene la ventaja de que, una vez colgado en la red a través de una revista prestigiosa, nuestros análisis podránn leerlos historiadores, aficionados e interesados tanto en España como en América Latina, Estados Unidos, Australia o Japón. A manera de ejemplo.

No necesito insistir en que toda esta labor se hace sine ira et studio y dentro de los cánones académicos al uso aunque, eso sí, no exenta de exclamaciones de sorpresa. ¿Merece la pena?. Naturalmente que no demasiado si contemplamos solo una obra pero sí lo merece cuando se aborda en plan de ejemplo de cómo un sector de los historiadores españoles reacciona ante la enésima manifestación bajo un marchamo de «objetividad» y ciencia de meras mitologías. Porque en algún momento hay que decir, alto y claro, que el pasado que nos presentan algunos historiadores no fue así.

En alguno de mis libros he utilizado una de las máximas de John Lewis Gaddis, gran historiador norteamericano de la guerra fría y autor de una notable biografía de George Kennan. Venía a decir algo así que las reputaciones de los historiadores son como los imperios, suben y bajan. Y también recuerdo a un historiador francés diciéndome a propósito, creo, de François Furet, que la calidad de un historiador se mide por la de su último libro. Los lectores juzgarán a la lectura de la biografía escrita por Stanley G. Payne y Jesús Palacios. Modestamente aspiro a que, si se me aplica, pueda salir al menos con un aprobado.