Sobre la «hábil prudencia» de Franco (I)

6 septiembre, 2016 at 8:30 am

Ángel Viñas

Tras la pausa veraniega reanudo, como había prometido, este blog. Estos primeros posts de la nueva temporada se dedicarán a encuadrar mi nueva investigación. Su argumentación y resultados se reflejan en un libro que ahora se pone a la venta. Quizá interese a los amables lectores que siguen este blog conocer los porqués de la misma.  

portada_sobornos_angel-vinas_201606131548Desde que, en 1974, di a conocer los resultados de un trabajo que me había encargado, en mi etapa en la embajada en Bonn, el profesor Enrique Fuentes Quintana mi labor como historiador se ha centrado  en escudriñar mitos del franquismo. En aquel momento fue lo que hubo detrás del insólito apoyo inicial de Hitler a Franco en los albores de la sublevación. Luego fue el “oro de Moscú”. Más tarde, en plena transición me dediqué con un equipo de colegas a poner al descubierto la sinuosa trayectoria de la política económica exterior española, desde la instauración de la República hasta la muerte de Franco, gracias al apoyo personal e institucional del profesor Rafael Martínez Cortiña (qepd). Se publicó en 1979.

Hoy, cuarenta años más tarde, me doy cuenta de que mi labor como historiador se ha situado siempre en la misma perspectiva. Desmitificar, comprobar, analizar y progresar en el conocimiento, siquiera modestamente, de nuestra historia contemporánea. Entendiendo siempre por esta el período comprendido por la República, la guerra civil y el franquismo.

El libro que ahora sale a la luz, SOBORNOS, es un intento de despejar una de las cuestiones que la historiografía pro-franquista no se ha atrevido nunca a indagar seriamente. Porqué España permaneció “neutral” durante la segunda guerra mundial. Obsérvese el entrecomillado.

Sobre el tema se ha escrito abundantemente. Todavía durante la guerra misma, y allá por 1944, la dictadura se preocupó de establecer un canon que después fue afinando, refinando y edulcorando sin pausa. Al hacerlo creó toda una serie de mitos que, más o menos adaptados, duran hasta nuestros días.

Los lectores de este blog recordarán que en la pasada temporada ya llamé la atención sobre el, por ahora, último producto de esa larga tradición. La hagiografía que sobre Franco y sus relaciones con Hitler publicó, hace ahora más o menos un año, uno de los grandes historiadores pro-franquistas todavía activos (afortunadamente para él y su familia), desaparecido ya Ricardo de la Cierva.

Cuando critiqué la obra del profesor Luis Suárez Fernández estaba lidiando con el libro que ahora empieza su andadura en las librerías. Confío en que merezca el favor del público. Me ha costado los proverbiales sangre, sudor, lágrimas y un montón de euros. Conviene recordar que la investigación en archivos puede ser muy interesante, muy atractiva y despertar felices sentimientos si acaba bien, pero es también siempre muy costosa.

SOBORNOS aborda un tema conocido en la literatura. Como suele ocurrir en la que se refiere a la posición de España en la segunda guerra mundial, esta literatura es más bien extranjera que española. Afortunadamente, en esta última ya hay notables excepciones.

En la primera mi libro es tributario de las aportaciones de, ante todo, Denis Smyth, Paul Preston y Richard Wigg. Entre los españoles hay menos pero sí destacan con luz propia Carlos Collado Seidel, Enrique Moradiellos, Manuel Ros Agudo, Javier Tusell y Emilio Sáenz-Francés. En cualquier caso no creo haber olvidado a ningún autor relevante. Si lo he hecho, presento desde aquí mis excusas. No oculto  que he dejado fuera a autores que no han aportado, en mi opinión, ningún conocimiento al tema en cuestión, pero siempre es posible que me haya olvidado de otro u otros.

La lista de libros y artículos que he manejado comprende, por lo menos, ciento treinta títulos amén de una treintena de naturaleza biográfica más veinticinco tomos de fuentes primarias publicadas y, sobre todo, una considerable documentación procedente de una decena de archivos, españoles y extranjeros. Manejar todo este volumen de fuentes, en media docena de idiomas, puedo asegurar que no ha sido fácil.

Lo que es rotundamente nuevo es la incorporación a la literatura de dos nuevos tipos de documentos: por un lado, los que el Gobierno británico desclasificó en 2013, hace ahora tres años, sobre una serie de detalles operativos de una actuación que se consideró tan supersecreta que se le aplicó un plazo de cierre de 70 años, es decir, muy elevado (aunque hay fondos que permanecen inaccesibles durante un siglo y otros, los menos, sin plazo previsto de apertura).  Por otro lado, fondos que aunque abiertos desde los años setenta no habían merecido, sorprendemente, la atención de ningún historiador, español o extranjero.

Dado que el conocimiento del pasado es contingente (depende de la accesibilidad de nuevas fuentes, de la aplicación de enfoques o paradigmas adecuados y del análisis y contextualización más amplios posibles) los historiadores solemos estar atentos a lo que se abre en los archivos, sobre todo en aquellos que siguen una política más o menos previsible. Los británicos son uno de ellos, como los franceses y los alemanes, de entre los países más relevantes para España de nuestro entorno. (No es el momento ahora de hablar de los norteamericanos, un caso un tanto especial).

Cuando en 2013 se desclasificaron varios legajos de documentos sobre la política británica hacia España en los años de la segunda guerra mundial, quien esto escribe vio el cielo abierto. La operación de compra de voluntades a militares y políticos españoles por los británicos, que había descubierto Denis Smyth hace ahora exactamente treinta años, quizá podría permitir identificar y aplicar nuevas perspectivas.

Y esto es lo que, con mejor o peor fortuna, he tratado de llevar a cabo en el nuevo libro.

Me apresuro a señalar que la operación que he bautizado como SOBORNOS (nunca se le dio una denominación específica, tan secreta fue) no se concibió nunca como la única actuación para evitar que Franco sucumbiera a la tentación de alinear su suerte con el Eje.

La literatura ha puesto de relieve otros factores que coadyuvaron a tal finalidad como, por ejemplo, las presiones políticas, diplomáticas, de propaganda y económico-comerciales (que ya empezamos a alumbrar en 1979). Ahora he añadido tres factores complementarios: la peculiar política de Hitler hacia Franco sometida a vaivenes constantes dentro de una cierta vacilación geoestratégica y geopolítica, las operaciones de espionaje e inteligencia en España (en lo que puede documentarse sobre ellas) y la planificación política contra Franco que desarrolló la más misteriosa y más secreta agencia creada por Churchill para reblandecer la moral enemiga (y para influir eventualmente en la española).

(Continuará)

(No quisiera terminar este post sin desear a los amables lectores la más feliz rentrée posible en una reanudación del curso político que se anuncia complicada. Espero que hayan tenido un feliz verano. En lo que a mi respecta lo he pasado -salvo una semana de vacaciones- trabajando en un nuevo proyecto que espero salga a la luz el año próximo).