En torno a la leyenda que se fabricó Serrano Suñer (IX)

3 enero, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

En los posts anteriores he reproducido un análisis de urgencia hecho a los documentos alemanes capturados por uno de los diplomáticos del Foreign Office, anteriormente destinado en España y cuyo nombre no ha pasado a la historia. Sobre esta base previa, la evolución de la “cuestión española”, las declaraciones de Serrano Suñer, la nutrida contrapropaganda procedente de Madrid y la diversidad de opiniones en Londres y Washington se combinaron y obligaron a afinar algunos aspectos. 

El 4 de diciembre de 1945 un memorándum del mismo Creswell resumió los altos y bajos de la no beligerancia y las razones que los explicaban.

Junio de 1940 fue el momento en que (coincidiendo con la derrota francesa) Franco pasó a la acción con su oferta de entrar en guerra. El motivo por el cual no se llevó a cabo fue porque, en aquel momento, los alemanes se concentraban en la invasión de Inglaterra. Solo cuando estos planes fracasaron, Berlín se inclinó a favor de una estrategia mediterránea lo cual implicaba la toma de Gibraltar[1].

Septiembre de 1940 (tras el fracaso de dichos planes, algo que conocían los alemanes pero no tanto los españoles): conversaciones de Serrano Suñer en Berlín e intercambio de cartas entre Franco y Hitler. El resultado fue que los españoles rechazaron las condiciones marcadas por los alemanes. Los temas esenciales fueron la petición de que se les cediera territorio español y la insistencia alemana en los enclaves en torno a Agadir y Mogador.

Octubre de 1940: los españoles tomaron la iniciativa[2] y suscitaron la cuestión de que sus negociaciones en materia de suministros británicos de trigo no deberían verse perjudicadas. Era verosímil que para entonces se dieran cuenta de que los planes alemanes para la invasión de Inglaterra ya habían fracasado.

historia-francisco_franco-personajes_historicos-adolf_hitler-alemania-racismo-politica-nazismo-actualidad_78002350_154111_1706x1280Hendaya: los alemanes cambiaron de enfoque y retiraron las promesas sobre Marruecos y el Oranesado (a causa de la importancia que Hitler atribuyó a la necesidad de mantener a Francia dentro del bloque antibritánico). A pesar de ello, los alemanes parece que creyeron  que España no tardaría en entrar en guerra.

Diciembre de 1940: coincidiendo con el inicio de la  primera contraofensiva de Wawell en la batalla por Egipto, Franco confirmó a Canaris el rechazo a entrar en guerra el 10 de enero de 1941. Dio una serie de pretextos. El motivo real fue evidentemente que se asustó ante la posibilidad de verse involucrado en una guerra larga. Desde ese momento repitió su rechazo hasta que finalmente indicó en su carta del 26 de febrero que no podía entrar en guerra hasta que cayera Suez. Este aspecto fue sumamente importante.

Después de febrero de 1941 ya no había tropas alemanas para utilizarlas en España. Todos los efectivos disponibles tuvieron que enviarse primero a los Balcanes para lidiar con las complicaciones resultantes de la invasión de Grecia por los italianos (28 de octubre de 1940) y, en segundo lugar, para los movimientos preparatorios de cara al ataque contra Rusia. La decisión a este respecto probablemente se tomó a finales de noviembre de 1940[3].

El estudio subsiguiente de la estrategia alemana ulterior demostró, por otra parte, que los planes alemanes para operar en España en diciembre de 1942 y enero de 1943 fueron puramente defensivos para prevenir la situación que pudiera surgir si tropas británicas y norteamericanas desembarcaban en España y Portugal

No paró aquí la cosa. El 14 de diciembre de 1945 Creswell expuso nuevos resultados. En primer lugar señaló que el Gobierno español siguió una política coherente. Franco quiso entrar en guerra en 1940 cuando pensó que los alemanes habían zurrado a los británicos pero no tardó en tener dudas tan pronto como vio que existían grandes posibilidades de que España pudiera verse envuelta en una guerra de larga duración. La resistencia británica, que aseguró el canal de Suez, aun cuando pudiera producirse el cierre del Mediterráneo en Gibraltar, garantizaba que la Royal Navy seguiría en condiciones de actuar en el Mare Nostrum.

Creswell se negó a aceptar que el exministro tomase espontáneamente una postura firme en sus conversaciones en Berlín en 1940. Arguyó que Serrano quiso llegar hasta el punto máximo posible que contentase  a los alemanes. Ahora bien, fue a Alemania en calidad de emisario personal de Franco y estaba obligado a respetar las instrucciones que este le había dado. Esta explicación es totalmente plausible. Serrano carecía de experiencia política internacional. Sus panegiristas han abultado la significación de sus contactos en Italia en el período de entreguerras y él hizo demasiado hincapié en su gran amistad con Ciano.

En realidad, y en la perspectiva de 1940,  Serrano era un parvenu completo en la escena internacional, como insinuó von Stohrer. Estaba, ciertamente, muy pagado de sí mismo pero no lo suficiente como para tomar decisiones por su cuenta que pudiese repudiar Franco. De aquí su carteo constante con él y su cuidado en no dar a conocer las misivas que envió a Madrid. Solo las respuestas. De aquí también su tensión y sus arrebatos ciclotímicos en Berlín, de los que dejaron constancia algunos de sus acompañantes.

Para Creswell la carta de Serrano a von Ribbentrop del 10 de octubre reflejaba que los españoles no se sentían demasiado tentados a sacrificar la ayuda económica que estaban negociando con Londres hasta que no tuvieran una seguridad total, al cien por cien, de la victoria alemana.  

Cabía dudar, siguió afirmando Creswell, de si en la época de Hendaya y Montoire el mayor temor de Hitler era perder el Norte de África. Probablemente, añadió, pensaba entonces bastante poco en una estrategia mediterránea. Su interés político fundamental se centraba en mantener a Francia dentro del sistema continental anti-británico que quería forjar. Esto, se sabe hoy que es cierto aunque no excluye que, militarmente, Hitler ya pensara en arreglar cuentas con las URSS. En cualquier caso el dato de que la conferencia de Hendaya se produjese entre dos reuniones con los franceses no debía subestimarse[4]. Fueron los españoles a quienes les entró la preocupación con los asuntos norteafricanos, como se evidenció en las observaciones de Serrano Suñer el día después del ataque franco-británico, fracasado, a Dakar.

En lo que se refería al asalto a Gibraltar, la petición española de que se realizara por tropas propias y no alemanas probablemente se hizo antes de febrero de 1941, afirmó Creswell. Era cierto. Este tema siempre fue importante desde el punto de vista del prestigio militar. Quizá, señaló, lo planteó Franco a Canaris en diciembre de 1940 pero, en todo caso, lo suscitaron los generales opuestos a los planes de Serrano en aquel tiempo.

En definitiva, los intentos serranistas, a través de Malley, de “vender” a Londres su interpretación de los hechos no tuvieron demasiado éxito.

NOTA: Los lectores, y detractores, interesados en contrastar las afirmaciones relacionadas con los documentos reproducidos o contextualizados mínimamente pueden acudir al legajo FO371/49663, que se encuentra en los Archivos Nacionales británicos de Kew. Y, en el caso de la ampliación del informe de Malley, a los papeles de Lord Templewood en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge (BUC).

Servidor aplica la máxima de que toda afirmación en historia que abra brecha debe ir respaldada por la evidencia necesaria, contextualizada críticamente. Sin manipulación ni tergiversación.

(Continuará)

 

[1] Todas las itálicas del texto son mías. Creer esto era plausible en aquel momento, sobre todo desde el punto de vista británico. Sin embargo, hoy se sabe que, en realidad, la atención de Hitler, en una situación de vacilación en el plano estratégico, estaba ya orientada totalmente hacia la Unión Soviética y que no veía ninguna alternativa. La planeada operación contra Gibraltar respondió a una serie de medidas destinadas a tapar, con un coste asumible, el temporal hueco estratégico global.

[2] El análisis británico respondía a a realidad.

[3] En realidad, en julio. Luego vino la preparación estratégica.

[4] El 22 con Laval y el 24 de octubre con Pétain, ambas en Montoire. Laval era entonces el presidente del Consejo de Ministros de Vichy.