EN EL PERÍODO DESPUÉS DEL JALEO SOBRE JUAN DE LA CIERVA

12 octubre, 2021 at 8:30 am

Quien controla el presente controla el pasado ….

Ángel Viñas

Un antiguo refrán castellano con, al menos, dos variantes (“el mejor -o mayor- desprecioes no hacer aprecio-“ y/o “no hay mejor desprecio que el no aprecio”),figura hoy reseñado en el Centro Virtual Cervantes con su correspondiente equivalencia en otros diez idiomas. El significado que atribuye dicho Centro al uso que del mismo hizo, al parecer, el anterior presidente del Gobierno Don Mariano Rajoy en una determinada ocasión creo, en mi modesta opinión, que no se corresponde con la normal acepción del mismo en el lenguaje común.  Para muchos otros y para mí no apreciar implica, esencialmente, despreciar, defecto o virtud a los que acudo con cierta frecuencia.  

Supongo que algo similar hace el Gobierno de la Región de Murcia. Y, en consecuencia, sus terminales mediáticas. No en vano solicitó dos informes con los cuales aplastar la negativa del Gobierno de España a atender una petición de las autoridades autonómicas sobre la denominación del aeropuerto regional.  Uno de ellos me lo ha transmitido amablemente el profesor Javier Guillamón que lo hizo a petición del Rector de la Universidad. Del segundo informe no sé nada. No ha traslucido. El copyright supongo que corresponde al autor, aun cuando hubiera estado bien retribuido.

A mí, francamente, me importa un comino lo que el gobierno de Murcia piense de un servidor. Sin embargo, que hasta ahora, que se sepa, ni siquiera haya dicho ni pío al desafío que en buena y debida forma les lancé hace dos o tres semanas puede obedecer a una creencia basada en alguno de los siguientes fundamentos:

  • Tenemos razón. No nos la quitará nadie.
  • Viñas es un historiador indigente y no hay que hacerle el menor caso
  • Si respondemos, a lo mejor tiene algún cartucho de recambio y nos hace la pascua.

Puede haber otras explicaciones.  Alguien tendrá que explicar por qué no se publica el informe de un “brillante” historiador que, al parecer, ha demolido (supongo que con gran acopio documental) mis tesis sobre don Juan de la Cierva. ¿De dónde las habrá sacado? Misterio.

La más interesante, desde mi punto de vista, es la primera hipótesis, porque entronca con la batalla que, según se afirma por ciertos terminales mediáticos, la izquierda española en general, y servidor en este caso concreto, están llevando a cabo con el fin de distorsionar la HISTORIAAAAA y ganar hoy la guerra que perdieron (por su propia perversidad) en los campos de batalla hace más de ochenta años.

Como quien esto escribe es algo lento de mollera y considera que el pasado ya no existe, entender la sucesión de hechos que ocurrieron en él y preguntarse por qué, me ha llevado muchos años, mucho esfuerzo, mucho dinero y muchos quebraderos de cabeza. No soy como Stanley G. Payne, a quien últimamente cito con frecuencia porque desde que era un jovencísimo profesor ya sabía lo que tenía que saber para escribir más o menos el mismo libro por lo menos una docena de veces. Desde luego sin preocuparse de haber pisado un solo miserable archivo (salvo el de la FNFF, aunque con escaso éxito).

Lo que hoy creo haber documentado me ha supuesto la friolera de cerca de treinta años, la visita a más o menos cuarenta archivos (estatales, subestatales, públicos y privados) en media docena de países y hacerme con una biblioteca particular de varios millares de libros. ¿Resultado? En ese pasado que ya no existe, las cosas no fueron como nos las contaron los historiadores franquistas y como, con algunas mejoras en cuanto a presentación se refiere, han seguido repitiendo sus epígonos, muy vehiculados por la FNFF.

Que en la dictadura hubiese una interpretación básica y única posible era comprensible. El, para algunos, glorioso régimen de Franco mantuvo una censura prácticamente de guerra hasta la Ley 14/1966, de 18 de marzo. No fue precisamente una disposición que abriera las compuertas a lo que ya se había escrito en el extranjero Eso sí, permitió a una serie de autores afines a la dictadura que actualizasen mínimamente algunos (no demasiados) de los mitos en que se sustentaban los cuentos tradicionales.

Para comprender el amplio abanico tradicional sigue siendo una obra absolutamente imprescindible la de Herbert R. Southworth, El mito de la Cruzada de Franco, que dio a conocer Ruedo Ibérico en París. Dicen los enterados que al berrinche que se cogió el nunca olvidado profesor Manuel Fraga Iribarne (un genio entre los numerosos genios que florecieron durante la dictadura) siguió la creación en su Ministerio de (Des)información y Turismo de una unidad especializada en preparar la contraofensiva, quizá con la idea de reeditar antiguas glorias imperiales a lo Carlos I o Felipe II.

La  encargó al aspirante Ricardo de la Cierva, técnico de Información y Turismo, que ya en su primera obra sobre la política española en este sector había derramado abundantísima baba en su dedicatoria a un invicto general: es decir, al personaje impoluto e inmaculado que llevó a los Ejércitos Nacionales a la victoria sobre el enemigo. Pásmense los lectores: el anarquismo, el socialismo, el comunismo, el liberalismo, la masonería y un montón de ideas nefastas no, nefastísimas, que se habían desarrollado a partir de los principios de la Reforma, la Ilustración, la Revolución francesa y, ¡cómo no!, la soviética. ¡Abajo, pues, los siglos XVIII y XIX! ¡Vuélvase a la España imperial de la contrarreforma!

Por mi parte, he llegado a ciertas conclusiones operativas que he apoyado (ya sé que hay quien dice que eso de los documentos es algo decimonónico, positivista, absurdo) lo mejor que he podido. Eso sí, siempre abierto a que se me demuestre que los he interpretado mal (algo que inevitablemente ocurre a quien, por desgracia, no goza de los privilegios de la presciencia ni de la infalibilidad, en los que tanto abundan otros).

Este tipo de relato, basado en un conjunto de documentos de los que se encuentran huellas en los archivos que poco a poco han ido desclasificándose, parece como si estuviera escrito en chino a los historiadores del tipo Payne. ¿Dónde figura el menor reflejo en el libro que ha escrito y reescrito -con gran éxito- tantas veces?  

¿Es su pasado igual al que servidor describe? No. ¿Es el pasado que ahora quiere “recuperar” una futura Asociación Nacional de Víctimas del Frente Popular? No. ¿Es el pasado que enciende las pupilas de los historiadores de VOX? No. ¿Es el pasado al que se refirió, en presencia de Don Pablo Casado, callado como un muerto, uno de los exfundadores de tal partido hace poco? No. ¿Es el pasado que hace titilar las papillas gustativas de los políticos del PP murcianos? No.

Todos nos hacemos representaciones del pasado, pero unos las documentan en su origen, evolución y afloramiento. Otros, no. Es decir, por un lado, hay historia (no tanto de derechas o de izquierdas, sino documentada o no) y, por otro, camelos. El más importante del pasado español en el siglo XX es el origen de la guerra civil.

Dado que su responsabilidad activa recae en un sector de las derechas, es hasta punto lógico que quieran apartar de sí ese cáliz de amargura. No hubiera habido guerra, claro, si la República hubiese cortado la subversión. No lo hizo. Se redimió como pudo. No dejando caer las armas y tratando de compatibilizar revolución y guerra o guerra y revolución. Por supuesto que ni en marzo, ni en abril, ni en mayo, ni en junio de 1936 se esperaba una. La revolución fue una de las consecuencias del golpe semifallido y semiexitoso. La dictadura de Franco también.

Esto es lo que hay que desfigurar hoy, al igual que se desfiguró desde 1936, porque como bien dijo Orwell quien controla el presente, controla el pasado y quien controla el pasado controla el futuro. Así, que ojo al futuro. ¿No ha dicho el señor Casado que cuando llegue al poder, supongo que con la ayuda de VOX, eliminará todas las leyes aprobadas en la presente legislatura por la izquierda? Y, entre ellas, la todavía no nacida Ley de Memoria Democrática.

Por supuesto, en una democracia no demasiado combativa como la española, pero tampoco peor que otras que nos circundan, corresponderá a la ciudadanía elegir a sus gobernantes con los ojos bien abiertos. En recuerdo de sus antepasados y con la mirada puesta en la futura educación de sus hijos y nietos. Desde luego hay que reconocer al señor Casado un mérito: quien avisa no es traidor.  

En otros países acosados en su tiempo por los fascismos, dado que la suerte de las armas les fue adversa, se tomaron medidas precautorias. También en la República Federal de Alemania. El PP, que tanto alardea de su amistad y connivencia con la CDU/CSU, debiera tomar nota de que con los dineros públicos se subvenciona desde hace muchísimos años una Bundeszentrale für politische Bildung, con el fin de fortalecer el sistema democrático a través de la difusión de material destinado a popularizar conceptos elementales de la democracia plural y de las diversas opciones políticas en escena. ¿Sería pensable algo así bajo un Gobierno del PP? Solo hay que recordar el “pollo” que montó contra una inocua asignatura denominada “Educación para la ciudadanía”. Lógico. No quiere ciudadanos. Prefiere adictos y, a ser posible, que sigan meciéndose en la cuna en la que anidan los consabidos huevos de la serpiente.  

INFORME SOBRE EL CASO JUAN DE LA CIERVA: UNA VERSIÓN ALTERNATIVA (II)

21 septiembre, 2021 at 8:30 am

SEGUNDA PARTE

JdlC en Londres

Es difícil encontrar algún libro que se refiera a los momentos iniciales del golpe de Estado y su repercusión internacional en el que no figure, con mayor o menor brevedad, la actuación del ingeniero murciano en el alquiler del Dragon Rapide. Siempre en conexión con el corresponsal de ABC en Londres, Luis Antonio Bolín. Se han explorado menos los antecedentes de dicho alquiler y la significación oculta tras el vuelo. En estos dos aspectos el funcionario que suscribe ha de remitirse a dos de su libros (La conspiración del general Franco y El primer asesinato de Franco, Crítica, Barcelona, 2ª edición revisada, 2012 y 2018 respectivamente, en colaboración).

Una primera referencia a la actividad previa de JdlC en Londres fue casi coetánea de los acontecimientos. Se ha mencionado frecuentemente en la literatura en lengua inglesa pero menos en la española y, ciertamente, no en la historiografía franquista o proclive a los sublevados. Se trata de unas memorias, aparecidas en Londres en 1937 y tituladas Georgian Adventure. The Autobiography of Douglas Jerrold (se citan según la edición especial del “Right” Book Club, publicadas al año siguiente). Una sucinta referencia biográfica al autor se encuentra en . https://en.wikipedia.org/wiki/Douglas_Francis_Jerrold, si bien est funcionario se halla en profundo desacuerdo con la afirmación de que el avión fuese tripulado por dos agentes del servicio de inteligencia británico. No está demostrado documentalmente hasta el momento, aunque al menos uno de ellos sí había tenido contactos con el servicio de inteligencia militar (que no es lo mismo que el Secret Intelligence Service o MI6). En este último ingresó tras la guerra civil española.

Jerrold (p. 362) describió las actividades previas a la sublevación de un grupo de españoles e ingleses entre los cuales figuraron el propio exrey Alfonso XIII, el duque de Alba, Ramiro de Maeztu, Antonio Goicoechea, el marqués Merry del Val, José Calvo Sotelo y JdlC aparte de él mismo. Reconoció no haberse encontrado nunca con el líder monárquico. Sí se sirvió de sus discursos para publicar un panfleto, en contra del gobierno republicano, en conexión con Bolín y el marqués del Moral. Apareció en 1933 y ha de situarse en el contexto de la campaña antirrepublicana que los exiliados monárquicos promovieron también en Francia. Más detalles sobre las actividades de este grupo se encuentran en Enrique Moradiellos (Neutralidad benévola. El gobierno británico y la insurrección militar española de 1936, Pentalfa, Oviedo, 1990) y, en el plano de la política interna británica, en Andrew Roberts, Eminent Churchillians, Phoenix, Londres, 1995).

En julio de 1936 Bolín llamó a Jerrold con un asunto urgentísimo. En un almuerzo al día siguiente Bolín y JdlC le contaron que en las últimas semanas el inventor del autogiro había estado muy atareado y envuelto en las brumas de un secreto impenetrable (sic). Había estado ocupado en Londres y en París con los preparativos del golpe. El y Bolín querían que Jerrold les proporcionara contacto con algún amigo suyo y dos o tres rubias que pudieran fingir un viaje de placer a África. Jerrold, después de alguna reflexión, sugirió el nombre de un exmilitar con experiencia de situaciones broncas en Marruecos, México e Irlanda del Norte. Era cierto. Más tarde, en presencia de los dos conspiradores, Jerrold convenció al excomandante (en realidad capitán) Hugh Pollard de que volase en el Dragon Rapide a Canarias para trasladar a Franco a Marruecos. Con otros detalles poco trascendentes las tres páginas en las que Jerrold (370-372) describió este encuentro muestran dos cosas: JdlC llevaba tiempo participando en actividades subversivas en las dos capitales mencionadas (en esto coincidió años después Maiz, que no hizo la menor referencia a las memorias de Jerrold) y que, en combinación con este último y con Bolín, fue obviamente uno de los motores que llevó a la aventura del avión.

Las memorias de Bolín (España, los años vitales, Espasa-Calpe, Madrid, 1967, y en edición ligeramente diferente inglesa Spain: The Vital Years, Cassell, Londres 1967) alumbraron, por parte española, la cuestión. Pocos han sido los historiadores que las hayan cuestionado. El funcionario que suscribe lo ha hecho sistemáticamente porque Bolín, además de ser un ególatra, mintió de forma descarada.  Es imposible negar que JdlC estuvo implicado en el tema como extensión de sus actividades antirrrepublicanas. El análisis de estas últimas fue completado por  Moradiellos (189-192, 200-207, 271-273) y Gerald Howson (Armas para España. La historia no contada de la guerra civil española, Península, Barcelona, 1998, 91, 94,101, 123).

De notar es que una parte de la historiografía franquista no ocultó del todo, pero sí describió limitadamente, las actividades suplementarias de JdlC en la adquisición de unos cuantos aviones civiles para los sublevados tras el golpe  (Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, Editora Nacional, 1973, I, 370). Podrían aducirse más títulos.

Enjuiciamiento de la actuación de JdlC

El funcionario que suscribe apela al mejor critierio de V.E. en la confianza de que no llegue a creer que en las líneas que siguen pretende atribuirse méritos que no le corresponden. Ha de confesar, no obstante, que ha sido uno de los pocos autores en someter al duro contraste con la evidencia primaria relevante de época las numerosas versiones sobre los antecedentes del vuelo, sus finalidades (que no fueron solo la de trasladar a Franco a Marruecos), las dificultades que el Gobierno de la República encontró a la hora de obtener material de guerra en el extranjero y, no en último término, las actividades de JdlC. Siempre, como es lógico, remitiéndose también a lo que historiadores precedentes habían escrito al respecto.

Tal enmarque lo comenzó en sus libros La soledad de la República  (Crítica, Barcelona, 2006, I),  La conspiración del general Franco (2011 y, en particular, 2012, II), Las armas y el oro (Pasado&Presente, 2013, III) y, junto con el Dr. Miguel Ull y el primo hermano del que suscribe, Cecilio Yusta Viñas,  El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación (Crítica, 2018, IV). Posteriormente abundó en algunos extremos en el marco más concreto de la conspiración contra el Gobierno legítimo de la República (¿Quién quiso la guerra civil?, Crítica, 2019, V).

JdlC suele aparecer en ellos de refilón (por ejemplo, en I, 41, 75; en III, 36, 253, 458; en IV, 28-32), explicando sus cualidades específicas que le hacían particularmente importante para intervenir en el alquiler del Dragon Rapide, reduciendo los méritos que se autoatribuyó Bolín y con referencias a sus actividades como asesor de la “Junta Nacional” en París encargada de obtener material de guerra. En V, 320 y 322, abundó en la significación de su viaje a Roma, por orden de Alfonso XIII, para apoyar las gestiones con el fin de facilitar la entrega de material de guerra. Varias de sus actividades, contextualizadas, se expusieron en II, 28-34 y 50s, esencialmente.

Según Jesús Salas Larrazábal (Guerra Aérea, I, 1998, 14, 16) la razón por la cual JdlC se trasladó a Inglaterra fue porque “no encontró en España el apoyo necesario para poder desarrollar su invento a escala industrial”. Continuó el proceso de “mejoras continuas del autogiro y el modelo C.8.II logró cruzar el canal de la Mancha en 1928 y al año siguiente recorrió el trayecto Madrid-Lisboa”. Dicho autor también mencionó (114s) las adquisiciones de material aéreo en las que participó el ingeniero murciano. No dijo una palabra, sin embargo, de su papel más político, quizá por desconocerlo, que sí descubrió Moradiellos en tanto que presidente de la “Junta Nacional” establecida en Londres y que no experimentó demasiados entorpecimientos por las autoridades británicas. En su obra póstuma (La intervención extranjera en la guerra civil española, Galland Books, 2017) este funcionario ya no ha encontrado ninguna referencia a JdlC ni tampoco a las reacciones que el estallido de la sublevación provocó en el Reino Unido.  Algo sorprendente, dado  que  el periodista inglés Peter Day (Franco´s Friends. How British Intelligence Helped Bring Franco to Power in Spain, Biteback, 2011, traducida al castellano en 2015 en Tusquets) había llamado la atención sobre ciertos aspectos no desdeñables, algunos de los cuales  había anticipado Moradiellos.  

Entre ellos, y no sin una brizna de exageración y diversos errores que este funcionario también ha puesto de relieve en sus obras, figuran los manejos y las facilidades que JdlC encontró en los medios aeronáuticos británicos e incluso en el propio Foreign Office, aunque su deseo de poder charlar con el primer ministro Stanley Baldwin no fue atendido. Quizá merezca la pena destacar que del trabajo de Day el funcionario que suscribe se hizo eco inmediatamente en Viñas, II, III y IV.  No lo hizo así Salas Larrazábal, quien por no citar no cita ni a Moradiellos.

Corresponde a Maiz (II, 318-320)  el indudable mérito de haber reproducido una carta de JdlC fechada en Londres el 19 de setiembre al general Mola en la que le dio cuenta de sus actividades en Alemania, entre otros con Canaris y representantes de la industria, relativas al suministro de municiones para los sublevados. De esta carta se han hecho eco numerosos autores que no han negado su autenticidad. Uno de los últimos ejemplos es el general José García Rodriguez (Conspiración para la rebelión militar del 18 de julio de 1936, Silex, Madrid, 2013, 434-436)   Una fotocopia del original se encuentra en el archivo del Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika y está en poder de quien suscribe.

También copió Maiz (II, 317s) una posterior carta de JdlC a Mola desde Londres “a finales de septiembre de 1936”. Ni el original ni una copia se encuentran en el fondo documental de su nombre en el Archivo General de Navarra. No se reproduce aquí por carecer, en la opinión de este funcionario, de la debida sustentación documental, pero podría ser verídica. Muestra que JdlC estaba en aquel momento en contacto con directivos de la Abwehr y también con el traficante de armas Josef Veltjens, un personaje bien conocido.

Así, pues, y salvo mejor opinión en contrario, es difícil negar que el ingeniero JdlC no estuviera en contacto con representantes de la conspiración monárquica tanto en Londres como en España. Tampoco es extraño, constatada su amistad con Bolín, aunque luego este último fue un tanto parco en sus alabanzas. De creer a Maiz, sus relaciones con Mola fueron, en la medida de lo posible, bastante fluídas. Aunque el funcionario que suscribe no comparte la idea de la asociación de Mola con agentes de la Abwehr antes del golpe (algo que solían subrayar los autores empeñados en demostrar la complicidad nazi con la sublevación), y para las cuales no se ha encontrado la menor referencia en los archivos alemanes, sí le parece muy verosímil que JdlC hubiese tenido relaciones que apuntaban al Tercer Reich. La cuestión es desde cuándo, si antes o después de la sublevación. Se trata de un tema que no carece de significado histórico y político. Como es notorio, la mayor parte de la documentación de la Abwehr se destruyó durante la segunda guerra mundial.

Es más, a medida que pasaba el tiempo JdlC fue expandiendo sus actividades. El 14 de noviembre, poco antes de su inesperado accidente, presidió la delegación franquista en la que también participó Joaquín Bau para negociar los términos de las relaciones comerciales y de pagos bilaterales entre los sublevados y las autoridades británicas (Moradiellos, 348).

Conclusión

En definitiva, JdlC estuvo en una posición privilegiada en Londres y su actividad pregolpista fue conocida del rey Alfonso XIII. No hay por qué dudar de las afirmaciones de Bolín a este respecto, apoyada en los papeles conservados por Pedro Saínz Rodríguez. Es totalmente impensable que los monárquicos hubiesen obviado informar a JdlC de lo que se tramaba. No era solo el vuelo del Dragon Rapide a Canarias. Era también la adecuada preparación de un golpe de Estado y de una guerra que, en el peor de los casos, se estimaba corta.

Es posible que existan papeles todavía ignorados sobre las actividades de JdlC al servicio de los sublevados. Es verosímil que el ingeniero murciano los hubiese conservado en Londres. Pereció el 9 de diciembre de 1936 en el accidente del Douglas DC -2 de la KLM cuando intentó despegar en un vuelo regular a Amsterdam desde el aeropuerto de Croydon. Sus andanzas durante los meses de octubre y noviembre siguen siendo desconocidas. A juzgar por su supuesta segunda carta a Mola de septiembre es altamente probable que continuaran la misma pauta, e incluso más acentuada, que hasta aquel momento.

No corresponde a este funcionario valorar la importancia técnica o tecnológica de la aportación del ingeniero JdlC al desarrollo aeronáutico.

Este informe se ha redactado con el fin de poner en conocimiento de V.E. las actividades de JdlC en apoyo a los conspiradores primero y de los sublevados después en relación con el golpe de Estado de julio de 1936, tal y como se desprenden de la literatura consultada. Es una literatura  que está por cierto al alcance de cualquier historiador.

Tampoco corresponde al funcionario que suscribe examinar si, en virtud de los criterios oportunos, tales actividades son compatibles o no con la línea política establecida por la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, y todavía vigente. Este funcionario es de la opinión personal que no lo son y queda a la disposición para cualquier aclaración ulterior que se considere necesaria.

V. E. decidirá.

Angel Viñas

[ESTE INFORME FICTICIO EN DOS PARTES ES MI RESPUESTA A LA DESINFORMACIÓN QUE SE HA DISTRIBUIDO SOBRE EL TEMA. YA REDACTADA LA SEGUNDA PARTE EL PROFESOR JAVIER GUILLAMÓN HA TENIDO LA DEFERENCIA DE ENVIARME EL QUE HIZO A PETICIÓN DEL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA. NO ME HA HECHO CAMBIAR UNA SOLA PALABRA.

ESTOS DOS POSTS SON TAMBIÉN LA RESPUESTA A LOS MEDIOS QUE HAN DIFUNDIDO LO QUE NO ES SINO BASURILLA HISTÓRICA.  ME RESERVO EL DERECHO DE VOLVER AL TEMA SI EL GOBIERNO DE LA COMUNIDAD DE MURCIA SIGUE SIN HACER PÚBLICO EL SEGUNDO INFORME QUE HA MANEJADO.

QUISIERA, POR ÚLTIMO, SEÑALAR QUE LA ACTUACIÓN DEL PROFESOR GUILLAMÓN ME PARECE UNA MUESTRA DE CORRECCIÓN ACADÉMICA QUE, NATURALMENTE, NO HAY QUE PENSAR QUE DEBAN TENER EL GOBIERNO DE MURCIA Y SUS CONSEJEROS. ENGAÑARÁN A SU ELECTORADO, PERO POSIBLEMENTE NO A LOS QUE ENTIENDEN LOS PORMENORES DE LA SUBLEVACIÓN DE 1936 Y SUS ANTECEDENTES].

INFORME SOBRE EL CASO JUAN DE LA CIERVA: UNA VERSIÓN ALTERNATIVA (I)

14 septiembre, 2021 at 8:30 am

ÁNGEL VIÑAS

La prensa de derechas, particularmente la murciana, pero ahora también algún título de la madrileña, viene subrayando que el autor de estas líneas es un historiador despreciable y que por puras razones ideológicas presentó en su momento al Gobierno de España un informe sucinto sobre el caso JdlC para evitar que el aeropuerto de Murcia recibiera el nombre glorioso del inventor del autogiro. Tanto el Gobierno regional como sus tentáculos mediáticos han abundado en la idea y alertado al público de la existencia de, al menos, otros dos informes, no dados a conocer, de los que se afirma rebaten los argumentos que en su momento aduje. Puede ser, pero nadie, que servidor sepa, ha escrito algo en contra de algunas pruebas documentales que aparecieron en tres entregas en el periódico digital InfoLibre con la reproducción de un informe manuscrito de JdlC sobre sus andanzas en ayuda a los sublevados y que dirigió al general Mola en septiembre de 1936.

Más que dar una respuesta directa a la desinformación difundida y a unos informes desconocidos  he preferido preparar un escrito que no existió. En él, con el lenguaje formal que solía utilizarse cuando servidor era un joven funcionario, me dirijo a la Superioridad, con las proclamaciones de subordinación correspondientes a aquella época, para demostrar las implicaciones de la participación de JdlC en la conspiración. He utilizado material (libros) accesible a cualquiera y fáciles de encontrar en bibliotecas. Supongo que también será accesible a los doctos historiadores presumiblemente bien retribuídos por el Gobierno de la Región de Murcia. Aservidor no le pasó jamás por la mente solicitar un miserable céntimo. La redacción de mi sucinto informe al Gobierno no me llevó más de un par de horas.

En este post presento, pues, a mis amables lectores y a mis numerosos detractores un ingenuo informe alternativo. Ruego a los primeros tengan la bondad de no reirse demasiado. Lo he escrito con la mayor seriedad posible, dada la repercusión mediática del caso.

INFORME QUE SOMETE EL CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE Y TÉCNICO COMERCIAL Y ECONOMISTA DEL ESTADO, JUBILADO, ANGEL VIÑAS

“Excmo. Sr.

El funcionario que suscribe tiene el honor de elevar a conocimiento de V.E. el informe en anexo acerca de la petición del Gobierno de la Región de Murcia para modificar el nombre del aeropuerto correspondiente. La urgencia me impide extenderme más de lo estrictamente necesario para la comprensión del caso.

De Bruselas para Madrid a x de octubre de 2020.

Fdo     Angel Viñas

Anexo

El Gobierno de la Región de Murcia ha sometido a la preceptiva autorización su deseo de que se designe en el futuro el aeropuerto de la misma con el nombre de Juan de la Cierva, en virtud de los notables méritos contraídos por dicho ingeniero y que condujeron a la invención del autogiro. Se plantea la cuestión de dilucidar si tal petición es compatible o no con el espíritu que anima la vigente Ley 52/2007, de 26 de diciembre.

Tras un análisis del comportamiento de Don Juan de la Cierva (en adelante JdlC) en la preparación y desarrollo del golpe de Estado de 17-18 de julio de 1936 el funcionario que suscribe eleva a la superior consideración de V.E. las siguientes informaciones avaladas por la literatura disponible. Anticipo que desde el punto de vista estrictamente histórico la connivencia y participación de JdlC con y en los preparativos del golpe de Estado de 1936  y sus consecuencias es difícilmente rebatible, salvo mejor opinión en contrario.

Introducción

De tiempo lejano, es decir, desde la guerra civil misma, la participación de las potencias del Eje en los preparativos de la misma ha sido evocada repetidamente en la literatura. El funcionario que suscribe, tras extensas investigaciones al respecto, llegó a la conclusión de que el Tercer Reich no parece que hubiese participado. Sí lo hizo, sin la menor duda, la Italia fascista, lo cual lleva a dudar de la pertinencia del adjetivo ya  adherido en la época al denominado “Alzamiento Nacional”.

Tal conclusión está basada en un análisis de la literatura disponible y de los archivos alemanes a los que en su momento tuvo acceso este funcionario y que se materializó en sus libros La Alemania Nazi y el 18 de Julio (Alianza Universidad, Madrid, 1974; reedición revisada en 1977, y más ampliada en 2001 bajo el título Franco, Hitler y el estallido de la guerra civil). Sin embargo, existen motivos para pensar que tales investigaciones no están suficientemente fundamentadas ya que adolecen de una cierta falta de concreción en vista de la carencia de documentos de archivo que ratifiquen sus resultados más allá de toda duda posible.  

PRIMERA PARTE

 JdlC y Mola antes del 18 de julio

La información sobre la activa participación de JdlC en los preparativos del golpe de 18 de julio de 1936 la expuso uno de los testigos más cercanos al general Mola. Fue Bernardo Félix Maiz, ayudante civil del mismo tras su llegada a Pamplona. Escribió tres libros en diversos momentos del tiempo sobre los antecedentes y, por último, sobre las divergencias que, según afirmó, surgieron tras la sublevación entre Mola y Franco.

En su obra inicial, Alzamiento en España. De un diario de la conspiración (2ª edición, 1952, Editorial Gómez, Pamplona), que es la que este funcionario guarda en su biblioteca, JdlC aparece en varias páginas. En su segundo libro, Mola, aquel hombre. Diario de la conspiración (Planeta, Barcelona, 1976), lo hace en muchas más. Conjugando ambos títulos (I y II, en lo sucesivo) puede llegarse a una idea bastante completa de la participación del ingeniero murciano en la conspiración contra el Gobierno legítimo de la República.

El 12 marzo de 1936 Mola se reunió con los generales Fanjul y Rodríguez del Barrio para pasar revista a la situación. En ella se indicó que era “preciso también sondear los grupos políticos a los que se consideraba dispuestos a participar en la conjura y buscar personal que colaboraran en el proyecto”. Se habló, entre otros, de JdlC (II, 63). Esto indica que se pensaba contar con él ya en fecha tan temprana. JdlC, sin embargo,  no aparece en Maiz  hasta finales de junio (II, 137). En este momento Mola le entregó en Pamplona un troquel-modelo para la fabricación de la munición correspondiente al fusil de infantería. La idea era que, con dicho troquel, en el extranjero fuera posible fabricar tal tipo de cartuchería. Así fue. El ingeniero andaba entonces por España haciendo gestiones no precisadas, pero relacionadas con aviones (II, 204). En tal ocasión debió de recibir dicha pieza.

También en el mismo mes de junio ya se estaban encargando de las “gestiones para adquirir un aparato de gran radio de acción con destino al general Franco”  Kindelán, Luca de Tena, Bolín y JdlC (II, 175).

Tales gestiones se iniciaron en París por el marqués de Luca de Tena y en Londres por JdlC y Luis Antonio Bolín. Una noticia fechada en esta última ciudad el 7 de julio aseguró que “el asunto no se había resuelto todavía” (II, 202), pero no cabe duda de que las gestiones prosiguieron con éxito ya que, probablemente poco después, “el general Kindelán informó sobre los obstáculos con que tropiezan en Londres JdlC y Antonio Bolín (…) Últimamente la intervención de un inglés, mister Pollard, amigo de La Cierva, parece decidir la adquisición de un aparato con destino a una expedición cinegética por tierras de África” (II, 238). A esta cuestión  se referirá la segunda parte del presente informe.

El 14 de julio Mola esperaba ansiosamente noticias de Ceuta, Santa Cruz de Tenerife y San Juan de Luz. Se envió “un mensaje al teniente coronel Baselga requiriendo noticias del avión de Croydon, porque sin duda La Cierva sabría su paradero. Baselga podía comunicarse con La Cierva” (II, 274). Maiz escribió poco después (II, 275) que Bolín, “junto con el señor La Cierva había gestionado el alquiler del aparato”. Según Wikipedia, Eduardo Baselga fue detenido en San Sebastián el 14 de agosto. Compareció ante un consejo de guerra sumarísimo y fue fusilado pocos días después.

JdlC no actuaba en el vacío. Maiz afirmó que también participaba en las gestiones anticipatorias de la sublevación en conexión con un agente del servicio de inteligencia militar nazi (Abwehr) que dirigía el famoso almirante Canaris. Dicho agente (“WIM”) había suministrado al capitán Barrera “dos señas y contraseñas para que sean utilizadas por don Juan de la Cierva. Barrera se las entregó al general. Es un asunto exclusivo del trío Mola-La Cierva-WIM” (II, 281). Según esta fuente Manuel Barrera era el ayudante del coronel García Escámez y figura en la lista de miembros de la UME compilada según los datos obtenidos por el Negociado de Control de Nóminas del Ministerio de la Guerra, ubicado en la DGS y que el funcionario que suscribe dará a conocer en su próximo libro, El gran errror de la República.

En su primera obra Maiz ofreció algunos detalles complementarios sobre la conexión Mola-JdlC-Abwehr. Parecen un tanto fantasiosos, pero nadie -salvo servidor- los ha impugnado. El 27 de junio, el agente 6-WIW-9 (no se sabe si era WIM u otro) había comentado al general que “el tono católico en la próxima guerra civil española creemos que no será del agrado de Hitler. Sin embargo … “ (I, 189s) Ya recogió, en el mes de julio pero sin fecha, que “Mola ha tenido noticias por una persona cercana al aviador Gándara, que se encuentra en Francia, de la salida de Londres, ruta Tánger, del avión que ha de transportar al general Franco (…) Las gestiones del señor La Cierva, junto con el señor Bolín en Londres, para el logro del avión, han tenido éxito. Es un aparato de gran radio de acción. Lleva un nombre: “Dragon Rapid”  “ (sic) (I, p. 262).  

Probablementte se trató de Joaquín de la Gándara y Plazaola, marqués de la Gándara. Había participado en el 10 de agosto de 1932 y combatido la “revolución de octubre” en 1934 en Guipúzcoa. Era miembro destacado de Renovación Española, el partido monárquico cuyos dirigentes desarrollaron las conexiones previas con la Italia fascista de cara a la sublevación. Comandante de un Tercio de Requetés murió a los pocos días del estallido. Existe una referencia al mismo, que el funcionario que suscribe no ha comprobado, en la obra del marqués de San Juan de Piedras Albas, Héroes y mártires de la aristocracia española (Madrid, S. Aguirre, 1945, citada extensamente por Alfonso Bullón de Mendoza, “Aristócratas muertos en la guerra civil española” (https://dialnet.uniroja.es).

Incidentalmente, esta información refuerza la tesis de que la mayor responsabilidad por el desencadenamiento de la guerra civil corresponde a los monárquicos alfonsinos. Fueron quienes, junto con los carlistas, más contribuyeron a la subversión del Ejército desde 1934, tal y como ha expuesto quien esto escribe en ¿Quién quiso la guerra civil  (Crítica, Barcelona, 2019) y que reiterará, desde otro ángulo, en El gran error de la República (ibid, a aparecer en 2021).

 Maiz (I, 263s) explicitó en un apunte anterior al 13 de julio las gestiones de las que se encargaría JdlC de la siguiente forma:

Recibirá instrucciones en breve para un posible desplazamiento a Londres y Berlín. Asunto de municiones. Es una de las grandes preocupaciones del  general (…) La industria privada de armamento de guerra se prestará a servir mediante un pago al contado. Fábricas alemanas, austríacas y polacas están en condiciones de hacerlo. Hacen falta libras (…) Berlín y Londres serán los centros de actividad del señor La Cierva. Voy a anotar los nombres de dos personas que en Alemania van a intervenir desde el primer momento de las gestiones. Son el almirante Canaris y Von Veltjens (sic) (…) Se ha salvado una gran contrariedad: el calibre de nuestro fusil. Se ha resuelto porque el general Mola guarda un pequeño paquete que encierra una “pieza” que en su día el señor La Cierva llevará para solucionar rápidamente lo que podría encerrar una gran contrariedad”  Es obvia la responsabilidad que contraía JdlC en allegar recursos no ya para la sublevación sino para toda una guerra.

Efectivamente, según el citado autor (Maiz, II, 317-321), Mola había pensado (con razón, debería añadirse) en la posibilidad de que el golpe no triunfara y que diese paso a toda una contienda. Para ello, contaba con JdlC ya en la tercera decena del mes de junio cuando inició una operación oculta que el ingeniero bautizó con el nombre de Operación Faubourg y que involucraba al Tercer Reich.  De ella no se ha encontrado, que se sepa, ninguna otra referencia y no cabe descartar que se tratara de un caso de desinformación  por parte del dicho autor.

Conclusiones parciales

Esta primera parte del presente informe se ha limitado a la actuación desarrollada por JdlC antes del golpe de Estado. De ella se desprende que en una fecha no determinada, pero que cabe por lo menos situar en marzo de 1936, el nombre de JdlC se asoció de inmediato a los planes subversivos de los conspiradores.

Los contactos que identificó Maiz reflejan que JdlC estuvo en relación más o menos continua con Mola y que esta se densificó a medida que se acentuaban los preparativos. Tal contacto parece que tuvo lugar principalmente gracias a viajes de JdlC a España (de los que no se tiene demasiada noticia), pero también por medios indirectos tales como mensajeros.

El papel de JdlC se sitúa en el relato de Maiz en dos niveles: el primero en conexión con la supuesta actividad, todavía no documentada, de los agentes de la Abwehr nazi próximos a Mola; el segundo, con los preparativos en conexión con el marqués de Luca de Tena y el corresponsal en Londres del periódico ABC, Luis Antonio Bolín, para alquilar un avión que pudiera extraer a Franco de Canarias y transportarlo a Marruecos. De recordar es que Luca de Tena renunció a la dirección del periódico por lo cual pudo dedicarse enteramente a la preparación de la sublevación desde su previsor autoexilio en Francia.

[Continuará en el blog la semana próxima, pero en la realidad alternativa la segunda parte figuraría inmediatamente después de la primera]

 

Polémica sobre Juan de la Cierva (II)

5 febrero, 2019 at 8:30 am

En relación con el aspecto fundamental de si el inventor del autogiro sabía o no sabía la finalidad para la cual se le pidió que procurase un avión inglés el autor o autores de la entrada de Wikipedia fueron unos merluzos, por decirlo suavemente. No solo ignoraron los resultados de la historiografía sino también los dos libros de memorias que han alumbrado, aunque no del todo, el episodio. Se citan una y otra vez, pero ya se sabe que no vale iluminar a quien no quiere ver. Así, por ejemplo, Douglas Jerrold contó lo que sabía de cómo se embarcó a de la Cierva y para qué en sus memorias aparecidas en 1937. También Bolín aportó su granito de arena en las suyas, aparecidas treinta años más tarde. Para quienes aspiren a nota podrían acudir igualmente a las del marqués de Luca de Tena, propietario de ABC, que siguieron un poco después. Es más, si “fuentes” lejanas en el tiempo hubiesen resultado difíciles para tan audaces autores, podrían haber utilizado el librito de un periodista, Peter Day, publicado en España hace pocos años. Resume, acríticamente por cierto, lo escrito por los dos primeros y muestra que sabrá mucho de Inglaterra, pero poco o nada de España.  

Entre los tres primeros autores mencionados puede reconstruirse la operación (aunque con lagunas, porque Jerrold no conocía el trasfondo español y los dos patriotas no quisieron contar todo lo que sabían). Aparte de lo que escribió Jerrold, las versiones de Bolín y Luca de Tena difieren algo (afán de protagonismo del periodista, deformación y cuidadoso silencio en el segundo), pero lo que está absolutamente claro es que Juan de la Cierva supo desde el primer momento para qué iba a servir el Dragon Rapide. Y, enemigo de la República como era, no le pareció nada mal. No pretendo en estas líneas darme autobombo, pero al tema le he dedicado parte de tres libros y para el avión he contado con la inapreciable ayuda de mi primo hermano y expiloto Cecilio Yusta. Sobre el trasfondo monárquico de la operación (de lo que algunos creen que ya se sabe todo) todavía queda bastante por decir. Dentro de unos meses daré a conocer un grueso libro en el que expondré los manejos de la trama civil de cara al 18 de julio.

Por el momento baste con decir que a Juan de la Cierva le llamó días más tarde Alfonso XIII para que se desplazara desde Londres a Roma. La misión, que no explicó pormenorizadamente en carta a Mussolini, estribaría en convencer a los italianos de que el golpe que esperaban desde hacía varias semanas era el preparado por los monárquicos. El 20 de julio anunció el viaje al Duce brevemente: “Le supongo enterado de la enorme importancia del movimiento español. Faltan elementos modernos de aviación y con objeto de adquirirlos van a Roma Juan La Cierva [sic] (inventor del autogiro) y Luis Bolín, personas de mi entera confianza. El marqués de Viana [ayudante] portador de la presente le explicará todos los detalles y la ayuda que espero nos prestará”.

Es una misiva que se conoce desde hace más de cuarenta años, pero no se ha encuadrado suficientemente. Implica una triangulación telefónica entre el exmonarca, de vacaciones en Austria, y sus dos mensajeros. Bolín le habría anunciado el viaje bien desde Lisboa o desde Biarritz mientras que de la Cierva probablemente seguía en Londres. Sus implicaciones no se han explicitado. Para hacerlo hay que recordar que Bolín silenció cuidadosamente la presencia del ingeniero, que tuvo que llegar a Roma después de él. A decir verdad, también puso en segundo plano a Viana, que según el intrépido periodista no pintó absolutamente nada. Solo él, Bolín, arrancó a los italianos el compromiso de enviar aviones a Franco. Una estupidez como un pino que ha teñido gran parte de la historiografía. Las ventajas de ser un embustero consumado y un cínico de gran calibre. Cuando publicó sus memorias (España: los años vitales) en español y en inglés (aunque, por motivos no explicados, las dos versiones no siempre coinciden) de la Cierva llevaba casi treinta años criando malvas. Quien pudo desmentir a Bolín no lo hizo por razones que ignoramos. Se limitó a escribir una gélida referencia solapada que experiodista no llegó a leer porque murió a los pocos años de publicar su panfleto. Es indudable que, como ya había hecho con el para él glorioso vuelo del Dragon Rapide, quiso llevarse para sí el triunfo histórico de desencadenar la ayuda italiana a Franco.

No sabemos si de la Cierva llegó a ver a las autoridades romanas. Es probable que no. Hasta ahora no se ha encontrado ningún papel que lo documente.  Así que no tuvo más remedio que regresar a Londres. Si informó al exrey del resultado de su viaje tampoco es conocido. En aquel momento era difícil que pudiera pensar que, treinta años más tarde, Bolín iba a tener el tupé de alzarse con todo el mérito.

En Londres, ya metido de lleno en las labores de ayuda a los sublevados, hizo lo que sabía hacer. Gracias a sus contactos con el mundillo del transporte aéreo procuró adquirir aviones civiles para pasárselos a Mola. La sublevación había estallado sobre una Europa bastante desprevenida (no en los casos de Italia e Inglaterrra), pero ya el 25 de julio Hitler había decidido enviar ayuda a Franco. Pocos días después dos aviones italianos tuvieron que hacer un aterrizaje forzoso en la zona francesa de Marruecos. La noticia apareció en grandes titulares en la prensa internacional. En el ínterin el consejo de ministros francés dudaba en si ayudar o no a la República y cómo. A principios de agosto, lanzó la idea de la no intervención, una forma de cordón sanitario para evitar que los países europeos apoyasen activamente a los contendientes. Con ello escondía la incapacidad francesa de ayudar al Gobierno legítimo de la República.

Alemania e Italia hicieron caso omiso y durante agosto procuraron retrasar la puesta en práctica de la no intervención mientras enviaban armas, municiones y militares a Franco y Portugal prestaba una preciosa ayuda diplomática, sobre todo en Londres. Aquí el gobierno tory incluso se adelantó y el 19 de agosto la proclamó unilateralmente. El ingeniero pudo apañarse, en un plazo sumamente corto de unas tres semanas, para según Gerald Howson adquirir unos diez aviones civiles (a Barcelona llegaron 14).  No le faltó dinero. Se ignora de dónde lo obtuvo. Pudo ser de March (que había pagado a toca teja los italianos). Tal vez del propio exrey. No en último término de monárquicos agradecidos.

Le ayudaron dos circunstancias: el nuevo embajador en Londres, Julio López Oliván, siguió una conducta sinuosa de doble juego. Demoró en todo lo posible los encargos que le hacía el Gobierno de Madrid (una forma de sabotaje) y pintó en negros colores al británico lo que pasaba en España. Mientras tanto, casi todo el cuerpo diplomático español asentado en Londres, incluidos los agregados militares, se pasó a los sublevados salvo contadas excepciones. A principios de agosto hubo que enviar a un jefe, el comandante Carlos Pascual Krauel. Sus comunicaciones fueron rápidamente descifradas por las autoridades británicas.

Sin duda a Juan de la Cierva la exploración del mercado inglés no le llevó todo su tiempo. Así que miró hacia el continente. Por fortuna, he encontrado un documento -conocido, pero mal interpretado- que permite echar luz sobre sus andanzas en la Alemania nazi. Lo expondré en el próximo y último post.

En el ínterin más detalles sobre lo tratado hasta ahora pueden encontrarse en tres de mis libros La soledad de la República, La conspiración del general Franco y El primer asesinato de Franco (escrito al alimón con Cecilio Yusta Viñas y Miguel Ull Laíta). Todos en CRÍTICA. Daré infinitamente mucha más información en el previsto para esta primavera.

(continuará)