INFORME SOBRE EL CASO JUAN DE LA CIERVA: UNA VERSIÓN ALTERNATIVA (II)

21 septiembre, 2021 at 8:30 am

SEGUNDA PARTE

JdlC en Londres

Es difícil encontrar algún libro que se refiera a los momentos iniciales del golpe de Estado y su repercusión internacional en el que no figure, con mayor o menor brevedad, la actuación del ingeniero murciano en el alquiler del Dragon Rapide. Siempre en conexión con el corresponsal de ABC en Londres, Luis Antonio Bolín. Se han explorado menos los antecedentes de dicho alquiler y la significación oculta tras el vuelo. En estos dos aspectos el funcionario que suscribe ha de remitirse a dos de su libros (La conspiración del general Franco y El primer asesinato de Franco, Crítica, Barcelona, 2ª edición revisada, 2012 y 2018 respectivamente, en colaboración).

Una primera referencia a la actividad previa de JdlC en Londres fue casi coetánea de los acontecimientos. Se ha mencionado frecuentemente en la literatura en lengua inglesa pero menos en la española y, ciertamente, no en la historiografía franquista o proclive a los sublevados. Se trata de unas memorias, aparecidas en Londres en 1937 y tituladas Georgian Adventure. The Autobiography of Douglas Jerrold (se citan según la edición especial del “Right” Book Club, publicadas al año siguiente). Una sucinta referencia biográfica al autor se encuentra en . https://en.wikipedia.org/wiki/Douglas_Francis_Jerrold, si bien est funcionario se halla en profundo desacuerdo con la afirmación de que el avión fuese tripulado por dos agentes del servicio de inteligencia británico. No está demostrado documentalmente hasta el momento, aunque al menos uno de ellos sí había tenido contactos con el servicio de inteligencia militar (que no es lo mismo que el Secret Intelligence Service o MI6). En este último ingresó tras la guerra civil española.

Jerrold (p. 362) describió las actividades previas a la sublevación de un grupo de españoles e ingleses entre los cuales figuraron el propio exrey Alfonso XIII, el duque de Alba, Ramiro de Maeztu, Antonio Goicoechea, el marqués Merry del Val, José Calvo Sotelo y JdlC aparte de él mismo. Reconoció no haberse encontrado nunca con el líder monárquico. Sí se sirvió de sus discursos para publicar un panfleto, en contra del gobierno republicano, en conexión con Bolín y el marqués del Moral. Apareció en 1933 y ha de situarse en el contexto de la campaña antirrepublicana que los exiliados monárquicos promovieron también en Francia. Más detalles sobre las actividades de este grupo se encuentran en Enrique Moradiellos (Neutralidad benévola. El gobierno británico y la insurrección militar española de 1936, Pentalfa, Oviedo, 1990) y, en el plano de la política interna británica, en Andrew Roberts, Eminent Churchillians, Phoenix, Londres, 1995).

En julio de 1936 Bolín llamó a Jerrold con un asunto urgentísimo. En un almuerzo al día siguiente Bolín y JdlC le contaron que en las últimas semanas el inventor del autogiro había estado muy atareado y envuelto en las brumas de un secreto impenetrable (sic). Había estado ocupado en Londres y en París con los preparativos del golpe. El y Bolín querían que Jerrold les proporcionara contacto con algún amigo suyo y dos o tres rubias que pudieran fingir un viaje de placer a África. Jerrold, después de alguna reflexión, sugirió el nombre de un exmilitar con experiencia de situaciones broncas en Marruecos, México e Irlanda del Norte. Era cierto. Más tarde, en presencia de los dos conspiradores, Jerrold convenció al excomandante (en realidad capitán) Hugh Pollard de que volase en el Dragon Rapide a Canarias para trasladar a Franco a Marruecos. Con otros detalles poco trascendentes las tres páginas en las que Jerrold (370-372) describió este encuentro muestran dos cosas: JdlC llevaba tiempo participando en actividades subversivas en las dos capitales mencionadas (en esto coincidió años después Maiz, que no hizo la menor referencia a las memorias de Jerrold) y que, en combinación con este último y con Bolín, fue obviamente uno de los motores que llevó a la aventura del avión.

Las memorias de Bolín (España, los años vitales, Espasa-Calpe, Madrid, 1967, y en edición ligeramente diferente inglesa Spain: The Vital Years, Cassell, Londres 1967) alumbraron, por parte española, la cuestión. Pocos han sido los historiadores que las hayan cuestionado. El funcionario que suscribe lo ha hecho sistemáticamente porque Bolín, además de ser un ególatra, mintió de forma descarada.  Es imposible negar que JdlC estuvo implicado en el tema como extensión de sus actividades antirrrepublicanas. El análisis de estas últimas fue completado por  Moradiellos (189-192, 200-207, 271-273) y Gerald Howson (Armas para España. La historia no contada de la guerra civil española, Península, Barcelona, 1998, 91, 94,101, 123).

De notar es que una parte de la historiografía franquista no ocultó del todo, pero sí describió limitadamente, las actividades suplementarias de JdlC en la adquisición de unos cuantos aviones civiles para los sublevados tras el golpe  (Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, Editora Nacional, 1973, I, 370). Podrían aducirse más títulos.

Enjuiciamiento de la actuación de JdlC

El funcionario que suscribe apela al mejor critierio de V.E. en la confianza de que no llegue a creer que en las líneas que siguen pretende atribuirse méritos que no le corresponden. Ha de confesar, no obstante, que ha sido uno de los pocos autores en someter al duro contraste con la evidencia primaria relevante de época las numerosas versiones sobre los antecedentes del vuelo, sus finalidades (que no fueron solo la de trasladar a Franco a Marruecos), las dificultades que el Gobierno de la República encontró a la hora de obtener material de guerra en el extranjero y, no en último término, las actividades de JdlC. Siempre, como es lógico, remitiéndose también a lo que historiadores precedentes habían escrito al respecto.

Tal enmarque lo comenzó en sus libros La soledad de la República  (Crítica, Barcelona, 2006, I),  La conspiración del general Franco (2011 y, en particular, 2012, II), Las armas y el oro (Pasado&Presente, 2013, III) y, junto con el Dr. Miguel Ull y el primo hermano del que suscribe, Cecilio Yusta Viñas,  El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación (Crítica, 2018, IV). Posteriormente abundó en algunos extremos en el marco más concreto de la conspiración contra el Gobierno legítimo de la República (¿Quién quiso la guerra civil?, Crítica, 2019, V).

JdlC suele aparecer en ellos de refilón (por ejemplo, en I, 41, 75; en III, 36, 253, 458; en IV, 28-32), explicando sus cualidades específicas que le hacían particularmente importante para intervenir en el alquiler del Dragon Rapide, reduciendo los méritos que se autoatribuyó Bolín y con referencias a sus actividades como asesor de la “Junta Nacional” en París encargada de obtener material de guerra. En V, 320 y 322, abundó en la significación de su viaje a Roma, por orden de Alfonso XIII, para apoyar las gestiones con el fin de facilitar la entrega de material de guerra. Varias de sus actividades, contextualizadas, se expusieron en II, 28-34 y 50s, esencialmente.

Según Jesús Salas Larrazábal (Guerra Aérea, I, 1998, 14, 16) la razón por la cual JdlC se trasladó a Inglaterra fue porque “no encontró en España el apoyo necesario para poder desarrollar su invento a escala industrial”. Continuó el proceso de “mejoras continuas del autogiro y el modelo C.8.II logró cruzar el canal de la Mancha en 1928 y al año siguiente recorrió el trayecto Madrid-Lisboa”. Dicho autor también mencionó (114s) las adquisiciones de material aéreo en las que participó el ingeniero murciano. No dijo una palabra, sin embargo, de su papel más político, quizá por desconocerlo, que sí descubrió Moradiellos en tanto que presidente de la “Junta Nacional” establecida en Londres y que no experimentó demasiados entorpecimientos por las autoridades británicas. En su obra póstuma (La intervención extranjera en la guerra civil española, Galland Books, 2017) este funcionario ya no ha encontrado ninguna referencia a JdlC ni tampoco a las reacciones que el estallido de la sublevación provocó en el Reino Unido.  Algo sorprendente, dado  que  el periodista inglés Peter Day (Franco´s Friends. How British Intelligence Helped Bring Franco to Power in Spain, Biteback, 2011, traducida al castellano en 2015 en Tusquets) había llamado la atención sobre ciertos aspectos no desdeñables, algunos de los cuales  había anticipado Moradiellos.  

Entre ellos, y no sin una brizna de exageración y diversos errores que este funcionario también ha puesto de relieve en sus obras, figuran los manejos y las facilidades que JdlC encontró en los medios aeronáuticos británicos e incluso en el propio Foreign Office, aunque su deseo de poder charlar con el primer ministro Stanley Baldwin no fue atendido. Quizá merezca la pena destacar que del trabajo de Day el funcionario que suscribe se hizo eco inmediatamente en Viñas, II, III y IV.  No lo hizo así Salas Larrazábal, quien por no citar no cita ni a Moradiellos.

Corresponde a Maiz (II, 318-320)  el indudable mérito de haber reproducido una carta de JdlC fechada en Londres el 19 de setiembre al general Mola en la que le dio cuenta de sus actividades en Alemania, entre otros con Canaris y representantes de la industria, relativas al suministro de municiones para los sublevados. De esta carta se han hecho eco numerosos autores que no han negado su autenticidad. Uno de los últimos ejemplos es el general José García Rodriguez (Conspiración para la rebelión militar del 18 de julio de 1936, Silex, Madrid, 2013, 434-436)   Una fotocopia del original se encuentra en el archivo del Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika y está en poder de quien suscribe.

También copió Maiz (II, 317s) una posterior carta de JdlC a Mola desde Londres “a finales de septiembre de 1936”. Ni el original ni una copia se encuentran en el fondo documental de su nombre en el Archivo General de Navarra. No se reproduce aquí por carecer, en la opinión de este funcionario, de la debida sustentación documental, pero podría ser verídica. Muestra que JdlC estaba en aquel momento en contacto con directivos de la Abwehr y también con el traficante de armas Josef Veltjens, un personaje bien conocido.

Así, pues, y salvo mejor opinión en contrario, es difícil negar que el ingeniero JdlC no estuviera en contacto con representantes de la conspiración monárquica tanto en Londres como en España. Tampoco es extraño, constatada su amistad con Bolín, aunque luego este último fue un tanto parco en sus alabanzas. De creer a Maiz, sus relaciones con Mola fueron, en la medida de lo posible, bastante fluídas. Aunque el funcionario que suscribe no comparte la idea de la asociación de Mola con agentes de la Abwehr antes del golpe (algo que solían subrayar los autores empeñados en demostrar la complicidad nazi con la sublevación), y para las cuales no se ha encontrado la menor referencia en los archivos alemanes, sí le parece muy verosímil que JdlC hubiese tenido relaciones que apuntaban al Tercer Reich. La cuestión es desde cuándo, si antes o después de la sublevación. Se trata de un tema que no carece de significado histórico y político. Como es notorio, la mayor parte de la documentación de la Abwehr se destruyó durante la segunda guerra mundial.

Es más, a medida que pasaba el tiempo JdlC fue expandiendo sus actividades. El 14 de noviembre, poco antes de su inesperado accidente, presidió la delegación franquista en la que también participó Joaquín Bau para negociar los términos de las relaciones comerciales y de pagos bilaterales entre los sublevados y las autoridades británicas (Moradiellos, 348).

Conclusión

En definitiva, JdlC estuvo en una posición privilegiada en Londres y su actividad pregolpista fue conocida del rey Alfonso XIII. No hay por qué dudar de las afirmaciones de Bolín a este respecto, apoyada en los papeles conservados por Pedro Saínz Rodríguez. Es totalmente impensable que los monárquicos hubiesen obviado informar a JdlC de lo que se tramaba. No era solo el vuelo del Dragon Rapide a Canarias. Era también la adecuada preparación de un golpe de Estado y de una guerra que, en el peor de los casos, se estimaba corta.

Es posible que existan papeles todavía ignorados sobre las actividades de JdlC al servicio de los sublevados. Es verosímil que el ingeniero murciano los hubiese conservado en Londres. Pereció el 9 de diciembre de 1936 en el accidente del Douglas DC -2 de la KLM cuando intentó despegar en un vuelo regular a Amsterdam desde el aeropuerto de Croydon. Sus andanzas durante los meses de octubre y noviembre siguen siendo desconocidas. A juzgar por su supuesta segunda carta a Mola de septiembre es altamente probable que continuaran la misma pauta, e incluso más acentuada, que hasta aquel momento.

No corresponde a este funcionario valorar la importancia técnica o tecnológica de la aportación del ingeniero JdlC al desarrollo aeronáutico.

Este informe se ha redactado con el fin de poner en conocimiento de V.E. las actividades de JdlC en apoyo a los conspiradores primero y de los sublevados después en relación con el golpe de Estado de julio de 1936, tal y como se desprenden de la literatura consultada. Es una literatura  que está por cierto al alcance de cualquier historiador.

Tampoco corresponde al funcionario que suscribe examinar si, en virtud de los criterios oportunos, tales actividades son compatibles o no con la línea política establecida por la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, y todavía vigente. Este funcionario es de la opinión personal que no lo son y queda a la disposición para cualquier aclaración ulterior que se considere necesaria.

V. E. decidirá.

Angel Viñas

[ESTE INFORME FICTICIO EN DOS PARTES ES MI RESPUESTA A LA DESINFORMACIÓN QUE SE HA DISTRIBUIDO SOBRE EL TEMA. YA REDACTADA LA SEGUNDA PARTE EL PROFESOR JAVIER GUILLAMÓN HA TENIDO LA DEFERENCIA DE ENVIARME EL QUE HIZO A PETICIÓN DEL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA. NO ME HA HECHO CAMBIAR UNA SOLA PALABRA.

ESTOS DOS POSTS SON TAMBIÉN LA RESPUESTA A LOS MEDIOS QUE HAN DIFUNDIDO LO QUE NO ES SINO BASURILLA HISTÓRICA.  ME RESERVO EL DERECHO DE VOLVER AL TEMA SI EL GOBIERNO DE LA COMUNIDAD DE MURCIA SIGUE SIN HACER PÚBLICO EL SEGUNDO INFORME QUE HA MANEJADO.

QUISIERA, POR ÚLTIMO, SEÑALAR QUE LA ACTUACIÓN DEL PROFESOR GUILLAMÓN ME PARECE UNA MUESTRA DE CORRECCIÓN ACADÉMICA QUE, NATURALMENTE, NO HAY QUE PENSAR QUE DEBAN TENER EL GOBIERNO DE MURCIA Y SUS CONSEJEROS. ENGAÑARÁN A SU ELECTORADO, PERO POSIBLEMENTE NO A LOS QUE ENTIENDEN LOS PORMENORES DE LA SUBLEVACIÓN DE 1936 Y SUS ANTECEDENTES].