UNA PUNTUALIZACIÓN SOBRE LA EXHUMACIÓN/INHUMACIÓN DE JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA (y II)

8 noviembre, 2022 at 8:30 am

ÁNGEL VIÑAS

Después del intervalo derivado del recuerdo a nuestros antepasados, formalizado en el día de difuntos, reanudo y termino mi referencia al caso de José Antonio Primo de Rivera.

Cuando servidor entró en escena los italianos habían desclasificado para entonces muchos más papeles.  Como no hay historia definitiva, no sorprenderá que en mi texto destacase los curiosos brincos de saltimbanqui que había dado el profesor Stanley G. Payne en una de sus últimas obras (titulada pomposamente nada menos que El camino al 18 de Julio). A diferencia suya, que solo mencionó crípticamente la carta de Goicoechea (p. 389) y hasta se equivocó en la fecha tras una referencia obligada (sin más) a Ismael Saz, yo entré a discutir el informe anejo a la misma.

El libro de Payne, que yo sepa, está todavía en librerías y cualquier hijo de vecino puede adquirirlo. En este post solo me referiré al punto que he mencionado y trataré de expandir algo su versión, como se merece. Que tan distinguido historiador no lo hiciera lo atribuyo a un tic de su ocupación académica (salvo el de asesor a ciertas instancias gubernamentales norteamericanas no conozco otras): cubrirse las espaldas ante eventuales críticos. ¡He dado la referencia! Pero, a él añado su posible deseo de no defraudar a sus lectores y apoyos de la derecha más rancia.

No comparto, por supuesto, tal deseo. Sí, comparto el tic primero, pero tampoco escabullo mis citas. Ni, mucho menos, las recorto. Así que, como es lógico, natural y a diferencia de Payne, acudí a Saz y a Mazzetti extensamente (rebatí a este último). Hice lo que hace cualquier historiador normalito, pero no sesgado: resitué en un nuevo contexto su significado aprovechando los papeles italianos que los anteriores autores no habían logrado conocer por no ser accesibles. Y por los que el profesor Payne (que casi nunca ha puesto sus pies en un archivo) no hizo nada por ampliar. Sin duda, a su provecta edad -superior a la mía, que también lo es- debe haber aprendido que el historiador es tributario de sus fuentes. Cuanto más amplias y extensas sean, mejor le será posible interpretar un escrito determinado inserto o insertable en ellas.

No discrepé en lo esencial de Saz. Simplemente contribuí, espero, a mejorar el conocimiento del origen y del entorno del documento, anteriores y posteriores. En cualquier caso, lo que importa aquí es que JPdR se declaró solidario con el informe de 14 de junio que acompañaba a la carta de Goicoechea a Mussolini. Payne, repito, se calló como un muerto. No hay que ser un arúspice avanzado para intuir el porqué.

Destruía la “amable” tesis que consiste en echar sobre las espaldas de la izquierda española toda la responsabilidad por la sublevación, último recurso de los, para él, patriotas. Es decir, dio una respuesta, muy escorada, a una de las grandes cuestiones de la historia contemporánea española. Incluso, si se me apura la mayor. (Escribo esto después de leer algunos de los comentarios que eminentes lectores me han dedicado en el blog en el que publico este tipo de artículos y vuelvo a recomendar el número especial de Hispania Nova que dedicamos a Payne varios historiadores: https://e-revistas.uc3m.es/index.php/hispnov/issue/view/448) Los lectores se harán una idea de hasta qué punto nos equivocamos, si nos equivocamos.

Acudiendo esta vez a Wikipedia y consultando sus artículos más relevantes (José Antonio Primo de Rivera; José Calvo Sotelo; Antonio Goicoechea; Pedro Sainz Rodríguez; Ismael Saz) no he encontrado la menor referencia al informe del 14 de junio.  De los artículos más generales, no hablemos. ¿Conclusión? No hay que fiarse demasiado de tal enciclopedia (y siempre utilizarla con precaución, como trata de hacer servidor).

Así, pues, me temo que los lectores interesados tengan que ir, en bibliotecas, al libro de Saz o al mío (que está en el mercado y afortunadamente en pocos meses llegó a la friolera, para un trabajo de historia de vocación académica, a seis reimpresiones).

Ello me obliga a exponer los doce puntos fundamentales con los que JPdR se mostró totalmente solidario con Calvo Sotelo y Antonio Goicoechea: (y que el profesor Payne silenció demostrando con ello su talante académico):

Las elecciones de febrero habían entregado los resortes del Poder a la Revolución y significaban la derrota de la política de Gil Robles, legalista y tacticista.

No había, pues, otra alternativa (sic) que el golpe de fuerza.

Había sido indispensable organizar un ambiente de violencia, a través de pequeños grupos de acción directa. Entre ellos Falange Española.

JAPdR había dado su autorización, previo acuerdo, al escrito de 14 de junio.

Correspondía al Ejército abordar por la violencia el movimiento necesario de recuperación nacional.

Ya existía una organización orientada políticamente, “y costeada por nosotros”, a tal efecto.

Se precisaba, con carácter urgente, un refuerzo monetario (un millón de “pelas”) para dar el golpe de Estado. Se destinaban a “engrasar” mandos dubitativos.

La ocasión era propicia. La coherencia del Frente Popular era más aparente que real.

Tras el golpe de Estado se elevaría a la presidencia al general Sanjurjo.

10º Había que extender a toda España el mismo espíritu patriótico que reinaba ya en las guarniciones en Marruecos. En la de Madrid, objeto de gran preocupación para el gobierno, ese espíritu flaqueaba. Había que movilizar “propinillas”.

11º Tras el esperado triunfo, la gestión de los asuntos públicos correspondería a Calvo Sotelo, JAPdR y Goicoechea.

12º Sería imprescindible el rápido reconocimiento internacional del nuevo estado de cosas.

Sería francamente difícil haber enunciado los proyectos de forma más clara. De aquí el silencio benedictino de Payne.  Mazzetti y Saz llegaron a la conclusión de que la ayuda financiera la denegó Mussolini. Servidor discrepó de tal interpretación porque en el ejemplar que se conserva en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano no figura la negativa. Mazzetti no ofreció otra fuente. Es decir, se equivocó o engañó a sus lectores (yo pedí a un amigo mío de Roma que verificase, de nuevo, la fuente: me confirmó que no me había equivocado). 

Aquí no interesan las vicisitudes del envío y de la recepción del informe. Las he explicado en mi mencionado libro. No fueron exactamente como figuraban en la literatura. Sí me interesa subrayar, como hice, que dos días más tarde, cuando el mensajero que lo llevó todavía no había llegado a Roma, Don José Calvo Sotelo lanzó su apocalíptica visión en su conocida intervención en Cortes. Como pertenecía un grupo mucho menor que el de la CEDA, le correspondió intervenir después de Gil Robles (quien, lógicamente, tampoco fue demasiado fino). [Dejo en el aire la cuestión, que no he estudiado en base a evidencias documentales, de si Gil Robles sabía de los viejos contactos entre monárquicos, carlistas, falangistas y fascistas italianos].

Como es lógico Calvo Sotelo, ¿patriota?, negó con la boca pequeña (mintiendo como un bellaco) que hubiese en marcha una conspiración en el seno del Ejército; también se autoproclamó, más o menos abiertamente, fascista. El discurso ha sido objeto de numerosas interpretaciones que han ocultado siempre lo fundamental. Los lectores pueden fácilmente consultar toda una serie de versiones en internet.  Para mí solo hay una correcta: aparte la apelación obvia a quienes todavía estaban dudando en el seno del Ejército, la menos obvia se dirigía al Duce: aquí está servidor, para lo que VE guste.

Ya imagino que se levantarán sables y cuchillos en contra de tal interpretación. Pero alguien tendría que explicar por qué había refrendado tan solo dos días antes el “hermoso” informe que Goicoechea estaba tratando de hacer llegar a Mussolini.  Sin olvidar que, para entonces, en Roma se hallaba otro conspirador monárquico (exjefe de la denominada por algunos “Falange de la sangre”) negociando a toda prisa con los italianos su futuro apoyo a la sublevación que, lo que son las cosas, Sainz Rodríguez firmaría el 1º de julio de 1936.

Lo que quiero señalar y subrayar es que es imposible disociar a JAPdR de la conspiración que llevaban a cabo los monárquicos alfonsinos (más los carlistas) y una parte del Ejército para torcer el curso de la política e historia españolas MEDIANTE EL RECURSO A LA AYUDA DE UNA POTENCIA EXTRANJERA: la Italia fascista. Algo que no acaba de penetrar en las numerosas referencias a tal héroe que figuran en internet.

Así, pues, hoy convendría entornas menos lloreras ante la por su familia deseada exhumación de los restos mortales de JPdR. Sería, obviamente, una muestra de generosidad conceder la autorización solicitada para que sean inhumados de nuevo en terreno sagrado. Ahora bien, ¿se lo merece con prioridad absoluta a muchos otros? ¿No hay decenas de restos mortales en Cuelgamuros cuyos descendientes llevan años tratando de exhumarlos e reinhumarlos fuera de la pirámide (es un decir) faraónico-franquista? Al fin y al cabo JPdR quiso derrocar a un régimen legítimo por la fuerza y con el apoyo de una dictadura foránea bastante despreciable para muchos (entre ellos también italianos).

En cualquier caso, debo señalar que ni tengo interés propio, ni arte ni parte en el tema. Tampoco me quita el sueño. Su solución, cuándo sea, reflejaría que la DEMOCRACIA ESPAÑOLA (con mayúsculas) y el GOBIERNO DE ESPAÑA (también)

  • No temen a la historia, como sí hacen otros (en particular los que todavía creen en la que les enseñaron durante la dictadura y desprecian otra).
  • No les preocupan los fantasmas que se niegan a salir de libros de texto y otros.
  • No les conmueven quienes no quieren disociarse de las perversiones e indecencias que han promovido y promueven ciertos políticos, publicistas e, incluso, algunos historiadores sobre el tema en cuestión.

FIN

Nota: el discurso del diputado José Calvo Sotelo, a cuyos descendientes la LMD desposee de su ducado con Grandeza de España, puede leerse en:

https://app.congreso.es/est_sesiones/

La referencia exacta en Legislatura 1936: 16-06-1936 Nº 45 (de 1359 a 1413)

Como los amables lectores comprenderán, no creo que sea necesario reproducir en este modesto blog más de 70 páginas del Diario de Sesiones. Lo que sí puedo decir es que, si las descargan, las lean junto con las interpretaciones que pueden encontrar fácilmente en internet de la pluma de alabados comentaristas en medios de todo tipo. Presten particular atención a los digitales de extrema derecha y luego piensen por sí mismos.

Quedaré muy agradecido si me muestran mis errores (por favor, con papeles) porque, digo y repito, no hay historiador infalible. Con todo, no puedo dejar de recomendar dos libros esenciales: el de Rafael Cruz, En el nombre del pueblo, y el de Eduardo González Calleja, Cifras cruentas. Y, después, traten de refutarlos en vez de darme la lata en Facebook con sus quejas sobre lo mala que fue la República “para los buenos españoles”.