En torno a la leyenda que se fabricó Serrano Suñer (IV)

29 noviembre, 2016 at 11:18 am

Angel Viñas

Continúo con la transcripción de la conversación entre el señor Serrano Súñer, abogado del Estado y número uno de su promoción, con el agregado de prensa adjunto de la Embajada británica en Madrid. En esta parte el cuñado de Franco aborda su primer viaje a Berlín en calidad de ministro de la Gobernación y algo de la famosísima e hipermitificada conferencia entre Hitler y Franco en Hendaya. Los lectores observarán que no se entretuvo demasiado en ella. Esto es muy significativo porque, como veremos en un post ulterior, llamó poderosamente la atención de quienes en Londres analizaron el memo de Malley.

CITA

“Serrano Suñer fue a Berlín a mitad de septiembre de 1940 (entonces era ministro de la Gobernación) como emisario personal de Franco en respuesta a una petición urgente de Hitler[1]. Se trató de la misión más difícil que hasta entonces le había tocado desempeñar[2]. Hitler dijo a Serrano Suñer que había decidido que  había llegado el momento de cerrar el Estrecho[3]. Llamó a sus generales para que mostraran a Serrano Suñer los planes previstos para distribuir las tropas alemanas en la península, propuestas para bases aéreas y de submarinos y para el asalto final a Gibraltar[4]. Serrano Suñer no pretende arrogarse todo el mérito de haber convencido a Hitler que no debía entrar en España pero sí piensa que contribuyó a ello[5]. Hizo todo lo que pudo por explicar que España ya ayudaba a Alemania en todos los aspectos que podía. Incluso hasta el extremo de sacrificar a su propio pueblo al enviar a Alemania alimentos que necesitaba una población semi-desabastecida[6]; que su industria, a pesar de estar medio desvencijada, funcionaba también a favor de la causa alemana; que los servicios de Prensa y Propaganda estaban en su totalidad a la completa disposición de Alemania y que Falange, la única fuerza política española, era totalmente pro-alemana[7].

serrano-sun%cc%83er-hitler-lqsomosSi Hitler invadía España –el “paso” sería en realidad una invasión- (también la invasión napoleónica había tenido el lugar bajo el pretexto de “cruzar” hacia Portugal)- Alemania perdería a su mejor amigo en Europa y el único centro conveniente para realizar operaciones “diplomáticas”[8] contra la Gran Bretaña. El prestigio de Franco en su propio país se vería disminuído al entrar en guerra y al aceptar la llegada de un ejército extranjero, la población en general se dividiría y en ocasiones hubiera habido que acudir a la fuerza[9].

Nada de esto resiste al análisis crítico[10]. Serrano Suñer argumentó que la amistad española era algo que merecía la pena conservar y, después de todo, ¿por qué una potencia amiga tendría que forzar a España a entrar en una guerra cuando todavía sufría amargamente bajo el shock de su propia guerra civil? Y, además, cuando la victoria de aquella potencia amiga sobre sus enemigos era absolutamente segura[11].

Fue el 17 de septiembre de 1940 cuando Serrano Suñer tuvo su primera entrevista con Hitler[12]. Duró dos horas. En aquel tiempo Inglaterra sufría durísimos bombardeos y el propio Mr. Churchill decía a los británicos que estuviesen preparados porque los planes de invasión por parte alemana ya estaban a punto. Al día siguiente Ribbentrop fue a Roma a informar de las conversaciones y el 19 tuvo una larga entrevista con Mussolini. El resultado fue que se envió a Ciano a Berlín donde el 27 comunicó a Serrano Suñer la opinión del Duce. Al día siguiente Ciano, Ribbentrop y Serrano Suñer tuvieron otra larga conversación después de la cual él partió para Roma  y Mussolini le concedió una audiencia de hora y media. Según Serrano Suñer el Duce le apoyó en sus esfuerzos para mantener a España fuera de la participación militar en la guerra en aquellos momentos pero sugirió que podría entrar en ella en una fecha ulterior de tal suerte que hubiera la voz de dos naciones latinas en la conferencia de paz que pudiera servir de contrapeso a la “influencia germánica” en el Mediterráneo (sic).

Tres días más tarde Hitler y Mussolini se encontraron en el Brennero. Ciano, Ribbentrop y el general Keitel –el hombre que estaría a la cabeza del ejército expedicionario en España- estuvieron presentes en las conversaciones[13]. El resultado de todo ello, continuó diciendo Serrano Suñer, fue un pacto por el cual España se convirtió en un aliado no militar del Eje y se comprometió a ayudar a Alemania e Italia en los planos económico y político por todos los medios a su disposición[14].

La dirección de los temas exteriores quedaría en manos de Serrano Suñer (asumió la titularidad del Ministerio a su regreso a España tras haber dado cuenta de todas sus negociaciones a Franco). Serrano Suñer tiene la seguridad que fue la falta de aprobación por parte de Mussolini de la invasión de España la que salvó la situación[15].

El histórico encuentro de Hitler y Franco en Hendaya el 23 de octubre, en el que estuvieron presentes Serrano Suñer y Ribbentrop, fue la confirmación de los acuerdos a que se había llegado en Berlín[16]. No fue en Hendaya, como se afirma habitualmente, cuando Franco “resistió a las demandas de Hitler”[17]. A Serrano Suñer le había nombrado Franco ministro de Asuntos Exteriores seis días antes (sic) y Hitler comprendió que los intereses de Alemania en España se encontraban en buenas manos. Cuando Serrano Suñer fue a Berlín encontró un cierto sentimiento de hostilidad por parte de Hitler. Este tenía enormes prevenciones contra la presencia de Beigbeder en el Ministerio de quien dijo que era anglófilo y que se había vendido a sir Samuel Hoare[18].

Las relaciones con España, afirmó el Führer, correrían peligro a no ser que Beigbeder saliera del Gobierno de Franco. El propio Serrano Suñer cree que, de haber continuado Beigbeder, Hitler habría podido llevar a cabo sus planes de entrar en España[19]. Con sir Samuel Hoare en Madrid el Führer no podía tolerar a un ministro de Asuntos Exteriores que no hiciera suya la causa del Eje.

[Serrano Suñer se sintió satisfecho de que en el Ministerio había hecho lo mejor que pudo a favor de su país. En realidad, hizo todo lo que Hitler quería[20]. La  maquinaria de propaganda estaba en sus manos[21]. Además de ser ministro de Exteriores era vicepresidente (sic) de la Junta Política (en la práctica presidente del Gobierno) y Delegado Nacional de Propaganda. También controlaba el Ministerio de la Gobernación. Durante diez meses mantuvo sin cubrir el puesto colocando al frente del mismo a un fiel servidor: José Lorente. Había trabajado con Serrano Suñer como subsecretario y siguió en tal Ministerio. El conde de Mayalde, otro fiel amigo, un sinvergüenza de la peor especie[22], se convirtió en director general de Seguridad e hizo todo el trabajo sucio de Serrano en el Ministerio hasta que su jefe lo envió a Berlín de embajador diez meses después].”

FIN DE LA CITA       

Lo que va entre corchetes es de la cosecha de Malley, evidentemente. A los madrileños, como servidor, su referencia al conde de Mayalde les sabrá a poco. No estará de más indicar que son muchos los historiadores, incluido quien esto escribe, que han echado de menos sus despachos de Berlín. No había rastros de ellos en el archivo de Exteriores. Un auténtico milagro que no ha excitado la atención de quienes continúan, dale que te pego, levantando panegíricos a la política de Franco y de su cuñado.

(Continuará)

[1] Falso. En ADAP, D, X, 3, doc. nº 87, se reproduce un telegrama de von Stohrer de 2 de julio de 1940. En él se mencionó que ya el 26 de junio precedente Serrano le había expresado su deseo de ir a Berlín, eventualmente de incógnito, para explorar la situación. Parece obvio que esto tuvo que ver con las gestiones de Vigón y la nota verbal de Magaz en la que se expresaban los deseos territoriales españoles junto con el de entrar en guerra.

[2] Supongo que esto lo dijo Serrano. Era cierto, porque hasta entonces solo había salido como ministro una vez al extranjero, a Italia, en un viaje que no tuvo resultados operativos pero que levantó muchos comentarios.

[3] En sus memorias (1947, p. 181) lo presentó de otra manera: “Nada tuvo todavía en su conversación un tono conminatorio o apremiante”. Lo que dijo a Malley, si lo dijo así, no es cierto.

[4] En sus primeras memorias la escena cambió. Hitler no le invitó a ver nada. El mapa (de África) se encontraba en casa de von Ribbentrop. Serrano afirmó que recordaba perfectamente la escena. Algo no cuadra.  Por lo que sabemos, los alemanes no querían todavía bases de submarinos pero sí una aérea en Canarias. De la distribución de tropas no hay la menor constancia. Serrano probablemente exageró ante Malley con el fin de proyectar una imagen de peligro inmediato por el lado nazi.

[5] Importante matización, que se eliminaría en las memorias. A Malley no le dijo nada de su entrevista previa con von Ribbentrop, cuidadosamente preparada, al igual que la que tuvo con Hitler, ya que él y von Stohrer habían estado en estrecho contacto previo. El lector curioso puede comprobarlo en ADAP, D, XI, 1, doc. nº 30.

[6] Esto desapareció en sus memorias en las que los temas económicos brillan por su ausencia. Como los británicos conocían perfectamente las dificultades de aprovisionamiento por las que España había atravesado, lo más verosímil es que Serrano aludiera a ellos para exagerar el coste de la “no beligerancia”.

[7] Todas estas afirmaciones son ciertas. Serrano podía hacerlas porque, en puridad, eran accesorias para justificar su objetivo principal: la defensa de la “hábil prudencia” propia –y del Caudillo.

[8] Las comillas son del original. Malley probablemente deseó indicar que las operaciones habían sido de una naturaleza muy diferente y más cortante.

[9] Una forma sutil de expresarse. ¿Se habría revuelto la población? ¿O quizá un sector del Ejército? ¿En quién pensaba Serrano como posibles “rebeldes” si el país se encontraba en estado de guerra permanente?

[10] Afirmación de Malley.

[11] Nada de ello figura en las minutas alemanas, pero Serrano hizo bien en dar coba. Franco y él la recibían a raudales. Lo mejor era dársela también a Hitler.

[12] El contenido de la misma no lo comunicó Serrano a Malley pero los documentos diplomáticos capturados lo revelan claramente. Las referencias a España que von Ribbentrop hizo a los italianos aparecen con toda nitidez (ADAP, D, XI, 1, docs. nº. 73, 79 y 87).

[13] La minuta de la reunión (ADAP, D, XI, 1, doc. nº 149) no menciona la presencia de Keitel que, además, no era la persona que llevaría a cargo la operación. Estaba al frente del Oberkommando der Wehrmacht y hubiese sido el colmo que Hitler aceptara desprenderse de él. El encargado era un militar supernazi, el mariscal Walther von Reichenau.

[14] Sería un pacto no escrito, porque el único que España suscribió (después de Hendaya) fue el de Acero.  Serrano quiso desorientar a los británicos como después continuó desorientando a sus lectores.

[15] En modo alguno planteó Hitler seriamente invadir España. Sí es cierto que Mussolini afirmó que las peticiones norteafricanas de España eran irreconciliables con los intereses franceses por lo que aconsejó esperar a ver qué pasaba.

[16] Correcto.

[17]  Significado oscuro. ¿Lo hizo Serrano antes en Berlín? ¿O fue después de Hendaya y Berchtesgaden?

[18] Esta última afirmación responde a la realidad. En el Brennero, Mussolini se lo dijo a Hitler. La hostilidad no está documentada.

[19] Hipótesis completamente inverificable.  Nada de ello aparece en las memorias de 1977. Parece obvio que Serrano quiso hacer la cama a su predecesor.

[20] Esto debió escribirlo Malley en plan interpretativo.

[21] En sus memorias (1947, p. 163) afirmó exactamente lo contrario. En la versión de 1977 ofreció más detalles en este mismo sentido. Todo falso.

[22] Caracterización de Malley.