Que los dioses perdonen a los que no saben de qué hablan

21 mayo, 2019 at 8:30 am

Ángel Viñas

Cuando se publique este post estaré (con permiso de los controladores aéreos franceses) en México donde se celebra una conferencia sobre la internacionalización de la guerra civil. La han organizado el Colegio de México, una de las más prestigiosas instituciones de investigación y enseñanza en toda América Latina, con la Cátedra México-España y la Cátedra Humboldt . Asistimos historiadores procedentes de Alemania, Argentina, España y, obviamente, del país anfitrión. Será una ocasión de presentar los resultados de nuevos trabajos, intercambiar opiniones y recalcar el carácter casi universal del conflicto español, cuando la hora española coincidió con la hora del mundo. En la semana de esta conferencia la campaña para las elecciones habrá sobrepasado la velocidad de crucero. Es mucho lo que está en juego para el futuro. También, paradógicamente, para el pasado.

 

Los amables lectores se quedarán, sin duda, un tanto sorprendidos ante esta afirmación, pero es fácilmente explicable. Entre los futuros ocupantes de un escaño en el Parlamento durante la próxima legislatura hay alguno que ha exhibido con tal desparpajo sus conocimientos de historia de España que cabe echarse a temblar. Elevo mis preces al Olimpo para que no ocupe ningún puesto en la comisión de Cultura, Enseñanza o similar.

Entre las afirmaciones que recogió la prensa en su momento se encuentran ciertas perlas que conviene destacar, porque cuesta creer que el periódico que las publicó las haya tergiversado. A veces esto ocurre sin mala intención. En otras ocasiones, con muy abundantes dosis de la misma. Pero servidor se inclina por la primera tesis.

Un curioso periodista le preguntó por Franco (no se trata aquí de sacar los colores a nadie ni mucho menos al que hizo los comentarios que el medio reprodujo). Sin embargo, la respuesta merece esculpirse en letras de oro:

Me parece arriesgado hablar de Franco ahora. Quien lo pregunta o lo intenta sacar como bandera de algún partido actual (…) apunta al enfrentamiento. Si debatimos de Historia, Franco era republicano y se alzó contra un régimen comunista que también se instauró con un golpe de Estado, no era nada pacífica la II República

En poco más de tres líneas, tres burradas de varias toneladas de peso. La primera que el partido que mencione a Franco (¿en la propaganda electoral?, ¿de manera sistemática?, ¿de vez en cuándo?) busque el enfrentamiento (¿con quién?, ¿cómo?, ¿a lo bestia?, ¿con suavidad?, ¿insidiosamente?). Si fuera con un propósito dialéctico, lo normal en una campaña electoral, lo hace o hacen ¿con males artes?, ¿engañando al pueblo soberano?. La respuesta muestra que quien la expuso no está muy al día: solo hubiera tenido que ojear la prensa internacional y podría haber leído numerosas referencias a Alternative für Deutschland o a los neofascistas italianos. Detrás de ellos se agitan las sombras de dos de los mejores amiguetes del dictador español: Hitler y Mussolini.

Aprovechando que es gerundio, el turno de respuestas pasó seguidamente a la Historia (con mayúscula). En este terreno, y expresado con toda rotundidad,  Franco se nos aparece como republicano. La prensa española en su gran mayoría debería haber recogido dicho descubrimiento bajo enormes titulares. ¡No es para menos! Tampoco me suena que los historiadores se hayan reconciliado, después de ochenta años, con tan absurda tesis, pero (chí lo sà?), sin duda alguien dispuesto a ocupar un escaño en el Congreso puede estar más enterado. Reconoce, menos mal, que Franco “se alzó”, pero ¿contra quién? Es un tema del que no puede decirse que no haya capturado la atención de los historiadores. Pero siempre existe la posibilidad de que alguien tal vez disponga de información confidencial que ninguno hemos utilizado (los lectores ya saben que siguen sin conocerse muchos de los papeles de Franco y Mola).

Pero esto equivaldría a hilar fino. La “verdad” que encierra la respuesta no demuestra que quien la dio haya descubierto algo que tampoco creo que suscite la admiración general: Franco lo hizo CONTRA UN REGIMEN COMUNISTA. Descubrimiento que, de poder probarlo, debería llevar a quien lo afirma a las más elevadas cotas de prestigio entre la grey de historiadores. Ya no es algo que se oiga (o lea) todos los días, aunque varios políticos incluso de más elevado lustre lo han suscitado en la reciente campaña electoral. Pero es de recordar que no se trata de algo que haya sido demostrado en los últimos 83 años.

Me deja perplejísimo la tercera burrada. ¿Se refiere a la República en 1931? ¿o en 1936? En ambas fechas tuvieron lugar elecciones. En el primer año se autoapartó una Monarquía desgastada y desprestigiada al máximo. En el segundo, ¿fueron las elecciones de febrero de 1936 un golpe de Estado? Me temo que, de ser así, el futuro astro del Congreso no pasó de leer la propaganda de los auténticos golpistas que esparcieron a diestro y siniestro antes de y tras tales elecciones y que todavía rememoran algunos autores.

Afortunadamente el preguntón periodista reaccionó, quizá un tanto sorprendido, con una objeción de sentido común:  “nadie ha dicho que la II República no tuviese episodios violentos. Pero era un régimen democrático”. No conozco a un ningún historiador que haya afirmado que durante los años republicanos no hubo violencia. El debate se centra en torno a sus causas, sus causantes, sus manifestaciones, su intensidad, etc. ¿Y cuál fue la respuesta? Simplemente que

“no debemos detenernos a juzgar la historia cuando tenemos temas importantes de lo que ocuparnos”.

Es decir, la historia para el gato. ¡LO QUE IMPORTA ES QUE HAY QUE CONQUISTAR EL PORVENIR!. Imagínen los lectores dicha expresión en boca de políticos franceses, belgas, holandeses, alemanes, italianos, luxemburgueses, daneses, noruegos, etc. enfrentados con las inmensas tareas de la reconstrucción de sus economías y sociedades en 1946. Pero esto se  explica acto seguido:

“Hace 80 años existieron otros motivos, mejores y peores. El franquismo tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas”.

¡Caramba! Hace ahora 80 años que terminó una guerra civil, su bueb no la campaña, pero ¿qué es una guerra civil? ¿Algo que ocurre todos los días?  Al menos la respuesta permite conocer que quien la dio conoce que hubo algo llamado franquismo, pero eso sí, con cosas buenas. ¿Cuáles? El periodista se queda atónito y lo pregunta. La respuesta es de antología:

“Frenó un régimen comunista

Imagine de nuevo el lector: parecida insinuación estuvo en la boca y en la propaganda de los todavía por algunos venerados líderes fascistas. Quienes, por supuesto, hicieron además otras cosas como construir autopistas, drenar arrozales, dar empleo a los desocupados, incluso arrebatar por la fuerza las riquezas de los países que invadieron, precipitar al mundo a una catástrofe total y hundir en la más absoluta miseria a sus países y amados súbditos. Sin olvidar otras fechorías muchas peores, que ya se conmemoran -dolorosamente- todos los años en el mes de enero.

Pero, en el caso español,  ¿dónde estaba ese régimen comunista? Había uno, ciertamente, en la URSS pero que existiese o amenazara con existir en la piel de toro es una construcción puramente ideológica, y bastante grotesca, que se remonta a los mitos de la derecha más arriscada. Surgió a principios de los años veinte del pasado siglo y la mantuvo el franquismo a troche y moche. No en vano tenía que autolegitimarse. ¿Será franquista quien ofrece tan absurda respuesta? Alguno hay, con ganas de llegar a un Parlamente y de quien se dice que es un gran admirador de José Primo de Rivera y Ernesto Giménez-Caballero, para él posiblemente adalides de la cultura política española.

Una persona como la que va a representar la soberanía popular ignora que el tipo de estupideces que enunció tiene un trasfondo complejo e interesante. La SMIC, por la pluma de los señores obispos en su Carta Colectiva, las elevó a las más altas cimas del pensamiento histórico. Dieron carta de naturaleza teológica a lo que algunos clérigos descerebrados habían escrito en las páginas de Acción Española que, por fortuna y gracias a los desvelos de la Biblioteca Nacional,  es hoy consultable en línea en su hemeroteca digital. Sirvieron de trino seductor al “centinela de Occidente” tras batir al “comunismo” con las armas. Al menos es lo que se dijo, a la mayor gloria de la civilización cristiana y occidental. De tal suerte que, por la portezuela abierta por norteamericanos y nazis reconvertidos en demócratas, lo acogieron -hasta cierto punto- en su seno.

Obsérvese la cualidad especial de alguien que va a entrar en las Cortes. Otros hubieran dicho -también con supuesta autoridad- que Franco puso a España entre las primeras potencias del mundo, que alumbró con su preclara inteligencia el “milagro económico” de los años sesenta, que contribuyó a sentar las bases para la ulterior transformación del sistema político y más blablá. Todas son afirmaciones discutibles (cuando no falsas) pero las respuestas reproducidas anteriores posiblemente repitan la recepción de las enseñanzas recibidas de alguna escuela, sin duda muy cara pero también muy eficaz en cuanto a  técnicas de endoctrinamiento.

Es difícil que quien ha dado muestras de poseer tal bagaje histórico esté en condiciones de pronunciarse con autoridad sobre temas conexos infinitamente más controvertidos. Pero, ¡oh, dioses del Olimpo!, perdonadle de antemano porque no esté a la altura de lo que demandan  tiempos que ni son simples ni sencillos.