Sobre la destrucción de Gernika: desmintiendo algunas falsedades

23 mayo, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

Es axiomático que cuatro ojos ven más que dos. Por la misma razón, ocho ven, probablemente, más que cuatro. Es un axioma que estoy siguiendo con el texto de un futuro libro sobre Franco en el que he ido trabajando a lo largo de los últimos dos años con tres colegas. Ya terminado provisionalmente, están examinándolo en varios temas respetados expertos. Cuando se publique, en febrero/marzo del año próximo, confío en que no dé demasiadas alegrías a la FNFF ni a la galaxia de protectores y protegidos suyos que gira en torno a ella. Nos reiremos mucho.

Viene esto a cuento para dar a conocer mi alegría por haber circulado la semana pasada el documento de von Richthofen. Esto ha permitido a un historiador alemán, el doctor Ingo Nebel, asentado algún tiempo en Gernika y con quien coincidí en la villa foral hace un mes, llamarme la atención sobre la autoría del documento reproducido literalmente en el post precedente. Su autor no fue el jefe del Estado Mayor de la Cóndor sino alguien, si se me apura, más relevante para nuestros propósitos. Se trató de otro militar del mismo apellido, aunque no pariente, Joachim. Trabajaba en el Ministerio de Aviación, desde el cual se dirigía, supervisaba y analizaba la actuación de la Cóndor. Es decir, desde el centro del poder aéreo nazi. Por desgracia, y como es sabido, los archivos de la Cóndor los destruyó uno de los frecuentes bombardeos aliados de la capital del “Reich de los mil años” que tanto admiraron nuestros fascistas autóctonos. Lo que queda son documentos que figuraban en los archivos de otros departamentos.

El documento lo halló la profesora Stephanie Schüler-Springorum en un archivo intermedio militar alemán próximo a Berlín y lo mencionó específicamente en su libro sobre la Legión Cóndor (Krieg und Fliegen). Volvió a hacerlo en la traducción parcial de su libro en castellano, publicada por Alianza Editorial. A pesar del tiempo transcurrido no conozco a ningún historiador académico (salvo el profesor Xabier Irujo) que se haya servido de él. No hablemos de los periodistas pro-franquistas y aficionados que han disertado largo y tendido sobre el bombardeo en este año del ochenta aniversario.

Tras leer Krieg und Fliegen me puse inmediatamente en contacto con Stefanie quien, amablemente, me envió una copia. Siempre que he aludido a Gernika he aludido a la ella y a Xabier. Ahora aludo, con sumo agrado al doctor Nebel. Nunca hay que vestirse con galas ajenas.

Confieso que no me percaté en absoluto de que la autoría pudiera ser otro von Richthofen. El último renglón (“En la próxima oportunidad se enviarán a los servicios centrales proyectiles italianos de diferentes potencias”) me hizo parecer obvio que la procedencia era del jefe de EM, aunque ahora puede entenderse de otra forma. La firma, en efecto, era la de Joachim, a mayor abundamiento también teniente coronel. Avisaba, simplemente, que pronto se recibirían en Berlín muestras de las bombas italianas De todas las formas, lo traduje el documento tal cual y no se me ocurrió quitar el 2 tras el nombre del autor, que firmaba con este guarismo para diferenciarse el otro. Hoy, a la luz de esta circunstancia, me parece mucho más importante que antes el primer elemento que, en mi opinión es preciso subrayar. La fecha del documento: 28 de mayo.

Para entonces hacía más de un mes que se había producido el bombardeo y el escándalo internacional que generó estaba en plena efervescencia. Es comprensible que el autor, bien consciente de las repercusiones que había tenido en países un tanto sospechosos de lo que tramaba el Tercer Reich en general y en España en particular, tuviera cierto cuidado a la hora de redactarlo. Dicho esto, quisiera resaltar unos cuantos aspectos que llaman la atención.

  1. En la acción, como sabemos, participaron aviones italianos. Pero de esto von Richthofen 2 no hizo la menor mención. También señaló una estimación de daños que, aunque elevada, redujo sustancialmente. Cabría pensar que no era esencial para su argumentación.

En esta perspectiva dos temitas llaman la atención. El primero es que, según él, los alemanes no vieron a ningún habitante cuando visitaron la ciudad. ¿Por qué lo omitiría, cuando sabemos que, efectivamente, se habían presentado en ella poco después de su conquista? ¿Acaso se habrían escondido los gernikeses entre los escombros de sus destruidas viviendas mientras extranjeros rubios y de rutilante uniforme pudiera extasiarse ante su desolación? ¿Habrían sido evacuados para que no pudiera haber el menor contacto entre ellos?  Son preguntas retóricas. El segundo temita, más sobresaliente en mi humilde opinión, es que tampoco mencionó en ningún momento algún porcentaje o número aproximado de víctimas. Lo hizo en los casos de Durango y Eibar (disminuyéndolos) pero no en Gernika. ¿Por qué? La cuestión es para mosquear a cualquier lector.

  1. No mencionó von Richthofen 2 la participación, esencial, de cazas, alemanes e italianos, que ametrallaron a la población con gran entusiasmo. Como el cazador a la hora de pegar tiros a los conejos. [Inciso: recuerde el lector La caza, de Saura, y al enriquecido franquista que interpretó Alfredo Mayo].También cabría argumentar que la descripción de la acción no era objeto de su informe. Pero esto significa que, obviamente, no puede entenderse como un documento que refleje, siquiera a grandes rasgos, lo sucedido sino solo una parte. ¿Cuál? La que en mayo de 1937 más podría interesar en las instancias superiores de la Luftwaffe. ¿Y cuál era esta? Los resultados de lo que, entre otras finalidades, los alemanes perseguían en la campaña del Norte, que desde Berlín se monitoreaba con suma atención. Es decir, el examen comparativo de las técnicas de lanzamiento de bombas y la composición de su carga que MEJOR pudiera destruir las villas, pueblos y ciudades del Norte de España.
  2. Así llegamos al núcleo del documento. Con vistas a una guerra aérea del futuro, que previsiblemente se desencadenaría sobre países tales como Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y Polonia, todos ellos limítrofes del Tercer Reich y obstáculos a la política expansionista de Hitler, los alemanes quisieron hacer experimentos. No es una casualidad que von Richthofen 2 iniciase su informe señalando las semejanzas entre el tipo de casas del País Vasco con el que predominaba en las futuras víctimas de la agresión hitleriana. Centrándose en este aspecto, caminaba sobre seguro y podría tener la certidumbre de que su informe se acogería con interés porque de él podrían extraerse conclusiones operativas. De aquí que la carga de bombas que afirma se utilizó sobre Gernika recayera, esencialmente, en la combinación de las de mayor tamaño (250 kilos) con las incendiarias.
  3. En este sentido, von Richthofen 2 siguió un razonamiento lógico al colocar a Gernika como el punto culminante de una escalada de bombardeos sobre ciudades relativamente pequeñas y que habían acometido los italianos. Se encontró con que tanto las técnicas de lanzamiento de estos últimos como sus espoletas de acción retardada producían “excelentes” resultados. Había, pues, que abandonar las bombas de 50 kilos. Para abarcar todo el posible horizonte de destrucción convendría, además, cubrir los huecos existentes entre las de 100 y de 250 kilogramos. Estas últimas eran las de efecto más destructivo pero con pesos intermedios podría alcanzarse, tal vez, una mayor flexibilidad.
  4. En consecuencia, el informe debe entenderse como limitado a lo que su título indica. Efectos en el sentido más material y concreto posible: es decir, físicos. De lo que se trataba, insisto, era de destruir edificios de la forma más eficaz y rotunda imaginable. Sin, por supuesto, verse limitados por molestos constreñimientos relacionados con la suerte de los habitantes. Sin exagerar lo más mínimo, cabría afirmar que en el mando de la Luftwaffe se anticipaba ya, en Berlín, lo que iban a ser algunos de los bombardeos que puso en práctica en la campaña de Polonia dos años después. Pero no se anticiparon los que el Tercer Reich iba a recibir en sus ciudades en cuanto se puso de relieve la superioridad estratégica de la RAF, potenciada por la de la USAF.
  5. Es de notar la secuencia seguida por los alemanes. Lo primero que había que hacer era abrir las casas. Después una lluvia de incendiarias se abatiría sobre la ciudad. Cuando los servicios de bomberos se pusieran en marcha llegaría la hora de lo que cabría calificar de bombardeo en profundidad o bombardeo pesado. Estaba destinado a aniquilar todos los esfuerzos por extinguir los incendios y romper los conductos por los que discurría el agua. ¡Aleluya, aleluya!.
  6. Naturalmente, el informe no mencionó para nada la supuesta actuación de dinamiteros “rojos”, o de gudaris dispuestos a sacrificar su ciudad para poder echar después la culpa a los “nacionales”, o el supuesto objetivo del ataque que habría sido la destrucción de un puente de piedra sobre la ría (que no resultó dañado) y demás pamplinas que esmaltaron, y todavía esmaltan, la propaganda y las distorsiones pro-franquistas. Da, en particular, un mentís rotundo a las afirmaciones de algún que otro bondadoso testigo clerical que se prestó al jueguecito malabar que constituyó el “informe Herrán”. Una mentira piadosa siempre viene bien porque, ya sabemos, la jerarquía la perdonará tras la debida confesión. Incidentalmente, dicho informe ha sido presentado y se presenta en la historiografía afin a los “nacionales” como el documento más fidedigno de lo que ocurrió en la villa foral (aunque no lo mencionara el historiador de la corte de Franco hasta que no tuvo más remedio, ya que en inglés se conocía desde los años de la guerra civil).
  7. Obsérvese que tampoco mencionó von Richthofen 2 en ningún momento el tipo de colaboración que había existido entre los mandos alemanes, italianos y españoles. Tampoco era el propósito del informe pero, como veremos en un post ulterior, no lo necesitaba. En Berlín se conocía perfectamente.

Hubiera sido pedir mucho a los periodistas y sedicentes expertos pro-franquistas que hubiesen hecho algo parecido. A lo más que muchos de ellos llegan es a trasponer, cual palabras de evangelio, las curiosas tesis del general de división, ya fallecido, en el Ejército del Aire Jesús Salas Larrazábal. Como siguen vivitas y coleando tendré que volver sobre ellas. Pero antes es necesario profundizar en algunas otras dimensiones que, aunque conocidas, o se tratan someramente o se desfiguran. ¡Hay que salvar a Franco!. Lo veremos en los próximos posts. Y, como afirma el dicho, ¡que salga el sol por Antequera!