La academia de la historia y el general Orgaz

14 marzo, 2014 at 8:20 am

En lo que se refiere a los “héroes de la Cruzada” el Diccionario es una obra algo más que lamentable. Tanto por lo que dice como por lo que omite. También por la selección de los biógrafos a los que un comité, escasamente cualificado, ¡en la Academia de la Historia!, les confió  las correspondientes entradas. A muchos lectores de nuestros días, el nombre de Luis Orgaz no les dirá nada. Sin embargo, fue un general importante. Más significativo de lo que deja traslucir su biografía.

Sorprende el nombre del autor: José Martín Brocos Fernández. Acudiendo al buscador de Mr Google resulta ser un profesor de la Universidad San Pablo-CEU. Firma otras entradas de militares de la guerra civil lo cual podría indicar que los “expertos” de la RAH le han otorgado credibilidad. Algo sorprendente. ¿Miraron sus publicaciones? ¿Miraron Dialnet?

Al ojear sus títulos me ha llamado, en particular, la atención un trabajo que da idea de por dónde han discurrido algunas de las preocupaciones del autor:  “La decadencia escolástica y el misticismo heterodoxo del siglo XIV como antecedente de la fundamentación filosófica del modernismo decimonónico”. Quedo arrollado.

Cogido de la mano de Mr Google el contenido de otra de sus obras me ha producido un shock: “la democracia liberal partitocrática únicamente es una forma de gobierno donde el factor cuantitativo prima siempre sobre lo cualitativo, la masa sobre lo egregio, la mediocridad por encima de lo superior y excelso. Así, la absolutización global de la democracia, conduce a la deriva natural en la dictadura de la mayoría, y a la eliminación de la libertad personal y social”. ¿Retrotrae esto, tal vez, a la necesidad de elecciones censitarias o a la bondad del Ancien Régime basado en las noblezas de la Iglesia, la espada, la toga y las fincas?  El párrafo transcrito corresponde a un artículo titulado “La deriva totalitaria de la democracia liberal”. Uno que estudió en los años sesenta las teorías del totalitarismo avanzadas por Hannah Arendt y Carl J. Friedrich, y luego ha leído algo de su ulterior destino, cuando los historiadores pudieron comparar la realidad interna de los regímenes nacionalsocialista y soviético en base a documentos de archivo, se queda hecho un lío al ver mezclados conceptos antinómicos.

La sabiduría técnica que arropa a Mr Google nos dice, además, que nuestro autor ha escrito otras muchas cosas de temáticas varias, con frecuencia publicadas en revistas que no se me ocurriría ojear, pero no he hallado –quizá por error- sesudos trabajos militares que me hagan pensar que el profesor Martín Fernández Brocos pueda considerarse gran conocedor de la guerra civil.  A no ser que sus induadablemente multifacéticos saberes los guarde para sí. En la ignorancia, en este post me limitaré a juzgarle por su apunte biográfico.

Metodológicamente hablando, dicho biógrafo confirma un fenómeno muy querido de algunos de los autores que participan en el Diccionario Biográfico de nuestra tan querida Academia. Estriba en glosar, más o menos detalladamente, los extractos de las hojas de servicios. Una tarea, no precisamente ímproba, que cualquier estudiante de tercero de grado estaría encantado de hacer por 25 euros.  Martín Fernández Brocos suministra un microextracto y la  relación de las muchas, por no decir muchísimas, condecoraciones del general Orgaz. Todo ello seguido de una bibliografía que, en general, no viene al cuento.

El segundo rasgo de su metodología es la omisión, incluso aunque sea con unas cuantas palabras. No cita a Pedro Sainz Rodríguez quien ofreció hace más de treinta años algún detalle de la actividad conspiratoria de Orgaz en Madrid d. No  explica porqué el Gobierno lo envió en abril de 1936 a Las Palmas a que “estudiara” el artillado (sic) de Canarias (Orgaz era de Infantería), como si nadie lo hubiese hecho anteriormente (fue una especie de destierro para alejarlo). No menciona sus contactos con alemanes para conseguir, ¡oh, patriota!, un avión que pudiera transportar a Franco a Tetuán si fallaba el Dragon Rapide  (se conoce desde 1974). Sobre todo, no pierde una palabra acerca de sus duras disensiones con Franco en la segunda guerra mundial. Esto es bastante más serio porque varios historiadores militares, entre ellos Gabriel Cardona, o no  ya las han analizado. Quizá nuestro autor pretenda abonar la leyenda de que el Ejército estuvo detrás, como un solo hombre, del invicto Caudillo en los momentos procelosos en los que se jugó la entrada de España en guerra al lado del Eje y luego la (remota) posibilidad de restauración monárquica.

El profesor Martin Fernández Brocos también tiene escasa curiosidad en leer obras de historia. Hubiera, por ejemplo, podido aprender algo ojeando el libro de Richard Wigg, Churchill y Franco, publicado por Debate en 2005 O la biografía del dictador, de Paul Preston. O, en el caso de que no le gusten los historiadores foráneos (no aparece ninguno en su bibliografía), podría por lo menos haber acudido a Enrique Moradiellos, que a diferencia de nuestro autor sabe de lo que escribe.

Conviene, pues, rellenar huecos. Para el próximo post.