Los mitos nunca mueren: Gernika y Stanley G. Payne (V)
Dado que la documentación directa franquista en torno a Gernika ha desaparecido, conviene señalar qué tipo de contactos existían entre el Alto Mando y la Legión Cóndor una vez que fueron perfeccionándose los mecanismos de coordinación desde que la aviación alemana empezó a actuar en España. Es decir, el tipo y carácter de la información institucionalizada que españoles y alemanes montaron de cara a la campaña de Vizcaya y que profundizaron en esta.
Obviamente, Salas no pierde en ello una sola palabra. Tampoco Payne y Palacios. No obstante en Villaviciosa de Odón existen unos cuantos legajos que permiten identificar el perfil de las grandes líneas de los mecanismos de información mutua. Se referían, entre otras, al envío de resúmenes de las operaciones de la Aviación; noticias sobre el adversario y procedimiento de coordinación. Entre las operaciones destacan, por ejemplo, las realizadas en el mes de marzo en otros teatros: Alcalá de Henares, Guadalajara, Aranjuez, presa de Tremps, Brihuega, Guadalajara, Alcázar de San Juan. Se detallaban los aviones que participaron, las cargas arrojadas, los efectos y cualesquiera incidencias de importancia. En el Norte se mencionó Santander, cuyo puerto bombardearon el 25 de marzo dos Heinkel 111 con 16 bombas de 50 kilos. Alcanzaron un barco. Seis días más tarde comenzó el ataque en el frente de Vizcaya. El primer parte decía: «Flanco izquierdo roto merced a los ataques en masa de todas las formaciones de la Legión Cóndor. Línea alcanzada: muy pegada a la cota 716 por el Este (2 kms al norte de Apozaga) – id. cota 686 al suoreste de Apozaga – Jarinto norte – Villarreal de Álava norte». Las informaciones se completaban posteriormente.
La coordinación implicaba siempre a la Jefatura del Aire. Era una tarea casi diaria. Digo «casi» porque a veces en el archivo faltan jornadas. Ignoro si los partes se han destruído. Se remitían bajo la autoridad del general Sperrle. Los conservados van acompañados de la traducción al castellano. Si en la Cóndor había dudas se resolvían preguntando a Kindelán. Por ejemplo: «¿existen objeciones al traslado a Palma de la escuadrilla de hidros de reconocimiento, que se reforzará hasta llegar a seis aparatos?». A veces surgían roces potenciales. Volvió el tema de la disgregación. El 6 de julio de 1937 Sperrle informó a Kindelán: «Una división de fuerzas de la Legión Cóndor es imposible». Es decir, los españoles seguían erre con erre. También en lo que se refería a bombardear ciudades. Sperrle dijo a Kindelán que no podía atacar el puerto de Santander. Se atenía a las instrucciones del Generalísimo. Pero Franco hizo caso a Kindelán. El 5 de julio de 1937 Sperle le comunicó: «bombardeo de represalia no se efectuó hoy por causa del mal tiempo. Para mañana espero nueva orden por telegrama. Confirmación por escrito». Kindelán contestó: «Ratifico orden de bombardeo represalia Santander en la misma forma que estaba acordada».
Es decir, han sobrevivido documentos que muestran la índole de la intelección nazi-franquista. ¿Falló en Gernika? La respuesta es no. Cuatro días antes de la destrucción de la villa foral, el Boletín de Información de la Jefatura del Aire constató: «se han llevado a cabo con pleno éxito todos los servicios ordenados por el Alto Mando de esta Jefatura. Hoy han sido derribados e incendiados en el frente de Vizcaya dos aviones de caza nuevo tipo muy rápido por nuestros Messerschmitt». Franco no disponía de estos aviones. La Cóndor sí. Quienes los derribaron fueron el teniente Günther Radusch y el sargento Franz Heilmayer. Los nombres no suenan muy españoles. Salvo que no sepa leer parece raro que la frase anterior tenga otra significación que la que aparece: era el Alto Mando español quien marcaba los servicios. Los alemanes ejecutaban. ¿Pueden demostrar Payne y Palacios que estos boletines no se enviaban al Cuartel General?
Tres días antes del bombardeo otro Boletín recogió: «En el frente de Vizcaya nuestra Aviación ha cooperado con grandísima brillantez y eficacia al avance victorioso de las fuerzas de tierra». Lógico. Pero ¿qué pasó después? El 26, el infausto día de Gernika, no hubo boletín. El del 27 se limitó a afirmar, cierto que rotundamente: «Se ha continuado prestando eficacísimamente la colaboración a las tropas de tierra en su arrollador empuje en el frente vasco«. Claro, la Legión Cóndor había arrasado la villa foral. El 29, día de la entrada de Mola en ella, la Jefatura del Aire proclamó: «Ha continuado la eficaz ayuda prestada a las fuerzas de tierra en su glorioso avance por el frente de Vizcaya».
Es decir, en el contexto más inmediato al bombardeo no hay nada que haga sospechar que la cooperación nazi-franquista aire-tierra sufriera el menor colapso. Lo que no hay es referencia a la destrucción efectuada. ¿Una casualidad? En el Boletín del 27 de abril apareció la noticia, fechada el 24 y proporcionada por un agente en la capital vizcaína, de que «en el último bombardeo nuestra Aviación sobre Bilbao quedó destruída la Factoria Naval y cayendo bombas en los Altos Hornos».
No hay que sorprenderse. Cuando comenzó la campaña del Norte las restricciones a los bombardeos de centros urbanos ya no estaban en vigor, digan lo que digan Salas, Payne y Palacios.
Ahora pregunto ingenuamente. ¿Dónde se encontraba la Jefatura del Aire, ausente en todas las reconstrucciones franquistas y neo-franquistas? Pues, evidentemente, en estrecho contacto con el Cuartel General. ¿O hemos de suponer que entre una y otro, y Kindelán y Franco, no había comunicaciones? ¿Que Franco solo se interesaba por las operaciones del Ejército de Tierra porque su corazoncito le latiera más del lado de la infantería? ¿Qué Franco no estaba al corriente de la coordinación tierra-aire en el frente Norte? ¿Qué dejaba a Mola que hiciera la guerra por su cuenta? ¿Que el jefe del Estado Mayor de Mola, coronel Juan Vigón, no tenía a su vez comunicación con el Cuartel General?. Estas son preguntas pertinentes que Payne y Palacios ni se plantean. Tampoco Salas.
Servidor es de los bobos que creen que la carga de la prueba no radica en demostrar que los mecanismos de coordinación establecidos entre nazis y franquistas se interrumpieron el 25 y el 26 de abril de 1937. Es a quienes afirman que Franco no se enteraba de nada, porque quizá estuviera en Babia, a quienes les corresponde probar que hubo ese fallo de comunicación. ¿Y cómo se demostraría? Se ha intentado. Lo hizo Vicente Talón con el famoso telegrama de la Legión Cóndor a Berlín. Como ya lo destrozó Southworth en su momento (y también un historiador alemán de quien Salas chupa rueda y tergiversa en todo lo posible, Klaus Maier), Payne y Palacios eluden el tema y se limitan a decir que Hitler se irritó ante el escándalo producido por el bombardeo «e insistió a Franco en que la Legión Cóndor debía ser exculpada de toda responsabilidad». Y añaden que este (probablemente indignado aunque no llegan a afirmarlo) ordenó que se comunicara a von Richthofen que no debería bombardearse ninguna población abierta… Ja, ja, ja. Ya sabemos lo que pasó después con Santander.
(seguirá)