Desde ahora, en el Reino Unido, hay un Sir Paul Preston
Ángel Viñas
Las últimas semanas han sido muy atareadas para mí. Solo gracias a un esfuerzo no se ha retrasado la cadencia de este blog. Ahora entro en la recta final hacia las vacaciones, que en este año tomaré adelantadas. Me espera un verano pleno de trabajo. Interrumpo, no obstante, mi serie sobre la lenta guerra de Franco porque desde hace unos días el conocido historiador Paul Preston ha cambiado de nombre. A todos los efectos civiles en el Reino Unido se le llama ya Sir Paul Preston. Es la consecuencia de haber sido distinguido con el título de caballero por su majestad la reina Isabel II.
Reino Unido es el único país europeo en el que se da esta circunstancia. En cualquier otro uno puede acumular condecoraciones y honores, pero su nombre no se modifica. En el Reino Unido, sí. Los británicos también han racionalizado el sistema de concesión de honores y la lista en que aparecen los nuevos caballeros se emite dos veces al año. Una de ellas es en función del cumpleaños de la reina, no del auténtico sino el que se celebra en mayo. La otra se publica con ocasión del año nuevo. Cuando un primer ministro cesa en el cargo, tiene la potestad de dar a conocer la suya propia. Aunque el sistema es difícilmente exportable, al menos podríamos aprender de cómo no herir a la economía con tantas y tantas festividades nacionales y locales. En el Reino Unido se han desplazado sistemáticamente a los lunes. Así se prolonga el finde y se evitan tanto los puentes como las autopistas tan típicas españolas. No hay que inventar la rueda.
The Gazette (una especie de BOE) del 9 de junio pasado ha publicado la lista de honores y condecoraciones de esta mitad de año. También aparecen en la misma categoría que el nuevo caballeroalgo más de veinte personas, de las cuales dos son muy conocidas: el historiador Simon Schama y el novelista Kazio Ishiguro, uno de los valores más sólidos de la novelística actual. ¿Quién no recuerda la película The remains of the day, basada en una de sus obras? Hay ocho o nueve catedráticos. Una muestra de que la Universidad no se queda atrás a la hora de alcanzar tal suerte de honores. Compárese la situación con el abandono en el que, en este respecto, se halla el gremio de “cátedros” y otros profesores en la española.
Es muy interesante destacar el motivo por el cual se otorga el honor. Así, por ejemplo, en el caso de Ishiguro lo es por “servicios prestados a la literatura”. En el de Schama, con obras importantísimas en su haber pero que aparece con frecuencia en series de televisión sobre temas históricos, lo es “por servicios a la historia” aunque se le caracteriza, además de profesor, como “broadcaster”.
En el caso de Sir Paul Preston podría haberse escogido este último aderezo. Sin embargo, la sutileza británica ha optado por otro derrotero. Será armado caballero “por servicios a las relaciones hispano-británicas” y, como tal, aparece en el apartado “Servicio Diplomático y Lista de Ultramar”. Un mensaje claro y rotundo y, si se me apura, tan bien merecido como si hubieran puesto el de “servicios a la historia”.
Esto es así porque una de sus actividades más prestigiosas y efectivas estriba en haber logrado introducir en la prestigiosa London School of Economics and Political Science (LSE) un centro dedicado a temas españoles, históricos y políticos. Con una gran aportación económica de la Anglo-Spanish Cultural Foundation y otros donantes británicos, amén de la de la Fundación Cañada Blanch valenciana, el nuevo caballero ha realizado una gran labor en el acercamiento cultural y político entre estudiosos y políticos de uno y otro país. Recientemente, el hoy presidente del Gobierno Pedro Sánchez dictó una conferencia en la LSE sobre el momento político español. Preston presidió el acto.
Son incontables los estudiantes y graduados españoles que han visitado su centro en la LSE. También son incontables las tesis doctorales que ha dirigido sobre temas españoles, tanto a estudiosos de lengua inglesa como españoles. Varias de entre ellas las ha prologado y se han publicado en la colección que patrocina en la Sussex University Press.
Sir Paul Preston y servidor somos amigos desde antes de la muerte de Franco. Me pregunto qué dirán ahora los numerosos autores al servicio de la dictadura y sus epígonos acerca de este honor, uno de los más celebrados en el mundo británico, y que se une a la Gran Cruz de Isabel la Católica que ya le concedió el Gobierno español hace varios años (a tal efecto no olvido que también se le otorgó al profesor Stanley G. Payne, en sus antípodas, con la diferencia de que no hizo, que yo sepa, ascos a la misma a pesar de haber caracterizado al Gobierno Rodríguez Zapatero en el venerable ABC como debido al “terrorismo internacional”, algo que sin duda escapó al avispado diplomático que, desde Estados Unidos, lo recomendó).
A la hora de escribir este post recuerdo las soflamas, improperios, insultos y demás tropelías que a Preston le dedicó aquel genio de la tergiversación y manipulación que respondió al nombre de Ricardo de la Cierva. Sólo porque no compartía (¿cómo iba a hacerlo?) las técnicas propias de la seudo-historia, las mismas que siguen teniendo curso en ciertos sectores de autores de chicha y nabo o de periodistas que presumen de historiadores en la España de nuestros días. El ínclito de la Cierva, que pasará probablemente a la historia de la infamia española, se explayó a sus anchas cuando Preston publicó una biografía de Franco que calificó de lamentable, como sus demás libros, y mendaz, adecuada a los criterios de la “secta masónica” y de la “línea internacional socialista”. Lo llamó “Beatle de la historia” y lo caracterizó de “hortera”.
Todo este aluvión de insultos, y muchos otros, pueden encontrarlo los amables lectores en un libro que guardo como oro en paño y que lleva por título No nos robarán la historia. Nuevas mentiras, falsificaciones y revelaciones. No es necesario detenerse en que tal panfleto, que sí es una horterada grosera, lo publicó en su propia editorial de grato recuerdo para los amantes del carandelliano “Celtiberia Show”. La única que creo se haya establecido en Madridejos y que llevaba por nombre el muy simbólico de Fénix, quizá con la idea de a ver si con sus esfuerzos resucitaba el fulgor de la dictadura de Franco. Mi ejemplar data de 1995 y me extrañaría que la Fundación que tanto sigue honrando al dictador no se hubiera hecho eco de tal panfleto.
Es muy de agradecer que Paul Preston haya entrado en la línea de otros historiadores británicos tan conocidos y admirados en España como Hugh Thomas (elevado por razones políticas a la categoría de lord), Sir Raymond Carr, Sir John H. Elliot, Sir Ian Kershaw o Sir Richard Evans. Más vale tarde que nunca.
Espero que algún periódico español se haga eco de la noticia y entreviste al nuevo caballero ahora que parece que el gobierno español está decidido a poner a nuestro país en línea con los demás europeos occidentales en temas relacionados con la historia y la memoria histórica. Ya era hora, porque entre las basuras que han dejado acumuladas tras de sí los gobiernos del registrador de la propiedad Sr. Rajoy la incapacidad de hacer frente al pasado colectivo las relacionadas con aquel régimen de extraordinaria placidez (Jaime Mayor Oreja dixit) y sus secuelas no figuran en último término.
Prometo seguir y terminar con Franco, por ahora, en el próximo post.