SIGUE LA CALUMNIA
AHORA, EL “COMUNISTA” JUAN NEGRÍN
ÁNGEL VIÑAS
Juan Negrín ha sido uno de los personajes más vilipendiados, insultados, denigrados y puestos en solfa de los años republicanos. Los insultos que se le dirigieron son una constante que han abordado sus biógrafos académicos (en fechas relativamente recientes Ricardo Miralles, Enrique Moradiellos y Gabriel Jackson, entre otros). Nada de lo mucho escrito e investigado sobre él ha impedido que escribidores y periodistas sigan tratándole como si hubiera sido un personaje salido del Averno (o de las aguas del Moscova)
Es cierto que en los últimos años los dicterios se habían calmado. No se me ocurre pensar, ciertamente, que por razones de las expuestas por sus biógrafos y por quienes hemos seguido su trayectoria. Tampoco porque (hace ahora casi 15 años) Negrín y sus compañeros de infortunio expulsados casi clandestinamente del PSOE después de la segunda guerra mundial fueran readmitidos, simbólicamente, a la militancia socialista. Nada menos Alfonso Guerra se encargó de presentar públicamente la recuperación.
Ciertamente los papeles de Negrín están a la disposición de los investigadores sin ninguna cortapisa. Esto no podría decirse con tal rotundidad en lo que se refiere a los de su némesis, el nunca olvidado generalísimo Francisco Franco (y no tengo en mente los de la fundación que lleva su nombre).
Con todo, los mitos, los engaños y los camelos nunca terminan de desvanecerse. Hace pocas semanas un amable lector me envió una referencia del mismo periodista de quien ya resalté en dos posts anteriores su desprecio por la historia al enunciar los supuestos “pactos” entre Juan Negrín y Stalin para establecer en España una “Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas”.
En la nueva referencia el mismo periodista ya calificó de “comunista” al expresidente del Consejo de Ministros. Si era comunista, ¿qué iba a hacer si no? La inferencia: montar un remedo de la URSS sobre la ensangrentada piel de toro.
¿Alguna prueba? ¿Algún documento? Eso no, por favor. La conclusión que servidor extrae, aunque otros no lo hagan, es que los españoles debemos estar eternamente agradecidos a Franco y al “Glorioso Movimiento Nacional” porque preservaran a nuestros antepasados de haber caído en las ensangradas garras de Stalin.
Dicho periodista aireó tal epíteto aplicado a Negrín en el mismo periódico. Se trata, ¿sorpresa, sorpresa?, del diario ABC.
He aquí las referencias por si los amables lectores no me creen:
y
Observarán que sin duda el más que atareado autor amplió el segundo artículo para republicarlo en la revista MUY INTERESANTE, que es donde suscitó la atención del lector que me avisó y me preguntó si el “pacto” con Stalin era cierto. Ya lo había escrito en el ABC, pero servidor no lo había leído. Mea culpa. Mea maxima culpa.
Lo cual me lleva a preguntarme cuáles son los fines que persiguiría el destacado rotativo monárquico abriendo sus páginas a tal tipo de artículos-basura.
Servidor lee a veces ABC. Selectivamente y dependiendo de los temas. Me interesa saber lo que publica en sus páginas sobre la República, la guerra civil y el franquismo. Al fin y al cabo, es el único medio que ha sobrevivido, y a lo que parece muy bien, a los tres períodos mencionados. Tiene, pues, tras de sí una larga historia, aunque en mi modesta opinión no sea necesariamente gloriosa.
El ABCfue uno de los grandes y más enconados arietes contra la República entre 1931 y 1936. No el único, pero sus compañeros de desvelos antirrepublicanos no han sobrevivido. La Nación fue asaltada por lo que evidentemente llamaron las turbas en la primavera de 1936. Afortunadamente está digitalizada y todavía espera a que algún estudiante de postgrado haga su historia. Lo recomiendo vivamente. El Debate desapareció. Por desgracia no está digitalizado y su sucesor en la época franquista YA no llegó a establecer una conexión ininterrumpida. Tampoco, que servidor sepa, ha sido digitalizado. Algo realmente muy lamentable, porque para consultarlo hay que ir a la hemeroteca.
Así, pues, el ABC es un caso único. Su colección está en línea, aunque no completa. O, al menos, de ella ha desaparecido algún artículo importante después de que me diera tiempo de examinarlo y comentarlo antes de que se volatilizara. No me atrevo a pensar que fue por ello, pero ¿quién sabe? Me permitió poner en ridículo a un eminente embajador franquista (monárquico) y puedo imaginar que alguno de sus descendientes, político connotado en y tras la Transición, bien pudo caer en la tentación de invocar los reglamentos UE correspondientes en materia de protección de datos. O quizá hubo alguna protesta. El hecho es que hay que ir a la hemeroteca para consultarlo.
La actividad del ABC en materia de ataques a la República no es un tema desconocido. Hace ya muchos años lo abordó la profesora Maria Cruz Mina (catedrática de la UPV: https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Cruz_Mina_Apat). A mí me llamó la atención que su trabajo (“ABC en la preparación ideológica del 18 de Julio”), en una obra masiva dirigida por el profesor Manuel Tuñón de Lara (Comunicación, cultura y política durante la II República y la guerra civil), que consulté en la biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM, mostraba huellas que habían dejado generaciones y generaciones de estudiantes.
En el trabajo de Mari Cruz Mina me basé para conectar al ABCde los años 1935 y principios de 1936 con la conspiración monárquica, militar y fascista contra la República. Algo en lo que tampoco innové. Ya en su clásica obra, La destrucción de la democracia en España, Paul Preston lo había utilizado abundantemente. Y, si mis recuerdos no son incorrectos, tampoco había sido el primero. Por lo demás, el mismo ABC (edición sevillana), bajo el palio que también extendió sobre la misma el carnicero general Queipo de Llano, hizo su aportación a la causa y ha sido descuartizado analítica y temáticamente en una tesis doctoral, más tarde publicada. Lo que sí hice, en ¿Quién quiso la guerra civil?, fue señalar la larga experiencia de Don Juan Ignacio Luca de Tena y sus muchachos, tan atentos a analizar las “atrocidades” del octubre asturiano de 1934. Sus noticias más interesantes, para mí, las concentraron en tres momentos críticos de la conspiración en marzo, abril y junio de 1936 (en este caso coincidiendo con el período que antecedió a la firma de los contratos con los italianos del 1º de julio en materia de ayuda aérea: no para una mera sublevación, sino para una guerra que creían corta).
A mayor abundamiento, una periodista cuyo nombre no conocía, Lucía Noguerales García, acaba de publicar en la revista académica digital Hispania Nova, en cuyo consejo editorial figura quien esto escribe, un interesante artículo sobre la actividad de ABC en la primavera de 1936. Los lectores pueden encontrarlo aquí:
https://e-revistas.uc3m.es/index.php/HISPNOV/article/view/6455/5194
Así, pues, el ABC es un periódico que, a pesar de que ya han transcurrido más de ochenta años desde aquella primavera, sigue fiel a su trayectoria. Y, por supuesto, los enemigos de ayer siguen siendo “enemigos” hoy. Al menos en términos de la necesidad de mantener enhiestos los viejos mitos en el marco de las guerritas culturales sobre historia y memoria. No sorprende, pues, que uno de sus redactores tuviera el menor en repetir, como si no se hubiera escrito nada desde por lo menos 1975, alguna de las “verdades eternas” de la propaganda más burda de los sublevados durante la guerra civil y la dictadura franquista referidas a Don Juan Negrín.
Sobre el tema elegido por tan distinguido periodista se ha escrito en los últimos años: Ángel Bahamonde, Javier Cervera Gil, Fernando Hernández Sánchez, sir Paul Preston y, en último término, incluso un servidor hemos escrito, entre otros, sobre el final de la guerra civil y el papel de Negrín en ella. Aparte, naturalmente, de sus más eminentes biógrafos. Pero da igual. La historia no sirve para nada. Lo que vale, lo “chanchi”, es evitar que se apolillen los mitos de la “Cruzada” por antonomasia. Y entre ellos figura en lugar destacado la figura emblemática de la resistencia: Juan Negrín, motejado de comunista. En línea con los mejores obiter dicta de VOX.
En todo caso, me ha sorprendido profundamente que en estos tiempos actuales el distinguido periódico monárquico, de cuya calidad en otros aspectos no dudo lo más mínimo, se haya prestado a una operación que me parece no solo innoble sino tan fácil de refutar. Es, creo, indigna de su trayectoria, no porque sea falsa solo sino porque no irá a ninguna parte.