El general Francisco Franco y su curiosa hoja de servicios (XII)
El joven teniente/capitán en una obra reciente
Ángel Viñas
Veamos, ahora, algunos de los puntos más interesantes del recorrido que hace el general Salvador Fontenla de las hazañas militares del teniente Francisco Franco en su bautismo de fuego en tierras marroquíes. A tal efecto, sorprende de nuevo que apenas si aduzca el título de alguna obra. Quizá, autor de un libro sobre las campañas en aquella tierra, pueda parecerle una cosa tan sabida y resabida que estime que todos sus lectores las conocerán. Al fin y al cabo, la literatura sobre las mismas es muy abundante. Sospecho, sin embargo, que tales campañas no son tan del dominio común y corriente y que siempre viene bien volver a ellas. Esto, claro, sirve también para rellenar páginas, algo que no desagrada a muchos autores que tienen poco nuevo que decir. Igualmente puede ocurrir que piense que pueda haber lectores de su hagiografía de Franco que no estén familiarizados con ellas. En este caso, no hubiera estado de más alguna que otra autocita. O, alternativamente, mencionar a algún otro autor, aparte de en dos míseras ocasiones al poco fiable general Casas de la Vega.
El capítulo 3 de la obra abarca desde la llegada de Franco al Protectorado hasta el año 1919, pero a mi solo me interesa, a los efectos de la presente serie de posts, el período que media hasta su ascenso a comandante. Insisto en que no es mi propósito hacer un análisis del libro y que me limito a lo que figura entre las páginas 44 y 60, el período al que se han referido los posts precedentes. Permite, en efecto, que los amables lectores hagan, si así lo desean, las oportunas comparaciones si es que no están ya hartos de este tipo de cuestiones. En ese sentido, creo que no es intranscendente destacar algunas de las sorpresas que servidor, posible “seudohistoriador” en la acepción de tan eminente militar, se ha llevado.
Primera sorpresa. No hay referencia alguna a la hoja de servicios del teniente/capitán Franco. Lo que el general Fontenla nos narra de este período con datos, destinos, escaramuzas, combates, etc. no tiene prácticamente ningún soporte documental o bibliográfico. Rellena páginas, como es en parte lógico, presentando un cuadro de las operaciones militares y una lista, un tanto ampulosa por los comentarios añadidos, a las expediciones de reconocimiento y escolta de convoyes en que participó el joven teniente, llamado por la Providencia a altísimos destinos. Innecesario es decir que hubiera podido transcribir lo expuesto en su hoja de servicios en el supuesto de que la versión del coronel Carvallo de Cora le hubiera satisfecho, aunque lo cierto es que la sigue sin mencionarla. CUANDO VA A LAS FUENTES, NO LO INDICA.
Segunda sorpresa. De la lluvia, o diluvio, de condecoraciones a los oficiales, jefes y generales (quizá menos a los suboficiales y clases de tropa) que salpicó la guerra de Marruecos el autor tampoco dice mucho. Sí pone de manifiesto que la Cruz del Mérito Militar de primera clase con distintivo rojo (una de las primeras que recibió Franco) lo fue por haber estado “durante tres meses en operaciones activas”. ¡Caramba! Si con eso se ganaba tal cruz sorprendería mucho que no se tratara de una “chapita” que hoy cabría considerar algo devaluada. A ella se añadió la “medalla de la campaña de Melilla”, que sospechamos no fue un gran galardón. Echamos en falta una comparación con las que recibieran otros oficiales y jefes por parecidos motivos, porque es evidente que en tales operaciones no participó solo Franco y si lo hizo destacadamente (una mera hipótesis), entonces se echan de menos los elogiosos comentarios que pudieron haberlas acompañado. Un oficial interesado en conseguir una brillante hoja de servicios hubiera dado la lata a Mayoría para que no omitiese nada que pudiese servir para dorarla.
Tercera sorpresa. Trasladado Franco, a petición propia, a las fuerzas de Regulares el general Fontenla repite metodología. Sigue una página de las operaciones en las que Franco participó y en las que “sostuvo fuego con el enemigo”. Si utiliza esta fórmula, que era más o menos de rigor (porque en una guerra como la de Marruecos -de total subdesarrollo técnico- en Infantería, Artillería, Caballería y Regulares solían darse tiros) suponemos que en algo parecido a una hoja de servicios, no vemos porqué no se insertarían otros comentarios laudatorios dirigidos específicamente a resaltar el valor, el arrojo, el coraje y el desprendimiento únicos del todavía teniente, porque debía de ser bastante normal que los valerosos oficiales españoles de vez en cuando “sostuvieran fuego con el enemigo”, que ya se sabe era temible y brutal.
Cuarta sorpresa. La primera mención que se hace específicamente de Franco la toma el general Fontenla de su compañero, el tantas veces citado general Casas de la Vega. Es una mención que a mi, que no soy militar, me parece anodina, que no figura en la correspondiente hoja de servicios (versión del coronel Carvallo de Cora) y sobre la cual los amables lectores podrán juzgar mejor. Ya me he referido a ella en un post anterior. El episodio en que aparece es el siguiente, que habría quizá que esculpir en letras de oro. En la recuperación del cadáver de un capitán caído ante el enemigo, la compañía de la que había estado al mando marchó directamente contra los moros. ¡Bravo por el oficial que asumió el avance! y cuyo nombre no registra nuestro general. En dicho ataque una sección, al frente de la cual estuvo Franco, flanqueó hábilmente la operación. El adverbio en itálicas es del general Fontenla. Sobre el terreno, el general Dámaso Berenguer, nada menos, inscribió tal hazaña en el parte reglamentario. Puede ser. Normalmente un historiador iría a comprobar en qué términos. Yo lo haría, porque no me fío un pelo del general Casas de la Vega que lo cita y porque ya el coronel Blanco Escolá afirmó que no la había encontrado. ¿A quién creer? El general Casas de la Vega sí menciona la hoja de servicios de Franco y afirma que en el “archivo del Ministerio de la Guerra, Negociado de Marruecos Ceuta-Tetuán, año 1913” puede verse. Su sucesor, el general Fontenla, en modo alguno seudohistoriador, NO VA A LAS FUENTES. Y lo cierto, indudablemente cierto, es que, por desgracia, lo que afirma Casas de la Vega no figura tampoco en la hoja de servicios, versión del coronel Carvallo de Cora. ¿Cabe sostener la hipótesis de que a Franco no le agradarían tales muestras de reconocimiento por parte del general Berenguer y que renunció a pedir a los servicios de Mayoría que las inscribiesen en su hojita? ¿O no se enteró? ¿O las quitó el coronel Carvallo de Cora? Misterios.
Después de rellenar más párrafos sobre aspectos generales de la campaña la siguiente mención específica de Franco que hace el general Fontenla aparece en la página 51 de su hagiografía. El 7 de octubre de 1913 se le concedió otra Cruz del Mérito Militar de primera clase con distintivo rojo, por motivos muy similares a los de la anterior.
Quinta sorpresa. Ahora nos encontramos con algo que, no lo oculto, me conturba un pelín. El ascenso de Franco a capitán. El general Fontenla se las apaña para vincularlo a su participación en el combate en torno al aduar de Beni Salem. De haber sido este el caso, hubiera figurado normalmente en su hoja de servicios pero en esta tal combate se menciona una sola vez (tuvo lugar el 1º de febrero de 1914) y el ascenso se motiva, como ya hemos indicado en el post correspondiente, no por un hecho específico sobresaliente, sino por los “méritos contraidos en los hechos de armas, operaciones efectuadas y servicios prestados desde el 1º de enero a fin de abril del año 1914”. ¿Quién dice que el general de Brigada en la reserva Salvador Fontenla Ballesta es un historiador “analítico, independiente y objetivo”? El mismo. Lo afirma en la página 20.
Sexta sorpresa. Reconozco que en la página 53 de su magna obra nuestro estimado general señala que Franco “fue nombrado segundo ayudante del grupo de regulares mandado por el comandante Serrano Ortiz, cuyos cometidos eran auxiliar al ayudante en las funciones administrativas de la unidad”. No sé, y lo confieso humildemente, si este era un empleo adecuado para un teniente que iba a ser ascendido a capitán. Lo que sí sé, leyendo de nuevo la hoja de servicios de Francisco Franco, versión del coronel Carvallo de Cora, es que tal destino no aparece por ninguna parte.
Puede tratarse de un error, pero tengo alguna pequeña duda porque en la misma página el general Fontenla afirma que “el día 6 de agosto de 1914, con el grupo al mando del comandante Serrano Orive, practicó un reconocimiento por los montes de Arapiles y Sansa, sosteniendo fuego ligero con el enemigo”. ¡Vamos, que no fue equivalente al avance sobre el Somme en Francia pocos años después!
En definitiva, nuestro eminente y analítico general se inventa al comandante Serrano Ortiz, omite que Franco fue ayudante segundo del comandante Serrano Orive y lo presenta tal y como figura en el párrafo anterior, QUE ES LO QUE CONSTA EN LA HOJA DE SERVICIOS que nunca menciona. ¿Resultado? Da un pego a sus lectores y deja al coronel Blanco Escolá al pie de los caballos porque se niega a considerar la hipótesis, altamente verosímil, de que el ascenso fuera la consecuencia de un “peloteo” del teniente Franco con respecto a su querido comandante. Con lo cual, en buena lógica, no solo no la desmiente sino que, en mi opinión, la refuerza. Así, que mi crítica anterior a que el general Fontenla no va a las fuentes debo matizarla. Cuando va, lo oculta.
Precisemos: lo que nuestro analítico general hace en este episodio es seguir casi al pie de la letra una parte de la hoja de servicios que, salvo error, jamás menciona. Como exalumno que hizo la licenciatura de Historia, “copia”, pero altera ligeramente el orden y las expresiones de donde extrae la información. Lo cual tiene una denominación que cualquier “seudohistoriador” a los que él desprecia podrá fácilmente adivinar.
(continuará)