UNA PUNTUALIZACIÓN SOBRE LA EXHUMACIÓN/INHUMACIÓN DE JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA (I)
A LA MEMORIA Y EN EL RECUERDO DE MI GRAN AMIGO VICENTE ABAD, DOCTOR EN HISTORIA, CONOCEDOR COMO POCOS DE LA EVOLUCIÓN EN LA EXPORTACIÓN DE LA NARANJA, PIEZA FUNDAMENTAL DE LA CONEXIÓN DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA CON EL EXTERIOR DURANTE TANTOS Y TANTOS AÑOS. UNIDO AL DOLOR DE SU FAMILIA Y LAMENTANDO PROFUNDAMENTE EL VACÍO QUE NOS DEJA.
ÁNGEL VIÑAS
Reconozco abiertamente que no me hubiese agradado escribir este post. La noticia de que la familia del fundador de Falange ha expresado el deseo de que tras la exhumación de sus restos prevista en la LMD (BOE del 20 de octubre de 2022) se inhumen de nuevo sus restos en terreno sagrado -algo que servidor respeta, aunque la dictadura no lo hizo con los deseos de los deudos de miles de otros enterrados en Cuelgamuros- ha dado origen a comentarios muy diversos. En ellos han intervenido incluso primeras espadas de la política española. He leído las afirmaciones efectuadas por, entre otros, los Señores Feijóo y Abascal. No cito a otros menores.
También ha habido algún que otro docto comentario en el que se ha presentado al entonces marqués de Estella como arrepentido de lo que había contribuido a poner en marcha. Expresó su sentimiento en esta dirección en su, para algunos, inmortal testamento, antes de comparecer al juicio soberano e inapelable del Altísimo. En sus propias palabras: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la patria, el pan y la justicia”.
Confío en que nadie me acuse del pecado infame de denostar a los muertos. No es mi estilo como historiador. Me pregunto, sin embargo, hasta qué punto ciertas líneas de su testamento -para algunos inmortales- perseguían propósitos menos dignos. Planteo esta cuestión porque pedir perdón y desear ante el 20 de noviembre de 1936 (fecha de su ejecución) que su sangre fuera la última derramada por España también podría haber sido una última jugarreta para difuminar las propias responsabilidades en tal derrame. Escrito esto, naturalmente, con el debido respeto.
El historiador, de derechas o de izquierdas, si es historiador, debe plantear una cuestión. ¿Estaría José Antonio Primo de Rivera (en lo sucesivo JPdR) tan afectado por el resultado de su proceso ante el Tribunal Popular que ya había olvidado lo que él refrendó con su nombre unos cuantos meses antes cuando preparaba la sublevación de una parte del Ejército y de sus propios seguidores contando con la ayuda de una potencia extranjera?
En la familia de Wikipedia (fuente de la que más adelante diré algunas palabras) figura el testamento:
https://es.wikisource.org/wiki/Testamento_de_Jos%C3%A9_Antonio_Primo_de_Rivera
De esta fuente deseo destacar dos frases:
1ª “Entre los distintos párrafos que se dan como míos, desigualmente fieles en la interpretación de mi pensamiento, hay uno que rechazo del todo: el que afea a mis camaradas de la Falange el cooperar en el movimiento insurreccional con “mercenarios traídos de fuera”. Jamás he dicho nada semejante, y ayer lo declaré rotundamente ante el Tribunal aunque el declararlo no me favoreciese. Yo no puedo injuriar a unas fuerzas militares que han prestado a España en África heroicos servicios”
Y 2ª: “Que [se] coleccionen todos mis discursos, artículos, circulares, prólogos de libros, etc., no para publicarlos —salvo que lo juzguen indispensable— sino para que sirvan de pieza de justificación cuando se discuta este periodo de la política española en que mis camaradas y yo hemos intervenido”.
No conozco a muchos colegas que hayan examinado críticamente las citas anteriores a la vista de lo que ya sabemos documentalmente de la biografía de JPdR, ni tampoco a los enaltecedores ex post, y los ha habido a millares incluso después de la inhumación del inmortal “Caudillo”, a quienes les haya pasado por la mente. Si me equivoco presento mis excusas a mis amables lectores. Confieso no haber leído todas las biografías de JPdR ni tampoco las de SEJE. Me he preocupado más bien de descubrir nuevos papeles.
Sí algunos, por el contrario, no me permiten dar un ego te absolvo (laico, evidentemente) al líder falangista.
Viene al caso Julián Casanova, ahora lejos del ruido de la prensa española pero que la sigue desde Estados Unidos. Su opinión la ha reiterado recientemente en uno de sus últimos twits que circuló el año anterior (22 de noviembre de 2021). En él previno, y ha repetido ahora, de la tentación de llegar a creer que habría que exonerar a JAPdR, por lo mucho que quiso la paz y la reconciliación en su repito, inmortal testamento, al que sus descendientes se remiten.
En historia, ¡ay!, existe otro relato. Es, exactamente, al contrario: el hoy por algunos (muchos, al decir del PP y VOX) todavía añorado líder falangista no buscó ni la paz ni mucho menos la reconciliación. Antes del 18 de julio estuvo plenamente al corriente de lo que se tramaba con la ayuda de una potencia extranjera y contribuyó a ello en lo que pudo (que no fue mucho).
Desde el primer momento, al igual que los monárquicos alfonsinos, en cuyas filas militó al principio (nobleza obliga), JAPdR voló tan pronto como pudo a abrevar en la fuente nutricia (ideológica y financiera) del fascismo. Cabe discutir en qué medida las ideas de Mussolini entraron a formar parte del mapa político y sicológico del hijo del antiguo dictador. No soy un exégeta de lo que en alguna ocasión he denominado su insondable pensamiento, a la manera en que se hizo durante muchos años durante la larga dictadura de Franco.
¿He de recordar aquí al inefable Centro de Estudios Joseantonianos en el que trabajó un tal Agustín del Río Cisneros? Me permito señalar que su desciframiento dio de comer -y mucho más- a incontables comentaristas en aquellos tiempos difíciles para una gran mayoría de españoles. Los amables lectores podrían echar un vistazo al siguiente artículo https://elcorreodeespana.com/historia/869953025/Ser-joseantoniano-hoyMe-presento-como-prueba-testifical-Por-Enrique-de-Aguinaga.html para hacerse una idea de lo que algunos todavía consideran necesario no recordar.
Existen tantas biografías del entonces marqués de Estella que no sabría por dónde empezar. Pero sí me acuerdo de uno de los libros sobre él que leí y que todavía conservo en mi biblioteca. Tenía como título El trovador de Falange Española (nada menos) y su autor era un tal Bernd Nellessen. Los lectores que lo deseen pueden echar un vistazo a lo que de tal biógrafo dice su entrada en Wikipedia en alemán (tal vez en ciertos temas algo más fiable que la española) : https://de.wikipedia.org/wiki/Bernd_Nellessen . Como muchas de las entradas biográficas en tan importante referencia, a veces oculta más de lo que dice.
Ahora bien, para edificación de algunos periodistas, comentaristas de todo y tertulianos de pro me permitiré recordar la significación profunda, incluso para los más iletrados, del informe adjunto a una carta que envió al Duce del fascismo redentor, el 14 de junio de 1936, Don Antonio Goicoechea, líder de Renovación Española.
Fue un personaje del que hoy poco se habla, pero sobre cuyas espaldas recae una responsabilidad monumental. No me refiero a su gestión como comisario de la Banca Oficial durante la guerra y posteriormente gobernador del Banco de España en la postguerra. Su entrada en Wikipedia la amortigua considerablemente y está bastante desfasada: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Antonio_Goicoechea Evidentemente ningún lector ha considerado importante actualizarla. Un descuido.
Pues bien, tal caballero, español por los cuatro costados como Dios manda, ya había avisado al Duce en octubre de 1935 (algo que sigue ocultándose cuidadosamente) de que, si las izquierdas llegaban al poder, aunque fuera por medio de elecciones, ellos, los monárquicos y un sector del Ejército, se sublevarían. Podría decirse que quien avisa no es traidor y, ciertamente, de Goicoechea no cabría afirmar que traicionase a Mussolini. Que no lo fuera con respecto a la España que llevaba dos años gobernada por una coalición radical-cedista, implícita y luego explícita, es otra cosa.
En febrero de 1936 la consulta al pueblo soberano dio una corta mayoría a la coalición electoral del Frente Popular (aviso a navegantes: según algunos doctos historiadores, ello ocurrió gracias al engaño, a la coacción y a las malas artes típicas de las izquierdas, como quedó registrado en páginas inmortales en el Dictamen sobre la ilegitimidad de poderes actuantes en 18 de julio de 1936, pero a cuya versión actualizada por dos eminentes autores cabe oponer la valoración que han recibido, sin dar respuesta, en https://ojs.ehu.eus/index.php/HC/article/view/19831).
También se han silenciado las implicaciones que tuvo el hecho, quien avisa no es traidor, que la confidencia de Goicoechea a Mussolini se puso en marcha casi de inmediato. Por si las moscas.
El caso es que Goicoechea, Calvo Sotelo y JAPdR (sí, el señor marqués de Estella) hicieron honor al estimulante proyecto transmitido a Mussolini nueve meses antes. El informe, sucinto, de sus actividades durante la primavera de 1936 lo envió a Roma el posterior gobernador del Banco de España, siempre adicto a las “pelas”.
Subrayo que no me corresponde el mérito de haber descubierto carta e informe. Lo hizo un historiador italiano, Massimo Mazzetti. Los dio a conocer en 1979 (hace más de 40 años), no sin cometer algún que otro error. Los analizó y comentó mi buen amigo el profesor Ismael Saz en su libro Mussolini contra la Segunda República, publicado por la Fundación Alfons El Magnànim de Valencia en 1986. Lógicamente se refirió a Mazzetti.
¿Y qué ha ocurrido en España? Pues que son escasos los historiadores de derechas, y sobre todo ningún político de tal orientación, por no hablar de la ultraderecha, o que ningún periodista de las mismas, se han dignado echarles un vistazo crítico y, como es obvio, encuadrarlos debidamente. Son, por cierto, títulos muy conocidos en la Universidad española.
Sin embargo, como la historia nunca es definitiva casi siempre es posible decir algo más o sea dar un paso hacia adelante. Es lo que servidor intentó hacer con una monografía titulada expresivamente ¿Quién quiso la guerra civil? (Crítica, 2019). Nadie podrá acusarme de querer dar gato por liebre con el título.
(continuará)
Nota: el próximo martes es el 1º de noviembre, día de todos los santos. No quisiera que la continuación de este post coincidiera con tal fecha. No deseo que ello pueda llevar a comentarios extemporáneos. Por ello, se publicará el 8 de noviembre.