INTRANSIGENTES (EN HOMENAJE A CHARLIE HEBDO)

27 enero, 2015 at 8:30 am

 

Algunos de los columnistas de EL PAÍS (Francisco G. Basterra, Manuel Rivas, Manuel Vicent, entre otros) han recordado directa o indirectamente, en relación con los numerosos comentarios que suscitan los recientes atentados en París que la absolutización de creencias religiosas no es algo por lo que haya atravesado y atraviesa el Islam solamente. Ocurre en otras religiones.

Portada CH enero15En punto a horrores se ha hecho referencia al calvinismo desatado en Ginebra en los albores de la Reforma o a la guerra de Treinta Años que asoló a Europa. Algunos han rozado también la utopía nacional-católica que protegió con ardor la dictadura franquista.

No soy un historiador del hecho religioso pero siempre he encontrado en él cosas interesantes. En esta coyuntura, sin embargo, no he visto (mea culpa) que nadie haya hecho alusión a uno de los documentos más reveladores de la intransigencia como fue la Carta Colectiva del Episcopado Español de 1937, una sarta de disparates históricos. No ha sido repudiada. En realidad la Iglesia Católica, que yo sepa, no ha pedido jamás perdón por haber recubierto con sus bendiciones la represión franquista en la guerra y después. Sí ha aprovechado su involución de los últimos quince o veinte años (no sabemos todavía lo que nos depara el futuro) para subir a los altares, o a los prealtares, a numerosas víctimas del «terror rojo». Todo esto es sobradamente conocido.

No es posible comparar (sería profundamente ahistórico) los atentados terroristas de unos yihadistas alucinados y las prácticas cohonestadas desde las alturas del poder eclesiástico contra los «rojos» y demás «ralea» que constituía, para la coalición vencedora en 1939, la tan traída y llevada «anti-España». Los resultados desembocaron en una gran mortalidad pues el terror del Estado y las bendiciones de la Iglesia suele ser letal. También en España. No es de extrañar que, en ocasiones, las viñetas de Charlie Hebdo tomaran como diana la supuesta defensa de la civilización cristiana por un Pinochet, los coroneles griegos o Franco.

Pero yo quisiera, en este post, traer a colación una muestra de intolerancia, intransigencia y soberbia que figura tanto en el makeup sicológico de los yihadistas como en los genes de la Iglesia de la VICTORIA.

Como la guerra civil fue una guerra contra el MAL absoluto según predicaron los Señores Obispos, se sobreentendió que quienes se separaran de él y buscaran su redención, ya fuese en este valle de lágrimas o en la otra vida, debían abjurar de sus aberraciones. Las que subyacieron a un comportamiento político inspirado por el Maligno.

Curiosamente ni los numerosos historiadores eclesiásticos, que los hay y muy buenos, ni los cualificadísimos portavoces intelectuales que han disertado largo y tendido acerca de la maldad intrínseca del Islam han echado un vistazo atrás y se han preguntado qué hizo la Iglesia Católica tras su VICTORIA en España. No faltan libros. Sin ir más lejos puedo recomendar la lectura del de Gutmaro Gómez Bravo y Jorge Marco, La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista (1936-1950), Península, Barcelona, 2011, que muestra la profunda complicidad de los católicos, legos o seglares, en la represión. Se entiende que, ante todo, para salvar almas…

Desde el punto de vista de historia de las ideas, que en los últimos años ha vuelto a ponerse de moda para denigrar en todo lo posible la experiencia republicana y sus fuentes, es muy relevante un documento que descubrió hace algunos años un denodado investigador, Guillermo Portilla, al preparar su tesis doctoral que afortunadamente fue convertida en libro: La consagración del Derecho Penal de autor durante el franquismo. El Tribunal Espaecial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (Comares, Granada, 2010). Portilla le agrega un impresionante apéndice documental entre el cual figura el compromiso que la autodenominada Santa Madre Iglesia exigía, para reabrir las puertas de su gracia, a todo el que deseara volver a su seno abjurando de sus perniciosas creencias anteriores de índole laicista, liberal, masónico, socialista o comunista. Por no hablar de las de ateos y librepensadores. Me pregunto qué habrían dibujado los humoristas de Charlie Hebdo, vilmente asesinados, de haberlo leído. En efecto, el descarriado debía hacer profesión de fé de que

«la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana es la única y verdadera Iglesia fundada por Jesucristo en la tierra, a la cual de todo corazón me someto. Creo todos los Artículos que me propone creer; repruebo y condeno cuanto Ella reprueba y condena y estoy pronto a observar cuanto me manda, y especial prometo creer»:

(Agárrese el lector que ahora vienen curvas)

«la doctrina católica sobre la Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y la unión hipostática de las dos naturalezas, divina y humana; la divina maternidad de María Santísima, así como su integérrima virginidad e Inmaculada Concepción; la presencia verdadera, real y sustancial del Cuerpo, juntamente con la Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía; los siete Sacaramentos instituidos por Jesucristo para salvación del género humano, a saber: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Extremaunción, Orden y Matrimonio; el Purgatorio, la resurrección de los muertos, la vida eterna; el Primado, no tan solo de honor sino también de jurisdicción, del Romano Pontífice, sucesor de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Vicario infalible de Cristo; el culto de los Santos y de sus imágenes; la autoridad de las apostólicas y eclesiásticas tradiciones y de las Sagradas Escrituras, que no deben interpretarse y entenderse sino en el sentido que ha tenido y tiene la Santa Madre Iglesia Católica; y todo lo demás que por los Sagrados Cánones y por los Concilios Ecuménicos, especialmente por el Sagrado Concilio Tridentino y por el del Vaticano ha sido definido y declarado…»

En resumen, la negación pura y dura de una gran parte de las corrientes intelectuales que han hecho el mundo occidental y en particular la Europa de nuestros días. También a Charlie Hebdo. Es fascinante la reivindicación del Concilio de Trento (1545-1563), aquella vuelta de espaldas a una naciente Europa nueva y cuando la España católica en el siglo XVI se oponía ferozmente a la Reforma. Continuó oponiéndose a las Luces. Esta actitud podría ser un baremo. ¿Para qué?

Para hacer la cuenta de la vieja. Entre el final del Concilio de Trento y el momento en que se escribió el texto arriba transcrito transcurrieron unos 370 años. Dado que los ataques yihadista-terroristas en el corazón de Europa no tienen ni siquiera veinte, bien podría pensarse que sería necesario esperar otros trescientos y pico para pronunciar un juicio sólido, fundado en hechos históricos (futuros), acerca de si el yihadismo forma parte esencial y permanente del ADN de la religión bajo la cual se cobija. Deseemos que no sean tantos y confiemos en que la Unión Europea también sirva para atajar tamañas aberraciones.

Dos postdatas.

1. Escuchado en la tienda donde suelo comprar el periódico. El kiosquero dice a un cliente: «Vamos a ver si las instituciones europeas hacen ya algo en contra de estos terroristas».

2. Página de una revista belga de gran difusión. La caricatura de un dibujante ante su mesa de trabajo. El lápiz apunta hacia un cartel en el que en letras gruesas se lee: «Charlie akbar». En justa correspondencia, en Francia ha florecido el grito Je suis Ahmed.

A lo mejor son orientaciones que no estaría mal seguir, en lo posible.

Franco y la aparición de la televisión en España

20 enero, 2015 at 8:30 am

Después de la serie de posts relacionados con los análisis efectuados por los británicas sobre las Fuerzas Armadas durante el franquismo quizá no venga mal aligerar un poco el tono de los siguientes. En esta ocasión presento una noticia que me sorprendió al ojear viejos papeles y que espero sea del interés de los lectores. Es, por lo menos, curiosa pero, como tantas otras cuestiones de historia contemporánea, poco concluyente.

Si se pregunta a los alumnos, ya sea en Bachillerato o en la Universidad, cuándo hizo acto de presencia la televisión en España lo más probable es que acudan rápidamente a Mr Google en demanda de información. Es lo que ha hecho un servidor. Confieso paladinamente no haber tenido la menor idea de este tema hasta hace unos meses. Después de ojear algunas páginas en la red he llegado a saber que ya antes de la guerra civil se hablaba de la televisión (y se utilizaba este término) pero que no fue hasta la contienda cuando apareció físicamente en España. Mr Google recoge la afirmación de que fue en noviembre de 1938 cuando técnicos nazis hicieron una demostración a Franco a través de un sistema que llamaron fonovisión. Al parecer, era una especie de video asociado a un teléfono.

franco TVDiez años más tarde se produjeron las primeras demostraciones públicas de televisión en España. Las hicieron las casas Philips y RCA. Tuvieron gran éxito. Es una información que conviene estrujar un poquito. En 1948 España estaba metida en lo que presuntuosamente solía -y suele- denominarse el «cerco internacional». Que dos importantes multinacionales «se descolgaran» en la época en Madrid y Barcelona muestra una constante que marcó todo el período franquista. A ciertos gobiernos extranjeros podía no gustarles Franco y su dictadura pero el mercado español, !ah!, eso era otra cosa. No carecía de atractivos. Recordaremos que en aquellos momentos los dos únicos países en que ya existían emisiones regulares de televisión eran Estados Unidos y la Gran Bretaña. Aquí hubo que esperar a 1951-1952 para que TVE diera comienzo a emisiones de prueba.

No estoy en condiciones de saber si lo que antecede, que he tomado de internet sin grandes dificultades, se ajusta a la realidad o varía algo de ella. Pero sí he descubierto algunos papeles que precisan la primera aparición de un aparato de televisión en plena guerra civil.

Fue un regalo a Franco de la embajada del Tercer Reich. Debió de ser, efectivamente, en el año 1938. El aparato o aparatos en cuestión se instalaron en los bajos del edificio que ocupó en Burgos el Ministerio de Hacienda. De ellos se responsabilizó el jefe del Servicio de Radio de dicho ministerio. El porqué de esta adscripción no lo hemos averiguado. Es un tanto sorprendente. ¿Acaso no había servicios análogos en el Cuartel General, en la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, en la incipiente Radio Nacional, también apoyada con material y técnicos nazis?. Había iniciado sus emisiones públicas en enero de 1937. Incluso existía un Departamento Nacional de Cinematografía, creado en abril de 1938 que poco después empezó a producir un noticiario, antecesor del nunca olvidado NO-DO ¿Para qué iban a servir tales aparatos en Hacienda? Ni que decir tiene que en las memorias de Larraz, a la sazón Director General en el mismo y poco después ministro del ramo, no hay la menor referencia. No sabemos si llegaron a funcionar o cómo. Lo que sí sabemos es que en el Cuartel General y su sucesor no se utilizó la denominación «fonovisión» sino la de, pura y simplemente, televisión.

La información que antecede se desprende de las reclamaciones que desde la Jefatura del Estado se hicieron a finales de 1939 y a principios de 1940 al ministro de la Gobernación. En ellas se ordenó el traslado de los aparatos a las oficinas de Franco. Esto significa que ya no se conservaban en Hacienda, a lo mejor empolvados. También conviene recordar que el ministro de Gobernación en aquella época era el cuñado, Ramón Serrano Suñer. Simultaneaba el cargo con el muy importante de presidente de la Junta Política, al que había accedido en octubre. El «segundo hombre del Nuevo Estado» no hizo, al parecer, el menor caso. Las razones no están documentadas.

Ya en mayo de 1940, en plena batalla de Francia, es decir, cuando las tropas alemanas batían a los ejércitos aliados, los allegados de Franco volvieron a reclamar los aparatos para que se instalaran en las dependencias de «Su Excelencia el Jefe del Estado» (nosotros abreviamos siempre con SEJE). Es de suponer que en esta ocasión la renovada reclamación fue atendida.

Lo que no está claro es porqué el interés de Franco en tener próximos a él los aparatitos en cuestión. ¿Es que deseaba recibir mensajes alemanes por medios que entonces serían relativamente seguros?

La evidencia documental en que se reflejó el anterior episodio se limita simplemente a señalar que SEJE ya se dignaría disponer sobre el uso futuro. Si lo hizo, ¿cuántos se enteraron?. Las cuestiones se multiplican. ¿Quiénes asegurarían la utilización? ¿Españoles, alemanes? Sabemos que progresivamente la embajada fue llenándose de técnicos de comunicación y, claro, de expertos en actividades de espionaje.

No hay que olvidar que entre mayo de 1940 y mayo de 1941 uno de los problemas esenciales con los que hubo de lidiar SEJE estribó en decidir si entraba o no en la guerra al lado del Tercer Reich. Es uno de los temas perennes de la historiografía pro-franquista que tanto ha ensalzado la «hábil prudencia» de Franco a la hora de lidiar con tal cuestión.

Mientras no se haga más luz sobre el destino de los aparatos podríamos suponer que Serrano Suñer, que quería por todos los medios hacerse con la cartera de Asuntos Exteriores, no deseaba desprenderse de ellos. A lo mejor alguno de los amables lectores sabe más sobre la historia de la televisión en España.

Para quienes estén interesados en la utilización de los medios de comunicación (prensa, radio, cine) de cara a exaltar hasta el delirio, mintiendo con frecuencia como bellacos, la figura de Franco remito a la obra de Laura Zenobi titulada La construcción del mito de Franco. Este año se cumple precisamente el XL aniversario de su fallecimiento.

2015: un año de incertidumbres

13 enero, 2015 at 8:30 am

El año que ahora ha comenzado es muy verosímil que entre en la historia, quizá no en la grande, grande, pero probablemente en la que constate la acentuación de tendencias preocupantes ya existentes en nuestras sociedades, en particular en la Unión Europea.

Hubo una época en que me tocó hacer predicciones. ¿Qué podía ocurrir en relación con ciertos temas? En algunas de las que hice a medio plazo acerté, más o menos, en ocasiones. En las que se referían al corto plazo me equivoqué casi siempre. De aquella época me quedé con dos afirmaciones. La primera se debe a un primer ministro japonés, hoy olvidado, Yasuhiro Nakasone. Venía a decir que en política aventurarse una pulgada hacia adelante equivalía a adentrarse en territorio desconocido. Ni que decir tiene que Nakasone era extremadamente conservador. La segunda afirmación se atribuye, dicen los expertos que sin razón, a otro primer ministro conservador, esta vez británico, Harold Macmillan. Todos los mejores planes, vino a decir, pueden estropearse por obra gracia de acontecimientos imprevisibles. ¡Events!

Naturalmente, de seguir a la letra la metodología implícita en tales afirmaciones podríamos cerrar la tienda. ¿Qué tendrían que ofrecer los expertos en ciencias sociales?

De cara a 2015 podemos, al menos, estar seguros de una cosa. En nuestra Unión Europea de todos los pecados va a haber toda una serie de procesos electorales. Algunos serán muy importantes y podrían tener alcance sistémico. Otros tendrán impactos más bien nacionales y de efecto más reducido.

banderas griega y UEEl próximo domingo, 25 de enero, tendrá lugar el primero: las elecciones generales en Grecia. La prensa, estos días, está llena de artículos que recogen las escaramuzas previas a una contienda electoral de potenciales resultados sistémicos. Unos tratan de amedrentar a los griegos advirtiendo contra un verosímil triunfo de Syriza (aunque no consiga la mayoría absoluta) y sus consecuencias sobre la permanencia de Grecia en el euro. Otros abanderan algunas de sus promesas de renegociar el lastre de la deuda, dado que las políticas de austeridad han hundido a amplios sectores de la población en la indigencia. De la forma en que la Unión Europea trate los resultados de la contienda electoral dependerá la imagen que ofrezca al resto de los países de la zona euro y más allá.

En Francia están previstas elecciones departamentales en marzo. Tras el reciente atentado terrorista en París ¿quién sabe cuál va a ser la reacción del electorado? Todo hacía prever prever que el xenófobo y extremista Frente Nacional, la ultraderecha, ganará posiciones. Podemos anticipar la habilidad con que Marine Le Pen aprovecherá esa eventual onda expansiva. Hay comentaristas franceses que ya le conceden posibilidades en las elecciones presidenciales. Francia, y no Grecia, puede convertirse a medio plazo en el gran problema de la Unión Europea.

Para mayo se esperan las elecciones generales británicas. De ganar los conservadores, y si el primer ministro David Cameron se atiene a sus repetidas promesas, renegociará los términos de participación del Reino Unido en la Unión Europea, aunque ello implique una modificación de los Tratados. Cameron jugó fuerte en el pasado referéndum escocés. En esta ocasión puede encontrarse con la horma de su zapato. Si, por otra parte, el partido laborista se hunde en Escocia el panorama político británico quedará completamente reconfigurado para los próximos cuatro o cinco años, sin contar con que los perrillos de UKIP seguirán mordiendo en los talones a los conservadores.

(Advertencia al Gobierno español, sea el que sea: una modificación de los Tratados, equivalente a destapar la caja de los truenos, ofrece posibilidades para llevar a la mesa muchos desiderata, algunos de interés para el Estado español. Otros miembros actuarían de forma similar. Por consiguiente, hay que plantear la posibilidad de que la eventual «renegociación» termine no abriendo la caja).

Luego llega Dinamarca. Cualquiera que sea el resultado los efectos sistémicos sobre la Unión Europea serán reducidos. Eso sí, Dinamarca ha desempeñado en el pasado un papel de seguidor aplicado de ciertas tendencias preocupantes como el lento desmantelamiento del Estado de bienestar y restricciones en política de asilo e inmigración. Actualmente su habitual Gobierno de coalición ha corregido el tiro, pero otro podría volver a las andadas (como hacen ahora los Países Bajos y Austria)

Después viene España. Copiadora, en general, de las políticas de austeridad que están destrozando la cohesión social en Unión Europea, todas las lecturas son posibles. Es improbable que ninguna de ellas tenga efectos sistémicos. Sí los tendrá, y muchos, para los sufridos ciudadanos a quienes el Gobierno ha manipulado, mentido y demostrado que la derecha española, en comparación con la de los años de paz republicanos, no ha aprendido demasiado de la Historia.

Quedan elecciones parlamentarias: en principio están previstas en Polonia, Finlandia y Portugal. No me atrevo a pronunciarme sobre sus consecuencias, sistémicas o no. Prefiero llamar la atención sobre el protagonista de los últimos años en la Unión y sus políticas de austeridad a ultranza: Alemania.

En la perspectiva del largo período, es decir, desde la mitad del siglo XIX, Alemania ha sido casi siempre uno de los grandes desestabilizadores de Europa. Antes lo fue Francia. Las generaciones actuales han conocido, naturalmente, otra Alemania: la hundida tras la segunda guerra mundial, la encorvada por el lastre de los crímenes sin paralelo del nazismo, la buena y modosita alumna más paneuropea que todos los demás europeos juntos, la locomotora económica, la dividida territorialmente, el excitante escenario del hundimiento del muro de Berlín y de la reunificación…

Menos atención despertaron algunos de sus golpes de efecto en la crisis de los Balcanes, cuando empezó a mostrar de nuevo músculo diplomático. Pero también es verdad que ni el Reino Unido ni Francia mostraron un comportamiento que les hiciese merecedores a demasiados laureles. Hoy Alemania combina prepotencia y una cierta retracción. Es una mezcla peligrosa. No se limita a lo económico. Tiene efectos en el plano político y, en particular, en el terreno de las relaciones intra-europeas.

En las últimas semanas la prensa se ha hecho eco de la xenofobia latente que parece haber despertado Pegida (y que recuerda al Front National francés). Recordemos incidentalmente que también el NSDAP empezó siendo pequeño.

¿Advertencias? La combinación entre nacionalismo (de los Estados pero también de índole subestatal) y crisis económica y social ha tenido efectos perversos en la historia contemporánea de Europa. ¿Habremos vencido los europeos nuestros demonios familiares? Las respuestas irán aclarándose a lo largo de este año. Un año de incertidumbres.

UNA LUPA EXTRANJERA SOBRE LOS EJÉRCITOS FRANQUISTAS (y V)

7 enero, 2015 at 8:30 am

No me he detenido a rastrear en los archivos británicos lo que los militares y diplomáticos de esta nacionalidad comentaron, ya fuese en Madrid o en Londres, acerca de las informaciones que les llegaran sobre la Unión Militar Democrática (UMD). Es imposible que no supieran nada. Fundada en septiembre de 1974 la UMD se desarrolló en la clandestinidad y con fuertes medidas de seguridad. Aun así, las detenciones se iniciaron en julio del año siguiente. Es un proceso que ha estudiado con detenimiento su gran historiador Fidel Gómez Rosa.

UMD Logo La primera comparecencia pública de la UMD, en París, tuvo lugar en octubre de 1975, poco antes de que Franco cayera enfermo. Generó gran expectación. El tenor de muchos comentarios, aunque no sabemos el de la embajada en Madrid, es que el supercontrolado Ejército franquista se agrietaba. El procesamiento de los detenidos se alargó durante varios meses y sus abogados defensores constituyeron la flor y nata de una parte de la oposición política: Enrique Tierno Galván, Manuel Jiménez de Parga, José María Gil Robles, Fernando Álvarez de Miranda, Joaquín Ruiz Jiménez, Raúl Morodo, etc. En marzo de 1976 se reunió el primer consejo de guerra que juzgó a los «úmedos» más significados y los condenó a diversas penas de prisión, casi siempre con la accesoria de separación del servicio. Ni que decir tiene que desde la cúpula de las Fuerzas Armadas, donde la aparición de la UMD, había causado gran preocupación, se presentó a sus integrantes bajo una perspectiva profundamente distorsionadora.

En el análisis de las FAS que, como hemos indicado en el post anterior, hizo el brigadier Dawson hay una breve referencia a la UMD. Se limitó a señalar que sus miembros se beneficiaron del Real Decreto de Amnistía del 29 de julio de 1976 (BOE del 4 de agosto). Subrayó que, en puridad, las actividades de la UMD habían sido superadas por los acontecimientos dado el ritmo trepidante de la liberalización política ya a toda marcha. Según las noticias que le habían llegado, la impresión dominante entre las autoridades militares era que no había habido una penetración izquierdista grave en las FAS (con independencia de que a los «úmedos» se les había colgado injustamente tal marchamo). Dawson señaló que había salido a la luz cierta actividad de tipo comunista en forma de propaganda difundida clandestinamente por una (fantasmagórica) Unión Democrática de Soldados. Informó a Londres de que en las alturas de las FAS se consideraban controlables tales desviaciones de la disciplina.

El 7 de enero de 1977 el embajador Wiggin fue a visitar a Gutiérrez Mellado. Se conocían superficialmente y tenían amigos comunes. El vicepresidente del Gobierno le confió que los tres meses que llevaba en el cargo le habían parecido muy interesantes pero no del todo de su agrado. Subrayó una cosa que después daría mucho que hablar: su deseo de ver a España como un miembro más de la Alianza Atlántica. (Señalo aquí que Gutiérrez Mellado había sido uno de aquellos pocos militares de alto rango que se sentían profundamente heridos por la forma en que los norteamericanos trataban a los españoles. No es una casualidad que en la negociación de 1974/75 de la renovación de los acuerdos él y el embajador Carlos Fernández Espeso -uno de los pocos diplomáticos que más sabía de temas militares- coincidieran en calificar con el duro adjetivo de «cipayo» el comportamiento ante Washington del orgulloso -de puertas adentro- régimen franquista. Ambos me lo confirmaron separadamente).

En 1977 Gutiérrez Mellado explicó a Wiggins que le preocupaban mucho más los problemas económicos, en verdad acuciantes, que los políticos. Entre estos destacaba la actividad de un grupo de lunáticos entonces conocido como el GRAPO. La carectización es del propio general.

Wiggin, lógicamente, preguntó acerca de los rumores sobre conspiraciones militares que entonces ya corrían por los mentideros de la Villa y Corte. Gutiérrez Mellado disminuyó su importancia pero se mostró deprimido por su amplia difusión. Afirmó que se había lanzado una campaña entre los militares con objeto de sembrar disensiones entre ellos. Citó como ejemplo un rumor a tenor del cual el Gobierno habría decidido, nada menos, que favorecer la salida del Ejército de tres promociones enteras de oficiales porque habrían sido penetradas por elementos subversivos.

El vicepresidente subrayó que no había que subestimar la credulidad de ciertos sectores militares en aceptar como hechos las más absurdas suposiciones. Detrás de la campaña se encontraban integristas de la extrema derecha que tenían como portavoz al diario Alcázar. (Me atengo a las expresiones que utilizó Gutiérrez Mellado). No albergaban, afirmó, el menor escrúpulo en difundir las calumnias más venenosas. En comparación los intentos desde la izquierda de influir en las FAS eran bastante débiles. Lo preocupante era que los ultras hubiesen tenido tanto éxito en influir en un número considerable de jefes y oficiales que, por muy conservadores que fuesen, eran básicamente gente sensata y de tendencias moderadas.

Wiggin comentó a sus superiores que le había extrañado la importancia que Gutiérrez Mellado atribuía a tal campaña aunque no dijese nada que pudiera interpretarse como la menor señal de temores a una agitación militar seria.

De dar crédito a esta versión de las palabras del vicepresidente para asuntos de la Defensa el historiador debe preguntarse qué hubo realmente detrás de la dureza con la cual el establecimiento militar trató a los «úmedos». Seguidamente debería compararla con la mano blanda que, durante tanto tiempo, mostró ante los círculos que pululaban en torno del Alcázar. Pocos años más tarde se comprobó que era en estos, naturalmente, donde germinaba la subversión. Siempre «patriotas».

Como conclusión de estos posts podríamos decir que para los analistas británicos las FAS del franquismo fueron un tanto impenetrables. Quienes mejor las conocieron, los norteamericanos, subordinaron la aplicación de sus análisis a los imperativos de la política de su país. Apoyaron, dentro de límites estrictos, la modernización material y técnica, aun cuando ello supusiera ligar las FAS más aun a Franco. La evolución que en ellas se produjo provino del interior. Uno de los catalizadores más importantes fue la UMD.

La postura británica fue más ambivalente. Reconoció la complejidad de las FAS y también su lealtad hacia Franco y a su régimen. En ello los británicos guardaron, creo, mayor distancia que los franceses y los alemanes. Solo al final de la dictadura, y bajo la influencia de la revolución de los claveles, se detecta un cierto toque de alarma, siempre menos histérico que el norteamericano. De todas formas, parece evidente que en el análisis, siquiera somero, de la información transmitida a Londres no aparece el menor argumento que haga suponer que los británicos no creyeran en que las FAS fueron uno de los bloques más poderosos del sostén de la dictadura. La idea, cara a algunos tratadistas ulteriores que aquí no calificaremos, de que no hubo poder militar en la España de Franco y sí militares con poder dentro del régimen podemos lanzarla tranquilamente a la basura.

Para casi todos los observadores y analistas de los países OTAN el giro histórico lo determinaron el fallecimiento, por fin, del general Francisco Franco y el comienzo del proceso de transición. Como a tantos otros miembros de la Alianza a los británicos lo que más terminó preocupándoles fue la eventual desestabilización de una plataforma geoestratégica como la peninsular.

Al final se cumplió la línea estratégica que los aliados occidentales habían perfilado de cara a España en la segunda postguerra mundial. La «cuestión española» habrían de resolverla los propios españoles. Solo cuando la transición interna estaba ya encarrilada, los apoyos externos, a veces divergentes e incluso contradictorios, se hicieron sentir fuertemente. Los alemanes se pusieron en cabeza. Los franceses, los suecos y los británicos, les siguieron. Los norteamericanos hicieron rancho aparte.

Todo es, naturalmente, otra historia. ¿Y los años de Franco? Un larguísimo interregno en la evolución histórica de la sociedad española. Con muchos puntos negros. Con mucha sangre vertida. Con mucho dolor reprimido.

Quizá muy a pesar del actual gobierno la batalla historiográfica por escudriñar el pasado franquista está en pleno desarrollo. Bienvenida sea. En el futuro deberemos hacer mejor uso de los archivos extranjeros. Las referencias históricas que un sector de la sociedad española pueda tener con respecto a la dictadura no dejarán de sufrir heridas irreversibles. No es factible poner indefinidamente vallas al campo ni límites a la investigación en el contexto de la Unión Europea. Si quebró el cierre de archivos tras el franquismo, no es demasiado pretender que también quiebre el que ha introducido el Gobierno del PP.

(Fin de la serie)