En torno a la leyenda que se fabricó Serrano Suñer (VIII)

27 diciembre, 2016 at 8:30 am

Ángel Viñas

Dejé el post anterior a medio camino de la reflexión de un diplomático en el Foreign Office, Michael Cresswell, encargado de examinar los puntos más importes de lo que cabía extraer de los capturados documentos diplomáticos nazis acerca de las relaciones entre la España de Franco y el Tercer Reich, ya hundido en los escombros del pasado, en el entorno de Hendaya. De aquella somera reflexión se desprendió inequívocamente que los ingleses no estaban dispuestos a comprar la barata mercancía que les vendía Serrano Suñer por medio de su entrevista con Bernard Malley. En este la continuaré hasta principios de 1941.

CITA

“24 de septiembre: conversación SS-von Ribbentrop

Tras el regreso a Berlín de von Ribbentrop de Roma (coincidiendo con el ataque británico contra Dakar) SS menciona el temor español respecto a las intenciones de De Gaulle en África del Norte y pasa a referirse a la “decepción” española ante

  1. Las demandas alemanas de Agadir y Mogador
  2. La escasa empatía con las necesidades económicas

bundesarchiv_bild_183-h04810_joachim_von_ribbentropVon Ribbentrop, como respuesta, ofrece un pacto de diez años entre Alemania, España e Italia que entraría en vigor el día en que diera comienzo el asalto contra Gibraltar. Esto se produciría tan pronto como se terminasen los preparativos necesarios. La actitud italiana ante las peticiones territoriales españolas en África todavía no era clara pero piensa que Mussolini podría aceptarlas.

SS afirma entonces que España rechazó

  1. La cesión de una isla canaria
  2. La cesión de Guinea española y Fernando Poo.

Queda abierta la cuestión de Agadir y Mogador (von Stohrer opina que esto podría resolverse). Cabría llegar a un acuerdo sobre las peticiones económicas alemanas con respecto a Marruecos y la aceptación del control alemán del capital de las empresas británicas y francesas en España [ADAP, D, XI, I, doc. nº 97][1].

27 de septiembre:

Entrevista final entre SS y Hitler en la cual este se refiere al ataque a Dakar y repite la necesidad alemana de bases en Canarias y en la costa atlántica de Marruecos para la defensa hemisférica contra Estados Unidos [ADAP, D, XI, I, doc. nº 117].

Segundo acto

10 de octubre

Carta de SS a von Ribbentrop:  indica que es importante para España que los arreglos discutidos en Berlín no prejuzguen las negociaciones españolas con la Gran Bretaña sobre suministros de trigo de Canadá y Argentina y de combustible. Se habían enviado fuerzas para defender Canarias. Franco teme las intenciones que pueda tener de Gaulle de cara a Orán [ADAP, D, XI, I, doc. nº 172].

23 de octubre

Conversación Hitler-Franco: Franco expresa la gratitud española hacia Alemania. Lucharía con gusto a su lado pero se interponen grandes dificultades. Depende de Estados Unidos y Argentina que siguen órdenes de Londres. Mala cosecha. Hitler responde que está contento de encontrarse por primera vez con Franco. Ambos han tenido que luchar duramente. Resume la situación general de la guerra. Un peligro es que los aliados ocupen las islas delante de las costas africanas. Está aguardando el momento propicio para atacar a Inglaterra. Dificultades con quitar sus colonias a Francia. Inmediatamente declararían la independencia. Está dispuesto a utilizar la ayuda francesa para terminar rápidamente la guerra y debe dar a Francia algo a cambio [ADAP, D, XI, I, doc. nº 220].

(Texto incompleto)[2]

Conversación SS-von Ribbentrop: SS admite que Franco no ha comprendido del todo las conversaciones. Está claro, sin embargo, que los alemanes han cambiado de posición con respecto a Marruecos. No aceptan ya la cesión completa de la totalidad de la zona francesa sino que ahora hablan de tener que dar a Francia compensaciones en otro sitio con el fin de mantener alineado a Pétain contra Inglaterra. (No se mencionan objeciones italianas). Por consiguiente no conviene publicar un pacto entre las tres potencias (por temor a las acciones británicas contra Portugal). Intercambio de cartas secreto. Nueva redacción del pacto firmada cinco días más tarde otorga a España “Gibraltar más territorios en el Norte de África iguales en extensión a los dados a Francia en otros lugares”. La actitud española de mantener secreto el pacto se debe a la necesidad de recibir 100.000 toneladas de maiz y 150.000 toneladas de carne prometidas por Canadá. [ADAP, D, XI, I, docs. nº 221 y 224].

25 de octubre

Informe al embajador alemán en Roma sobre las negociaciones de Hendaya. España espera mucho y no se da cuenta de que las peticiones solo pueden coordinarse tras victoria alemana. Ello no obstante, se ha llegado a un acuerdo[3] [ADAP, D, XI, I, doc. nº 228][4].

Tercer acto

19 de noviembre: Conversaciones en Berchtesgaden entre SS y von Ribbentrop, después de la entrevista con Hitler

Impaciencia alemana por seguir adelante con los preparativos para que España entre en guerra. Telegrama que enviará el embajador alemán en Madrid tan pronto como Franco confirme que España acepta entrar en ella una vez que Alemania haya hecho los preparativos correspondientes, p. ej., en el invierno 1940/1941. Suministros de trigo empezarán inmediatamente nada más recibirse el telegrama. SS propone suministros de 100.000 toneladas de trigo detenidas en Portugal por cuenta suiza y que los alemanes compensen directamente a los suizos. Que dicho suministro no impida la continuación de los envíos británicos. Simultáneamente que 5.000 toneladas de trigo lleguen de Francia. Von Ribbentrop habla de la posibilidad de incluir a Rusia en un frente anti-británico (conversaciones con Molotov) y se entretiene dando ánimos [ADAP, D, XI, 2, doc. nº 352].

Cuarto acto

6 de febrero de 1941:  Carta de Hitler a Franco

Menciona las fatales consecuencias para Franco si Alemania es derrotada. En Hendaya se llegó a un acuerdo para que España no tardase en entrar en guerra. España no recibirá ayuda económica real de Inglaterra pero Alemania está dispuesta a concedérsela realmente, incluyendo 100.000 toneladas de trigo tan pronto como se fije la fecha de entrada. Esta se preveía para el 30 de enero, una vez que las tropas alemanas hubiesen pasado a España el 10 de enero. Así hubiera ayudado a Italia en sus dificultades. Hitler, evidentemente, está exasperado por las evasivas españolas y especialmente por tres temas suscitados poco antes:

  1. Argumentos sobre dificultades económicas planteados al almirante Canaris.
  2. Argumentos de que las Canarias ya tenían suficiente defensa pero que no podrían enfrentarse a un bloqueo.
  3. Argumentos sobre dificultades climatológicas.

Dice que las peticiones españolas con respecto a África se aceptarían en tanto en cuanto puedan reconciliarse con los nuevos arreglos generales en relación con el continente africano que se proponen hacer los alemanes [ADAP, XII, I, doc. nº 22].

26 de febrero de 1941: Respuesta de Franco

Nunca tuvo la intención de entrar tan pronto en guerra. La situación económica española imposibilita sostener una guerra larga y por consiguiente debe tener la seguridad de que con la captura de Suez y no solo de Gibraltar la crisis en el Mediterráneo se resuelva rápidamente. La situación había cambiado desde la firma del acuerdo de Hendaya y este ya no se corresponde con la situación por lo que debe considerarse superado por los acontecimientos [ADAP, XII, I, doc. nº 95.]

FIN DE LA CITA

Hasta aquí el resumen inicial de Creswell. Es obvio que se trataba de una reflexión rápida, como la evolución ulterior se encargó de demostrar. Ya apuntaba, sin embargo, a las líneas esenciales de lo que se deducía de un examen incluso superficial de la documentación alemana. Para los británicos debió de representar un alivio la carta de Franco a Hitler de finales de febrero de 1941. Pero, como no nunca jugaron con la seguridad nacional, no estará de más indicar que no habían, en modo alguno, bajado la guardia. Antes al contrario.

 

(Continuará)

 

[1] Como en el post anterior identifico los documentos diplomáticos en los que puede seguirse la argumentación británica.

[2] Este el resumen, abreviadísimo, de la parte de la minuta alemana que se conserva. Obsérvese que en ella Hitler no enmascaró las dificultades que tenía con Francia, algo que ciertos historiadores siguen pasándose por el arco de triunfo.

[3]  Las itálicas son mías.

[4]  Por motivos de los que no he encontrado constancia, Michael Cresswell omitió la glosa de otros documentos que arrojan más luz sobre el episodio.

En torno a la leyenda que se fabricó Serrano Suñer (VII)

20 diciembre, 2016 at 2:16 pm

Ángel Viñas

Del post anterior los amables lectores recordarán que el subsecretario permanente del Foreign Office había sugerido que convendría echar un vistazo a los documentos alemanes capturados para ver qué imagen se desprendía de los mismos. Esto es lo que mucho después, cuando se publicaron, han venido haciendo numerosos historiadores. Serrano nunca hizo la menor referencia a los mismos, salvo en un caso, el de lo que se ha llamado, presuntuosamente, el “protocolo de Ayete”, tras la conferencia de Hendaya. El exministro intentó confundir a todo el mundo.

serrano_sunerEn cualquier caso la sugerencia de Cadogan era viable y necesaria porque en la España de Franco la tendencia a escribir una seudohistoria se afianzaba a la velocidad del relámpago. El escribidor del Río Cisneros, por ejemplo, que trasladaba la línea super-oficial en bobadas sobre la política internacional de España para el Boletín de Información editado por la Dirección General de América del Ministerio de Asuntos Exteriores, llevó la desvergüenza a su extremo en consonancia con las necesidades del momento y no le dio apuro alguno en señalar que

…La conducta de España rebasa moralmente los límites de la simple neutralidad, para alcanzar los de la hidalguía y la buena vecindad en el caso de Francia. La nación que prácticamente ha podido comprobar lo que es una conducta caballerosa es Francia, en su frontera del Pirineo y en la de Marruecos (…) Francia recibió de España el trato más respetuoso y considerado. No atacó militar ni políticamente a Francia, no solo por cumplimiento de un principio de neutralidad sino por hidalguía y amistad, ofreciendo un ejemplo de magnífica vecindad[1]

En realidad, del Río no hizo sino seguir glosando o copiando a Franco ya que incluso reprodujo sin comillas afirmaciones del mismo. Algo que, por supuesto, podía entenderse como lealtad acrisolada. A Franco no se le ocurrió presentar su política de “no beligerancia” como Realpolitik. Para entonces había aprendido bien las lecciones que en materia de propaganda había podido colegir de su homólogo nazi y del ministro de Ilustración Pública y Propaganda, el maestro Goebbels. Una mentira mil veces repetida termina convirtiéndose en verdad. Por ello, en unas famosísimas declaraciones a la United Press, Franco  no había tenido el menor empacho en mentir como un bellaco:

En septiembre de 1939 España declaró y practicó la neutralidad; pero más, mucho más aun, cuando en junio de 1940 los ejércitos alemanes llegaron a la frontera española ocupando Francia y este país quedó totalmente desarmado. España en lugar de aprovecharse de estas circunstancias y atacarla por la espalda, lo que no está en sus tradiciones por ser incompatible con su hidalguía, tuvo para con el país vecinos gestos amistosos (…) España mantuvo entonces, honradamente, su completa neutralidad; no aprovechó la debilidad pasajera de nadie y afirmó públicamente, con actos, los principios de su independencia y orden moral (sic) internacional de su política exterior[2].

Probablemente los marroquíes, franceses y portugueses habrían tenido otras impresiones, de haberse llevado a la práctica los planes que para ellos habían albergado el desmemoriado Franco y su no menos desmemoriado cuñado.

Una parte de la conversación del exministro con Malley, que hemos reproducido en los posts anteriores, no se envió con el despacho al Foreign Office. Pero Malley también consignó por escrito lo que Serrano le dijo sobre sus relaciones con la embajada. No tienen demasiado interés salvo que le dio los nombres de los organizadores de las famosas manifestaciones contra el Reino Unido delante del edificio. Fueron Manuel Valdés Larrañaga y David Jato. Añadió Serrano que eran servidores, a sueldo, de la representación alemana. Esto es nuevo en la literatura pero, obviamente, no tenemos sino la palabra del cuñado, transmitida por Malley. También dijo  que cuando Franco le nombró ministro le preguntó, en presencia del general Vigón, si iba a guardar a Pan de Soraluce como subsecretario de Exteriores porque era un anglófilo y un masón de alto grado.¡Caramba! Esto también es nuevo. El odio de Franco a los masones está más que documentado. Sin embargo,  Serrano respondió que él no era de ninguna de las dos cuerdas y que no divisaba en Pan peligro alguno. El subsecretario se hizo valer por sus cualidades profesionales y Serrano lo guardó[3].

No sé, desde luego, lo que Serrano pensara acerca del impacto que pudiese tener en Londres el largo parlamento que expuso a Malley. Quizá lo utilizó como piedra de toque. Si es así, todavía ignoraba que los británicos se habían apresurado a completar sus conocimientos sobre la política franquista hacia el Eje (seguida al milímetro durante los años de la guerra) con un análisis detalladísimo de los documentos alemanes capturados.

Ahora es cuando estamos en condiciones de abordar los primeros resultados de este análisis en la medida en que ha quedado mínimamente reflejado en un expediente hasta hoy ignorado. Con independencia de que la investigación ulterior haya rellenado y completado muchos detalles, en particular gracias a la documentación italiana y sobre todo la española que no ha desaparecido “misteriosamente”, el perfil que se desprende del manejo de la lupa británica es bastante rotundo.

Merece la pena señalar que España no estuvo ausente en la explosión de problemas con los que el Foreign Office tuvo que lidiar al terminar la guerra en Europa. El 19 de julio de 1945, poco antes de que comenzara la conferencia de Potsdam, se disponía ya de un resumen somero de la documentación referida el año crucial en el que estuvo en juego la no beligerancia española. Su autor fue un diplomático llamado Michael Creswell que había estado destinado en España.

Por muy superficial que fuese el análisis realizado (posteriormente se amplió y profundizó) muestra líneas de continuidad que, con frecuencia, se pierden en los trabajos monográficos. Añadiré, en corchetes, las referencias a los documentos publicados de tal suerte que cualquier lector que quiera consultarlos pueda contrastar con toda facilidad las afirmaciones británicas.

Los detalles esenciales, en la perspectiva de aquel año de 1945, fueron los siguientes:

CITA

Primer acto

“17 de junio: Nota verbal de la embajada española en Berlín sobre la cesión del Marruecos francés y la ayuda alemana para tomar Gibraltar. Esta gestión constituye la iniciativa española que pone el tema de la entrada en guerra sobre la mesa [ADAP, D, IX, nº doc. 488][4].

Visita de Serrano Suñer [en lo sucesivo, SS] a Berlín

16-17 de septiembre: Conversaciones con von Ribbentrop coincidiendo con el comienzo de la primera ofensiva italiana en el desierto occidental. SS confirma la oferta española de entrada en guerra si Alemania

  1. Resuelve las dificultades económicas españolas suministrando 400.000 toneladas de trigo y 56.000 toneladas de combustible mensualmente.
  2. Suministra artillería pesada (diez piezas de 38 cm) para Tarifa y Campo de Gibraltar.
  3. Cede a España la totalidad del Marruecos francés y el Oranesado.

Von Ribbentrop se muestra de acuerdo con las peticiones territoriales en el marco de un reparto general en África entre Alemania, Italia y España. Afirma que,  no obstante, Hitler desearía como base una de las Islas Canarias, la retención de bases navales y enclaves en Agadir y Mogador en el Marruecos francés y la cesión por parte de España de Guinea y Fernando Poo a cambio del mismo. La entrada en guerra se produciría tan pronto como se completara la instalación de artillería pesada en el Campo y diera comienzo el asalto a Gibraltar. SS deja de lado las Islas Canarias y los temas de Guinea y sugiere que los alemanes ocupen en cambio Madeira y Senegal [ADAP, D, XI, I, doc. nº 63].

17 de septiembre: Entrevista entre Hitler y SS

SS menciona el temor español a un desembarco británico en la costa norte y la gran capacidad defensiva de Gibraltar. Hitler replica que el primer peligro puede contrarrestarse mediante el empleo de formaciones de Stukas y que el bombardeo aéreo, que sería más efectivo que la artillería, podría acabar con Gibraltar. Las piezas de 38 cm no llegarían a tiempo pero cabría suministrar otros tipos de artillería. La visita del almirante Canaris con expertos militares había aclarado que una fuerza de asalto, con el apoyo de especialistas, tras un bombardeo desde el aire, tendría éxito. Gibraltar no planteaba dificultades dada la experiencia alemana con los eficaces bombardeos aéreos de la Línea Maginot y del Fuerte Ebenmael [ADAP, D, XI, I, doc. nº 66].

18 de septiembre: La carta de Hitler a Franco destaca:

  1. El impacto en España del bloqueo británico.
  2. Este se quebraría tras la toma de Gibraltar.
  3. La costa norte española sería protegida por Stukas.
  4. Las Palmas podrían usarla los alemanes como base aeronaval.
  5. La captura italiana de Suez significaría el fin del control británico del Mediterráneo y de cualquier amenaza procedente del Norte de África [ADAP, D, XI, I, doc. nº 70].

22 de septiembre: respuesta de Franco

Acepta la sugerencia principal pero no la retención por Alemania de los enclaves en torno a Agadir y Mogador. Subraya de nuevo las dificultades económicas españolas. Afirma que debido a las dificultades atmosféricas y a la reducida calidad del terreno para instalar aeródromos la protección aérea de la costa norte no sería suficiente. Se necesitaría artillería móvil de 20 cm. Está de acuerdo en que la solución del tema mediterráneo depende de que los italianos lleguen a Suez [ADAP, D, XI, I, doc. nº 88]”.

FIN DE LA CITA

Nota: ADAP: Akten zur deutschen auswärtigen Politik (Documentos de política exterior alemana, también disponibles en traducción al inglés como Documents on German Foreign Policy)

Pues bien, cuando Serrano Suñer se decidió a escribir la segunda edición de sus memorias, que se publicaron en 1977, es literalmente imposible que no se hubiera enterado de la publicación de los documentos alemanes en inglés. Salvo que pensara que su adquisición le arruinaría, lo más verosímil es que los hubiera comprado. Su relato se habría, pues, atemperado a lo que antecede, solo que para disminuir sus reales intenciones. Es algo en que los numerosos panegiristas de Serrano todavía no han reparado.

(Continuará)

 

[1] Esta basurilla se publicó en enero de 1946.

[2]  La cantinela la repetió, incansablemente, desde 1945. Las itálicas son mías.

[3] Las afirmaciones complementarias se encuentran en los papeles del exembajador Hoare bajo el título Spain´s Pro-German Policy (1940-1942) according to its chief instrument under General Franco (Ramon Serrano Suñer). Si esta parte no se envió a Londres, probablemente Malley se quedó con ella y se la dio después a su anterior jefe.

[4] Es evidente. Los británicos, sin embargo, no podían conocer lo que se había cocido previamente entre las bambalinas españolas.

En torno a la leyenda que se fabricó Serrano Suñer (VI)

13 diciembre, 2016 at 8:30 am

Angel Viñas

El memorándum de la conversación que Serrano Suñer tuvo con el agregado de prensa adjunto de la embajada británica en Madrid y que he reproducido en los posts precedentes contiene, ya se ha señalado, una buena dosis de confusión y también notables inexactitudes en algunos aspectos. Lo que pretendió Serrano al “soltar” su versión a un diplomático inglés no lo sabemos, pero es seguro que no lo hizo por amor al arte. Es, pues, importante registrar cuáles fueron las reacciones de los funcionarios, altos y bajos, del Foreign Office que lo leyeron a su llegada a Londres. Como era costumbre en la época, la camisa que contiene el memorándum dejó espacio para que los lectores dejaran constancia de sus comentarios. Es una costumbre típicamente británica que permite, hasta cierto punto, seguir el pensamiento de los diplomáticos que tenían que recomendar alguna actuación sobre el tema en cuestión. El flujo de comentarios era doble, de abajo a arriba y de arriba abajo. Gracias a todos ellos se adoptaba una u otra decisión. Reproducimos las reacciones.

 

CITA

  1. “ Esta es una narración franca y reveladora de las actividades españolas a favor del Eje entre 1940 y 1942. Los motivos explicativos del arrebato del señor Suñer parecen ser la envidia personal y el ánimo de venganza. ¿Para imprimir?[1] (17 de octubre de 1945)
  2. Se trata de evidencia muy interesante que puede ser valiosa más adelante. Las afirmaciones de Suñer ciertamente desmienten las protestas del general Franco acerca de su neutralidad. También indican cuán difícil en aquellos días debió de ser la situación de nuestro embajador. De todas maneras es difícil sustraerse a la impresión de que si Alemania hubiese ganado, Suñer hubiera conseguido puntos para España y muchas ventajas para ella con un coste material reducido. Creo que merece la pena imprimir (17 de octubre).
  3. Muy interesante (21 de octubre)
  4. Tengo mis dudas respecto a imprimirlo. Me parece que es, al menos,  un tanto mendaz. En primer lugar pienso que habría que cotejarlo con los documentos alemanes capturados que muestran, me parece, que Franco propuso entrar en guerra al lado del Eje (y esto debió de ser en el tiempo de Suñer) pero cometió el error de pedir demasiado por lo que Hitler perdió el interés. Quizá pudo tratarse de una astucia de Suñer pero lo dudo mucho…(Alexander Cadogan, 22 de octubre).
  5. Estas afirmaciones del señor Serrano Suñer iluminan mucho aunque estoy de acuerdo en que deben tomarse cum grano salis. Hay un pequeño extremo en el que a Mr Malley le falla la memoria. El discurso de Franco en el que atacó furiosamente al Imperio británico y a los EEUU, mofándose de los cincuenta destructores, tuvo lugar el 18 de julio de 1941 y no de 1942. En aquel tiempo Franco estaba dispuesto a abandonar la no beligerancia (21 de octubre)
  6. serrano_hitlerComentarios sobre la versión de los acontecimientos según el señor Serrano Suñer:La mayor parte de este relato coincide con otra evidencia que tenemos en relación con los contactos hispano-alemanes en 1940-1941. Dista mucho, sin embargo, de ser completa y en una serie de aspectos probablemente está viciada por animosidad personal. Añade poco a las acusaciones contra el general Franco. Persiste la conclusión de que Franco, cualquiera que fuese el grado de hostilidad que sintiera hacia la Gran Bretaña y las democracias, nunca estuvo realmente deseoso de meter a España en guerra al lado del Eje y, a medida que transcurría el tiempo, fue mostrando una resistencia creciente a seguir por tal camino.La admisión por parte de Serrano Suñer de sus sentimientos tan pro-Eje y la fuerte posición de que gozaba en España como amigo de Alemania es solo parcialmente relevante. La prueba crucial para la política española tuvo lugar en septiembre de 1940 cuando, probablemente en respuesta a una gestión previa por parte de Franco, se llamó a Suñer desde Berlín. Según nuestras fuentes alemanas, Suñer confirmó la oferta española de entrar en guerra si Alemania se declaraba dispuesta  a:
    • Resolver las dificultades económicas suministrando 400.000 toneladas de trigo y 56.000 toneladas de gasolina mensuales.
    • Suministrar artillería pesada para Tarifa y el Campo de Gibraltar.
    • Ceder a España la totalidad del Marruecos francés y el Oranesado.

    Este último aspecto, a saber, la reivindicación española de territorios en el Norte de África, fue uno de los que Franco suscitó a Hitler desde el primer momento. Fue también el que, para contentar a España, los alemanes encontraron más difícil. (En su conversación con Mr. Malley, Suñer omitió cualquier referencia a este aspecto de las discusiones en Berlín y se explayó por el contrario en los argumentos que afirma utilizó para mantener a Hitler fuera de España).

    Tal y como indica sir A. Cadogan es bastante dudoso que las peticiones españolas a Alemania e Italia en tales discusiones fueran tan elevadas como para disuadir a Hitler de presionar a los españoles para entrar en guerra, pero el pacto por el cual, según Suñer, España “se convirtió en un aliado no militar del Eje y se comprometió a ayudar a Alemania e Italia económica y políticamente por todos los medios a su alcance” constituyó una clara ruptura de la neutralidad. Por otro lado, con independencia de que la influencia de Mussolini en los planes alemanes fuera o no decisiva o que el nombramiento de Suñer como ministro de Asuntos Exteriores cumpliera con las exigencias alemanas, la evidencia disponible indica que Franco no aceptó la entrada de España en guerra y quizá incluso desalentó, en lugar de alentar,  a los alemanes en sus planes de atacar Gibraltar atravesando España[3] (1º de noviembre).

  7. Me parece que es totalmente evidente, a tenor de la versión alemana de las conversaciones de Serrano Suñer en Berlín, que su relato a Mr. Malley constituye una distorsión de los hechos y que cuando fue a Berlín su objetivo era más bien insistir en ciertas compensaciones para España, perfectamente definidas, antes de entrar en guerra. Si el Gobierno alemán hubiera aceptado el precio (véase el punto 2) no tengo absolutamente la menor duda de que España habría entrado en guerra. Pero los alemanes lo encontraron demasiado elevado  (véase el resumen de Creswell de los documentos alemanes capturados[2]) y además, incidentalmente, perjudicaron sus deseos al pedir la cesión de una de las islas canarias. En vista de los comentarios de sir A. Cadogan que no se imprima.
  8. Evidentemente no debemos imprimir el despacho de Madrid. Pienso que podríamos dar a conocer a sir I. Mallet lo que ocurrió realmente (4 de noviembre).
  9. Sí (5 de noviembre)”.

FIN DE LA CITA

 

He reproducido los comentarios, con impresiones diferentes, tal y como se produjeron por orden cronológico, dejando de lado los nombres de los autores que no son, en general, conocidos sino de los especialistas. Una excepción es Sir Alexander Cadogan, subsecretario permanente de Estado y punto clave en el desarrollo de los sobornos a militares y políticos españoles, aunque no dejó traslucir nada al respecto ni en sus comentarios ni en su propio diario.

En resumen, entre los especialistas del Foreign Office la reacción fue mayoritariamente negativa en lo que se refería a los aspectos históricos. Este rechazo fue incluso mayor desde el punto de vista de la leyenda que Franco y su aparato de propaganda estaban creando a toda velocidad en aquellos momentos. Naturalmente, los comentarios se centraron en los aspectos internacionales y no en la vertiente de la política interior española. Dan color y sitúan el informe de Malley en el marco apropiado. Si Serrano Suñer pretendía conseguir que en el Londres de la victoria se aceptaran sus puntos de vista, sus propósitos no tuvieron el efecto deseado.

Pero los diplomáticos británicos fueron más allá. El memorándum de Malley sirvió de chispazo para una investigación más en profundidad de lo que era ya historia. Este es el tema de los dos posts siguientes.

(Continuará)

 

 

[1] Se imprimían los despachos que se consideraban más importantes, lo que les aseguraba una atención mayor así como una circulación más amplia.

[2] Lo exponemos más adelante. Las itálicas son nuestras.

[3].Nunca se consideró seriamente penetrar en España sin la  previa aceptación de Franco. En su entrevista con Mussolini en el Brennero, el 4 de octubre, Hitler declaró que la única ventaja estratégica que ofrecía la entrada en guerra española era la toma de Gibraltar.

En torno a la leyenda que se fabricó Serrano Suñer (V)

6 diciembre, 2016 at 9:44 am

Angel Viñas

Con este post finalizo el relato que Serrano Suñer hizo al agregado de prensa adjunto de la Embajada británica en Madrid. En el relato del exministro destacan tres orientaciones: la primera, y más importante, la “justificación” en términos ligeramente racionales de su política; la segunda, sus omisiones -ni fue sincero ni pudo serlo en aquellos momentos de espera a lo que podría ocurrir en la escena internacional; la tercera, su odio malayo a los franco-falangistas que le habían dejado caer como una vulgar colilla. Lo significativo, sin embargo, de este pequeño episodio no es el relato de Serrano sino su acogida en Londres. Lo veremos en los próximos posts.

CITA

“Serrano no tardó en darse cuenta de que en Falange había señales “no oficiales” de actividades alemanas. No formaban parte de los acuerdos adoptados en Berlín[1]. La duplicidad de algunos de sus “amigos” falangistas y sus intrigas personales con la embajada alemana fueron uno de los recuerdos más amargos de aquel período para él. “Yo”, afirmó, “fui un amigo del Eje pero nunca un servidor suyo. Manuel Valdés, subsecretario del partido, fue un caso de escándalo”[2]. Mientras Serrano Suñer decía esto, yo pensaba en otros “casos de escándalo” de los que él sabía como ministro de Exteriores y a los que prestó todo su apoyo y aliento. Sin embargo, no había ido a entrar en controversias con él sino a escucharle y obtener toda la información que pudiera.

8117228250_e2e0b68487_o[No albergué la menor duda de que en junio de 1941, cuando Serrano Suñer estaba plenamente convencido de la victoria alemana, divisó una gran ocasión para cumplir su promesa a Mussolini y tomar alguna parte en el aspecto militar de la guerra. El ataque alemán contra Rusia lo explotó al máximo la máquina de propaganda y pronto se alentó un ambiente de odio. Mostró que España todavía se encontraba, moralmente hablando, en un estado de guerra civil. El resultado fue la creación de la “División Azul”. Por fin, España daba un apoyo militar a Alemania. Quizá fuese insignificante cuantitativamente pero era un “gesto”. Tenía el apoyo de todo el partido, el Ejército lo aceptó y recibió las bendiciones de todos los reaccionarios del país, clérigos y no, cuya única preocupación era salvaguardar sus bienes y personas][3]. Franco esperaba que ello le proporcionase alguna influencia al final y, por consiguiente, una participación en el botín. La idea consistía en entrar abiertamente en guerra tan pronto como la Gran Bretaña se doblegara. Los Estados Unidos, naturalmente, todavía no habían entrado en liza[4].

Hacia el verano de 1942 Serrano Suñer dijo que empezó a sentirse preocupado por la creciente potencia de la aviación británica y la determinación norteamericana de utilizar al máximo sus inmensos recursos. Al mismo tiempo las intrigas de Falange comenzaban a amenazar su posición como vice-presidente  de la Junta Política. Arrese, una mediocre criatura hecha por Serrano Suñer, se convirtió en gobernador civil de Málaga después de que se le condenara a muerte por traición[5] y pretendía ponerse en primera fila. Su ambición no tardó en verse cumplida cuando entró en el Gobierno como secretario general del partido.

Al acercarse la conmemoración de la fecha del “Glorioso Movimiento” (18 de julio), Serrano Suñer –quien dijo que durante meses no había estado en El Pardo excepto cuando se le llamaba por cosas de rutina- pensó que mejor sería visitar a Franco. Fue a verle y le preguntó por el discurso que el Caudillo iba a dar, como en años anteriores, el 18 ante el Consejo Nacional. Le respondió simplemente, y con un gesto infantil, que no necesitaba su ayuda. No le enseñó el borrador y cuando escuchó las alusiones a la guerra en él contenidas se quedó helado[6].

[Recuerdo que este fue el discurso en el que Franco afirmó que Mr. Churchill había vendido el Imperio británico por 50 destructores y dijo a los EEUU que los aliados habían perdido la guerra][7]. Desde aquel día, señaló Serrano Suñer, la ruptura salió a la superficie. Por lo que dijo parece ser que entonces él mismo se dedicó a todo tipo de intrigas, incluso las más bajas, en el partido y desafió a sus enemigos al jugar a su mismo juego. El resultado fue el atentado con bombas hecho el 15 de agosto contra el ministro de la Guerra, general Varela, y cuyo capítulo final fue la ejecución de Juan José Domínguez, esbirro de Serrano Suñer.

En este punto se me ocurrió pensar en que los apologistas de Franco acentúan, a favor de su “neutralidad”, el despido de su ministro de Asuntos Exteriores y el nombramiento de nuevo del anglófilo Jordana. Esto no es así. Sabemos que a Serrano Suñer le echaron las intrigas del partido[8] que se aprovecharon del desprestigio que le provocó su asociación con personajes como Domínguez, el autor material del atentado, y José Luna, el instigador y organizador. Las relaciones de Serrano Suñer con sus compañeros de Gobierno, Varela (Guerra), Galarza (Gobernación) y con varios prominentes generales eran ya muy tensas[9]. El general Espinosa de los Monteros, embajador español en Berlín, dimitió como consecuencia de una discusión con Serrano Suñer[10]. La versión del militar era que el ministro había negociado con Hitler sin consultar con él, un procedimiento irregular que solo podía llevar a su dimisión.

De la noticia sobre la formación de la “División Azul” se enteró el embajador en una recepción cuando Ribbentrop le invitó a levantar su vaso en honor de “la fuerza expedicionaria española” a Rusia. Era la primera vez que Espinosa lo oía[11]. Serrano Suñer afirma que Espinosa regresó a España con la idea fija en hacerle caer. Se puso en contacto con sus enemigos dentro del partido y en Burgos –el mando estratégico más importante en aquellos momentos- se dirigió a los oficiales y jefes de la guarnición y a las autoridades civiles el mismo día de su llegada y le atacó violentamente[12]. Esto significaba el cese del general o la dimisión del propio Serrano. Franco no estaba todavía dispuesto a prescindir de su cuñado. El mando de Espinosa terminó súbitamente y quedó arrestado durante algún tiempo[13]. Más tarde, en situación de disponible, tuvo tiempo suficiente para continuar su vendetta. Por último socavó la posición de su enemigo con rumores de que Serrano Suñer estaba intrigando para echar a Franco y ponerse en su lugar. “Esto” –añadió- “puede parecer absurdo pero a mi cuñada (la mujer de Franco) y a mi sobrina, la Srta. Franco, se les dijo algo así para envenenar su corazón contra mí cuando en realidad yo había dado al Jefe del Estado los mejores años de mi vida”.

En el curso de esta larga conversación –en realidad se trató casi de un discurso- tuve que rogarle en repetidas ocasiones que cerrrase las ventanas de la habitación porque hablaba demasiado alto. Serrano no dijo una sola palabra contra el carácter de su cuñado como persona,  pero era fácil advertir el intenso odio que sentía hacia la casta militar en todas sus alusiones a los generales[14]. Estaba convencido de que habían terminado para siempre los días de los “pronunciamientos”. “Franco” –dijo- “es el último de los generalitos”[15] (una expresión sudamericana). En relación con el Partido el volumen de ropa sucia que sacó Serrano Suñer solo puede caracterizarse de repugnante. No mencionó en ningún momento la guerra civil o a los “rojos”. No pude por menos de recordar las entrevistas con él que presencié. Siempre despotricaba contra los “rojos” y sus atrocidades. Ahora le tocaba el turno al Partido.

(Firmado) B. Malley”.

FIN DE LA CITA

Los lectores podrían pensar. ¿Y esto es todo? La respuesta es no. Serrano estaba en Babia y no era un buen conocedor de la escena internacional. No sospechaba lo que pudieran conocer los británicos de su política y la de su cuñado. Menos comprensible es que no se cuestionara acerca de lo que de ella pudieran contener los documentos alemanes capturados por los aliados. Se los pasó por el arco de triunfo en las memorias de 1947 y, lo que ya es el colmo, en las de 1977. Un “genio” de política exterior.

Abreviaturas: DDI: Documenti Diplomatici Italiani (Documentos diplomáticos italianos)

(Continuará)

[1] No hay la menor referencia a tales acuerdos en la documentación sobre su visita. Sí es cierto que los nazis emprendieron algunas actividades potencialmente subversivas para acelerar la entrada de España en guerra. Las estudió Hans-Jörg Rühl en su tesis doctoral, que se publicó en España en los años de la transición. Fueron, todo hay que decirlo, un tanto amateur.

[2] Correcto. Camisa “viejísima”, también destacó por su perruna lealtad a Franco.

[3] De la cosecha del agregado de prensa adjunto. Esta mezcla entre relato de una conversación y comentarios propios demuestra que Malley no era un profesional.

[4] Este párrafo también  constituye una interpretación de Malley y no una reproducción de lo dicho por Serrano. Las itálicas son mías.

[5] Ignoro si esta afirmación es atribuible a Malley o a Serrano. Si fuera a éste hubo que esperar a sus memorias de 1977 para que explicara lo sucedido. En ellas, pp. 190-194, Arrese, a quien criticó duramente, no aparece como condenado a la pena capital en relación con los sucesos de Salamanca que acompañaron la creación del partido único en 1937. Entre líneas puede leerse que Franco, después, no le tuvo mucho aprecio y que Serrano le salvó de que pasara un mal cuarto de hora con Queipo. Sorbre Arrese, un “pelota”  consumado, Paul Preston ha hecho comentarios muy apropiados en su biografía de Franco.

[6] Fue un discurso muy famoso en el que afirmó que Inglaterra, aliada con Rusia, había perdido la guerra.

[7] Confusión  total de Malley que se equivocó totalmente. En un post ulterior veremos cómo el Foreign Office rectificó el despiste.

[8] Esto es, más o menos, correcto pero el relato de Malley sobre lo que le habría dicho Serrano resulta  deshilachado y poco esclarecedor. En las memorias de 1977, pp. 364-372, Serrano reconstruyó con gran detalle su versión del episodio al que atribuye su cese. No se produjo, afirma, por razones de política exterior, lo que creo que es correcto. Destaca en ella su profundo disgusto con muchos de sus antiguos camaradas, en proceso acelerado de conversión en lacayos de Franco.

[9] Obviamente Serrano no hizo mención a nada de ello en sus memorias. Tanto el ministro de la Gobernación (Galarza) como del Ejército (Varela) recibían sobornos vía Juan March. El primero culpó del atentado a “agentes al servicio de una potencia extranjera” (obviamente falangistas hipergermanófilos) que habían tratado de asesinar al segundo.

[10] Serrano obró para provocar su dimisión con el fin de colocar en su lugar al conde de Mayalde, a fin de fortalecer su propia posición en Berlín. En un escrito de quejas a Franco,  Espinosa de los Monteros contó un par de casos curiosos. Dos secretarios de la embajada no custodiaron debidamente las claves y solicitó su relevo. Serrano se negó y trasladó de Berlín a otro secretario nombrado a petición del embajador.  En una segunda ocasión von Ribbentrop  convocó a Espinosa y le pidió que se desplazara a Madrid para comunicar a Franco lo que le había dicho. Escarmentado, Espinosa redactó por si acaso una nota de queja. Ignoro si vio a Franco pero parece que la entregó ya que se conserva en la FNFF.

[11] Evidentemente esta versión se trata de un añadido-comentario de Malley.

[12] Si esto es lo que efectivamente afirmó Serrano, no entró en detalles. El embajador italiano, Francesco Lequio, consideró a Espinosa como una persona ponderada y de sentido común. Informó a Roma que el general había acusado a Serrano de “traición y de deslealtad”. DDI,  IX, vol. 8, doc. nº 481. Un episodio más de los muchos que relató sobre los choques entre el ministro y los militares. Serrano contraatacaba con declaraciones a periodistas extranjeros y haciendo publicar artículos en la prensa que le era adicta.

[13] El mando de la VI Región Militar no lo tomó Espinosa hasta enero del año siguiente y lo mantuvo solo durante unos meses. En sus memorias de 1947, p. 258,  Serrano lanzó contra el general un dardo afilado. En sus conversaciones con Saña, p. 205, se ensañó y le atribuyó dar coba a los alemanes para que le protegieran y para que Serrano no le quitara de su puesto.

[14]  De manera diluída también lo expuso en sus memorias.

[15] Franco Salgado-Araujo, primo hermano de Franco, en sus con frecuencia poco fiables memorias subraya en repetidas ocasiones la actitud de Serrano ante los uniformados. Dos ejemplos: «Sentía cierta superioridad respecto a los militares profesionales…. su formación intelectual, el ambiente universitario de la época … y el desconocimiento de la técnica militar y de los planes de estudios de las academias del Ejército … contribuyeron a que tuviera de la oficialidad profesional un concepto no muy bueno en cuanto a cultura y estudios»; «nos consideraba como personal de ligera cultura; opinaba que no hablábamos más que de asuntos profesionales y que no sabíamos nada de ´derecho romano y humanidades´», pp. 220 y 302 respectivamente.