UN CHORRO DE LIBROS SOBRE LA GUERRA CIVIL

10 marzo, 2015 at 8:30 am

El año pasado fue el LXXV aniversario del final de la guerra civil. Con este motivo a lo largo del mismo se publicaron dos libros, uno de Ángel Bahamonde y otro de Paul Preston. En las primeras semanas del presente año ha aparecido un tercero, de Francisco Alía. También se ha publicado la enésima versión de un compendio divulgativo sobre la guerra civil en su conjunto debido al profesor Stanley G. Payne, del que prefiero no hablar. Aquí no se trata comentar los méritos de las obras referidas. Me limito a señalarlas.

 1Sin títuloEl director de la revista STUDIA HISTORICA. HISTORIA CONTEMPORANEA, de la Universidad de Salamanca, profesor Juan Andrés Blanco, me encargó hace dos años la preparación del volumen de la revista correspondiente al año 2014. Debía tener un objetivo preciso: dar a conocer análisis valorativos sobre la bibliografía aparecida en los últimos años sobre la guerra civil. Ya he hecho alguna referencia aislada al mismo en este blog.

Hoy, a comienzos de este mes de marzo, el volumen está en la calle. Me apresuro a señalar que será el último de la revista que se publica en papel. A partir de ahora, los futuros números serán electrónicos, consultables en la red. Dadas las premuras financieras por las que pasan las Universidades españolas, gracias al simpar Gobierno del que hemos disfrutado en los últimos tres años, no hay otra alternativa para las publicaciones científicas. Incluso quizá sea mejor si al cabo de cierto tiempo su consulta no se hace depender de una suscripción a las mismas.

En cualquier caso, los lectores que quieran consultar este número de STUDIA HISTORICA pueden acudir a las bibliotecas universitarias en donde es verosímil que lo encuentren.

Todos los autores (unos 36) que hemos participado en esta aventura hemos recibido el número en pdf así como una separata de nuestros respectivos artículos en el mismo formato. La idea es que cada uno cuelgue el suyo en la red como mejor entienda para contribuir a su divulgación. La tirada de STUDIA HISTORICA es, por obvias razones, bastante corta a pesar de que está en el nivel más elevado para medir su impacto. Uno de esos indicadores que tanto gustan a la ANECA, con independencia de la calidad. Me dicen que hasta se computan las referencias negativas.

No obstante me atrevo a asegurar que todos los autores que han colaborado en este número han demostrado ampliamente su calidad académica. Los artículos han pasado por una evaluación externa (aparte de las dos o tres internas) y solo se han registrado dos casos curiosos. Para un artículo no se encontró un evaluador. ¡Caramba! Para otro, la evaluación fue mala. Sospeché detrás de ella una animosidad personal (desgraciadamente frecuente en ciertos colegas), releí minuciosamente el artículo y sugerí al director que lo dejáramos. Tengo curiosidad por ver si tal evaluador, cuyo nombre ignoro, se atreve a dar la cara públicamente.

En este post quisiera hacer notar algunas características del número. Por edad, fui uno de los lectores que, allá a finales de los años sesenta, adquirí la bibliografía sobre la guerra civil que dirigió el entonces funcionario del Ministerio de (Des)información y Turismo Ricardo de la Cierva. Ya estaba lanzado a la conquista de la cátedra (que logró en forma de agregaduría pocos años más tarde). Tal bibliografía fue un auténtico desastre que en otro régimen que no hubiera sido la dictadura franquista le hubiese inhabilitado para lograrla. Herbert R. Southworth, el autor de El mito de la Cruzada de Franco, escribió un durísimo artículo contra ella y calificó de «bibliófobos» a sus autores. Al lector que le interese ojearlo puede acudir a la reedición de dicho libro preparada por Paul Preston que se encuentra fácilmente en el mercado y que lo contiene como anexo. Le aseguro que no se aburrirá.

La primera característica es que, naturalmente, en el caso de STUDIA HISTORICA no se trata de una mera recopilación bibliográfica sino de un análisis crítico de la literatura más relevante. Esta se ha dividido en varios campos (aspectos bélicos, internacionales, económicos, narrativos, espaciales, locales, etc.) y también por orígenes.

He procurado que estos fuesen los más amplios posibles. Así seleccioné autores que pudieran informar de lo publicado en diversas tradiciones historiográficas extranjeras. Ante todo las más conocidas (francesa, británica, alemana, italiana, norteamericana) pero también otras que lo son menos. En la historiografía occidental he incluido, por ejemplo, la nórdica. En la de la Europa central figuran autores de Polonia, Rumania, la República checa, Eslovaquia, Hungría y la ex Yugoslavia). Un artículo específico recoge los cambios en la historiografía rusa. Lamento no haber localizado a nadie que pudiera escribir desde Bulgaria, Grecia y Holanda.

La idea que ha estructurado el volumen fue doble: dar a conocer a los extranjeros interesados la situación del debate historiográfico en España y trasladar al lector español la que se dibuja en tales tradiciones extranjeras.

Se pusieron limitaciones. Los españoles debían centrarse en los títulos de libros (no artículos) aparecidos entre 2006 y 2013. La razón se encuentra en que en aquel año se celebró en Madrid un congreso internacional sobre la guerra civil, dirigido por Santos Juliá. Los extranjeros tuvieron más latitud y, en general, se han remontado en el tiempo para explicar los cambios de paradigma tras el desplome de los sistemas de «socialismo realmente existentes» en los que la historiografía -un arma de combate- estaba sometida a una censura implacable.

Me he llevado sorpresas. Por ejemplo, al comprobar la pervivencia en ciertos historiadores o escritores extranjeros de algunos de los elementos esenciales de los «camelos» franquistas. Como si el tiempo se hubiera congelado. Como si en España -o en sus respectivos países- no se hubiese avanzado en el desmontaje de las mentiras de Franco y de su régimen.

Incluso en estos tiempos en que las obras, o noticia de ellas, se difunden en las redes y/o pueden adquirirse fácilmente por vía electrónica, algunos autores parecen vivir en la época en la que la comunicación era difícil y el intercambio académico hiperlimitado. O tal vez sea influya otra posibilidad: el que también en el extranjero siempre ha habido una tradición historiográfica de apoyo a Franco y a su dictadura. Quizá por motivos ideológicos o crematísticos. En la época de la guerra fría, desde cuyas perspectivas tanto se distorsionó la guerra civil española, nunca se era suficientemente anticomunista. En los países del Este, la versión oficial fue antonómica: nunca se era suficientemente antiburgués o anticapitalista.

Ello puede explicar la floración en estos últimos de autores que, a fuer de anticomunistas, siguen comulgando con los principios ideológicos inspiradores de la dictadura de Franco.

A pesar de todas las dificultades como coordinador del número me alegra mucho haber comprobado que tanto en España como en el extranjero existen historiadores para quienes la historia no es un juguete (algo que no podría aplicarse a algunos salva-patrias de dentro de casa) y que están dispuestos a romper una lanza para identificar las buenas y las malas obras, la miel y la hiel. Todos han participado, por supuesto, gratuitamente. Por el bien de la Historia y en favor de la ruptura de barreras. Muchos dicen que buscan la verdad, pero no abundan los que hacen algo para llevarlo a la práctica. Volveré sobre el tema.

(El índice de la revista puede consultarse en el siguiente enlace

http://agenciabarreiroforever.blogspot.com.es/2015/01/revista-studia-historica-historia.html )