El académico de la historia Luis Suárez Fernández: algunos errores fácticos de principiante (I)
Mi crítica no entra en ninguna dimensión ideológica. Me limitaré a pedir prestado, de forma temporal, al profesor Suárez uno de sus principios metodológicos. A saber, hay que atenerse, exclusivamente, a los hechos.
Parto, eso sí, de un supuesto que suele enseñarse en primer curso en las Facultades de Historia. Los hechos son “sagrados”. No entraré a discutir lo que son. Franco ganó la guerra civil. Proclamó la no beligerancia en la segunda guerra mundial. Veamos qué escribe nuestro académico sobre alguno de ese tipo de hechos.
- Quizá copiando a su colega Seco Serrano, se empeña en afirmar que “hasta el final del verano de 1940 la orientación de la política exterior correspondió al conde de Jordana”. Difícilmente. Había sido relevado de su cargo en agosto de 1939. Es un hecho.
- Recoge que Serrano advirtió al Duce “que España necesitaría de unos veinte años para llevar a cabo su reconstrucción y desempeñar el papel político que en el Mediterráneo se le asignaba”. La primera afirmación es, además de absurda. Ya lo demostró Tusell con documentos italianos al alcance de todos. Serrano habló de dos o tres años solamente. La segunda afirmación plantea un interrogante: ¿quién asignaba a España es papel político? ¿Las potencias fascistas? La respuesta es que Franco, desde antes de que finalizara la guerra civil, se planteaba la posibilidad de participar en una guerra contra las decadentes democracias occidentales. De aquí los planes para una inmensa expansión de la flota y de la aviación aceptados por la nueva Junta de Defensa Nacional. O los preparativos para atacar Gibraltar. ¿No lo sabe nuestro académico? Hubiera convenido que leyese la documentación exhumada por Manuel Ros Agudo. Tiempo ha tenido.
- Juega con fechas elementales: “cuando comenzó la segunda guerra mundial, Franco reorganizó el gabinete el 10 de agosto, disminuyendo el peso de los partidarios del Eje”. Difícilmente, puesto que el conflicto europeo se inició el 3 de septiembre con la declaración de guerra contra el Tercer Reich por parte del Reino Unido y Francia. El peso de los partidarios del Eje en el Gobierno franquista no disminuyó. Se incrementó merced a la sustitución del ministro de Defensa Nacional por tres ministros. Uno de los cuales, Varela, no tuvo inconveniente en supervisar los planes para invadir el Marruecos francés; otro, Yagüe, era profundamente proalemán contando con una aviación que dejara chiquita a la RAF y un tercero, Salvador Moreno, se apresuró a echar una mano a los submarinos de la Kriegsmarine a los pocos días de asumir su puesto. Sin incluir a Beigbeder, en su etapa de fervor pro-germánico que sustituyó al más cauto Gómez-Jordana. O a Muñoz Grandes como ministro secretario general del Movimiento.
- Presenta a Serrano a favor del Tercer Reich de manera inmediata y a Franco en contra, declarando la neutralidad. Esta declaración fue rápida porque no cabía ninguna otra opción en septiembre de 1939. No existía pugna entre el infalible Caudillo y su no menos endiosado cuñadísimo en el período septiembre 1939-junio de 1940. ¿O ha encontrado evidencia de ello el profesor Suárez? Ambos perseguían sueños imperiales, perfectamente documentados, contra Francia y el Reino Unido.
- Tras estas pequeñas puntualizaciones acudo en auxilio al DRAE y encuentro en él la tercera acepción del término “burrada” como “dicho o hecho necio o brutal”. Nuestro eminente historiador afirma que en junio “los alemanes comenzaron a montar la operación Fénix (sic), destinada a conquistar Gibraltar, empleando para ello el territorio español”. Pasemos por alto la curiosa denominación (que repite como renace tan mitológica ave). Precisemos también que los alemanes enviaron a finales de julio a España una pequeña misión militar. Discutió con altos mandos españoles. Se produjeron retrasos por ambas partes. Se entrecruzaron otros temas, más urgentes para los nuevos dioses de la guerra germanos. Ahora bien, con el asesoramiento y colaboración de oficiales y jefes españoles los prolegómenos de la operación FÉLIX se abordaron seriamente en octubre. No se formalizó hasta el 12 de noviembre. Su punto fundamental fue que no se haría nada sin el consentimiento de Franco. ¿No lo sabe el profesor Suárez? Forma parte de lo aceptado desde 1968 cuando se publicó la monografía de Charles Burdick. Incluso ya lo afirmó antes Donald Detwiler. Ha llovido.
[Incidentalmente, para que el lector se solace con el control de calidad de una RAH que aspiraba a conseguir que su Diccionario estuviese a la altura del de Oxford, o incluso lo superase, añadiré que el interlocutor de Serrano en Roma en el verano de 1939 fue, según la entrada, nada menos que el Papa Pio VII].
(Continuará)
Cómo no iba a tener dudas Franco sobre la posibilidad de entrar en la II Guerra Mundial cuando estaba en deuda por el imprescindible apoyo recibido de los alemanes en nuestra Guerra que controlaban además ya Francia cuando la entrevista de Hendaya haciendo que España, arruinada, se sintiera aún más débil.
Lo cierto es que no nos metió en la Guerra Mundial y que llegó a Hendaya con esa idea.
Quizás una buena prueba de lo dicho la tiene su hija (Carmen) cuando ha comentado en un libro que dejó escrita una carta por la que dejaba a Muñoz Grandes la jefatura del Estado si Hitler le secuestraba en Francia.
Lo que verdaderamente llama la atención es que las democracias no apoyaran al gobierno del Frente Popular (¿uno de los suyos?)sorprendiéndose incluso Azaña de esa falta de amparo de los británicos cuando una base tan importante como Gibraltar quedaría seriamente amenazada por un aliado de Alemania(Franco)si vencía en nuestra Guerra de cara a la nueva Guerra mundial que ya atisbaba en el horizonte.
¿No será que los británicos sabían mejor que Ángel Viñas que la victoria de los revolucionarios llevaba a España de cabeza a una nueva e indeseada dictadura del proletariado?
Muchas gracias por sus comentarios. Veo que sabe Vd. mucho más que un servidor. Es posible. Lamentablemente me he pasado varios meses, trabajando todos los días de sol a sol, explorando la documentación disponible y, la verdad, la glosa de documentos españoles, alemanes, británicos e italianos me lleva a otras conclusiones. No estoy de acuerdo con que Franco no tuviera la idea de «meternos» en guerra cuando fue a Hendaya.
No hay, por lo demás, que mezclar churras con merinas. He explicado con documentación de más de una docena de archivos españoles y extranjeros la génesis y desarrollo de la no intervención. Los más importantes son, naturalmente, los franceses y británicos. No me ponga Vd. a Azaña como autoridad que entendía las sinuosidades de la misma.
Y, fíjese, yo no estoy en la mente de Stalin. Me imagino que Vd. tampoco. Alguien tendrá que explicarme porqué Stalin, de repente, cortó de forma radical la ayuda en armas a la República en noviembre de 1937, se resistió como gato panza arriba a todas las sugerencias que le hicieron el Comisariado de Relaciones Exteriores, el embajador soviético en Londres y representante en el Comité de No Intervención, el GRU, la Komintern, sus militares en España y, por supuesto, el Gobierno republicano. Una forma extraña de querer que se implantase en ella la dictadura esa a que Vd. se refiere. Los envíos de armas no se reanudaron hasta después de Munich.
Y tal vez supieran los británicos sobre el futuro que aguardaba a España más que yo pero no da la impresión. El que no había riesgos de satelización lo dijo la Embajada británica en Moscú insistentemente. Lo retomó el director general del Departamento del Norte en el Foreign Office, que pienso sabía más que Vd. y un servidor juntos. Lo sabía el Air Intelligence (Staff), que era el servicio secreto que coordinaba toda la labor de información sobre España. Lo dijo su jefe, que visitó la zona republicana en febrero de 1938.
No en último término, se dispone del informe completo del Buró Político del PCE elevado a Stalin en julio de 1939 sobre la actuación del mismo durante la guerra.
Así, ¿qué quiere Vd. que le diga?
Cordiales saludos
AV