En recuerdo del profesor Manuel Tuñón de Lara y en la brega por recuperar el pasado

17 octubre, 2017 at 8:30 am

Ángel Viñas

Voy haciendo un pequeño recorrido por libros que se me han ido acumulando encima de mi mesa en los últimos meses. En un post pasado me referí a uno, en el que he participado, sobre las relaciones internacionales y la Segunda República, sobre todo en la época de paz. Ahora toca el turno a otro libro, muy calentito pues acaba de salir al mercado, en el que también aparezco. Es mucho más grueso y aborda toda una serie de temas que pueden y, en mi modesta opinión, deben llamar la atención de todos los interesados por la historia contemporánea de España.

Se trata de una serie de trabajos coordinados por el profesor José Luis de la Granja, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco. Todos ellos giran en torno a la figura de Manuel Tuñón de Lara (a quien solíamos llamar cariñosamente pero siempre con respeto Manolo), uno de los maestros de referencia para los historiadores de mi generación.

No es el primer libro que se dedica a su memoria, pero ahora se cumplen veinte años desde su fallecimiento. José Luis, junto con Alberto Reig ambos discípulos directos en la Universidad de Pau, ha convocado a una quincena de historiadores, españoles y franceses, para que diserten sobre el estado actual de la historiografía propia acerca de la España del siglo XX (título de una de las obras más conocidas de Tuñón). La idea estribaba en alentar reflexiones sobre la obra tuñoniana o en invitar a que plasmen sus recuerdos de él como persona e historiador. Inevitablemente, también se solicitaron semblanzas autobiográficas en las que nuestro desaparecido amigo y maestro desempeñó un papel de primer orden. Es bonito leer a Joseph Perez, Paul Aubert y Jean-Michel Desvois, alumnos y/o amigos de Tuñón. El volumen, cuidadosamente editado y con un índice onomástico que permite satisfacer la curiosidad del lector, se lee con facilidad. Nadie ha querido cocer un ladrillo académico. Al contrario.

Fuera del mundillo de los especialistas, para quienes debiera de ser lectura obligada, ¿por qué es interesante este libro? En mi opinión, por cuatro razones.

La primera es porque permite acercar a las jóvenes generaciones una imagen vívida de la obra y carácter de uno de los historiadores malditos durante el franquismo. Puedo afirmarlo con cierta autoridad. En el breve lapso de tiempo en que, por azares del destino, me tocó abordar las responsabilidades de director general de Ordenación Universitaria y Profesorado (sobre lo que siempre me he negado a escribir) sondeé el terreno para ver si alguna Universidad estaba dispuesta a aceptar a Tuñón de Lara como catedrático extraordinario, sin que tuviera que financiar ella la cátedra con sus propios fondos. No sorprenderá a los amables lectores que me encontrase con una negativa cerrada. Ningún rector quiso dar la más mínima batalla por él. Si Manolo Tuñón finalmente recaló en la UPV fue gracias a los esfuerzos de otros amigos.

Uno de los más entrañables recuerdos que de él guardo es el de un viaje en autocar en Alemania, en junio de 1987, en el que íbamos los asistentes a un coloquio en Göttingen sobre la guerra civil con motivo del L aniversario (las actas las editaron Manfred Engelbert y Javier García de María en la editorial Vervuert).  Íbamos alegres y nos desgañitábamos con canciones de tiempos pasados. Tuñón, a quien yo no había oído nunca cantar, se despachaba a su gusto. Mi mujer tampoco lo ha olvidado hoy.

A Tuñón siempre lo pusieron como chupa de dómine los turiferarios del régimen. No faltaron los periodistas, de cuyo nombre nadie quiere hoy acordarse pero que empapelaban la corte de los milagros del simpar “Caudillo”. Todavía subsiste alguna que otra repercusión en una parte de la infraliteratura histórica que pulula por las librerías españolas. En parte porque Tuñón siguió una metodología marxista y porque fue uno de los introductores más comprometidos en la “gran batalla” por la historia social en España, episodio estudiado por Ángeles Barrio.

La segunda razón es porque varios de los capítulos de la obra presentan una visión razonada y crítica del estado actual de la historiografía española en temas relacionados con la Restauración (de Manuel Suárez Cortina), la República, la guerra civil, el franquismo (sumamente interesante el capítulo sobre este último debido a Glicerio Sánchez Recio, que nunca defrauda) y la transición. Son algo heterogéneos en extensión, ambiciones y tratamiento. Van precedidos por un encuadramiento de los nacionalismos, debido a la pluma del profesor Juan Sisinio Pérez Garzón. En general, los capítulos sobre historiografía son relativamente similares en longitud, salvo el relativo a la segunda República. Su autor, Eduardo González Calleja, ya catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, piensa que en la actualidad podría haber más de cinco mil títulos sobre el período. Descontada la guerra civil, de bibliografía inabarcable, se trata del régimen político que mayor atención ha suscitado.

La tercera razón es porque las diferencias entre la visión de unos y otros autores de los temas objeto de estudio ofrecen al lector la posibilidad de contrastar hasta qué punto difieren las aportaciones historiográficas. No existe una historia, con pretensiones científicas, que pueda caracterizarse como cerrada. No hay nada que cambie tanto como el pasado, ha dicho algún autor. No es ningún chusquero. Nuevos enfoques, nuevos descubrimientos y la creciente distancia cambian la percepción y la reconstrucción del pasado. Sucede no solo en historia contemporánea sino incluso en la comprensión de los albores de la humanidad. En consecuencia, hay que ser humilde y, con frecuencia, más que humilde.

La cuarta razón es porque la panoplia de la historiografía es auténticamente nacional, es decir, se concentra esencialmente en la hecha por autores españoles. Algo que, como ya he dicho tantas veces, jamás se lo propuso el franquismo. Bajo él lo que se escribió fue una historia oficial, desde presupuestos e intereses oficiales, y siempre a la mayor gloria del régimen. Los jóvenes historiadores españoles, para enterarse de por dónde iban los tiros, tenían que beber de las fuentes que abrían autores extranjeros, sobre todo británicos, franceses y norteamericanos.

Finalmente, porque el libro contiene recuerdos e historia sobre los famosos Coloquios de Pau. Unos encuentros en los que los historiadores del interior intercambiaban en libertad en el exterior, fuera del alcance de la thought police franquista, opiniones e información sobre sus temas de investigación y aprendían del contacto mutuo y con historiadores extranjeros, bajo la batuta de Manuel Tuñón. En este sentido, me parece una excelente idea el haber incorporado a este volumen un trabajo ya publicado, pero no demasiado conocido, del profesor Eloy Fernández Clemente sobre los coloquios y su propia experiencia en ellos, y los recuerdos de Carmelo Garitaonandía de la llegada de Tuñón al UPV.

La obra tiene una particularidad adicional. Es viva, tan viva como la vida misma. Contiene, de la pluma de autores como Santos Juliá o José Álvarez Junco, visiones que iluminan el camino que todavía queda por recorrer. Y ello es porque, como afirma el primero, hay partes de nuestro pasado inmediato, por ejemplo, la Transición, de los que todavía no puede hacerse historia propiamente dicha. A pesar de los cuarenta años transcurridos, los enfoques siguen estando todavía demasiado teñidos de política. Su capítulo, “De modelo a régimen”, es un ensayo brillante que levantará polémica. De lectura obligada.

Personalmente tengo que dar las gracias a Alberto Reig. En su brillante capítulo sobre el Tuñón de Lara que él conoció ha dejado espacio para uno de los episodios en que coincidimos los tres durante largo tiempo: la gestación de la serie documental titulada ESPAÑA EN GUERRA que proyectó TVE por el segundo canal coincidiendo con el L aniversario del estallido. A mí se me había olvidado ya que, en la etapa final, estaba tan agotado de viajar por Europa y Estados Unidos que, de vez en cuando, me quedaba frito durante las discusiones, antes de relanzarme en ellas. Los historiadores que participamos en el programa (algunos de los cuales por desgracia ya no están entre nosotros) supimos acercar posturas, conocimientos y desiderata para presentar un relato equilibrado con el que todos estuvimos contentos. No sé si hoy, treinta años más tarde, cuando se conocen muchas más cosas y se han aplicado nuevos métodos y enfoques ello sería posible.

¿Curiosidades? Destacaré dos: el análisis, debido a José Luis de la Granja, de la correspondencia cruzada entre Tuñón y Max Aub, muy reveladora del talante en un momento crucial de la evolución del pensamiento político entre exiliados, y la reproducción por parte de Francisco Rojas Claros de tres programas de radio de Tuñón emitidos por Radio París en los años 1961 y 1964.

Así, pues, si alguien quiere rememorar un pasado (que a muchos puede parecer lejano) pero que todavía pesa sobre nuestras cabezas, adentrarse en algunas de las querellas que lo entrecruzaron y aprender sobre cómo se escribe hoy la historia del mismo, no conozco mejor introducción que la que ha conseguido reunir el profesor de la Granja, antiguo becario del Gobierno francés en Pau. De verdad, no se la pierdan. Probablemente aprenderán y, algo de lo que estoy casi seguro, también disfrutarán.

 

José Luis de la Granja (coord.), LA ESPAÑA DEL SIGLO XX A DEBATE. HOMENAJE A MANUEL TUÑÓN DE LARA

Editorial Tecnos, Madrid, 2017, 438 pp.