Kindelán y la ofensiva de Vizcaya
Ángel Viñas
En fiel aplicación de sus objetivos de exoneración de los mandos de Franco, el general Salas Larrazábal ocultó en todo lo posible las implicaciones de la coordinación de las fuerzas aéreas (alemana, italiana y española) en la preparación del avance contra Vizcaya en la medida en que pudieran afectar al Alto Mando franquista. En la edición 2012 de su magna obra reprodujo en el anexo 10 (pp. 218s) una orden para la colaboración y apoyo de las Fuerzas Aéreas con las Brigadas de Navarra como si procediera de la propia Legión Cóndor según podría desprenderse de su membrete (Libro 11, documento 352, Legión Cóndor I/a). Reconozco humildemente ignorar tal tipo de signatura.
Afortunadamente en el Centro de Documentación del Bombardeo de Gernika se encuentra una selección de documentos de la Jefatura Regional Aérea del Norte, 3ª Sección, Operaciones. Esta Jefatura dependía del general jefe del Aire, Alfredo Kindelán. No es una selección demasiado amplia. Comienza con una copia de la anterior orden mencionada por Salas. Tiene como fecha la el 29 de marzo de 1937. Esto es, el mismo día en que Vigón firmó por orden de Mola la orden general para iniciar la invasión. Sorprende que Salas, al reproducirla, pusiera bajo su título este último día como fecha. ¿Quiere con ello indicar que fuera de la Cóndor se recibió en el mismo momento en que comenzaba la ofensiva?
Esta pregunta debemos contestarla con una rotunda negativa. El día 29 ya era, ciertamente, tardío pero puede explicarse por las discusiones que sabemos generaba la utilización del arma aérea, al menos la alemana, y que von Richthofen reflejó en su diario. El que la segunda orden se emitiera coincidiendo con la firmada por Vigón nos hace pensar que se trata de un indicio de que no emanó de la Cóndor sino del mando español o, como alternativa, que los mandos inferiores se hubiesen puesto ya de acuerdo previamente sobre las especificaciones. Lo cual no significa que dejaran en la ignorancia a sus mandos respectivos. Ni los españoles ni mucho menos los alemanes eran ejércitos tribales. Es decir, es imponsible pensar que Mola no estuviese de acuerdo con Kindelán y con los mandos de las aviaciones extranjeras.
Ahora bien, este era, precisamente, el procedimiento que se había seguido con la Cóndor a tenor de los “protocolos de actuación” que hemos señalado en un post anterior y cuando la Legión actuaba de bombero desde por lo menos diciembre de 1936.
Mola, general del Ejército del Norte, refrendó (a no ser que introdujera algunos cambios) el resultado de las negociaciones a nivel de Estados Mayores y en las cuales había estado representado por, entre otros, el coronel Juan Vigón. Suponemos que la Jefatura del Aire cursó la orden a la Legión Cóndor que se encargó de distribuirla entre los mandos operativos de las fuerzas aéreas que actuarían en el teatro. Nos parece imposible que la Cóndor pudiera dictar una orden que también implicaba, y mucho, al Ejército de Tierra español. A este le correspondía, en efecto, la puesta en práctica del plan de ataque centrado en la ruptura del frente, combinando antes fuego artillero y el avance inmediato de la infantería.
Nuestra tesis, aparte de que es lógica (¿iban a dejarse dar órdenes Franco y Mola por los alemanes gracias a acuerdos aceptados simplemente por Vigón?), tiene también confirmación en otro documento. Afortunadamente Salas lo reproduce. Es el anexo 7 de su obra (pp. 212-214). Anterior a los del 29 de marzo.
Curiosamente, ¿o no por curiosidad?, Salas se abstiene de fecharlo pero en esta ocasión no hay la menor duda de que se trata de un documento de procedencia franquista. Se inició con una rotunda afirmación: “Las instrucciones del Mando Superior establecen como rasgos esenciales” y sigue un largo detalle en relación con tres operaciones sucesivas. Contenía un apartado específíco sobre la “cooperación de las Fuerzas del Aire”. El Mando Superior, obvio es decirlo, no podía ser Sperrle. Tampoco Kindelán. Sería o bien Mola o Franco. En cualquier caso, ¿puede pensar el amable lector que este último no estuviese al corriente? ¿Qué se hubiera tumbado a la bartola?
A tenor de tan interesante documento, “el detalle de la intervención de las Fuerzas Aéreas deberán (sic) regularse por acuerdo directo entre los mandos ejecutantes”. ¿Y quiénes eran estos? Pues los del Ejército de Tierra y de la Aviación. Es decir, Mola y Kindelán. Lo normal.
El documento también señaló que “no es posible establecer de antemano un plan completo de cooperación de las Fuerzas del Aire, aparte de la misión de vigilancia…” Para el día D se preveían “bombardeos previos de acuartelamientos y depósitos. Reiterados, si es posible, sobre Elorrio y Durango”. Obsérvese que el conocido bombardeo de Durango tuvo un origen claro: el mando franquista.
¿Qué significa esto? Pues, simplemente, que dicho mando era flexible. Estableció un cuadro general y poco después reiteró los procedimientos plasmados en los “protocolos de actuación” que ya conocemos. Las fuerzas aéreas intervendrían a petición del Ejército de Tierra.
Había correspondido a los mandos inferiores poner a punto los detalles. Salas, siempre “técnico”, escamoteó la reunión crítica que el 26 de marzo sostuvieron von Richthofen y Vigón, a pesar de que ya la citó Maier: entre sus resultados cabe destacar la determinación en común de la hora del ataque que dependería del tiempo, es decir, de los factores meteorológicos. También convinieron que la concreción del arma aérea dependería de la luz verde que diesen la artillería y la infantería, informando de que ya se encontraban en las posiciones de ataque y prestas para pasar a la ofensiva. Si Vigón dio el OK es obvio que no pudieron ignorarlo Solchaga (al frente de las Brigadas de Navarra), Mola, Kindelán y Franco. ¿O es que un coronel tenía carta blanca para asumir compromisos con una fuerza extranjera sin que se enterasen sus superiores?
Nosotros postulamos que existió una estrecha coordinación en el plano estratégico, operativo y táctico. Se había preparado, evidentemente, desde antes del comienzo de la ofensiva y si bien es cierto que los mejores planes pueden chocar con la realidad, lo que en parte ocurrió el 31 de marzo, ¿iban españoles, alemanes e italianos a desechar todo el trabajo efectuado hasta entonces?
No es pues de extrañar en absoluto que la orden del 29 de marzo sobre el apoyo a las Brigadas de Navarra, con la que hemos iniciado este post, previera la más estrecha colaboración de la aviación con las tropas de tierra. El lenguaje no deja lugar a dudas: “tiene que actuar en el día del ataque en estrecha colaboración con las tropas de tierra. Es preciso que la infantería propia con la mayor rapidez posible y sin pérdida alcance las posiciones enemigas”.
Después del ataque habría que actuar con el más fuerte fuego posible de ametralladora sobre movimientos reconocidos en los objetivos y en las posiciones. Salas distorsiona esta frase y, prudentemente, elimina todas las referencias a que las unidades, después de los bombardeos y de regreso a sus bases para recargar bombas, tenían que dar cuenta de estar preparadas para actuar de nuevo. También elimina (ignoro porqué) la participación de los Junker en acciones con otras escuadrillas, que sí menciona. Pequeños detalles…
Todo lo que antecede muestra que Muñoz Bolaños exagera al afirmar que Vigón, “ocho días antes del inicio de la ofensiva, no tenía ningún conocimiento del papel [de la Aviación] y lo que resultaba más extraño, quién la iba a mandar”.
Tal papel, no hay que olvidarlo, se había abordado desde el primer momento una vez que los alemanes incitaron el desplazamiento hacia el Norte. En cuanto a lo segundo, Franco no se retrató hasta el último momento pero cuando lo hizo se decantó, naturalmente, por Kindelán.
Muñoz Bolaños ha aportado un documento (pp. 177-179) que esgrime como la prueba definitiva de “que no existía un mando unificado en la aviación sublevada, más allá de la jefatura suprema que Franco ejercía, actuando la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria con “autonomía excesiva” “ (p. 181). Los documentos anteriores apuntan en sentido contrario. Lamento tener que corregirle la plana. El hacerlo es un tema que queda para el post siguiente. No por mantener en suspenso a los lectores sino porque los posts de esta serie gernikesa están resultando demasiado largos.