TRAS UNA VUELTA POR LIBRERÍAS BRITÁNICAS (I)

24 mayo, 2022 at 8:30 am

ANGEL VIÑAS

Hacía casi dos años y medio que no me movía de Bruselas. Pandemia obligaba. Estar casi encerrado en casa (salvo los fines de semanas y para acometer tareas perentorias como ir al super, a la farmacia o. en raras ocasiones, a la peluquería) ha sido simultáneamente muy productivo, por un lado, y desolador por otro. He participado en un libro que saldrá el 15 de junio, terminado otro bastante grueso, medio terminado un tercero y abordado un cuarto. Ahíto, harto y con un irreprimible sentimiento de liberación durante diez días hemos estado dando vueltas por Escocia y, naturalmente, visitado varias librerías.

Durante la pandemia me he mantenido, en lo posible, al día de las novedades editoriales en España, Francia, Alemania y Reino Unido en los temas que más me interesaban. He adquirido muchos nuevos libros, bien por curiosidad, bien porque creí que los necesitaría de cara a los que he estado escribiendo. Me he equivocado en muchas ocasiones. Al recibirlos me he dado cuenta de que o no me aportaban nada que pudiera interesarme o que tenían planteamientos que no encajaban en mis necesidades. Ansiaba ir a librerías. Ahora he regresado a Bruselas como solía. Con la maleta repleta de novedades en materia de Historia. No me referiré a todas en este blog, pero sí a algunas de las que me han parecido más destacables. He dejado de lado, y no he adquirido, muchas otras que no tienen relación ni directa ni indirecta con mis preocupaciones actuales.

El libro que hoy comento ha tenido excelentes reseñas bibliográficas en, al menos, The Financial Times, The New York Times y The New Yorker, publicaciones que sigo  habitualmente, Se trata de un estudio de un economista afincado en París, Serguei Guriev, y un catedrático de Ciencia Política en la Universidad de California en Los Angeles, Daniel Treisman.  Los lectores observarán que ninguno se autotitula historiador, cosa que les honra porque servidor tampoco lo es por formación, aunque sí por vocación y enfoque. No es el caso de los mencionados autores.

El título del libro es Spin Dictators. The Changing Face of Tyranny in the 21st Century. Su propósito estriba en establecer un esquema diferenciador entre los dictadores del presente siglo y los del anterior. La caracterización de los actuales con el adjetivo “spin”, en general sustantivo y que significa camelo, imagen, propaganda distorsionadora, etc, no la había visto hasta ahora. Al menos no en el título de un libro, pero naturalmente esto es solo una confesión de que quizá no me he mantenido al día. Los autores lo utilizan como criterio necesario y suficiente por contraposición a los dictadores del pasado siglo XX, a los que no se caracteriza con un adjetivo uniforme. Como todo criterio es posible diferir de él.

‘Spin Dictators: The Changing Face of Tyranny in the 21st Century’, de Sergei Guriev y Daniel Treisman (Princeton University Press, 2022).

A mí, por razón de edad y formación, siempre me han interesado más los del pasado siglo (Stalin, Hitler, Mussolini, Oliveira Salazar, Franco, Mao) y no revelo ningún secreto si me he centrado en el penúltimo, que es el nuestro e inolvidable. No pasa un día sin que su nombre aparezca, enaltecido o maldecido, subido a los cielos o condenado a los infiernos, en la prensa, la tele, las redes, las revistas y los libros. Si he comprado el libro mencionado ha sido para ver que decían de ellos y, en particular, del propio. En los últimos años, además, ha estado muy presente en mis libros más recientes y en numerosos artículos sobre aspectos poco conocidos de su personalidad o hasta ahora no demostrados documentalmente. Tampoco faltará en los que he estado trabajando en estos tiempos de pandemia.

Más que hacer una exégesis o una crítica del libro de Guriev/Treisman, me concentraré en comentar algunas de sus peculiaridades desde el punto de vista de su tratamiento del inolvidable, inmarcesible e inmortal general Francisco Franco. Soy consciente de que para los dos autores se trata de uno más, y no el peor, de los dictadores del siglo XX. Las referencias que se hacen a estos se enfocan, en primer lugar, desde el punto de vista de la confrontación entre las religiones seculares (término acuñado por Raymond Aron) que fueron el comunismo y el fascismo. En consecuencia, destacan Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini y Mao principalmente. Con pesos variados y siempre animados por el afán comparativo. Yo no lo discuto. Me parece interesante. Como historiador no demasiado entusiasmado por generalidades a veces hueras, he hojeado el libro con circunspección.

El libro se caracteriza por un uso abusivo de la literatura en inglés. A veces, hay alguna referencia en castellano, sobre todo para abordar los dictadores latinoamericanos (Castro, Chávez y Pinochet se llevan casi todos los honores con referencias muy limitadas. Perón, Trujillo y Videla solo se mencionan de pasada en dos ocasiones y ninguno de los numerosos dictadorzuelos centroamericanos aparecen en el mapa, a pesar de que la región ha sido siempre el patio trasero de Estados Unidos, que nunca hizo nada en serio para proyectar ayudas a la democratización que pudieran incomodarles). Los dictadores del África negra y de gran parte de Asia (salvo China, Congo, Irán, Egipto, Zimbabue) tampoco tienen mucho encaje.  Etiopía solo lo hace en una ocasión y Tanzania en el momento en el que el presidente empezó a recibir dinero chino y, entonces, achuchó a los periodistas. Un lector mal avisado (espero que no sea mi caso) podría llegar a la conclusión de que los autores se fijan más bien en aquellos casos que incomodan hoy a la política exterior de Estados Unidos. Por ello, quizá, ni Iraq ni Afganistán se mencionan.

Si nos acercamos al caso de Franco (no de España), en una referencia cuantitativa podríamos considerarnos afortunados. Se menciona nada menos que nueve veces. En comparación Oliveira Salazar solo lo hace dos, al igual que Lenin. La palma se la llevan, como parecería lógico, Stalin, Hitler y Mussolini en orden decreciente.

Los autores mencionan alguna literatura en castellano (en general de procedencia latinoamericana).  Subrayo esto porque parecería que leen tal idioma. Por eso me llama la atención que de los cuatro autores españoles que mencionan (dos para mí totalmente desconocidos) solo citen títulos (tres artículos) disponibles en inglés. Eso sí, por razones que solo ellos podrían explicar, mencionan en una ocasión un mensaje de Franco de fin de año, extraído de una superconocida fuente de internet.

¿Qué nos dicen de Franco? Como no han leído absolutamente nada de historia española (salvo de la mano de dos obras de Sir Paul Preston) señalan (p. 8) que Franco y Oliveira Salazar optaron por un tercer modelo, que no era ni comunista ni fascista sino “corporativista”, y ello con el fin de “restaurar la deferencia social y la jerarquía católica”. En la p. 40 se afirma que con el fin de demostrar su carácter duro ciertos dictadores adoptaron títulos militares, como el de Generalísimo (al igual que Stalin y Trujillo) y se quedan tan panchos. Menos mal que en la página siguiente señalan que “los fascistas de Franco tuvieron como objetivo la eliminación de la izquierda“ (se supone que con el consentimiento del generalísimo). En materia de spin (que es su tema) solo se menciona, en la página 68, a utilización de cine cruzada (sic). Y eso es todo.

Me quedo sobrecogido de emoción.

Puedo imaginar que, a la vista de las entusiásticas referencias que he mencionado al principio, alguna editorial española ya haya incluso adquirido los derechos de traducción y publicación. Nos deslumbramos ante los autores extranjeros para que nos explique nuestra propia historia. Es un tic que tenía validez cuando la historia de España se escribía en el extranjero gracias a los “amables” cuidados de la censura y de la BPS. Cuarenta años más tarde la situación creo que debe invertirse. Los historiadores españoles consultamos archivos españoles y extranjeros. Luchamos porque se abran más y se mejore el servicio, hoy dependiente de la amabilidad y espíritu de servicio de los archiveros y demás personal. No habremos alumbrado todo, pero bastante más que lo que estos dos autores (cuya valía científica en otros temas no se me ocurre poner en duda) nos ofrecen como referencias gastadas a nuestro inimitable dictador y a su dictadura, que sigue echando sombras sobre la España actual, según se dice una democracia socialmente avanzada.