UN FRANQUISMO, ¿IMPERECEDERO?, QUE SIGUE MINTIENDO (y II)
Ángel Viñas
En plan de desafíos reconozco seguir deseando que algún historiador franquista, postfranquista o neofranquista, español o extranjero, exhiba alguna maldita vez documentación de época a la que ni muchos otros historiadores ni servidor hemos podido nunca acceder. Cabría mencionar, a título de meros ejemplos, papeles de Franco, Mola, Cabanellas, Orgaz, Goded, Calvo Sotelo, Goicoechea, Galarza, etc entre muchos otros. Es decir, teóricamente debería existir la posibilidad, hasta hoy no materializada, que se demuestre con documentos en la mano que mis tesis, y las de otros autores a quienes yo siempre cito, son inexactas o que necesitan importantes correctivos. Incluso hasta el punto de invalidarlas. No hay historia definitiva porque toda historia es, por definición, de un pasado que no existe ya. Nos guiamos por representaciones y una de las diferencias que existen entre unas y otras representaciones es el mayor o menor anclaje en evidencias. Ya lo sabían los clásicos, aunque lo expresaban de otra forma.
También habría que confirmar que las tesis expuestas de manera no ya oficial, sino oficiliasíma, por el Estado Mayor Central del Ejército de Tierra en 1945, y que contaron documentalmente con el visto bueno y la complacencia de SEJE, en verdad están espaldadas, o no, por tales documentos todavía desconocidos.
Bien sé que de los mencionados golpistas es posible que no se hayan conservado papeles (me han dicho, por ejemplo, que el general Aranda quemó los suyos en los años cuarenta por temor a la ira del todopoderoso Caudillo que le persiguió con su encono), pero ¿no subsistirán los de Alfonso XIII y de su hijo, Don Juan de Borbón, que estaban fuera de España?
Aquí la Corona quizá pudiera, en mi modestísima opinión, contribuir en algo porque, se quiera o no se quiera, el bisabuelo y probablemente el abuelo de S. M. el Rey estuvieron implicados en la dinámica del golpe, preparada con la ayuda extranjera. Cosa que sigue siendo escamoteada cuidadosamente. No hace falta sino darse un paseo por youtube y ver y escuchar a doctos comentaristas cómo presentan los avances en los preparativos de la sublevación a después de las elecciones de febrero de 1936. Para llorar.
A Alfonso XIII, en particular, lo de plegarse a la voluntad soberana de los españoles (abril de 1931) no le duró mucho. Al año siguiente ya había empezado a hacer pachas con los conspiradores. Lo afirmó un monárquico superconvencido, aunque algo mentirosillo, como fue Juan Antonio Ansaldo ya en el exilio a principios de los años cincuenta. Es decir, ha llovido desde entonces, aunque los comentaristas en la prensa de derechas todavía no se han enterado. Los pobres no se han puesto todavía al día. Con todo, y en descargo de Su decaída Majestad, hay que recordar que la República le desposeyó de todos los bienes que pudo y, claro, en cuanto se toca a las “pelas” se aviva el patriotismo y todos los demás sentimientos con él conexos. Suele ocurrir de manera fulgurante.
En lo que se refiere a las víctimas del Frente Popular (hacia las cuales, solícita, se inclina la todavía nonata ANVFP, habría que diferenciar dos períodos. El que discurre entre los meses de febrero a mitad de julio y el que se inicia con el hundimiento de una gran parte del aparato coactivo del Gobierno, que no había sabido o podido atajar un tipo novedoso de conspiración (atajó otras, como la Sanjurjada, las algaradas anarquistas y el octubre asturiano). Y ello a pesar de que había empezado a forjarse allá por el año 1932, siempre contando con la posibilidad de la ayuda fascista.
Dos estimados colegas, Rafael Cruz y Eduardo González Calleja, han dedicado varias obras a pasar en revista el número y, en lo posible, la identidad ideológica de las víctimas mortales de la primavera de 1936. También en muchos casos sus circunstancias. Son trabajos fundamentales, no solo por su basamento teórico sino también por su carácter empírico. En este blog he mencionado sus estudios repetidas veces. Es más, el segundo de los autores, en su libro CIFRAS CRUENTAS, ha hecho un recorrido por todas las quiebras del orden público desde que se estableció la República hasta el 17 de julio de 1936. Todavía no he visto que ningún historiador, español o incluso extranjero, de los que quizá acudirán a enrolarse bajo el lema de la futura ANVFP (pendiente al parecer del permiso del Ministerio del Interior) y cuyo lema me suena (como supongo que a muchos) algo familiar (“Caídos por Dios y por España, ¡Presentes!”), a tenor de lo publicado por LA RAZÓN, haya escrito algo parecido.
También pienso que que a muchos nos agradaría conocer cuáles son las credenciales académicas o investigadoras de las personas que se han situado detrás de la iniciativa y que hayan aclarado tales sucesos con la misma combinación de teoría y empiria y no solo repitiendo como papagayos la propaganda de los sublevados y sus sucesores desde 1936 a 1975. Todos estuvieron muy interesados en justificar los desmanes que cometieron quienes se sublevaron con las armas y que quisieron evitar por todos los medios no pasar al futuro como lo que fueron (el sustantivo y/o el calificativo oportuno los dejo a la imaginación de los amables lectores).
Personalmente me he esforzado en documentar la tesis que a los conspiradores civiles y militares (cogiditos de la mano) les interesaba sumamente crear la sensación de que en España existía un estado de necesidad. (No he sido el primero, me apresuro a señalarlo, en haberla lanzado). Es un tema importante porque propugnaban como imprescindible la intervención del Ejército para restaurar el orden. No se sublevaban las guarniciones así como así. Los lectores de mi generación quizá recordarán la agitación discursiva que precedió al 23-F y los artículos incendiarios del inolvidable colectivo “Los Almendros” en las sugestivas páginas de El Alcázar de la época. Al fin y al cabo no han pasado tantos años.
Pues bien, aquellas y multiplicadas acusaciones durante la primavera de 1936 fueron las que se utilizaron para traducir a la práctica la afirmación que Don Antonio Goicoechea había hecho a Mussolini, a la hora de pedirle “pelas”, en octubre de 1935, por segunda o tercera vez (hubo más): si las izquierdas llegan de nuevo al poder, aunque sea por medios legales, nosotros nos sublevaremos. Y desafío, desde aquí, a todos y a cada uno de los promotores de la ANVFP a que lo desmientan con documentos en la mano a los que, quizá, tengan acceso, .O si no ellos, tal vez los benefactores de la FNFF.
No iban a hacer la sublevación, claro está, los cuatro gatos de Renovación Española. La harían las guarniciones trabajadas por la UME, por los incendiarios discursos de Calvo Sotelo y de Gil Robles (cada cual para demostrar quién era más tronitruante), por las noticias que publicaban los periódicos de derechas y de extrema derecha (inolvidables el ABC y La Nación, pero también El Debate, que todavía no ha sido puesto en línea*) y por las provocaciones a las izquierdas obreras (que no estaban representadas en los gobiernos republicanos de la primavera de 1936) y que, naturalmente, cayeron en la trampa que se les tendía.
Sobre las afirmaciones 5ª a 7ª que reprodujo LA RAZÓN no hay nada más que ver la continuación de las exhumaciones de las “fosas del olvido”, la crispación que agita a las derechas y la inmensa literatura que ha aparecido sobre el trato que solían dar los vencedores a sus enemigos. En este blog ya lancé un guantelete hace unos años a un alto cargo de la FNFF para restregarle las estadísticas que, en el caso de Navarra, por ejemplo, recopiló y analizó Fernando Mikelarena. Hay muchísimas más.
Confío en que el año que viene los promotores de la iniciativa que ha desvelado LA RAZÓN así como los directivos y socios de la FNFF tendrán la oportunidad de leer (y tratar incluso de refutar) el ensayo que Francisco Espinosa (autor de obras de referencia sobre la barbarie de los sublevados), Guillermo Portilla y servidor hemos escrito sobre la “teología”, la “filosofía”, la “lógica” y la “justificación” de la represión franquista desde julio de 1936 en adelante.
Hemos utilizado eso de lo que ciertos historiadores de la derecha y más aún de la extrema derecha huyen como dicen que el diablo reacciona ante el agua bendita: la evidencia primaria relevante de época, debidamente contextualizada y analizada. Por cierto, emanada de la experiencia propia y de la máquina de escribir de un futuro general de División que sabía mucho de lo que había ocurrido porque también había participado en ello desde el principio e incluso lo había “teorizado”.
Por supuesto, no me corresponde sustituir la mejor opinión que a los juristas del Ministerio del Interior y a las instancias adicionales competentes pueda merecerles la eventual legalización de la ANVFP. Si lo hicieran me parecería, desde luego, un insulto a la Historia y a la verdad demostrada y documentada por evidencias documentales, arqueológicas y forenses. En lo que se refiere a la primera los eventuales socios de la misma y sus apoyos mediáticos pueden, en todo momento, recurrir a los miles y miles de legajos en que se depositan los frutos del esfuerzo realizado por los vencedores en su Causa General, hoy abiertos al público en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. Y luego dar a conocer sus resultados, con las referencias precisas e inequívocas, porque en estos temas suelen dar gato por liebre.
La dictadura solo osó publicar un Avance de su magna investigación y no se atrevió a más. Profundizar en ella sería, en cierta medida, lógico, aunque responda a una argumentación espuria. Sus partidarios y descendientes podrían así continuar la tarea que Franco y sus acólitos no se atrevieron a seguir realizando. Pero reconozcamos que lo intentarían con casi setenta años de retraso. Ni siquiera el profesor Manuel Fraga Iribarne, en su época de ministro de (Des)información, y que sigue siendo tan idolizado por los políticos del PP, osó abrir las puertas a la caja de los truenos.
En tal sentido, ¡bienvenida sea la Ley de Memoria Democrática!. La que resulte de los debates en el Parlamento. ¿Por qué no seguir el trato que los cristianodemócratas alemanes (a los que el PP dice que se siente tan próximo) han dado a la propaganda en favor de Hitler y de sus secuaces? No hay que inventar la rueda, como si fueran mexicas sobrevenidos. Ya se la conoce.
- De forma inexplicable. ¿Se molestaría la Jerarquía católica española? ¿Se habrán ejercido presiones al respecto? El Debate fue, después de ABC, uno de los órganos de expresión más característico e influyente de las derechas de la época. ¿Por qué quitar el placer de leerlo en línea a sus sucesores? Al fin y al cabo, las izquierdas pueden solazarse leyendo El Socialista o Mundo Obrero o la prensa anarcosindicalista sin tener que ir a las hemerotecas. Digitalizar El Debate no debería de suscitar oposición ni en las derechas ni en las izquierdas.
FIN